La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

octubre 22, 2005

Plagio involuntario y vergonzoso.

"- Pick another number
- Um, Six
- Ok. One, two, three, four, five, six: -------------Ok: Dream is Destiny

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"The ride does not require an explanation. Just occupants. That's where you guys come in.
It's like you come onto this planet with a crayon box. Now, you may get the 8-pack, you may get the 16 pack, but it's all in what you do with the crayons. The colors that you're given. Don't worry about drawing within the lines, or coloring outside the lines. Color right off the page. But please, don't box me in. We're in motion to the ocean."





Esto podría parecer un plagio a todas luces. Un post donde aseguro que no sé bailar, aunque baile, o aunque haya "muchamente" bailado. Juro que no lo es. Es una simple y determinante realidad que cayó sobre mí en el momento menos esperado. Ni pedo. La vida no tiene (ni ha tenido, ni mucho menos tendrá) un buen "timing". La sincronía sólo existe cuando uno está enamorado (así todo es magia: incluso ver a un pájaro cagar resulta significativo, mágico y coincidental, pero claro, son prefabricadísimas tonterías, coincidencias que uno fuerza, a huevísimo, pa que encajen dentro de su propio molde. Ni modo. Es lo rico de saborear lo rico. No está mal ni bien. Nomás ocurre).

Pero ese no es el punto. El punto es tan simple que por eso es que mi mente recurre al contexto, como es su muy conocida e ingrata costumbre: Siempre aderezar la tontería que me invita a escribir cada cierta noche. Y lo que me llamó hoy no se puede resumir en una anécdota insulsa. Me siento obligado a exponer cada motivo. Y sin embargo, no lo haré. Pero sólo porque mis dedos y mi mente están sumamente cansados. Y porque hay cosas que uno debe guardarse para si, para que puedan ser consideradas como un tesoro. Esta fue una noche llena de tesoros. Y la vida es un continuo temporal repleto de tesoros. Y de mierda también (obviamente). Pero a la mierda hay que descartarla y desecharla tan rápido como sea posible. Atesorar redime. Cagar no.
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Decir nuevamente como es que (sí y no) se pueden sintetizar 4 ó 5 ó 6 o aún más (gulp: años), tal y como dijo otro improbable personaje encontrado en este improbable mes-noche-semana-día-año-hora-minuto-eternidad-casi-nada, no tiene ningún caso. Este año, este día, cablísticamente: el 20 del 10 del 5. La mitad de la mitad de la mitad. Casi como picar una cebolla existencial. Reducir las mitades en nuevas mitades. Desmenuzarse a sí mismo: Este es un desmenuzadísimo día que tampoco olvidaré (gracias blog, que aun sin lectores me recuerdas mi lúcida-estúpida-obsesiva-forma de ser-inevitable-a veces).

Hoy todo pasó al revés. Los planes se rompieron solos. La sincronía, la posibilidad de una mente maquiavélica manejándolo todo, la dulzura de una pareja que se ama de verdad y que yo contemplo y gozo y aplaudo, y de la que además fui una muy partícipe celestina también, verla, y estar otra vez comiendo, bebiendo, "ansioseando" todos juntos. Y mientras mi seguridad en que iría a la fiesta de Tamara (perdón Tamara, si lees esto, juro que iré el 29, hoy el mundo se volvió loco), y también mi necedad de ver a alguien importante, y mi tranquilidad para no necesariamente verle, y luego su llegada sorpresiva, y además su partida inminente, su conocido escape mágico de última hora hacia dónde no quería ir (realmente). El adiós, hasta muy pronto, cuídate, deja de sufrir por pendejos que no valen la pena. El ya vámonos. El ya nos fuimos, llegamos, no queremos estar aquí, es su pedo, yo aquí me quedo, chao, adiós, sin represalias. Y luego el otro encuentro. Y el otro, y el otro, y el otro. Y siempre siempre siempre la culpa de no haber ido a felicitar a las plaquetas, a los gonzalos, z las niches, a los hugos. Pero también la certeza de que era irrepetible esta coincidencia. So be it.
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Y sí. Ahora llega el plagio. Bailé como nunca en mi puta vida. Y soy, como un gran-gran porcentaje de los blogueros, un pésimo bailarín. Tengo tres pies izquierdos: Dos con los que dizque bailo y uno más con el que me tropiezo de cuando en cuando. Pero la compañía (dulce y brutalmente inteligente compañía), y la breve absenta, y las ganas de no encasillarme solito en un escueto personaje azotado me hicieron, todas juntas, un complot. Y bailé. Bailé como nunca. (y eso que fue realmente poco). Pero bailé por mucho rato. Y aunque quise escaparme, justificarme, reirme, desreirme y pendejear, simplemente no me dieron tregua. Tuve que mal-bailar hasta el hartazgo. Y no, no lo hice pésimamente mal. Mal sí, pero nada ridiculizable. Y menos junto a semejante "maistra". Y lo gocé (puta madre, me cae que sí). Hasta me atreví a confesar que siempre siempre siempre he querido saber bailar bien, porque bailar me gusta. Bailar me deja respirar. Me distrae. Me apendeja pero me acaricia. Me resulta encantador.
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Y antes de bailar brindé. Y luego bebí. Y luego tuve más y más improbables encuentros. Todo acabó por valerme madres. Madres en el sentido "no ahora", "ahora tengo que bailar", "toma mi mano fuertemente, con seguridad". Cuál psicoanálisis, carajo. Bailar es mejor que cualquier electro-shock, modelo lacaniano, pasta antiadepresiva, cura milagrosa y etcétera. Y la maestra retadora de la noche se metió en un lío: Es de muchos años conocida. Accedió a enseñarme lo poco que me aterra cuando bailo. Y le tomaré la palabra. Bailaré cada que tenga ganas. Porque no todo se trata de hablar. Y bailar es aprender un nuevo idioma. Un idioma donde las palabras valen verga, pero la gramática conjunta es esencial. Y me re-cae que quiero aprenderlo.

Para poder callarme. Aunque sea de vez en cuando.


A ver si sí.


Salud.

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