El amor es un gran distractor. El mejor de los distractores. La mejor de las distracciones. O mejor no: El amor no es nada de eso. El amor no consigue distraernos de nada. Todo lo importante permanece molestando. (Uno a sí mismo: "Deja de usar el amor como excusa. Padécelo como puedas". Luego nada más silencio. Y el silencio sí que es casi siempre placentero. O no.
Es como decir: El amor sí. ¿El amor sí qué? El amor nada. Nada se ha resuelto gracias al amor. Dejémonos de ingenuidades: El amor es lo que todo complica. El amor es lo que nadie entiende. El amor es en lo que nadie puede estar de acuerdo. Y luego, naturalmente, uno huye. Huye como cualquiera lo haría. Dice adiós. Sucumbe ante las formas. Claudica y duerme. Se arrepiente. Y luego se arrepiente de que se arrepiente. Nada más complejo. Nada que requiera más voluntad que eso: construir a pesar de saber que la destrucción siempre se aproxima. Sin hora ni fecha. Sin aviso.
O es como decir: El amor no. Y entonces despreocuparse de todo. Escuchar cómo uno puede disolverse en cualquier insignificante presente. Padecerlo. Reconstruirlo todo: Por más que amaba a esta mujer, ella amó cosas que nunca pude darle. Y por eso es que se fue. O peor aun: Reconstruir las penas más recientes: Poemas, párrafos, líneas disueltas, muertas por el ansia de volver a ver. Historias que ya no importan porque importan demasiado.
Sí no es la respuesta. No tampoco. ¿Cuál es la palabra que persiste enmedio del todo y la nada?
La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.
octubre 16, 2005
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