La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

noviembre 02, 2005

La vida se lee y (casi inmediatamente) se escribe.

He abandonado cualquier lucha real o imaginable.
He dejado (y me ha quedado) totalmente clara. sí, esa absoluta esclavitud a las palabras.
He incinerado, de propia mano, todos mis ejércitos imaginarios. No me interesa ganar.
No creo en pequeñas, no creo medianas, ni mucho menos creo en en épicas victorias.
No creo en los epítetos. No creo en las palabras. No creo en lo que creo.

Y aun así, la paz me llega como un silencio que se interpreta devorando guiños
se lee de lejos, se escucha a si misma llamándote.
Y la tranquilidad viene como una exhalación que tercamente obliga a preservar el silencio.

Callar. A callar. A callarse a mordidas. A morderse el habla. A escuchar la negrura.

Sólo así, mucho me temo,
es como puedo alejar esos días donde callarse era también interpretable.
Vil y vulgar silencio (le dije a Laura y a su pelo largo, bello y negro).
Ella replicó que sí.

Claro. (Musitó Laura mirando su propio pelo irredento, tocándolo).
Callen y consuman.
Y poco me importó. Y poco me importa. Y poco me importaría.
Ella me dio silencio y luego, casi sin querer, también la sacrosanta cuenta.
Y yo le di el dinero.
Y luego sobrevino sedienta camello exhausto en total indiferencia.

Sonora indiferente: (Good morning, heartache) o insonora (-------). Quémásda.

Han sido largos los días. Ha sido largo, largo, largo.
Longo, oblongo y elástico. Ha sido un tiempo de hule.
Tiempo en que la paz persiste
sin persisitir
prevalece sin paciencia
se impaciente
se entumece
se recuenta, logra resisitir.

No importa. Nada importa.
Son días meritorios de dibujar un punto y seguido.
Varios.
Todos.
Ninguno.

Días en los que hay que sobrevivir.
Días para olvidar y morder cualquier carne.
Días sin rumbo.
Días sin lecciones.
Días añorando ser acariciados por el silencio más llano y sobrellevable, e inofensivo
inaguantable, cautivo.

Y me he despertado con ciertas convicciones.
Y no tienen hambre alguna de ser creíbles.
Detestan ser devoradas, de hecho.
Suplican perseverar, aguantar las dentelladas.

Créalas quien pueda. Créelas tú.
A mí me bastan.
(O cuando menos me dejan beber agua en lugar de vino)

Es ahora la hora esperada y extraña en que libro batallas pendientes
que relojes y susurros parecían guardar bajo las axilas.

Es hoy el tiempo de no mirar
no escuchar
no alimentarse de nada ajeno.

Segundos apenas quedan para exiliar dictadores.
Suspiros permitidos lograrían abolir toda creencia.
Gestos desechables vuelven mundano lo sagrado, o sea,
emputecen cualquier palabra.

Vivir. Hablar.
Decir "nada" no existe.
Decir "nada realmente existe".
Decir "jamás es decir nada"

Jugar con todo aquello es un deber
El deber de jugar
El deber de persistir
El sincreer de la fe.

El viaje no requiere destino: Sólo y solamente ocupantes.
Viajeros. Valientes sin rumbo.
Temerosos sin destino.
Caminantes sin origen brecha rodante ruedas para rodar
Nada

Pequeñas y enjutas aves esperando un estornudo
como se espera un tranvía
como se espera la muerte
y sí (ni modo)
como se mira el claro
el tenue
el despejado cielo
ciertamente azul cual vodka sin remedio
el que miramos cada domingo
el que mirábamos cada semana repleta de domingos.

La Magia levantando la mano
para hacernos decidir el no mirar ese preciso precipicio

Los viejos no son sabios
ni son tontos
sólo dicen cosas que leen en su propia deriva
y en su propio sueño:
El ojo no es ojo porque lo ves. Es ojo porque te mira.

¿Existirá otra pregunta, otra respuesta, otra ansiedad digna de ser engullida?


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