La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

agosto 23, 2005

Olvídalo

Apenas ayer me di cuenta. Y rápidamente caí en shock.

Llevo un gran montón de tiempo leyendo acerca del olvido. Leyendo sobre gente que quiere olvidar. Leyendo sobre otros que han olvidado lo que han olvidado. Leyendo la mayor de las incongruencias: palabras amontonadas que pretenden eternizar lo que ya han desechado.
En fin, puro y absurdo olvido.
Y nada más.

Y no es que todo comenzara con la idolatría que le profesé a Eternal Sunshine y a su director, y anexas. Ojalá fuera así de simple.

La revelación fue mucho mayor: Todos los libros que tengo sobre el buró. Todos los terrores particulares que he revivido. Toda la niebla. Todo lo que no se ve. Todo. Ya fuera Kafka, ya cualquier otro suspiro. Desde El Proceso hasta la amnesia. Todo hecho un recordatorio para olvidar. Todo vestido de crueldad y alojado en los dormitorios de la pesadumbre.
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Y luego vino el jazz. Mucho antes del verbo. Mucho después de la salvación. Solo y sencillamente jazz en absoluta dispersión. Apelmazado por azares. Sin rumbo. Entero. Mesiánico.

Y el jazz sonó, y junto a él la trompeta más dueña del olvido. Y yo le entregué mis restos. Me inhumé en él como si de verdad hubiera un yo, o unos restos, o una esperanza. Dejé caer mis brazos, a un lado de la peor de mis cobardías. Y entonces oré.

Y nunca antes había orado. Y no sé de dónde ni a dónde se fue toda esa fé.

Me lo sigo preguntando.

agosto 20, 2005

Body and Soul

My heart is sad and lonely
For you i sigh, for you dear only
Why haven't you seen it?

La magia contenida en los primeros días de un encuentro cataclísmico entre dos personas ansiosas de amar, podría proveer suficiente energía luminosa al mundo cuando menos por 90 segundos.
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El ardor resultante de encamarse junto a alguien que, en principio, guarda silencio durante 20 minutos, y al unísono te mira a los ojos con una certeza de alfiler, convenciéndote de abdicar a tu necedad, podría, perfectamente, servir de combustible a 17.2 estufas de carbón sobre las que se preparase una comida completa (sopa, plato fuerte y postre).
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El contento y el divertimento acumulados luego de esperanzarse absolutamente con la idea de estar frente a alguien invaluable, podrían, tranquilamente, significarle a 42.3 niños infelices al menos un par de horas de tranquilidad y regocijo que, según estudios recientes, también ayudan a mitigar el hambre.
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La angustia de ver un hermoso globo escapársete lentamente de entre los dedos, para luego tomar camino hacía la atmósfera, de la que nunca, evidentemente, regresará entero, sería suficiente motivo para atormentar las mentes de 12800 seres absolutamente despreocupados de su voracidad o su egoísmo.
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La cantidad de dolor que te arrincona, te descarna, te deja en el sopor y te avienta desde un auto en movimiento sobre las laderas del desague en Chalco, y que ocurre cada vez que descubres que no eres un poeta, o un hombre feliz, o un ser capaz de subsistir al adiós, entre otras pesadillas, posibilitaría, dadas las herramientas adecuadas, que cuando menos germinasen 4 volcanes, o que 8 imbéciles fueran asesinados sin pudor, o que alguien lograra concientizar cinco o seis sociedades absurdas, o liberar 6,000 esclavos, o masticar 18 botellas de vidrio o incluso, que la muerte, vestida de verde y con unos ojos de pastizal en franca huída, pareciera algo más apetecible de lo que es.
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- Un analgésico para el fracaso, por favor.
- Se la debo, don. Ya se nos terminaron.

(Verídico)
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Auxilio. A las once abandonó el edificio. Ya nada está amueblado por sus ojos.

agosto 19, 2005

The way i love (is not a lovely way)

El sacrosanto chango lo dice bien: Este es un mundo donde las palabras construyen más de lo que uno cree. Y la forma y el contexto bajo el que uno las aprende, muchas veces significan más de lo que podríamos imaginarnos.

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No es lo mismo aprender la palabra "amor" bajo el techo de una dulce familia suburbana de San Diego, que aprenderlo usando de almohada un ladrillo, en cualquier paso a desnivel del circuito interior. Y eso, evidentemente, tiene repercusiones inimaginables.

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Durante años y años incontables de mi "formación" educativa, tuve la certeza de ser un tipo que no sabía expresar amor a sus prójimos. Me lo creí, indudablemente, por demasiado tiempo. Y me costó, además de toda esa puta autolaceración eterna, otro buen chingo de años de psicoanálisis vivencial el darme cuenta de la mejor respuesta: Nadie, en estricto rigor, sabe Amar en un sentido mayúsculo. Nadie cumplimenta cabalmente las expectativas amorosas de nadie. Todo el amor pragmático es imperfecto, y no por eso menos válido. Amar implica saber las limitaciones del amor del otro. Y amar significa amarlas también, paradójicamente, y además al unísono. Vaya pedo.

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Y sin embargo, uno reencuentra la misma piedra en todas partes, y luego de todos los incontables tropiezos, la misma puta piedra nos sonríe cínicamente mientras escupe cosas como: "Hola, soy tu puta piedra perpetua. Vengo a reconfirmarte el hecho de que no existe la complitud. A recordarte que tú, pequeño saltamontes, no vas a LLENAR a nadie. Y que NADIE, tampoco, te va a LLENAR a ti. Hazle como quieras. Tropieza conmigo. Úsame de pretexto. I'm here for you".

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Y para muchos esa bendita piedra significa el mejor de los escapes. La solución de último momento. La eternidad incompleta pero tolerable. Y a veces hay quienes incluso la veneran: "Oh santa piedra, tú y solo tú puedes hacerme dejar de chaquetarme al punto de creer en este amor".

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Otros, más por desgracia que por fortuna, no sabemos pa dónde hacernos. La sola presencia de esa piedra nos conmociona. Quisiéramos desterrarla, pero sabemos que no dice sólo mentiras. Quisiéramos guardarla en el bolsillo, pero la hija de puta también sabe gritar, y sus gritos se escuchan en alta fidelidad, y más cada vez que tratamos de ignorarlos. Y cuando suenan altivamente, todos callan para poder notar su presencia.

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No sé si es lo mejor (de hecho lo dudo), pero he concluido que mi mayor deber consiste en aprender a sobrevivir, aun a pesar de las apariciones pedregosas y subterfugias de tal cínica y omnipresente piedra. De mí depende, y sólo de mí, el que su cántico recurrente y desesperanzador tenga mayores o menores consecuencias en mi proclividad a la magia, la ilusión o el encantamiento. Ya no puede importarme si alguien, en complicidad con la puta piedra, me recuerda lo imperfecto que es mi amor, y lo complicado que le resulta sobrevivirlo.

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No más: "Este es mi amor y, bien o mal, es el único que tengo." - les digo a mis debilidades y hasta a las piedras -. Y puedo dejar casi todo: el alcohol, el tabaco, la insatisfacción, la concupiscencia, el hartazgo, la rebeldía, el malestar, la cobardía. Todo. Todo menos mi imperfecta pero potente capacidad de amar aun en los caminos más empedrados.


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Porque es lo único que realmente tengo. Y con esa incapacidad es que he llegado hasta aquí. Hasta aquí: (óyelo bien). Aquí, contigo. Juntito al "no te vayas" y juntito al "adiós". Y si te hace falta, entonces escribiré una lista. Una lista sólo para ti. La lista que enuncia mi forma de amar. La misma que, no siempre, resulta una amorosa lista. La lista que enlista la forma en la que amo (y que no es, tampoco, una forma amorosa).

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"Nothing comes from nothing" (O lo que es lo mismo: Salud, santo papa que dices Ex nihilo nihil)

agosto 09, 2005

Anal retentiveness (O de cómo ahorrar)

Alguna vez tuve una fe pavorosa en el psicoanálisis. Día tras día (en un principio-gran pedo), luego cada tres días (en un ya no tan principio-ya no tan gran pedo), luego una vez por semana (en un ya no principio-casi sin pedos) me dirigía laboriosamente al sillón (que no diván) del Gran Carnicero.

No crean que fue fácil (como nada que tenga que ver conmigo y mi culturosidad de closet). El acoplamiento y luego la sabia conformidad, costaron largas sesiones de boxeo egóico, intelectual, emocional y lingüístico. A mí me quedaba clara mi insatisfacción con el mundo, y también que yo y solo yo tenía la razón cuando se trataba de lo que sentía y pensaba (eso, obviamente, desde un principio). Y también al Gran Carnicero le quedaba clara mi infinita pendejez de aquel entonces (gulp, no digan nada), así como los kilómetros y kilómetros de murallas racionales que había construido, estoica y minuciosamente, para defenderla de cualquier contra-argumento avasallante. Y así, evidentemente, cocinamos juntos el principio de una gran guerra.

El Gran Carnicero, hay que decirlo, nunca fue ningún pendejo principiante. Ni las más aguzadas de mis argucias lograron jamás desviarlo del objetivo final, es decir: Mi absurda falta de autoestima y mi, otra vez irónicamente, cohabitante y enorme exceso de soberbia. Un dilema clásico de los hijos de padres liberales, izquierdosos, clasemedieros y jipitecas. Eso, mezclado con algunos complejos, vanidades y, para colmo, una mente emputecidamente propensa a la adicción y al pensamiento, formaron un troglodita que dice llamarse Juan Carlos. Bienvenidos a mi blog (ja!).

Pero dejémonos de la teoría. Hay que mirar el fondo de mi alma:




Paréntesis alegórico de mi retentividad. Si reconoce alguno, envíeme un mail.


La fotografía anterior fue tomada a las 11.30 de la noche del milagroso día en que, hace una semana, decidí limpiar mi puto departamento de soltero. (Queda claro, al mirar la pésima imágen capturada por un celular de poca monta, que la guerra de la que les hablaba no la gané yo. Al menos no en un sentido constructivo).


Dicen que tu casa es una proyección de quien eres. Y no lo dicen nada más los putos aleluyos del feng shui (tan de moda hoy en día). Lo dicen todos: tu madre, tu perro, tu psiquiatra, tu revista de variedades culturales, tu vieja, tú mismo. Todos.

Y, siendo rigurosos y honestos a madres, cuesta mucho creer lo contrario. Sobre todo si ya lograste dejar la casa de tus padres maniáticos (pido perdón a untalMario). Cuando tu casa es completamente tu problema, y resultas ser lo suficientemente desidioso y güevón, puedes llegar a encontrar la misma cantidad de encendedores, escondidos en cualquier rincón, y además, a modo de sarcasmo, llegar a pensar cualquier noche: "Puta madre, cómo prendo este puto cigarro...¿dónde hay encendedor...?". Peor imposible.

Supongamos que tu psicoanálisis abortado da buenos frutos. Olvidas tu baja autoestima y al mismo tiempo dejas de creerte el sumo poseedor de la verdad. Primero que nada, date un aplauso. Ya no eres otro subproducto de la des-educación libertina. Ahora sabes que, primero que nada, eres un cabrón valioso y productivo, además de potencialmente feliz. Y al mismo tiempo te han dejado de importar las competencias, los espadazos y otras mediciones y comparaciones insulsas. Estás listo para vivir desde cero. Bravo, muchachín.

El cuento de hadas termina al momento en que te enfrentas nuevamente con la diversidad. Todos quieren subirse a la montaña rusa. Todos quieren el mejor lugar. Todos quieren levantar las manos mientras los huevos (o similares) les atraviesan el esófago sin pudor. Y tú, pequeño saltamontes, careces de cualquier salvoconducto que te permita subirte antes que nadie. Eres igual a cualquiera de esos pendejos. Lotería.

La reacción normal es cagarse, ya sea pa adentro o pa fuera, pero, he ahí el dilema. Hay una diferencia sustancial entre los que hacen la una o la otra. Los que prefieren cagar pa' fuera son, curiosamente, los más felices. Extrovertidos, despreocupados, soberbios. No sienten una gran culpa cuando avientan su mierda sin ton ni son, o cuando se carcajean relajadamente de cualquier cosa. En cambio los otros, los retentivos, los normalmente infelices, construyen un universo paralelo dentro de sí mismos. Succionan hasta lo insuccionable, no aguantan de ningún modo las pérdidas, sufren cada cosa que olvidan, pintan murales en lugar de monedas de a peso. Y todos saben reir, afortunadamente. Tanto unos como los otros encuentran sus propios placeres, eso sí, a discreción individual. El color con el que pintan es pedo de ellos, de todos, y no está condicionado por sus preferencias neuróticas.

Pero, ahora sí, me dejaré de choros. Miren ustedes cuán retentivo se puede llegar a ser, y sin darse cuenta:


Al final de la noche, las cosas te pueden asustar. Sobre todo si son tantas. Y más si hay un teléfono entre ellas.


Es obvio que la tarea de limpiar mi casa me tomó mucho más que unas cuantas horas. Ya en la madrugada, cuando religiosamente había colocado sobre la gran mesa de cristal que protagoniza mi sala-comedor, cualquier objeto de esta índole que iba encontrando, descubrí con sorpresa (y terror) la anterior imagen.

Y durante un rato la miré, atónito. Luego, con un rigor psicoanalítico inaudito, decidí perdonar mi locura so pretexto de que, al menos, había limpiado mi casa con una rigurosidad poco común en mí. Y que eso, definitivamente, era un gran avance. (Ja!)

Fue hasta el día siguiente cuando caí en cuenta de los beneficios de mi desastre: Ya no tendría que comprar encendedores, al menos por lo que resta del año. Tampoco volvería a pedir plumas prestadas cada vez que, en un bar de dimensiones horrendas, se me ocurriera cualquier pendejada digna de escribirse. Y además de todo, jamás volvería a tener que hablar por teléfono usando el viejo y horrible aparato azul, de escasos 50 varos, que me obligaba a permanecer de pie junto a cierta mesita cada que tenía que comunicarme con alguien. Muchas nuevas bendiciones, el lado bright de la vida, je.

Y dos días después, aun con esta galería sobre la mesa, se me ocurrió una idea inmejorable: Proponer la retentividad y la neurosis como un método infalible de ahorro interno, para nuestra muy demacrada nación de paupérrimos. Claro que más tarde caí en cuenta de que ningún político se tomaría en serio mi modelo económico y de que estaba perdiendo el tiempo en justificaciones casi pachecas. Pero ah, cómo me hizo reír. E imaginar un país nuevo.

Salud.

Nota al pie: Si reconocen algún encendedor, pluma, cerillo o teléfono, no duden en llamarme. Al menos podré contestarles desde cualquier parte de mi casa, gracias a estos hallazgos. Trataré de no hacerlo desde el baño. (justo cuando mi retentividad se relaja). Y bah.

agosto 08, 2005

Qué ironía.

Aprender cansa. Y cansa un chingo. Y aprender, además, resulta más difícil conforme los putazos de la vida van llegando. A cada putazo uno se dobla, a veces incluso cae de rodillas. El dolor no es algo que pase como pasa la brisa. Tiene un timing propio. El dolor, nace, crece, se reproduce y muere. Qué ironía. Los sentimientos, las sensaciones, las certezas y las mentiras: todas comparten el mismo ciclo natural que el resto de las cosas vivas. (benditas las piedras, que yacen tranquilamente por toda la eternidad)

A mi me ha costado mucho aprender. Y no aprender en la escuela: eso fue una puta ganga inservible. Fue casi como comprar una lámpara en un mercado de baratijas, y luego darte cuenta, al llegar a casa, de que ni el cable, ni el interruptor, ni el foco, ni la puta pantalla sirven para un carajo. La escuela sólo sirve, generalmente, para llenar el saco de tu vida con datos inútiles y resbalosos. Recatable quizá, solo está el hecho de que haces algunos amigos. Aun si los desechas prontamente, esa interacción, aun si te llena de chingadazos, luego sirve para lograr establecer ciertas fronteras. Y no dejar a cualquiera cruzar los linderos de tu fragilidad. (Qué ironía: la amistad es como el servicio de inmigración. A unos los bota, a otros los contrata).

Mediante el supuesto amor, he aprendido las más de las cosas. He aprendido lo capaz que soy de herir. He aprendido hasta donde puedo dejar entrar las dagas de mis amores. Y he aprendido, también, como se siente cuando esas fronteras se transgreden, y el corazón se desmorona con una fragilidad estúpida e inerme. Pero también, tiempo después, he aprendido a decir, y a dar, y a callar cuando hay que callarse. Incluso, hasta hace muy poco, aprendí que de pronto hay que irse. Y que no hay que amenazar con irse ni con quedarse. Simplemente hay que hacerlo. Sin importar las consecuencias. (Qué ironía, amar es ser como las ballenas, que siempre encuentran el tiempo propicio para retozar y para marcharse hacia la calidez).

Y el odio también me ha enseñado. Me ha enseñado a mantener la calma. Y a domesticar mi destructividad lo más posible. Y también el olvido. La amnesia. Hace poco me encontré diciendo una frase estúpida: "La amnesia está siempre en todas partes para recordarnos que debemos olvidar". Y no es verdad. Recordar construye el aprendizaje. Recordar propicia el evitar la repetición. Y repetir es de imbéciles. Repetir puñaladas no sirve de nada, pues simplemente revive el dolor padecido. Y recordar lo hermoso, aunque menos dañino, tampoco es precisamente útil: O invoca la nostalgia o simplemente trata de revivir momentos que ya están en el basurero. Mejor resulta vivir. Vivir en tiempo vivencial, sin cortes, sin efectos especiales (siempre y cuando sea posible). (Que ironía: No tolero el cine dogma, pero las mejores cosas de la vida se viven así: sin trucos, sin autocomplacencias [doble ironía], sin esperanzas pendejas)

(Y si por esto te marchas, lo siento mucho. Solamente márchate entonces, aunque ni yo mismo quiera. Yo trataré de asimilar mi aprendizaje. Espero que te permitas asimilar el tuyo. Y entre lo asimilable espero que recuperes lo mucho que te amo, o, a posteriori, lo mucho que te amé)

agosto 02, 2005

Awakenings


Gracias J. por esta película y por todo lo demás.

Algunas (poquitas) citas memorables de "Waking Life", de Richard Linklater.




Del existencialismo y la responsabilidad de ser

"The reason why I refuse to take existentialism as just another French fashion or historical curiosity is that I think it has something very important to offer us... I'm afraid were losing the real virtues of living life passionately in the sense of taking responsibility for who you are the ability to make something of yourself and feel good about life. Existentialism is often discussed as if it were a philosophy of despair, but I think the truth is just the opposite. Sartre, once interviewed, said he never felt once minute of despair in his life. One thing that comes out from reading these guys is not a sense of anguish about life so much as a real kind of exuberance, of feeling on top of it, its like your life is yours to create. Ive read the post modernists with some interest, even admiration, but when I read them I always have this awful nagging feeling that something absolutely essential is getting left out. The more you talk about a person as a social construction or as a confluence of forces or as being fragmented of marginalised, what you do is you open up a whole new world of excuses. And when sartre talks about responsibilty, he's not talking about something abstract. He's not taling about the kind of self or souls that theologians would talk about. He's talking about you and me talking, making decisions, doing things, and taking the consequences. It might be true that there are six billion people in this world, and counting, but nevertheless -what YOU do makes a difference. It makes a difference, first of all, in material terms, to other people, and it sets an example. In short, I think the message here is that we shouuld never write ourselves off or see each other as a victim of various forces. It's always our decision who we are".


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De las pesadillas y el desperdicio de energías

Did you ever have a job that you hated and worked real hard at? A long, hard day of work. Finally you get to go home, get in bed, close your eyes and immediately you wake up and realize... that the whole day at work had been a dream. It's bad enough that you sell your waking life for minimum wage, but now they get your dreams for free.


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De lo súbito y lo fugaz

They say that dreams are only real as long as they last. Couldn't you say the same thing about life?

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De la postura más sabrosa

The idea is to remain in a state of constant departure while always arriving.

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De la única puta verdad orgásmica.


There's only one instant, and it's right now. And it's eternity.



Pseudotraducciones al vapor:

"La razón por la que me rehuso a tomar al existencialismo como cualquier otra moda francesa o curiosidad histórica, es porque pienso que nos ofrece algo muy importante...Me temo que estamos perdiendo el real valor de vivir la vida apasionadamente, en el sentido de tomar responsabilidad por quien eres, la habilidad de hacer algo de ti mismo y sentirte bien con respecto a la vida. El existencialismo es frecuentemente entendido como una filosofía de la desazón, pero creo que la verdad es justamente lo contrario. Sartre, en una entrevista, dijo que él jamás había sentido un solo minuto de desazón en su vida. Algo que queda claro al leer a estas personas, no es una tanto una sensación de angustia acerca de la vida como una verdadera forma de exuberancia, de sentirse por sobre la vida misma, como si la vida fuera tuya para crear. He leído a los posmodernos con interés, e incluso admiración, pero cuando los leo siempre me dejan con esta molesta sensación de que algo absolutamente esencial está siendo dejado a un lado. Mientras más hablas de una persona como una construcción social o una convergencia de fuerzas o un ser fragmentado o marginal, lo único que haces es abrir todo un nuevo mundo de pretextos. Y cuando Sartre habla acerca de la responsabilidad, no está hablando de algo abstracto. No habla acerca de la clase de si-mismo o alma que los teólogos describirían. Está hablando de ti y de mi hablando, tomando decisiones, haciendo cosas y enfrentando las consecuencias. Tal vez sea verdad que hay seis mil millones de personas en este mundo, y contando, pero, a pesar de eso, lo que TU hagas sí hace una differencia. Hace una diferencia, primero que nada, en términos materiales, hacia los demás, y además deja un ejemplo. En síntesis, pienso que el mensaje aquí es que jamás debieramos auto-descartarnos, borrarnos de la historia o vernos los unos a los otros como víctimas de distintas fuerzas. Aquello que somos siempre es nuestra propia decisión."

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¿Alguna vez tuviste un trabajo que odiaras y en el que trabajaras realmente duro? Un largo y duro día de trabajo. Finalmente llegas a tu casa, te metes en la cama, cierras los ojos e inmediatamente te despiertas para caer en cuenta de...que todo el día de trabajo había sido un sueño. Ya es suficientemente malo tener que vender tu vida-en-vigilia por un salario mínimo. Ahora incluso obtienen tus sueños gratis.

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Dicen que los sueños solo son reales mientras duran. ¿No podríamos decir lo mismo acerca de la vida?


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La idea es permanecer en un estado de constante partida pero siempre llegando.

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Solo hay un instante, y es ahora. Y es la eternidad.