La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

diciembre 27, 2005

Viraje de timón

Este ha sido un año que se ha revuelto para no desnudarse. Un año que no quiere una sentencia final que lo signifique todo. Un año de intensos golpeteos. Un año de incidentes voluminosos. Un año de misericordias escuetas. Un año aleccionador, a secas. Un año irrepetible, como todos.

Cuando alguien te pide que signifiques tus vivencias en una sola frase, está pidiendo estupideces. Es como creer que un año es un año. Como creer que un 2005 vale más que un 2006. Puras idioteces. Números impuestos sobre cosas que suceden a pesar de todo. Los años no son nada. A menos que uno quiera.

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Hacía mucho tiempo que no sabía lo que significaba tener hambre. Hambre. HAMBRE. Morder y dejar ser mordido. Morderse y desaparecer. Parece tan fácil. Resulta tan sencillo. No me atrevo siquiera a imponer ninguna literatura sobre esta hambre tan extrañamente nueva. La dejo suceder. Me callo y prosigo. Sin más.

Y luego pienso que ojalá el hambre se hubiera presentado entonces. Y entonces. Y entonces. Pero no. El hambre parecía ser algo comodino. Un hecho aledaño y resonante. Oh-oh. Resulta que no. La vida es un buen tango. No. Es un buen tango queriendo ser escuchado.

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Y el suceso de la semana:

- ¿Oye, te digo algo raro y no mamadas?
- Venga
- No. No creas. Es algo raro y NO mamadas.
- Bah. Échalo. Qué puede ser.
- Bueh. Nomás no te azotes.
- Venga
- Estamos aquí, ahora, hablando de esto tan intenso, ¿cierto?
- Cierto
- Bueno, ayer hablé exactamente de lo mismo, con gente que no tiene nada que ver con ustedes.
- Ahh. No te creo. ¿Y eso qué?
- Pues lo mismo. Nacieron el mismo día.
- ¿El mismo día?
- Sí, el mismo día que tú y que Jacky.
- No te la mames. No puede ser.
- Pues eso mismo. A mí también me resulta inverosímil. Son demasiadas coincidencias, ¿no?.
- Uhmm. No lo sé. ¿Qué día dijiste?
- 12 de mayo. Tauros todos. Tengo miedo. Parece que Dios sí existe.
- Putísima madre (silencio enfático). Mejor ni digas. Ni te creo.
- No me hace falta. Sólo me da miedo.
- Ejem. Cof, cof. Pos sí.
- Pos lo mismo digo.
- Y tienes razón.
- Sepa.

diciembre 20, 2005

Llamas gélidas

En estos días de ondas invernales, en estos días de témpanos y calles atestadas de compradores eructando navidades; en estas semanas de frío y frío venidero, es cuando más solitarias se sienten las sábanas de camas como la mía. Habitadas sólo por uno.

No por nada tanta gente se suicida en Diciembre. El patético sueño capitalistoide tercermundista y judeocristiano hasta la médula de hielo: la navidad, explotada en todas sus posibles y descarnadas fórmulas publicitarias (y que además tengo que estudiar for a living) sólo sirve como un contrapunto infernal para los que anhelan calor, caminos en común, algo de humo y vapores ígneos, o al menos un poco de sudores compartidos, un pinchurriento calentador eléctrico o cualquier otra extravagancia de la carne. No por nada muchos meten la cabeza en el horno y se dan muerte. Hacen demasiado caso a la vida que no tienen.
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Yo, por otro lado, me encuentro sólo. Sólo luego de toda mi vida. Sólo luego de pocas pero muy distintas compañías. Mujeres de fuego, mujeres de nieve, como diría la cursi trova. Mujeres de carne por sobre todo. De conflictos, como yo mismo. Mujeres de las que me arrepiento y de las que no. Mujeres que me han entregado sus días y sus pestañeos durante largo tiempo, o durante unos segundos. Mujeres todas irrepetibles y por las que he aprendido a estar sólo y tranquilo justo ahora: no pienso ni por un instante en meter la cabeza en el horno de la insatisfacción.

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Y aunque en horas como esta, en plena madrugada, y en días como estos, llenos de trabajo y terapia ocupacional para la supervivencia, mi cama pida a gritos otras tripulantes, compañías y tonalidades, yo abandono los lamentos. Sólo me cubro con todas las cobijas a la redonda y trato de soñar. Cosas diferentes. Tiempos nuevos. Viajes a lugares que quiero conocer antes de estacionar la nave y convertirme en musgo. Mapas y buques y huracanes deleitables.

No es que no quiera morder algunas bocas esta misma noche, o la que sigue, o la que sigue. No es que no tenga ansiedad de quitarme el frío a como dé lugar. Pero también estoy cierto de que no es momento para naufragios. Y mucho menos se me da rentar lanchitas en el lago de chapultepec, para subirme una hora y luego olvidarme de la travesía antes de que anochezca. No tengo prisa. Ni chinampas, ni trajineras, ni buques pesqueros. Vaya, ni el mismísimo crucero del amor me conmueven un bledo. Hay que ahorrar para un hidroavión mejorcito que el que se despatarró en Miami.
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Hay una llama gélida. Un pebetero helado que me mantiene incandescente y muerto de frío. Las manos entumidas, pero el corazón fortalecido. Seguro de que no hay que buscar nada fuera de mí. Nunca hay nada que buscar allí. El mundo ocurre fuera de uno, pero uno es el que transita sobre él. De mis pasos me ocupo ahora. Pasitos sobre la nieve que nunca cae en ciudad esmog, pero que, por lo pronto, parece atestar las calles y entumecerme los dedos, al punto de no necesitar estirarlos para sentir cómo me congelo lentamente. Y podría decir que incluso lo disfruto. Es una de esas sensaciones viejas que parecen nuevas bajo otra luz, bajo otra flama.
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Me siento fuerte. Sobreviviré a esta pequeña era glaciar como un eslabón perdido metido en su bloque de hielo. Ya vendrá el tiempo en que la llama gélida despierte, y se sacuda dentro del iceberg, derritiéndolo todo. El trópico se habrá dado una vueltita por el iglú y me descongelará. Mientras soñaré -sonriente aunque muerto de frío- dentro de mi solitario cautiverio.

diciembre 15, 2005

Economía de palabras.

Sí. Pudiera decir más de lo que escribo y con menos palabras. Quisiera. Es sólo que no lo consigo. Me abruma la floritura, el regocijo de perpetrar frase tras frase. No puedo contra eso. Unos me llaman contextual, otros churrigeresco. Unos más me consideran estúpido. Nada de eso me importa ahora.
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Quisiera poder decir, en dos palabras, lo sólo que se siente estar sólo. Lo acompañado que se está cuando existe una deliciosa compañía. Quisiera ahorrarme palabras y así ahorrarles tiempo a los que leen. No puedo contra eso. Unos me llaman absurdo, otros arquitecto sin escrúpulos. Nada de eso me ha importado jamás.

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Vivir es mejor que no hacerlo. Tener algo por qué sufrir es mejor que no tener nada. Convalecer la propia existencia es un deber de los que se consideran pensantes. No pretendo ser ahorrativo en términos de puntualizar mi experiencia vivencial. Unos me llaman azotado, otros me dicen intenso. Prefiero hacerme el sordo y seguir navegando.

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La felicidad no está en olisquear pantaletas y sexos. La felicidad no está en atormentarse por no lograr entrar en la mente de otros. La felicidad no es un destino. No es un discurso. No es una frase que tenga palabras de más, o palabras de menos. Unos podrán llamarme pesimista, otros realista. No me interesa. No es mi intención convencer a nadie.

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Reduciéndonos a la carne, al hueso, al suave humo de las ideas, todos resultamos indefensos y en muchos casos mediocres. Adiós a las comparaciones. Ser no depende de nadie. Sobrevivir, llanamente, tiene muy pocos requisitos. Ligereza a la ligereza. Pesadez a la pesadez. Tan sólo dejémonos de confusiones.

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En arbitrario recordatorio del pacto, sírvome enviar una felicitación cumpleañera. (¿A quién se le ocurre nacer en diciembre?) Ups, me olvidé que el putín del Yísus también tuvo esa mala idea. Que la estrella polar los guíe por entre el oleaje de la vida. Y si no, cómprense una brújula y listo.

diciembre 08, 2005

Resumen de noticias (rolita cursi pero ponedora dixit)

Para mí mismo y el zigzagueo cotidiano. Juarsnif.

Este año ha sido uno particularmente hermoso. Hermoso no en un sentido mermeladesco pues fácil no es el tono general de lo vivido. Sin embargo, el aprendizaje, el reencuentro con el buen humor, la risa, los buenos amigos. Uno de esos años que se van rápido, pero que se sienten, al final de la noche, como si hubieran sido siete. O siete docenas.

Recapitularé todo lo significativo, de tal manera que no se me olvide que lo dije. Ahora que en un par de semanas este blog cumple su primer año de zozobra, vale la pena volver a hablar conmigo mismo, escribir para no olvidarme por completo, hacer como si no hubiera nadie enmedio de la multitud:

- Este año comenzó como estallido nuclear. Recuerdo mi apoteosis en Tijuana. Mi regreso aterrorizado en el avión (los odiaba hasta hace muy poco). El volver a la ciudad y sentirme vacío como nunca. Teclear las palabras mágicas y abrir un blog para matar el vacío con un poco de palabrejas.

- Perder un gran amor a principio de año fue la estocada final de un largo proceso de deterioro. Tocar fondo, como dicen los clichés más petateros. Me sirvió, sin embargo, para despertar de ese estúpido letargo que resulta la necedad amorosa. Aprender cuando largarme fue fundamental.

- Encontrar un trabajo más relajado, tomar chorrocientos aviones más durante el año y viajar, lo que no había hecho en mucho tiempo, fue una gran terapia para mi neurosis voladora (nada de galopante, lo mío lleva turbinas). Ver el mar Caribe, las montañas, las ciudades apestosas, las cabelleras de Guadalajara, las ajedrecistas más guapas de, mhmm, su cuadra. Todos esos viajes que, espero, se repitan y se repitan. Viajar es bueno para mi salud mental. Y no lo sabía.

- Celebrar el inicio de un amor que tuvo poco de amor pero mucho de aprendizaje. Fugaz, duro, difícil. Toda una temporada en el cuadrilátero de la incompatibilidad. Sin embargo, provechoso, estimulante muchas veces, fomentor de la creatividad y de las ganas de crecer un poco. Brindo por los amores perdidos que dejan cuando menos una cicatriz que funciona como un buen mapa para el futuro.

- Encontrar un lugar cerca de gente nueva, amigos nuevos que se sienten como viejos, gente maravillosa que había estado todo el tiempo ahí y que uno sencillamente no se tomaba el tiempo de mirar. Relajar la misantropía, levantar el vaso, llenar los ceniceros. Reencontrar antiguos vínculos, reparar puentes, tirar otros. Las relaciones humanas son lo poco que valoro en la vida. No soy un experto en cuanto a las relaciones íntimas y emocionales, pero mis amigos, a esos sí, les debo mucho de mi felicidad por intervalos. Gracias a todos ellos.

- Recobrar la vista por segundos. Perderla. Dudar. Ir de arriba a más arriba, luego abajo, a un lado. Vivir casi como si uno le rascara la espalda a su propia existencia. Ahí, ahí, no, no, tantito a la derecha, ahí, sí, aaahhhhh, qué rico, ya no más. Ah, nada como la comezón. Caminar y no permanecer estático. Subir aunque sea falsa la escalera. Bajar aunque la resbaladilla esté engrasada con aceite para motores con más de 100,000 km. Echarse al ruedo. Salir corriendo. Regresar a veces. Tirar estocadas a diestra y siniestra. Vivir para no estar muerto. Finalmente lo prefiero. Como diría una vieja hermanastra, comadre, carnala: Gozar de los quinientos mil matices. Los quinientos mil y un matices los saliva nuestra propia boca.

Y finalmente, regresar al final del año. Sí, los calendarios son una construcción estúpida para la productividad y la simbolización chaquetera de fechas que, para el individuo, no suelen tener mayor significado. Y qué. Ahora mismo me importa un carajo desmenuzar las cosas. Prefiero olisquearlas, morder un poco, tragar, seguir con el buffet de la vida. Si los ingredientes no son saludables en todo momento, no me importa. El placer de la digestión y la sobremesa está por encima de toda la verdad. La "verdad" es un objeto inútil que reposa en la sala de los desesperados. Ya no me siento desesperado. La búsqueda, el trayecto, las piedras y los tropezones. Todo de pronto cobra sentido. Luego lo pierde. El sístole-diástole de la vida.

Inhala. Vives.
Exhala. Ya no.

¿Estuvo rica la bocanada?

diciembre 04, 2005

Speak Low

Habla suavemente. Dice lo preciso. Cubre su tristeza con un silencio dulce. Evita los cálculos. Defiende su corazón tras caudales de lágrima. Mira como un vendaval. Resiste cualquier caricia edificada sobre sus muslos de bronce. Cede, resiste, cede, resiste, cede, luego, finalmente, resiste con toda la fuerza del pudor más apetitoso.

No es su voz ni lo que dice. No es su temple, su blindaje de plumas. No es su textura, su olor frondoso, su ramaje que resulta ser una telaraña de nubes. No es un ave ni un pez. No es un ser goloso y necesitado de pedestales, micrófonos y furias. No es un vestido entallado o menos aún su talle siempre vestido de caricias mudas. No es tampoco su baile cuidadoso, en el que punta tras punta cuida siempre los helechos mustios culpables, que con sigilo de tempestad acarician el borde de sus pequeños dedos.

Es el amor que le profieren esas hierbas que pisa. Las miradas suculentas de las aves que le llueven y le llueven sobre el hambre desaliñada y tímida que sostiene su pelo salvaje. Son sus ganas de dormir, sus ganas de ser viento, sus ganas de no querer escuchar o decir o entenderlo todo a través de las palabras. Su prisa por ser causa de retoños. Sus besos diminutos. El desierto de sábanas coloridas y cobijas de piedra granito.

Mirarle es espectar la belleza en estado puro. Curiosear y preguntarse cómo es que en las fauces de la oscuridad que vomita el mundo día a día, amanecen a la par tantas pupilas tan dolientes como meritorias de ser perpetuadas. ¿Cómo es que no existen suficientes pinceles, suficientes colores, suficientes palabras para infinitar el deleite instantáneo de beberse suavemente los destellos que ocurren gracias y a pesar de la negrura?

Hay días que quisiera ser cien personas. y no las cien que ya encierra mi oscilante cabeza-cuerpo. No. Cien personas reales. Despertar cien veces. Vivir cien vidas, cien trayectos, cien incertidumbres. Rasguñar cien espaldas y morder cien entrepiernas. Oler cien mil perfumes cada veinticuatro segundos. Olvidar que se es sólo uno. Desvanecer toda frustración bajo el ruido de cien lamentos. Existir a cien entómetros por hora. Morir noventa y nueve veces antes de morir cien, y claro, extasiado por tanto y tan maravilloso ruido. Libremente. Suavemente. Sin una sóla voz cavernosa, debajo de las sienes, que recrimine con crueldad, murmullo tras murmullo, cualquier falta de coherencia.

noviembre 29, 2005

Tregua Electoral

Tengo un poco abandonadas las ganas de escribir aquí. No tengo mucho que contar, en realidad. Estoy en uno de esos puntos en los qu no se está bien ni se está mal. La vida marcha y te envuelve en una cotidianidad muy cómoda en la que hay muy breves contrapuntos y nada te interesa demasiado. No estás triste, ni tampoco rebosas de felicidad. Un vil y vulgar calambre existencial, tus ganas están enjutas, retraídas. No tienes hambre ni sed y sin embargo comes y bebes. Sin mucho deleite y sin mucha displiscencia. La cuerda floja deja de ser un sendero breve donde titubear, y se siente más bien como un freeway de seis carriles donde puedes poner el piloto automático y recostarte a no sentir nada.

Pero también sabes que cuando elfreeway se convierte en un estambre endeble, y tus pies se desequilibran al pisar, es que estás bebiendo algúna suerte de conflicto. El conflicto del amor, el conflicto del desprecio, el conflicto de la supervivencia. Sin ellos la vida no tiene sabor, pero con ellos a veces es intolerable, absurda, molesta, deliciosa, perversa. Lo que sea menos tenue o tibia. Es un dilema jodido. Si el cachondeo no fuera un cuadrilátero ritual, si la discusión no fuera una batalla campal, si la supervivencia no fuera una noche desnudo en la jungla, tal vez la vida no tendría mucho sentido. El punto es que, por ahora, prescindo de todo ello. Me acomodo en el sillón de la paciencia. Respeto mi anorexia vivencial.

Al cabo que los conflictos suelen llegar sin previo aviso. Pero no pienso irme a comprar guantes nuevos. No pienso buscar un bastón que me ayude a mantener mejor el equilibrio sobre esa cuerda floja. No pienso prepararme de ningún modo. Los banquetes no saben igual si te sabes el menú.

noviembre 22, 2005

Alarma sísmica.

Cuando no se es un admitido hijo de puta, uno siempre procura lo menos mierda de si mismo para los demás. Les protege de los propios demonios, les advierte dónde están las fronteras, les obliga a ejercer una retirada inminente cuando las peores excentricidades de la propia violencia asoman sus siete cabezas por encima de lo que se puede contener. "Vete", dice uno con una sinceridad que por lo regular se interpreta como agresión directa. "Vete antes de que llegue la luna llena y el hombre lobo deposite suavemente sus cubiertos sobre la mesa y te atropelle a dentelladas". Y si no, uno simplemente se va corriendo hasta el cubil, se encadena a su libro más tortuoso y protege a los demás de su destructividad.

Una suerte de alarma sísmica opera previniendo el derrumbe de la civilidad. Uno, si ha vivido lo suficiente, y a diferencia de las catástrofes naturales, normalmente sabe, continúa sabiendo y se percata en todo momento de lo inminente que resultan los colmillos de esa fiera que ruge por salir y despedazarlo todo: Uno sabe que bosteza pero que quiere emborracharse de médulas, dedos, carnes, ingenuidades, bobadas, dedos, brazos, amores, amistades y aprecios a medias, etcétera. Cualquier cosa es alimento. Y más si resulta coexistir con lo que a diario nos topamos a la hora hora de vivir la supuesta vida. O ahuyentas o huyes. De otro modo, sencillamente despedazas.
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El problema es que cada mordisco, cada desgarramiento de la carne de otros, cada herida, cada puñal hincado en órganos vitales ajenos, resulta ser una laceración de los propios. Claro: Esto sólo aplica si, repito, uno no es un depredador admitido, asumido y autoaceptado. Pero si resulta que no se ha logrado morder sin morderse a uno mismo, si uno no sabe matar sin matarse un poco: todo acto de retaliación es una declaración de guerra hacia el propio y mentiroso pacifismo.

Sin más vueltas: Odiar y ejercer actos de odio puede funcionar como un malabarismo momentáneo que nos libra de confrontaciones. Pero en el fondo, al odiara otros, nos odiamos a nosotros mismos. Escindir, disectar, mirar y recordar sólo lo desagradable, olvidar los poemas, los vinos que sudamos bajo la lluvia, las lunas que, juntos, con ambas manos sobre el timón, impulsaban esa barca anclada en el mejor de los silencios:

- "Mente. Mente mía. Mente sólo mía: Préstame el escalpelo, préstame el bisturí, bájame sólo la mitad del telón que resulta más oscura. Bien. Ahora ponlo sobre todo lo posiblemente bello que viví con quien ahora necesito odiar. Gracias. Ahora dame la sierra eléctrica de 2000 watts. Deforestemos el amazonas del amor que debe olvidarse. Bien. ¿Viste? Ahora mismo puedo odiar a quien antes amaba. Gracias, mente. Te debo una más. Qué complaciente resultas. Gracias."
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Pero evidentemente esto resulta más mentiroso que ninguna otra cosa. Alguien que amaste sin desparpajo, alguien que te hizo recular de tus certezas más bobas, alguien que te tomó de los ojos y te impulsó como una hormiga harapienta hasta la bóveda celeste; es decir, alguien a quien amaste sin desparpajo, alguien que reculó de sus certezas más bobas, alguien a quien impulsaste como una catarina descolorida hacia los arcoiris menos ilusorios, no, no, no, no: No puede ser odiado a la ligera. Ni diez mil actos histriónicos, ni diez mil escenificaciones voluntarias y mentirosas de ese odio aparente pueden ser tomadas en cuenta. Y sin embargo lo son. Porque la vida es un continuo. La vida es una línea transitoria, una sucesión de actos y consecuencias. Un calendario de fenómenos sucedáneos que preferimos hacer rutinarios para no pensar.

Y nadie puede leer la propia vida como uno la sobrelee, mientras -y simultáneamente- la escribe. El cliché no miente: Cada cabeza es un mundo: Eso seguro. El problema es que aquí, aquí mismo, sobre la tierra medio muerta y medio viva, la aparente cercanía entre dos cabezas equivale a los más inmesurables años luz que dictan la lejanía del universo. Aunque la gente se tome de la mano, aunque la gente se bese, se acaricie, se rompa, se penetre, se abandone, no importa. Las distancias entre unos y otros son casi siempre insalvables. Aceptarlo o fastidiarse. No hay lugar para intermedios. Los intermedios son también ilusiones.
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Nunca me había hecho ser odiado por nadie como ahora lo he conseguido. Y aunque me sigue pareciendo necesario, siento que también me odio un poco en este intento. Pero no puedo doblegarme ante la culpa. Necesitaba cúmulos y cúmulos de aire: Tantísimo aire que nadie lo creería. Aire que ahora respiro y que, aunque me mantiene en la duda, también me aligera el viaje. Me deja pensar sin el ruido de querer amar, por fuerza, a nadie (o sea, a alguien, quienquiera que fuera).

No me queda sino proseguir. Esperar que en algún punto de este continuo, mi odio y el otro odio amainen. Tal y como amainan las pestañas de todas las enjutas lluvias y de las escandalosas tormentas. Tal y como todo pasa. Lentamente. Suavemente. O en perplejo salvajismo. Como sea.

Yo sólo tengo claras un par de cosas: No quiero imponerle mi agenda o mi pliego petitorio ni a la vida ni a nadie. Quiero mecerme en las hamacas de los meditabundos por un rato. Quiero prevalecer mientras pueda. La vida ya no me disgusta. Y por eso, y sólo por eso, no estoy buscando a nadie que me haga olvidar que mi vida es mía y que estar vivo me alimenta. Relevo a cualquier futuro y posible amor de la responsabilidad de hacer que mi vida me interese. No quiero amores droga. No quiero amores sueño. No quiero amores ilusión. Quiero amores que amen sin dejar de ser. Y amar sin dejar de ser. Existan o no. Pueda con ellos o no.

Ya veremos.

Ya sabremos.

Y mientras tanto, quiero callar.


noviembre 18, 2005

Espejos, espejos. Espejos a la vista.

Resulta extrañísimo lo mucho que se puede oir cuando se escucha al silencio.

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Igualmente raro es olisquear la incredulidad de alguien que reniega de ti, pero que sabe que sabes que sabe que sigues siendo magnífico y brillante. Tal como lo es en sí mismo.

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Peor resulta cuando los bares de siempre se presentan ante ti más desérticos que nunca. Nada de rastros, nada de caminos. Y todavía "más peor" cuando te vale madres y te quedas. Persistes en la necedad de olvidar siendo.

Olvidar, olvidar, olvidar: ¿Existe alguna otra forma de aprender si no es olvidando?

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Tu hambre es sólo tuya. Solitítamente tuya. Asúmela. Aguántala. Sobrevívela. Al cabo todas son esdrújulas. Y con las esdrújulas no hay pierde: Siempre hay que poner ese acento. Siempre hay que doblegarse ante la tilde.

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Ah, pero no se te olvida ese olor. Esa risa indecisa y temblorosa. Esas lecciones de baile. Lecciones de 10 a 12. Realidad de 12 a 2. Necia costumbre de 2 en adelante. Y tú siempre quieres estacionarte en una de las etapas: Mal. La noche tiene una agenda propia. Deja de pretender asignarle la tuya. Aguanta vara. Vívelo todo. Ríe cuando debieras llorar. Siempre tendrás tiempo para beberte tus propias lágrimas.

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un, dos, un-dos-trés. Ese es el pasito que te gusta. O más bien el único que te sabes. Pero la tomas de la mano con fuerza. Sujetas su cintura como si supieras hacerlo. Ella sonríe, ríe, te agradece, se vuelve un mar indomable. Ojalá pudieras bailar así de mal y así de bien con cualquiera.

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luego el Atos negro, la llegada, la despedida. "The thing is to remain in a state of constant departure, but always arriving". Luego el agradecimiento mudo. Las explicaciones que ya no tienen caso. (Sí, sí, fuíste malévolo y odiable para escapar de la ambiguedad, bien por ti. Ojalá no le hubieras hecho daño a nadie en el intento). Ese fue un amor "salvo buen cobro".

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Y en fin. La noche no fue un desperdicio. Las sonrisas veladas tampoco. Las ganas de decir cosas que no tenían caso menos aún. A veces vale más lo que uno calla que lo que otro dice. Pero no todos abrazan ese sutil tesoro. no todos lo huelen. No todos lo entienden.

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Tú, sin embargo, aprendiste muchas cosas a través del silencio. Eres un asno, sí, lo sabes. Debiste haber comprendido el silencio mucho antes. Pero tampoco estás en edad de arrepentirte. Miras adelante. Suspiras. Hay mucho camino para andar como pa andarse lamentando por cualquier atajo. Aguanta la respiración un segundo, dos, tres. Al cabo nadie puede morirse por no haber vivido.



Lux Aeterna.

noviembre 17, 2005

Intervalos

Escucho esa voz y es como una voz sagrada que retumba.

Ya, ya lo sé. Ya no es sagrada. Sencillamente retumba en las paredes que ha dejado ahí mi memoria. (maldita memoria, por cierto: selectiva pero intravenosa).

Pero como todas las cosas que pasan, pasa. Simplemente pasa. No pregunta, no anuncia, no supone: sencillamente sucede.

Y no estoy hoy con esa cara de pan recién horneado que me asignó la desidia. Hoy me levanté raro. Sintiéndome bien pero sabiéndome mal. Cual una pésima rola del jimmy lópez (pariente, i guess), y luego malcantada por la toussaint. Incapaz de sonreir sin transparencias. Y claro, la sabia ley de murphy tenía que hacer su aparición. El único día donde no eres capaz de sostener una cara que aparente dignidad, tienen que aparacérsete los labios de tu hecatombe. Aplausos para la vida. Podremos achacarle cientos de injusticias, eso seguro. Pero lo que no podemos es negar lo bien que sabe caer de sorpresa. Siempre. Siempre la vida. Siempre cayendo de puta sorpresa. Siempre invocando el punto y seguido.

Y luego piensas que tu intento por abandonar el blog era un simple y llano llamado de atención. Te das cuenta de tu propia soledad, de lo cuantiosa que resulta tu insatisfacción, de lo endeble que acaba siendo tu resuelta decisión de no exponerte más de lo que debes. Y mandas todo a la verga. Y brindas por ello: Salud -dices-. Tu proceso creativo era más complicado de lo que esperabas. Eres más de lo que puedes manejar.

Y llega ella, igual que siempre, quizás peor. Sitiada en su epidermis, como dijera Gorostiza. Sitiada en su sencilla manera de no sentir nada peligroso. Sintiéndose bien, por ende. Sonriendo envuelta en su bufanda rosa, tan llena de seda, tan repleta de nada. Pero -y desgraciadamente- hablando su voz.¡, su dulce y rasposa y egóica y deliciosa voz de sirena desparpajada y somnolienta. Diciendo sus palabras. Haciéndose escuchar a lo lejos. Provocando, quizás involuntariamente, quizás no, toda la ira de los maremotos venidos y por haber. ¿Quién te da derecho a ser feliz cuando el amor se te ha escapado de las manos?. Pregunta irresoluble. Necedad extrema. Anécdota sin chiste.

Llega el mar y el mar es ignorable. La ola ya no es la ola congraciada, repleta de espíritus recónditos y hambrientos, ávida de escucha. Llega la ola y es sólo un golpeteo de agua salada contra cierta superficie de cuyo nombre no quieres acordarte, porque eres tú mismo.

Llega el tiempo. Es más: El tiempo ha llegado. El tiempo ha ingresado en el edificio. Tus pocas canas merecen volverse muchas. Tus ansias perversas importan muy poco. Tu proclividad hacia lo sucedáneo termina abruptamente. No hay personaje que te salve de esa verdad. ¿Querías la verdad, no, putín? Ahí la tienes.

La verdad es un lento y suave cuchillo perforándote las ganas.

Ni una cosa más.

Sólo un lento, lento, lento y constante puñal que atraviesa las pestañas de tus breves esperanzas.

Ahora entiendes. Entiendes por qué es que siempre rechazaste la verdad (mientras la buscabas). Y se termina todo. Y su voz, inoportuna, insegura, temblorosa y también tersa como alas de niña incipiente, invita a todos (menos a ti) a presenciar un nuevo y más profundo entierro.

Y callas. Escuchas. Ríes nerviosamente. Sobrevives a tu imperiosa necesidad de decir alguna estupidez.

Y la miras marcharse a través del telón: plástico fino y transparente. Pantalla de lo que no pudiste. Película de lo que nunca serás.

Promesa autoinflingida de lo que quizá, y sólo quizá, podrás ser algún día. Agradece que resultas ser joven. De otro modo estarías perdido. Y no tendrías mayor solución.

Pero la tienes. En algún lado. En alguno de tus múltiples bolsillos.

Y la solución está esperándote.

Búscala, bébela, transgrédela sin pudor.

No estará ahí para siempre.

noviembre 16, 2005

Moción Aprobada.

Me vale madres. Voy a seguir escribiendo y escribiré lo que se me dé la reputa gana. Faltaba más.

¿Cómo pudo ocurrírseme...bah bah bah?

Próximamente: Un post sin azotes ni aspavientos. O sí. O lo que se me dé la gana.

Grrr, juar, snif.

Sentir todo al unísono es lo de hoy. Viva la esquizofrenia!

noviembre 07, 2005

Cabildeos

La iniciativa ha sido enviada a la cámara de diputados de mi cerebro.

Actualmente me encuentro en pláticas con la facción más facciosa y fascista de mi faz, pa ver si revivo este blog o le aplico una reforma estructural para evitar su privatización.

El problema estará en la cámara senatorial de mi corazón. Como siempre.

Pero bueno: Al fin que esto es una monarquía parlamentaria. Siempre puedo mandar a la chingada todo y volver a empezar. O todo lo contrario.

noviembre 04, 2005

Hasta al ratito.

Esta chingadera de blog cierra hasta nuevo aviso.

Gracias a los que leyeron, hablaron, escupieron pa arriba, comentaron, follaron en el baño, molestaron a la clientela y demás.

Nos vemos la próxima.

noviembre 02, 2005

La vida se lee y (casi inmediatamente) se escribe.

He abandonado cualquier lucha real o imaginable.
He dejado (y me ha quedado) totalmente clara. sí, esa absoluta esclavitud a las palabras.
He incinerado, de propia mano, todos mis ejércitos imaginarios. No me interesa ganar.
No creo en pequeñas, no creo medianas, ni mucho menos creo en en épicas victorias.
No creo en los epítetos. No creo en las palabras. No creo en lo que creo.

Y aun así, la paz me llega como un silencio que se interpreta devorando guiños
se lee de lejos, se escucha a si misma llamándote.
Y la tranquilidad viene como una exhalación que tercamente obliga a preservar el silencio.

Callar. A callar. A callarse a mordidas. A morderse el habla. A escuchar la negrura.

Sólo así, mucho me temo,
es como puedo alejar esos días donde callarse era también interpretable.
Vil y vulgar silencio (le dije a Laura y a su pelo largo, bello y negro).
Ella replicó que sí.

Claro. (Musitó Laura mirando su propio pelo irredento, tocándolo).
Callen y consuman.
Y poco me importó. Y poco me importa. Y poco me importaría.
Ella me dio silencio y luego, casi sin querer, también la sacrosanta cuenta.
Y yo le di el dinero.
Y luego sobrevino sedienta camello exhausto en total indiferencia.

Sonora indiferente: (Good morning, heartache) o insonora (-------). Quémásda.

Han sido largos los días. Ha sido largo, largo, largo.
Longo, oblongo y elástico. Ha sido un tiempo de hule.
Tiempo en que la paz persiste
sin persisitir
prevalece sin paciencia
se impaciente
se entumece
se recuenta, logra resisitir.

No importa. Nada importa.
Son días meritorios de dibujar un punto y seguido.
Varios.
Todos.
Ninguno.

Días en los que hay que sobrevivir.
Días para olvidar y morder cualquier carne.
Días sin rumbo.
Días sin lecciones.
Días añorando ser acariciados por el silencio más llano y sobrellevable, e inofensivo
inaguantable, cautivo.

Y me he despertado con ciertas convicciones.
Y no tienen hambre alguna de ser creíbles.
Detestan ser devoradas, de hecho.
Suplican perseverar, aguantar las dentelladas.

Créalas quien pueda. Créelas tú.
A mí me bastan.
(O cuando menos me dejan beber agua en lugar de vino)

Es ahora la hora esperada y extraña en que libro batallas pendientes
que relojes y susurros parecían guardar bajo las axilas.

Es hoy el tiempo de no mirar
no escuchar
no alimentarse de nada ajeno.

Segundos apenas quedan para exiliar dictadores.
Suspiros permitidos lograrían abolir toda creencia.
Gestos desechables vuelven mundano lo sagrado, o sea,
emputecen cualquier palabra.

Vivir. Hablar.
Decir "nada" no existe.
Decir "nada realmente existe".
Decir "jamás es decir nada"

Jugar con todo aquello es un deber
El deber de jugar
El deber de persistir
El sincreer de la fe.

El viaje no requiere destino: Sólo y solamente ocupantes.
Viajeros. Valientes sin rumbo.
Temerosos sin destino.
Caminantes sin origen brecha rodante ruedas para rodar
Nada

Pequeñas y enjutas aves esperando un estornudo
como se espera un tranvía
como se espera la muerte
y sí (ni modo)
como se mira el claro
el tenue
el despejado cielo
ciertamente azul cual vodka sin remedio
el que miramos cada domingo
el que mirábamos cada semana repleta de domingos.

La Magia levantando la mano
para hacernos decidir el no mirar ese preciso precipicio

Los viejos no son sabios
ni son tontos
sólo dicen cosas que leen en su propia deriva
y en su propio sueño:
El ojo no es ojo porque lo ves. Es ojo porque te mira.

¿Existirá otra pregunta, otra respuesta, otra ansiedad digna de ser engullida?


octubre 30, 2005

El Credo que se volvió Necesario.

Creo en mí.
Creo sólo en mí. En mis palmas, en mis pies.
Pero sólo en mí. Sólo ahora. Sin remedio.

Creo en el valor intrínseco de cualquier instante
Creo en la fotografía instantánea. Creo en Polaroid. Creo en Leika.
Creo en nada, pues, y poco me importa.

Al creer nada es que habilito la posibilidad de creer en ciertos besos.
Cuando olvido es cuando más aprendo.
El acto de recordar (cual dice una y otra vez esa implacable película)
es aun más psicótico que el acto de olvidar.
Olvidar es sano.
Rememorar no siempre alimenta. Por lo regular sólo hiere.

Creo en mi soledad.
Creo en mis mecanismos.
Creo en todo lo que antes no creía para no responsabilizarme de mis debacles.
Creo en pequeños soplos de brisa que llueven sobre mis más pequeñas hojas, o tallos, o espinas.
Creo en esto.
Esto que escribo, pues.
Esto que se deja a si mismo salir, esto que "leo y luego escribo"
y sin la menor piedad para mis propias súplicas estridentes.

Creo en lo que creo a pesar de mí mismo y mi facultad de negarlo todo.
Creo en la escalera. Creo en cada escalón.
Creo también en la constructividad que implica demoler cada escalón que se requiera
Creo en la necesidad de aniquilar cualquier paso que se arrepienta de ser concreto.
Creo en la venganza. Creo en el dolor. Creo en la paciencia.
Creo en que no hay que creer en caminos lineales.
Creo que descreer nunca es innecesario.

Abolir, descartar, lubrificar los orificios del vacío
y luego vivirlo.
En eso también creo.
Creo en la nada que no existe.
Creo en el amor, que tampoco existe.
Creo en la sorpresa, que siempre es vuluntaria.
Creo en el limbo, en el ser, en el no ser, en cualquier absoluto, en todo.

Pero creo porque puedo nombrarlo.
nombrar es la única condición para mi ineguidad.
Saber nombrar. Poder nombrar. Hacerlo.

Sin equa non.
Desechables todos los precedentes.
Creo en que la vida es esto que pasa bore mí, fluye entre mis entrañas, carbura mi corazón.

Creo en eso. En lo inevitable.
Y lo inevitable es cada momento.
Y sí, amor perdido de mis amores, cada momento resulta
a pesar de sí mismo
ser la mismísima eternidad.
Gracias.

(Y aun te huelo a la distancia, ni modo)

octubre 29, 2005

Sabina, Gema, Triana, Carolina, Lucrecia, Pesadilla...¿Cómo es que cerró el antro coricio?

¿Cómo es que ahora decides desaparecer?

¿Será que algo acabó por resolverse dentro de ti? ¿Será que te rendiste frente a la probable improbabilidad de ser un número más en cualquier cuenta, otra croqueta estadística para el cancerbero matemático que a todos nos espera? ¿Será que te convenciste de alguna magia y encontraste, por ende, el puente más correcto para navegar a través de tu propia incertidumbre?
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Hasta aquí, puras preguntas. Aunque también coexistan respuestas infiltradas. Códigos de los códigos que nadie más pudiera cabalmente entender. Esperanzas de colores. Bocanadas de oxígeno expiador, sí, y al mismo tiempo incapaces de resolver nada. Elementos preesxistentes. Suavidades necesarias, incomprensibles, gimientes. Continuos que, quieran o no quieran, sucedáneamente reemplazan otros muchos continuos que sólo largamente logran ser asimilados.

Asunciones inesperadas. Afirmaciones súbitas: Asentir ligeramente frente al hecho de aceptar. y entonces permanecer callado. Grietas que acontecen a pesar de sus espectadores, siempre dentro del tiempo, siempre apuntalando los abstractos más terriblemente aleatorios y arbitrarios. Siempre sucediendo, pues. Siempre sin tregua posible. Siempre ausentes de sus embrollos. Presenciando sin estar. Y además gozándolo estúpidamente. Pobre el que no se atreva y persista. Pobre el que se duerma en mitad de la función.
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Y luego escuchar lo más improbable: Gente que nunca admite y que nunca abraza, inesperadamente abrazándote. Gente que nunca suspira, que nunca inhala, respirando tranquilamente y recordándote lo que apenas aprendiste: Tienes mucho para dar. El tiempo no te resulta un problema. Sabes amar y sabes saber ser amado. Tu único deber es persistir. Aprender y luego, nomás de los nomases, sencillamente callar.
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Nadie tendrá nada que decir, obviamente. Nadie dirá nada que le comprometa. Todo seguirá fluyendo impercetible e inexorablemente. El silencio seguirá atravesándote traviesamente. Beberás otra cerveza. Callarás otra palabra. Sentirás la necesidad de morder otro perfume. Mirar otra canción. Escuchar otro dibujo. Oler otro bocado. Paladear otro futuro, otra intuición, otra adivinanza soluble en el siempre infalible cloruro de sodio.
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Y no te importa realmente el que todos entiendan. Y menos el que no entiendan y además repliquen algo. (Palabras sin abrigos, fríos sin antorchas, remedios sin dolores). Que nadie diga nada. No importa. Sólo me importa hablar de ella. O de las ellas que me llevaron a ella. O de lo que no supe, no canté, no reproduje. Ella: El principio de mis ahoras. El final de mis jamases. Ella.

La que ya se ha ido.
La que nunca volverá intacta.
La que habitó mi mente, la que anegó mis cuentos, mis palabras, mis arrebatos metafóricos. Ella.
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Quiero dejar de respirar. Aflojar los músculos de la necesidad y sobrevivir sin aire. Olvidar cualquier aceituna. Olvidar toda coincidencia irremediable. Verla sin hambre. Pensarla sin añoranza. Aprender mientras camino: Eso es. Renunciar a los resúmenes y a las síntesis y a las atrocidades. Callar cuando ignoro. Morder cuando la selva amaine.

Amainar es de sabios.
Amainaré, convencido.

Y mientras me seguiré preguntando: ¿Dónde está Gema, dónde está Sabina? ¿Dónde está el espejo, dónde se quedó Carolina? Bienaventurados los que no miran. Estar ciegos les permite mirar la vida desde dentro.
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Y ya.

octubre 27, 2005

Se puede estar contento

¿E infeliz al mismo tiempo?

¿Es necesario oscilar como una onda hertziana ejerciendo la prostitución bipolar para darse cuenta de que no hay recetas, ni mandamientos, ni formas para privarse de los columpios y las resbaladillas?

Este parque tiene de todo menos una fuente inerme. Todas salpican. En todos lados se escucha el ruido de lo que sucede a pesar de uno (o de que nadie lo escuche).

Mientras no me interesen las respuestas, continuaré con esta esquizofrenia segundo a segundo. No tengo de otra, además.

Se puede estar triste

¿Y estar tranquilo al mismo tiempo?

¿O trapear las calles con lágrimas y desprecio por la humanidad es una condición ineluctable?

octubre 25, 2005

Ocio callejero

Dejaré las insulsas historias de mi pie izquierdo por un instante. Mis deseos de eutanasia, mis tropiezos espacio-temporales. Permítanme mostrarles, mejor que el lado oscurón de mi coraza sintética, mejor que mis intimidades endocrinológicas, mejor que mis ardientes pasos de baile de cuarta sobre una pista pintada de absenta, las pendejadas de la semana: Fotoperiodismo celular de octavo nivel. ¡Que viva la tecnología!

Sin más preámbulo, los pictogramas de baja calidad prometidos:

A unas breves cuadras de mi santo domicilio, observamos la atenta invitación del partido del pueblo. El partido de la tolerancia, la diversidad sexual, el siempre ferviente apoyo a la educación laica y a la separación total iglesia-estado. El partido reformista mexicano, según cuentan rumores, ha decidido finalmente, a través del reincorporado Jorge Castañeda, entrar en pláticas con Fidel Castro y los líderes del partido comunista cubano, para una consultoría en comunicación coercitiva, y así mantener el poder en 2006. Mantas y espectaculares pulularán por la ciudad. Esto es sólo el comienzo. Esperemos que sean mejores para gobernar que para mandar imprimir mantas de 5 x 4 metros, que digan "Nuetro candidato". ¡Cojone, mihelmano!

Luego de tan adorable encuentro, observé un simpático dirigente de poca ralea, que conversaba sonriente con dos vecinas de la zona justo afuera del edificio de la sede PAN-DF (¿alguien sabe si eso existe?). No pude evitar la tentación:

- Oiga, su manta está preciosa, pero tiene un errorzote, ¿ya vio?
- Sí, muchísimas gracias - replicó con carita desencajada. Chale, yo iba vestido de cafesoso amarillo, me ha de haber tomado por bejaranista.


Pero ahora pasemos a lo mejor:

El pictograma del mes: candidato al Premio Nacional de Diseño y Concepto Publicitario 2005.


En una de las modernas "vallas" de la condesa, me encontré con este anuncio de cualidades insosprechadas. No es sólo el hecho de que la "American Security" esté en entredicho desde hace unos buenos años. Es todo el concepto, toda la producción lo que debe sorprendernos. Un producto que se llame "ASS". ¡Bendita la creatividad contemporánea!


¿Su culo se siente inseguro? ¿Se levanta últimamente sintiendo su cuerpo extraño? Nuestro Inmovilizador de presencia con detector de movimientos bruscos y erecciones espontáneas mantendrá su ASS a salvo en un radio de 80 centímetros. Sólo un gorila, un burro u otro animal de especie desconocida podrá rozar su preciado ASS antes de ser inmovilizado.


Pero si en realidad lo que usted DESEA es un poco de ASS, tampoco se preocupe. Nuestro infalible "ASS Link" le conectará con todo el CULO que pueda usted consumir. All you can eat, todo lo que le entre, todo lo que se le antoje por un mismo precio. También contamos con novedosos sistemas para intercambio de información mediante "ASS Link". Culos comunicantes, un sólo cable. ¿Qué más se puede pedir?


En español se diria: Esto me dejó ANOnadado. En inglés habría que afirmar: I was ASStonished. Pensaba que mi post del apocalipsis virtual era una vil parodia. Esto ha puesto mi ASS a temblar de emoción.

ANOTE usted los datos. Los datos duros. La seguridad ha entrado a México por la puerta trasera. Esta empresa, radicada en Detroit, lo ha comprendido todo. La puerta negra, sale sobrando.


ACTUALIZACIÓN: ¡Tampoco había notado que el logo de ASS es una luna musulmana con estrellita comunista-islámica y todo el pedo. Qué subliminal, por Dios!

Y salud!

octubre 23, 2005

No puedo evitarlo.

Pero lo estoy gozando todo.

Sin arrepentimientos.

(Bueno, me arrepiento un poco de eso, pero ni modo)


---- Post críptico plagiado del grandísimo Gonzalo.

No puedo evitarlo.

Estoy gozándolo todo. Sin el menor arrepentimiento.

(Chale, me arrepiento de eso, pero ni modo).

(Post críptico plagiado del GRAN Gonzalo)

octubre 22, 2005

Plagio involuntario y vergonzoso.

"- Pick another number
- Um, Six
- Ok. One, two, three, four, five, six: -------------Ok: Dream is Destiny

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"The ride does not require an explanation. Just occupants. That's where you guys come in.
It's like you come onto this planet with a crayon box. Now, you may get the 8-pack, you may get the 16 pack, but it's all in what you do with the crayons. The colors that you're given. Don't worry about drawing within the lines, or coloring outside the lines. Color right off the page. But please, don't box me in. We're in motion to the ocean."





Esto podría parecer un plagio a todas luces. Un post donde aseguro que no sé bailar, aunque baile, o aunque haya "muchamente" bailado. Juro que no lo es. Es una simple y determinante realidad que cayó sobre mí en el momento menos esperado. Ni pedo. La vida no tiene (ni ha tenido, ni mucho menos tendrá) un buen "timing". La sincronía sólo existe cuando uno está enamorado (así todo es magia: incluso ver a un pájaro cagar resulta significativo, mágico y coincidental, pero claro, son prefabricadísimas tonterías, coincidencias que uno fuerza, a huevísimo, pa que encajen dentro de su propio molde. Ni modo. Es lo rico de saborear lo rico. No está mal ni bien. Nomás ocurre).

Pero ese no es el punto. El punto es tan simple que por eso es que mi mente recurre al contexto, como es su muy conocida e ingrata costumbre: Siempre aderezar la tontería que me invita a escribir cada cierta noche. Y lo que me llamó hoy no se puede resumir en una anécdota insulsa. Me siento obligado a exponer cada motivo. Y sin embargo, no lo haré. Pero sólo porque mis dedos y mi mente están sumamente cansados. Y porque hay cosas que uno debe guardarse para si, para que puedan ser consideradas como un tesoro. Esta fue una noche llena de tesoros. Y la vida es un continuo temporal repleto de tesoros. Y de mierda también (obviamente). Pero a la mierda hay que descartarla y desecharla tan rápido como sea posible. Atesorar redime. Cagar no.
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Decir nuevamente como es que (sí y no) se pueden sintetizar 4 ó 5 ó 6 o aún más (gulp: años), tal y como dijo otro improbable personaje encontrado en este improbable mes-noche-semana-día-año-hora-minuto-eternidad-casi-nada, no tiene ningún caso. Este año, este día, cablísticamente: el 20 del 10 del 5. La mitad de la mitad de la mitad. Casi como picar una cebolla existencial. Reducir las mitades en nuevas mitades. Desmenuzarse a sí mismo: Este es un desmenuzadísimo día que tampoco olvidaré (gracias blog, que aun sin lectores me recuerdas mi lúcida-estúpida-obsesiva-forma de ser-inevitable-a veces).

Hoy todo pasó al revés. Los planes se rompieron solos. La sincronía, la posibilidad de una mente maquiavélica manejándolo todo, la dulzura de una pareja que se ama de verdad y que yo contemplo y gozo y aplaudo, y de la que además fui una muy partícipe celestina también, verla, y estar otra vez comiendo, bebiendo, "ansioseando" todos juntos. Y mientras mi seguridad en que iría a la fiesta de Tamara (perdón Tamara, si lees esto, juro que iré el 29, hoy el mundo se volvió loco), y también mi necedad de ver a alguien importante, y mi tranquilidad para no necesariamente verle, y luego su llegada sorpresiva, y además su partida inminente, su conocido escape mágico de última hora hacia dónde no quería ir (realmente). El adiós, hasta muy pronto, cuídate, deja de sufrir por pendejos que no valen la pena. El ya vámonos. El ya nos fuimos, llegamos, no queremos estar aquí, es su pedo, yo aquí me quedo, chao, adiós, sin represalias. Y luego el otro encuentro. Y el otro, y el otro, y el otro. Y siempre siempre siempre la culpa de no haber ido a felicitar a las plaquetas, a los gonzalos, z las niches, a los hugos. Pero también la certeza de que era irrepetible esta coincidencia. So be it.
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Y sí. Ahora llega el plagio. Bailé como nunca en mi puta vida. Y soy, como un gran-gran porcentaje de los blogueros, un pésimo bailarín. Tengo tres pies izquierdos: Dos con los que dizque bailo y uno más con el que me tropiezo de cuando en cuando. Pero la compañía (dulce y brutalmente inteligente compañía), y la breve absenta, y las ganas de no encasillarme solito en un escueto personaje azotado me hicieron, todas juntas, un complot. Y bailé. Bailé como nunca. (y eso que fue realmente poco). Pero bailé por mucho rato. Y aunque quise escaparme, justificarme, reirme, desreirme y pendejear, simplemente no me dieron tregua. Tuve que mal-bailar hasta el hartazgo. Y no, no lo hice pésimamente mal. Mal sí, pero nada ridiculizable. Y menos junto a semejante "maistra". Y lo gocé (puta madre, me cae que sí). Hasta me atreví a confesar que siempre siempre siempre he querido saber bailar bien, porque bailar me gusta. Bailar me deja respirar. Me distrae. Me apendeja pero me acaricia. Me resulta encantador.
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Y antes de bailar brindé. Y luego bebí. Y luego tuve más y más improbables encuentros. Todo acabó por valerme madres. Madres en el sentido "no ahora", "ahora tengo que bailar", "toma mi mano fuertemente, con seguridad". Cuál psicoanálisis, carajo. Bailar es mejor que cualquier electro-shock, modelo lacaniano, pasta antiadepresiva, cura milagrosa y etcétera. Y la maestra retadora de la noche se metió en un lío: Es de muchos años conocida. Accedió a enseñarme lo poco que me aterra cuando bailo. Y le tomaré la palabra. Bailaré cada que tenga ganas. Porque no todo se trata de hablar. Y bailar es aprender un nuevo idioma. Un idioma donde las palabras valen verga, pero la gramática conjunta es esencial. Y me re-cae que quiero aprenderlo.

Para poder callarme. Aunque sea de vez en cuando.


A ver si sí.


Salud.

octubre 21, 2005

Lo que se va y lo que se queda.

Las dudas se marcharon temprano. Pero nadie notó su ausencia hasta muy tarde. De cualquier modo, ya no estaban. No han vuelto.

Pero no debo hablar demasiado al respecto. No vaya a ser que alguien lo tome como un simple regodeo. Y vaya que no lo es. No me interesa nadar en lo que apenas puedo adivinar a lo lejos.
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Se me han terminado los disfraces. No hay más pelucas en el fondo del armario. Quedo solamente y yo. Y nadie que se atreva a arrebatarme de mi ahora. Mucho muy su pedo, me digo. No tomaré más llamadas lllenas de llanto, arrepentimiento, desgracia. No escucharé ningún otro llanto que no sea el mío.

Suena ególatra: lo sé. Pero no lo es. Es un breve suspiro para descansar. No siempre se puede ser esponja sin otra esponja que ayude a recabar tantas lágrimas. No siempre se puede escuchar tanto llanto sin sentir que se debe llorar. No siempre se puede decir "Llora lo tuyo" sin querer, de una vez, llorar lo propio. No siempre. No se puede. Duele sin causa.

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Y me niego al dolor sin causa. Sin causa, nada. Con ella, quejiditos. Ni modo.

octubre 19, 2005

Dios es un Indecente de Mierda

¿Cómo se atreve a tambalearme así? ¿Cómo se le ocurre probarme de tal modo? ¿Quién es quien se cree?(sí, claro, el creador del universo, y qué). Sigo sin entender cómo es que se atreve a mirarme con tal desesperación. Pinche dios: Siempre supe que eras un hijo de puta. Gracias por corroborármelo. Ay te ves.
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Estoy seguro que mucho antes conocía un hermoso modo para decir algo digno de ser dicho antes de llegar a casa. Estoy seguro que debí haber seducido antes de encontrarme sólo como nunca. Estoy seguro que nunca debí dejarle escapar sin darme más de esos besos tan agonizantes. ¿Cómo puedo ser tan estúpido para dejar que todo quede en el pasado? Tenía (claras-clarísimas) cerca de veinte cientos de décadas y formas para demostrar cualquier cosa. La fortuna es injusta: Cinco años condensados en una sola noche. Y yo que me moría de ganas de besarla sólo a ella. A ella. Ella. La levedad llena de aceitunas. La que no conoce vuelta atrás.

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Y puede que se entere. Como también puede que no. Peormente injusto.
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¿Dónde está su boca hermosa y beligerante, y que se atreve, como si nada, a nombrar todo y a juzgar todo como si fuera literatura?

Nada de literatura. Ninguna metáfora es capaz de quitarme las ganas de atragantarme de sus besos. Nada es mejor que dejar de pensar, dejar de hablar, dejar de querer entender. Nada. Nada en absoluto. Ni el enredo más superfluo.
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El viejo dicho dice: Crea fama y échate a dormir. Tal vez estoy pagando por eufemismos de los que no soy culpable. Yo simplemente persisto respirando. Y es el puro y llano deseo el que me orilla a decir cosas como estas. Y nada es, verdaderamente, si yo no acepto que sea.

Mecagoendios, ¿cuál literatura?. Todo lo que soy es casi en sacrificio. Y a nadie le estoy cobrando.
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Para mí sólo existen mis ganas. Sólo su cuerpo, solo el aire maltrecho, sólo la sombra, sólo mi ensueño permanente pero fiel, y honesto, y persistente, y frágil. Sólo el deseo irrevocable de dormir para no saber más nada. Y junto al ensueño la levedad. Y junto a la levedad lo complejo. Y junto a lo complejo el laberinto. Y junto al laberinto lo indescifrable. Y qué mejor: Lo indescifrable merece más pena que cualquier cosa evidente. Ni más ni menos.
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Quiero dormir. Y también quiero besarle. Quiero correr hasta cansarme. Quiero anudarle y que no sepa volver. Quiero callar. Callo entonces.

Y seguiré callado: En espera. En paciencia. En

octubre 18, 2005

Buenos días: Soy la vida.

Y no es un post largo, pero tampoco corto.
El que lo lea, que lo entienda.
Y el que lo entienda, mis respetos. Los acentos son imprescindibles. Más que el post mismo.
Y, aclaro, no tiene nada que ver con mi depresión. Mi depresión no existe: Es un invento. Estoy mejor que nunca. En soledad, pero clarísimo. Una delicia.




Eso me dijo. Me dijo sólo eso: Buenos días. Y no tuve que preguntar nada más: Simplemente replicó: Soy la vida. Ahí fue cuando en verdad me asusté.

Todo pasó sin preguntar, enmedio de mi cabeza, sin que nada más importase. Soy la vida: Amárrate el cinturón.

Apenas alcancé a contradecirle, en un volumen muy bajito: "Seas lo que seas, no pienso amarrarme el cinturón, cerrar el vidrio, pisar el freno. Me siento dispuesto a chocar, a morir, a permanecer, pero siempre estoy dispuesto a desaparecer para siempre. Tómate ese pleonasmo".

Y la vida no se inmutó. Estaba preparada para eso y mucho más.

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Y entonces terminó el flashback. Desperté sin haber siquiera dormido, pero siendo sumamente yo. Y más yo que nunca, con todas sus consecuencias. El ahora sobresalía de entre todo lo confuso: Y es que resultaba sumamente claro. Y no lo pedí, y no lo devolví a casa. Lo escuché sin reclamos. Escuché al ahora como nunca antes. Me sentí casi bendito. Bendito entre toda mi endeble confusión. Bendito de ser mi propio partícipe, mi propio espectador. Sólo bendito. Y eso que no creo en bendiciones.

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Entendí miles de cosas. Cosas que ya entendía, obviamente, pero que no me había podido explicar a mí mismo. Cosas que permanecían molestándome. Una de ellas, la primera, la más clara, la más conmovedora y, a la vez, la más capaz de cachetearme por sí misma:

Estar con alguien nunca debe cimentarse sobre el no querer estar con uno mismo. Sobre el no saber estar con uno mismo. Sobre el no poder estar con uno mismo. Si de verdad es que se pretende "amar", es imprescindible soportarse, cada quien a sí mismo, incluso hasta el peor de los hartazgos. Más sencillo: No quiero estar contigo para no estar conmigo. No quiero estar contigo para olvidar lo difícil que me resulta estar conmigo. No quiero estar con nadie si no me soporto ni yo. Nunca el amar debe ser narcótico, y menos aun escapatoria. Por eso es que fracasamos tan a menudo. Porque no amamos: sólo pretendemos distraernos y olvidar nuestras propias crisis. Es tan simple como eso (o tan difícil). El truco no es válido. Acaba por ser otra muy rebuscada trampa. Fin.

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Luego de golpear mi propia frente contra esa verdad, poco me quedaba por decir. Pero entonces descubrí otras cosas igual de ciertas. Incluso, y lo admito, me revolqué sobre el placer de no ser un imbécil sin remedio. Aunque no fuera gracias a mí mismo. Aunque nada tuviera que ver con ese resultado. Yo simplemente me mantuve en pie: Soy un hombre despreciable, sí. Pero también soy un hombre improbable, único, sumamente amoroso, dedicado a lo que deseo, voraz frente a lo que amo. Nadie que no sea yo podría quitarme esas certezas. Ahora es que me queda claro lo que soy. Lo que quiero. Lo que no podré ganar y lo que no estoy dispuesto a perder. ¿Qué más puede pedirse?

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Y después, por obra y gracia de los puros azares del destino, vi mi propia mirada cuando alguna vez estuvo despojada de cualquier temor. Me vi a mí mismo a los ojos. Sentí ternura por mi propia e incipiente alma. Lloré por mí, como nunca me había atrevido. Y sin lástima alguna. Sin rencor contra nadie. Y es que me quedó tan claro lo bien que beso, lo mal que beso, lo enorme que soy, lo diminuto que soy, lo eterna que es mi entrega, lo efímera que resulta, etcétera. Me quedó tan claro todo lo que ya fui y tan posible lo que todavía no logro ser, que, sencillamente, no hubo lugar para ningún reproche. Heme aquí, yo, el fustigador de los narcicistas, el despreciador de los ególatras, el imitador de los lastimeros, yo, sólo yo, yo solo y mi alma, comprendiéndolo todo. No todo (claro está), pero sí todo lo que antes me provocaba dudas inútiles. Dándome cuenta de mi valía. Dándome cuenta de mi hermosura, de mi fealdad, de mis eternas posibilidades. Respirando, por primera vez, sin pena ni gloria. Sólo respirando. Feliz.

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Y luego me pregunté de dónde venía toda esta claridad. Me encontraba sobrio. Absolutamente sobrio. Más sobrio que nunca. Más sobrio (obviously) que ahora mismo. Y me puse a recapitular sin pudor. Y le dí al césar lo que era del césar. Y a dios no le dí nada, porque (nuevamente) no se presentó a la repartición de agradecimientos y reclamos. Pero tampoco me importó. Sobreviví lo vivido. Tropecé con lo vívido. Me levanté cuando hizo falta. Y luego pensé en ella (sí, no pude evitarlo). Pensé en sus argumentos: torpemente dichos pero sólo por falta de herramientas. Pensé en lo que quería decirme, desde un principio y sin jugueteos. Pensé en lo esencial. Y de nuevo me conmoví. De nuevo sentí cosquillas en el pecho, patadas en el alma, dolor a quien dolor merece.

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Y aunque hoy la vi apenas brevemente, y aunque no pude contarle lo que me hace falta contarle, (porque estas palabras escritas no son nada frente a lo que se puede decir sin pudor), todavía no estoy satisfecho. Y aunque también sé que nunca se puede estar verdaderamente "satisfecho" (qué aburrición, por dios), sí tengo ganas de mirarle convencido. Besarle convencido (aunque no se pueda, o aunque no tenga caso, o aunque no se deje). Tengo ganas de rendir honor a quien honor merece. Y que mientras tanto, sin pena alguna, su perfume envuelva cualquier siguiente palabra: Para que ya mi boca no la diga. Para que ya mi corazón no la sueñe.



Pedo mío. Lo demás me hace feliz y me estremece.
¿Qué más que eso? ¿Qué más es lo que cualquiera quiere?

octubre 16, 2005

El amor sí, el amor no.

El amor es un gran distractor. El mejor de los distractores. La mejor de las distracciones. O mejor no: El amor no es nada de eso. El amor no consigue distraernos de nada. Todo lo importante permanece molestando. (Uno a sí mismo: "Deja de usar el amor como excusa. Padécelo como puedas". Luego nada más silencio. Y el silencio sí que es casi siempre placentero. O no.


Es como decir: El amor sí. ¿El amor sí qué? El amor nada. Nada se ha resuelto gracias al amor. Dejémonos de ingenuidades: El amor es lo que todo complica. El amor es lo que nadie entiende. El amor es en lo que nadie puede estar de acuerdo. Y luego, naturalmente, uno huye. Huye como cualquiera lo haría. Dice adiós. Sucumbe ante las formas. Claudica y duerme. Se arrepiente. Y luego se arrepiente de que se arrepiente. Nada más complejo. Nada que requiera más voluntad que eso: construir a pesar de saber que la destrucción siempre se aproxima. Sin hora ni fecha. Sin aviso.


O es como decir: El amor no. Y entonces despreocuparse de todo. Escuchar cómo uno puede disolverse en cualquier insignificante presente. Padecerlo. Reconstruirlo todo: Por más que amaba a esta mujer, ella amó cosas que nunca pude darle. Y por eso es que se fue. O peor aun: Reconstruir las penas más recientes: Poemas, párrafos, líneas disueltas, muertas por el ansia de volver a ver. Historias que ya no importan porque importan demasiado.


Sí no es la respuesta. No tampoco. ¿Cuál es la palabra que persiste enmedio del todo y la nada?

octubre 12, 2005

Aprender y olvidar

De eso depende. De eso se trata caminar. En eso consiste el creer firmemente en que lo importante es sólo el trayecto, jamás el origen, jamás el puto destino.

Y es como ver otra vez esas manos. Dormir junto a ellas tres largas noches. Despertar agitado cada hora. Pensar la verdadera razón por la que uno está ahí: durmiendo junto a lo olvidado. Tratando de reconvertir el añejo amor en nuevas amistades y lustrosas palabrejas.

¿De verdad se puede? Y sinceramente lo pregunto: ¿De verdad es que se puede pasar del total alboroto, de la total entrega, a una simple y sencilla devoción amistosa? Y si es así, ¿el tiempo es de verdad imprescindible? ¿Hay de verdad que dejar correr los días para olvidar las noches, los susurros, los ruidos ambientales o los largos silencios que significaron tantas cosas?

Yo no tengo la respuesta. Veo unas y otras manos y siento que un gran velero me sopla hasta el pasado más remoto. De pronto, ya que me creía inmune, me encuentro nuevamente frágil. Me miro y veo mis ojos que ven otros mil ojos viendo los míos. Me recuesto sobre nuevas nostalgias insulsas pero repletas de sabor: El sabor de entonces. El sabor mitificante del que está enamorado.

Si alguien quisiera romperme en pedazos, haría volver a todos mis viejos amores al mismo tiempo y en el mismo lugar. Porque de todos sigo prendado como un broche de paja que persiste abrazando fuegos que ya desde hace mucho lo han desmoronado. Fuegos fatuos. Extintos. Verdaderos sólo como palabra. Y yo permanezco prendado a la idea, agazapado a la entelequia, inerme como un llanto de nubes que nunca descansan ni tienen sueño ni saben dormir ni mucho menos descansan. Dormido pero despierto.

Y es que casi nadie me ha provocado ganas de un verdadero olvido. Nadie me ha despedazado nada. Todos mis cristales siguen en su sitio. ¿Cómo se puede odiar lo que no se odia? ¿Cómo convencerse de escapar si estando cautivo la vida tiene tanto sabor?

Y aunque el tiempo siempre hace su inefable trabajo, y aunque siempre estira la memoria hasta el hartazgo, y nos provoca dejar de pensar o recordar lo menos o saborear casi nada, podemos siempre recurrir a la última de nuestras pérdidas, que sigue ahí, de pie, enmedio del salón de nuestra incapacidad, lista para recordarnos lo mucho que nos hace falta vivir, o lo mucho que nos seguimos equivocando, o lo estúpidamente mucho que solemos esperanzarnos por casi nada.
El último amor es siempre el mejor y el peor. Le apostamos más que a ningún otro. Perdemos más que con cualquiera. Pero inevitablemente permanecemos. Espectadores de nuestra propia debacle. Frágiles como dedos de papel. Inevitables.

¿Será verdad que antes de soltar una liana debemos esperar la próxima?

No creo que caer sea para tanto. Aunque tal vez me equivoco: Caer puede ser irreparable. Yo sólo pienso que aprender a vivir sin lianas, sin junglas y sin Janes amerita cualquier paliza.

Pero yo soy joven y estúpido. Y los viejos son viejos y estúpidos. Nadie excepto yo tiene una respuesta convincente.

A ver si la encuentro.




Salud.

octubre 10, 2005

Auxilio

Me muero.

octubre 04, 2005

De cómo ingresar al primer mundo en 90 minutos. (Gloria y ocaso del mundo conocido)

México gana 3 a 0. La teoría del caos se convierte en ley. El primer jinete cabalga silencioso sobre Reforma y Juárez.

La bolsa en frenética explosión sube un 16%. Desde Washington, la tesorera americana, de origen mexicano, anuncia un préstamo a 50 años por un total de 200 mil MDD. Suficiente para reactivar la economía y empujar los salarios al menos un 50%. El dolar cae 35% frente al peso, que se coloca, inmediatamente, como una de las monedas más fiables de latinoamérica. Los bonos gubernamentales explotan en los mercados mundiales. Brasil decide adoptar el peso, el himno nacional, la casaca verde y solicita su inmediata anexión a México.

En Los Pinos, Marta Sahagún recibe a un numeroso grupo de activistas lésbico-gay, y se compromete a fomentar un acuerdo nacional por la tolerancia y la diversidad, además de incluir en las Guías para padres toda una serie de modificaciones a las recomendaciones que en materia de educación sexual, se habían formulado hasta el domingo pasado. Una terapia para la dislalia la libra del apestoso frenillo zipizape que tanto rechazo le había significado. Sus números suben drásticamente, pero ella deja la política, a Vicente y corre a casarse en España con Jesusa Rodríguez.

"Gol por la diversidad sexual. Tres dildos y siete películas para 10 chiquillos y chiquillas de Zapopan, Jalisco"





"Mi Marta siempre supo que le encantaba el cunnilingus, pero todos sabemos que Chente no es bueno cuando se le suelta la lengua..."








Cuauhtémoc Blanco ingresa a un intensivo de primaria, secundaria, prepa, Filología y buenos modales, para luego pedir disculpas públicas por su uso incorrecto del lenguaje y sus malos modos a través de medios masivos. David Faitelson se confiesa americanista y ofrece un banquete en honor de Cuauhtémoc. Jolgorio, fanfarría, bombo y platillo. Hugo Sánchez toma un voto de humildad y renuncia a la dirección técnica de los pumas, argumentando su total incapacidad para poder seguir llevando al equipo y su propia vida. Es internado en un reconocido psiquiátrico donde toma una larga y novedosa terapia que desinfla el ego. En el fútbol, las repercusiones son inimaginables. La Femexfut obliga a todos los jugadores de primera a titularse en doctorado para poder jugar en liga y selección. Las entrevistas de los programas deportivos son verdaderas delicias literarias.

"Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿Por qué si me miráis, miráis airados?"

"Si lo sabe Dios, que lo sepa el mundo...Kafka me hizo americanista..."


El segundo jinete avanza por el carril del Metrobus. Da vuelta a la izquierda en Yucatán y se detiene a comer una inusual ensalada de germen, disponible en siete de los ocho puestos callejeros que alcanza a atisbar. Los taqueros, torteros, pizzeros, y todos los franquiciatarios de McDonalds denuncian lo insalubre de sus productos y se reconvierten a la macrobiótica. La población adelgaza el cuerpo y engorda la mente. Las calles huelen frescas como rábanos de asfalto.

En Suecia anuncian el Nóbel de la Paz: Vicente Fox Quezada se hace acreedor a 1.2 millones de dólares (10 millones de coronas suecas) por su labor en pro de la democracia y la pacificación de los antagonismos nacionales. Dona todo el dinero al Partido Comunista Mexicano.

Thalía informa de su divorcio con Tony Mottola y su decisión de primero, no recibir un centavo de pensión, y segundo, de su irrevocable deseo de ingresar al CUT, en las instalaciones de C.U. para formarse como una verdadera mexicana en franco compromiso con las artes escénicas. El caballo Rojas obtiene el Oscar a la trayectoria ejemplar, lo comparte con Pedro Weber Chatanooga.


"Quiero agradesher a la academia, pero shobre todo, quiero deshir que eshte oshcar she lo dedico a mi amigo, a mi compañero, el verdadero mereshedor de la eshtatuilla, el primer actor Rafael Inclán..."










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La OCDE aplica un estudio intensivo de sistema educativo y de salud. Los resultados asombran a propios y extraños, al encontrar un insual salto del último al cuarto lugar en todos los rubros. Nadie sabe cómo es que las escuelas y los hospitales brotaron de las propias entrañas de la ahora sagrada tierra azteca. Místicos y esotéricos confluyen en la pirámide del Sol, convocados por Jaime Maussan. Sin aviso previo, una flotilla entera de OVNIS desciende sobre sus cabezas y los abduce a todos: Su sueño anhelado se ha cumplido también.

"Ahora podré ser una celebridad en mi amado Voltark-9, dos cuadras de Andrómeda a la derecha. ¿Me pregunto si tendrán televisión y hot-lines?"












"Abusado manito, quebrándose, quebrándose, tantito a la derecha, aguas pendejo, si aterrizas mal esta pinche nave te vas a echar nuestra comida de los próximos 26 años luz..."







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El tercer jinete conversa con el Peje en su casa de campaña. Reafirma su compromiso de firmar el pacto de unidad, mismo que es reformulado en unas horas, dejando en primerísimo lugar el deseo de todos los empresarios nacionales de despojarse de la mitad de sus fortunas para la inmediata aplicación de programas sociales en comunidades indígenas paupérrimas.

Y el viento sopla deliciosamente. El sol decide no quemar. El agua reencuentra la pureza y la abundancia, mientras el caballo del tercer jinete bebe. Los leones, que también se mudan a México, conviven con los niños y los cachorros de todas las razas, colores y sabores. Los testigos de Jehová cesan su proselitismo.

"BEBElonia la grande, en estupor etílico, monta suave y cachondamente los lomos de bishito-bishito. Su alimento favorito son Testigos de Jehová que ronden tu domicilio los domingos"











Felipe Calderón renuncia a las antorchas y a las turbas. Exige el inmediato cierre de las iglesias y su reestructuración inminente como centros de acopio, escuelas laicas y albergues gratuitos para los indigentes. Los indigentes, por su parte, queman todas las fábricas de resistol 5000, en protesta por la salvaje manipulación psicosocial de la que han sido objeto por parte de los dueños de tlapalerías y ferreterías a lo largo y ancho del país.

Roberto Madrazo y Arturo Montiel renuncian a sus candidaturas y abandonan el país. Instan a todos sus compañeros priístas para hacer lo mismo, todo por el mejor interés de la patria. Elba Esther Gordillo los recibe a todos en su casa de San Diego. Por desgracia, el cuarto jinete, que aun no había cruzado la frontera, decide hacer una parada estratégica en casa de Elbita. Armado con un chaleco explosivo, se hace volar enmedio del coctel de bienvenida, causando la muerte de 6320 militantes priístas de primer nivel (sí, la casa era ASI de grande). Al Qaeda se atribuye el atentado, en un acto de oportunismo terrorista sin precedentes. Bush dimite ante su demostrada incapacidad para administrar la seguridad nacional.

"A éste le van a tener que cuidar las manitas allá en la casa. No vaya a ser que se robe la platería y el cristal cortado..."







"But why do i have to resign, your honor, they only killed six thousand freaking wetbacks, no biggie...and they also did it in a blazing couple of minutes!..."









El subcomandante Marcos abandona el pasamontañas en un acto público, en pago por evento de SKY. Resulta no ser Rafael Sebastián Guillén Vicente, como lo demuestra su propio rostro, sino que, ante el asombro de propios y extraños, se trata de Manuel Muñoz Rocha (aunque algunos creen que es Jimmy Hoffa), prófugo asesino de Ruiz Massieu, y quien, ante la persecución de que fuera objeto hace 12 años, decidió unirse a las filas de la izquierda progresista y liderar el movimiento, al conocer cabalmente los mecanismos internos del poder. Es aprehendido en el acto y su lugar lo toma el joven Tacho, quien en realidad resulta ser tacho. Las drogas se legalizan en cuanto arriva al poder. Peyote obligatorio en todas las escuelas públicas. Hongos en secundaria. Éxtasis y salvia obligatorios en todas las áreas del bachillerato, como material didáctico para Kamasutra I, II y III y Exploración Mística del Interior I y II. Sin embargo, la productividad nacional no desciende, sino que se incrementa notablemente. El modelo mexicano es estudiado desde las principales aulas del mundo.


"Tacho, pásame el café y el limpiapipas. ¿Tacho? Deja esos chochos y pélame cabrón. Comunícame en chinga con Raúl, tengo ganas de cenar en L'Olivier cuando me dé el monchis"









"Y como presidente de la República, mi primer acto de gobierno será la total abolición de la posición del misionero. Asimismo, comunico a esta la conformación de la Recámara de Diputados, y lo promulgación de credenciales de Adultos en Necesidad Narcótica, mismas serán válidas en todas las farmacias similares, donde los desayunos escolares y laborales serán distribuídos con ahínco"







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Sobra decirlo: La selección mayor también obtiene el campeonato mundial, venciendo a Argentina con un drástico 5 a 0. Todo pareciera encajar, funcionar cual maquinaria bien engrasada, armonizar perfectamente con los deseos del mundo. Es demasiado bello, se dicen algunos, pero no alcanzan a responderse nada: El apocalípsis, tal y como el narcotizado San Juan lo había descrito, sucede de un día para otro.

Por obvias razones, el ejército de los justos se compone principalmente de mexicanos. Y como última señal de la apoteosis, me encuentro yo con mi compadre el yísus, liderando el batallón, y acompañado por las 11,000 vírgenes (todas ellas sub-17, y con potencial de campeonas del mundo, por supuesto). La arenga final, con la cual las fieras vírgenes encuentran la fuerza y el poder para acabar con todos los impíos, es muy sencilla: "Dejen que lleguemos al paraíso, muchachas. Después de pasar lista y contabilizar las bajas y las altas, encontraremos un mejor apelativo para ustedes y nuestra legión de la justicia".

- "¿Alguna otra chambita, patrón?"
- "No, chavos. Tómense el día. Cómprense un chesco, a ver, tengan. De regreso no vayan a estar chingando. 11,000 vírgenes pueden tomar una eternidad."






Amén.

octubre 02, 2005

¿Pero qué chingados espera uno?

Era la fiesta de mujer-enamorada. Mujer-enamorada me lo había advertido mucho tiempo atrás: Es mi fiesta, debes venir. Vendrá quien yo quiera que venga. Y a mujer-enamorada la conozco hace mucho tiempo. Forma parte de la lealtad que le tengo a mis propios sentimientos. Así que obviamente debía acudir, doliera lo que doliera.

Cuando llegué a la casa de mujer-enamorada había poca gente. Estaba ella, obviamente, y también estaba su hombre-de-buen-corazón. Conté también a prestidigitador-del-verbo, niña-lista y total-desconocido entre los que ya servían copas y reían risas. Todo asequible, todo aguantable. Mi dolor lo había dejado en casa, aunque se me notara en el semblante (ronchas rojas, me dijo prestidigitador, cuidado, deja las drogas, son las causantes). Le creí aunque no le creí. Y de todos modos no me importaba. El plan era una pronta huída.

Poco podíamos hablar todos juntos. En realidad, casi nada. Prestidigitador, desconocido y buen-corazón hablaban entre sí. Claro, me dije, ellos hablan su propio idioma. Niña-lista , mientras tanto, escuchaba los arduos intentos comunicativos de mujer-enamorada, y ponía atención, o al menos lo aparentaba firmemente. Yo y mi mal semblante permanecíamos tímidos en una esquina, apurando el primer güisqui para lograr entrar en cualquier materia.

Y la noche sucedió sola, sin mayor ayuda. Total-desconocido y yo, en un momento que no puedo reubicar, llegamos a una conclusión hilarante y culturosa: "Los apelativos son inversamente proporcionales, en extensión, a la majestuosidad o envergadura de sus referentes". Apa mamada tan chistoretosa.

Lo que se quería decir, es que los nombres de las cosas grandes, son pequeños. Y los nombres de las cosas pequeñas, son grandes. Ejemplo simple: Un perro enorme normalmente se llama Satán, Zeus, Goliat. Un perro pequeño se llama Azuquitar, Pinpirrín, Chiquitito. Mientras más silabas, menos majestuoso, y viceversa. Risas incrédulas. Claro, no se puede generalizar, pero sí que sucede a menudo.

En fin. La cosa es que suena el teléfono:

- BRRRRRINGGGGGG

Mujer-enamorada corre y contesta. La veo desde mi posición "estratégica" (según niña-lista). La escucho decir palabras suaves, repetir la dirección, la veo mirarme y sonreir (por qué sonríe, me pregunto, si ya sé quien habla). Cuelga la bocina.

- Era mujer-que-todavía-amas, me dice, viene para acá y no tarda.

Apuro el güisqui que me queda de un sorbo, e inmediatamente sirvo otro. La escasa concurrencia ríe. Llevan horas haciendo nada sutiles bromas sobre mis ex-amores y mi proclividad a enamorarme de toda mujer que conozco. Descarto cualquier pelea. Sé que casi todos saben que en realidad me he enamorado pocas veces (y que conozco, en el real sentido de la palabra, a pocas mujeres). Los dejo divertirse conmigo. No estoy de humor para pleitos.

- Tengo que tomarme al menos tres güisquis antes de que llegue -afirmo-.
- Apúrate, cabrón -dice hombre-de-buen-corazón-, porque seguro que no tarda.

Y le hago caso.

Mujer-que-todavía-amo llega, irremediablemente, y toca la puerta. Todos me miran como si yo fuera el encargado de abrirle. Mujer-enamorada tiene un poco de piedad y se encarga del hecho. Ella entra, sonríe como siempre, brilla como siempre, saluda como siempre, sigue hermosa, como siempre, y saluda, rigurosamente, a cada uno de los pocos. Yo, que era el más cercano a la puerta, resulto ser el último. No importa. Estoy ya embelesado y mi tragedia no tiene remedio.

Total-desconocido pregunta de pronto: ¿Y tu nombre es?

- Un-dos, contesta ella. Apenas dos sílabas. Un nombre pequeño para una persona majestuosa.

Total-desconocido dice, como si nada: Ah, seguro. Tenía que ser un nombre pequeño.

Y yo lo miro, y río, y concuerdo, y luego le digo: "Te pesqué, no creas que no".

Él me mira y ríe conmigo. Y el resto de la noche no tiene mucha importancia. O sí la tiene, pero no es una importancia publicable.

Hablé durante horas con Niña-lista. Hablamos de mil cosas, entre ellas el amor. Yo le decía que el amor es como "Los 39 escalones", de Hitchcock, donde uno es el responsable de hacer posible cada paso. Ella insistía en que el amor verdadero llega montado en un corcel blanco, y si no, uno lo monta en el corcel, etcétera. Luego me enteré que Niña-lista nunca había vivido sola. Ni tampoco con nadie que no fuera su familia. Y, sin pretender mamonería, le dejé claro que la vida cambia, drásticamente, cuando no hay nadie con quien hablar-interactuar-proseguir-pelear, etcétera, al llegar a casa. Niña-lista se calló y se fue. Era lista, pero le faltaba vivir.

Y lo demás es innombrable. Fue tan hermoso y tan triste que no puede describirse. Un final digno de una semana inexplicablemente extraña.

Espero poderla resumir, pronto, y usar menos palabras. Pero ya lo ven: Siempre necesito abanicarme con la atmósfera. Sin ella, no se entiende nada. O cuando menos, yo no.



Salud.

septiembre 30, 2005

Sintiéndose ruco. (causas y efectos)

Despertar hecho mierda de un reventón que normalmente te hubiera hecho cosquillas.
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Ver a las chavitas de 17 años y pensar "pinches escuinclas" en lugar de "a-y-güey". Ver a los darketos y sentir unas ganas tremendas de reir, ver a los "hippies" y lo mismo, ver a los fresotototas y lo mismo, ver a las ñoras de 60 años corear rolas de Lisa Gerrard e igual. Ver a doña intelectual de 50 años llegar al cúmulo de la emoción orgásmica con Brendan y escuchar a 27 idiotas gritar mamadas como "Lisa, i love you" cuando está a 2 segundos de empezar a cantar, y sentir ganas de empuñar un lanzallamas y descagalar a los 10,000 pendejos que estamos ahí. Dios, alguien deme un prozac.
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Ir a un concierto de Dead can Dance y sentirte un pinche trasnochado. Descubrir que ya no te emociona casi nada. Ni siquiera estando allí, hasta abajo del puto auditorio nacional, por primera vez en puterremil años.
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Encabronarte con el grupo por traer un puto sintetizador (esta vez) en lugar de los instrumentos y los músicos que trajeron la última vez (hace 9 años de eso, pinche ruco).
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Subirte a un taxi y que te digan señor.
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Cargar una mochila a todas partes, llena de papeles que no dicen nada interesante.
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No haber viajado fuera del país en puterremil años.
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Despreciar con toda enjundia el sexo casual. Guardar lutos.
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Tener achaques y dolores de espalda constantes. Tener una gripa crónica y problemas con el tabaco. Metabolizar mal el alcohol. Despreciar las drogas ofrecidas. Ponerse mal con la mota.
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Sentir ganas de recurrir a un psiquiatra para que te de una rica dosis de "me vale madres todo".
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Terapear a tu madre (y que además te haga caso, chale, chale, chale)
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Escribir artículos que hasta a ti te dan más gueva que a nadie.
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Terapear a tu hermana adolescente (y que además te haga caso, chale, chale, chale, chale)
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Creer en la posibilidad de que todo se puede arreglar, menos la muerte. Ese, por sobre todos, es un pensamiento de ruco.
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Quisiera, como dice Kartak, preferir ser un hijo de puta que un alma en pena. No se qué me lo imposibilita.

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¿Alguna sugerencia para recuperar mi juventud? I'm out of thoughts today.

Un largo pero harto vivencial post. (Si lo leen todo, hay premio)

Déjame reposar,
aflojar los músculos del corazón
y poner a dormitar el alma
para poder hablar,
para poder recordar estos días,
los más largos del tiempo.
El putín de Sabines, sobre la muerte de su padre.



Hay tan poco qué agregar a cosas como esa. Hay tan poco qué decir hoy en día. Uno puede detestar el posmodernismo, seguro que sí. De hecho, normalmente me adjunto a cualquier postura que desprecie la mamonería posmoderna. Detesto a cualquiera que diga que ya no se puede decir nada. Pero lo hago, honestamente, de forma emocional. Porque mi mente, todo el tiempo, me dice que es correctísimo pensar que ya todo está dicho. Que mejor me calle la boca. Que ya no queda nada por decir.

Pero de repente, llegan días como hoy. Los días más largos del tiempo. Días que se rebelan frente a lo monótono y reaprehendido. Días que se consignan a sí mismos como reales, y en los que pasan cosas tan absurdas e irreales que hacen posible la paradoja, el epitafio, el letrerito: Días tan largos como el tiempo.

Supongamos que uno se levanta hecho pedazos. Y "hecho pedazos" no es un lugar común en este día. Es un verdadero "hecho pedazos". Nunca antes uno se había, no levantado, nada de eso, sino dormido, apenas dormido luego de 48 horas de caos continuo. El mayor reven de la corta vida. Clap Clap. Lástima: El vacío sigue siendo el mismo.

Y entonces uno recuerda grandes pedazos de la no-sólo-noche: El surfer-cineasta hablando grandes cosas, el actorcito-remaricón hostigándole a uno sin razón, los pseudo-cuates con el cerebro hecho migas, las rolas y rolas intolerables en plena sucesión. ¿Cómo llamarle a eso un buen reven? Habría que ser más pendejo que todos los partícipes. Y sin embargo, uno se la pasa bien. El reven cumple su función de distraer, nublar, apendejar, hacer posible algo de olvido. Bendito reven tan malo.

Y en fin: Luego llega uno de esos días. Uno de los más largos del tiempo. Y uno, repito, despierta hecho pedazos. No hay peor (mejor) manera de abordar un día así: Cero herramientas, sí, pero también cero predisposiciones. Venga lo que venga, no hay nada para remediarlo.

Y el día no para, o como dijeron los artistas de la noche:

The world however did not wait
But soon observed what followed on

Y pos ni modo de rebelarse contra eso. Nah, tan pendejo no es uno. Y sigue enfrentándose al día pues ya no se tiene de otra. Crudo o no, vida mía, ahí te voy.

Y ya. Y entonces todo es un encanto. Todo es una sorpresa. Uno no se anticipa a nada. Nomás lo vive. Y vas a la oficina, y peleas, encarnizada pero harto civilizadamente, por tu dinero y el de otros y, en esencia, por la justicia misma (ja-ja). Consigues tu cometido.

Luego sales, casi corriendo, y ves a tu gente más querida. Y resulta que, de prontísimo, les estás hablando de una forma tan suave y cordial que te escuchan calladitos. Asienten a todo. (ja). Hasta miedo te da lo mucho que creen en todo lo que dices. Les preguntas si se hacen pendejos: te contestan que no. Y entonces la tranquilidad te desborda y continúas hasta que ya se te hizo tarde (como siempre). Ni modo. Es una oportunidad única e indesperdiciable. Huyes contentísimo hacia el concierto al que te invitaron.

Y llegas al concierto y no ves a nadie. Temes un rato. Luego le pides el celular a la mujer más linda que te haya dado un flyer para un concierto al que no vas a ir. Te vale madres. Ella te lo presta y hasta te sonríe (how lucky, how stupid). Llamas, te contestan. Recibes (y medio peleas) por tu boleto. Te toca en cuarta fila. Pinche cagón. Tres cuartos de auditorio te ven con ojos asesinos: (¿Cómo es que ese gordito simpaticón está tan feliz, y yo tan triste seis pisos arriba?).

Y luego oyes el concierto. Recuerdas cuando era el grupo de tu vida (tienes que hacerlo). La primera media hora te revientan puro somnífero desconocido y novedoso (ya actualízate, pendejo). Pero luego caen con un clásico. Y la gente aplaude despavorida. Gritan todos. Las lesbianitas que se sentaron al lado tuyo, rompen en besos eufóricos. (Ya pela el concierto, cabrón). Bravo, bravo. Y sí, de verdad está bueno. El que ya envejeció eres tú.

Y entonces termina todo.

- ¿Pulserita para el backstage?
- No, gracias, ya envejecí. Mejor mete a tu vieja si no quieres que te mate mañana.
- ¿Seguro?
- Pos no, no tan seguro. Pero hazme caso antes que me arrepienta.
- Ta bueno. Háblame al rato.
- Ajá. Gracias por el boleto, carnalín.

Y te vas, hecho una furia en llamas, y sales, y medio buscas, dentro de toda esa gente tan diversa y absurdamente peculiar (seguro más de la mitad son harto más chingones que tú, además). Y no encuentras a nadie. Ni siquiera a tu prima, la que escuchaba a Luis Miguel cuando tú ya estabas sobre Dead Can Dance. Nada. A huir se ha dicho.

- ¿Quiere taxi joven?
- Sí, claro.
- ¿A dónde?
- Glorieta de las Cibeles.
- Le voy a cobrar 100 pesos.
- (risita disimulada) Ha de estar usted muy pendejo o muy loco, don. (y obviamente ni te subes)

Dedo arriba. Taxi libre. 24 varos hasta el destino, con todo y tarifa nocturna. Llegas. Desfile de saludos. Huevas infinitas. Pero todo es gratis. Un tequila, hic, otro tequila, hic, otros, veinte, hic. Gracias. I'm done.

Y buscas, por horas, los ojos que estabas esperando. Y no están. Pero está el resto de la humanidad, y además, curiosamente, te hacen mucho caso. Blablableas con todos. Felicitas a los felicitables. Huyes de las cámaras y los medios. Magistral.

Acabas, poco después, y ya mucho más pedo, en el "after" de moda. Un puto asco de lugar, como de costumbre. El "AM". Donde nadie entra nunca, pero tú, de cagada, sí. Te recaga la madre. Tratas de huir, pero, así de pronto, aparece un tipo que te aclara la mente:

- ¿Qué pedo, qué tal, cómo andas?
- ¿Eh, qué, cómo?
- ¿Sí, cómo andas, no te acuerdas de mí?
- Yo me acuerdo de casi todo. (busqueda en el disco duro) Ah, ya, sí cabrón. ¿Cómo estás?
- Bien, bien, bien. Poca madre. Oye, le encantaste a mi amiga.
- ¿Qué? (¿Quéeeeeeeeeeee?). Gulp, ¿cuál amiga? (¿eeeeesa que me acuerdo?)
- Pues quién crees, claro que ---X---.
- ¿Te cae? No me vengas con mamadas, cabrón.
- Te digo que sí, pendejo. Y, (hic, ay viene una netota pedota) yo no soy hipócrita jamás. De verdad le encantaste.
- Ni me digas. Apenas vengo saliendo de un gran pedo.

Y el resto de la noche te quiere convencer de que la llames. Te da su número. Te pide que la busques. Te reconfirma que él no se la ha tirado ni se la volverá a tirar. Qué pedazo de amigote.

Y tú a todo dices que sí. Asientes. Permites. Luego te marchas. Él también se va. Te ofrece un aventón. Lo aceptas. Apenas entrando, te dice:

- ¿Oye? Te voy a poner una rola que me encanta, oye nomás cabrón.

Tu asientes. Te vale madres, en realidad. Sólo quieres llegar a tu casa. El tipo es harto amistoso, obviamente, pero eso ya tampoco te importa. Toma el disco de entre un buen bonche y lo pone.

- "Everything, everything, everything...i'm invisible....i'm invisible...."

Inmediatamente te zurras. Preguntas al instante:

- ¿Esa era la rola que querías poner?
- A huevo. ¿A poco no está de sus putos huevos?

Haces un silencio enfático y te preguntas si de verdad la vida es casual, aleatoria y pendeja. Y luego simplemente respondes:

- No mames, cabrón. Esa rola es casi casi la número 2 de mi top-ten. ¿Qué pedo con las coincidencias?

Y el otro se caga de la risa mientras se da cuenta de que te la sabes de cabo a rabo. Luego nomás añade:

- ¿Ya ves? Mañana le tienes que hablar a esta vieja.

Y tú nomás te quedas pensando. Y luego llegas, finalmente, a tu pinche casa. Y escribes un post. (ni sabes por qué, nomás lo escribes). Y luego, irremediablamente, te vas a dormir. (O te quedas blogueando, mientras piensas en lo mucho que amas lo que ya no quiere ser amado, y lo estúpido que eres para darte cuenta de cuándo debes moverte hacia el futuro)

Y luego dices -hic- buenas noches. (días)

Benditos los que hayan leído hasta el final.