La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

noviembre 21, 2006

Frente frío número diecinueve

¿Y si me quito este frío tan raro, tan de adentro y tan de fuera, pegando un grito macabro que provoque que mis compañeros y subalternos corran prestos al teléfono y pidan urgentemente una camioneta blanca, con hombres de blanco, que me lleven a un pasillo con paredes blancas y me conecten a un cateter repleto de haldol, diacepan o alguna cosa que adormezca la tormenta de nieve en mis entrañas?

***

¿Y si mejor desconecto el teléfono de la oficina, y con el cable de gusanito me dedico a estrangular a la gente feliz que me rodee? ¿Y si no la encuentro por ningún lado?

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¿Y si se me quitan estas ganas de escribir todos los días, estas ganas de gritarle cosas al aire, estas ganas de entender que siempre me introducen en cascadas de ansiedad de las que luego no sale nadie? ¿Y si dejo de escribir todo esto?

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¿Y si mejor me compro un taxi, me afeito la cabeza, y busco alguien importante al que matar podría darle sentido a mi vida? ¿Una prostituta de 13 años a quien salvar? ¿Un candidato presidencial al cual machacar enfrente de todos sus lambiscones?

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¿Y si ya nada vuelve a ser igual, y si todos los días este frío me arrebata a escribir? ¿Y si el frío no se va, y si el parte metereológico se equivoca y nunca vuelve a salir el sol? ¿Me importaría? ¿Cambiaría en algo este frío que me tiene tan hirviente la cabeza?

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Cerrar el editor. Publicar los gritos que no puedo dar frente a la maquinaria que me da de comer. Hacer como que no hay pedo y dar una o dos órdenes, terminar dos o tres documentos, salir a la calle, fría pero no tanto como yo, acudir a ningún lado. Perderme de vuelta en el sueño, y ahí, gozarlo todo, hacerlo todo, resucitar todas las veces. Luego despertar, y llegar a la oficina. Y encontrarme con el frentefríonúmeroveinte.

7 comentarios:

Mar dijo...

Uy sí, qué ganas. Lo del taxi es una gran idea, justo ayer se me ocurría.

Anónimo dijo...

Ah, las metamorfosis, el mimetismo, el pronóstico del clima, el ánimo sin diasepan, las escaleras del tiempo, el mate, sus tacos (si acaso le gustan), el olor de las muchachas cuando van a un baile, la risa de Xamiru, las horas robadas, las horas extraviadas, las horas perdidas, y más...

¿y si uno se fuera de viaje sin destino conocido?
quién sabe Xamiru, quién sabe....

Anónimo dijo...

odio el frio. frente. nalgas. rodillas. lo que sea. evidencia la malsana condición de ambivalencia de los ambivalnetes (por el día chamarra y pereza , por la tarde blusa y aburrimiento, por la noche zarape e indiferencia) y así con todo.
qué jodido

Chamirú dijo...

mar: Deja de ver películas en lunes :P

Estraidel: Esa es exactamente la cuestión. Diste justo en el blanco. De hecho, me dejas perplejo con esa respuesta a una adivinanza no formulada.

Nasty: La ambivalencia, qué sé yo, no sé si sea del todo o siempre malsana. Quizás sería algo grandilocuente o maniqueísta atribuirle sólo esa condición. El frío también desapendeja, reaviva, despierta a los que manejamos tractocamiones del infortunio.

Saludos.

Muriatex dijo...

Y todo pasa en la mente por siempre, con miedo de escapar de la dimension imaginaria a la real.

Anónimo dijo...

El frio es lindo, es calido… te da la oportunidad de reencontrarte y apapacharte.
Valoras que tienes vida y sentidos alertas. Y lo importante que es el realmente sentir, de vez en vez la calidez de una palabra, un abrazo, una melodía, una compañía, un gesto.
Te permite ver lo vulnerable que eres; y a la vez te provoca esa ansiedad o instinto de conservación que acelera tu maquinaria de defensa fuerte y poderosa. Que se niega a rendirse ante las inclemencias del destino e impide a toda marcha que se congele el corazón.

Anónimo dijo...

Those who be affiliated to the recognized faiths call that the expert of their certainty rests on uncovering, and that revelation is acknowledged in the pages of books and accounts of miracles and wonders whose features is supernatural. But those of us who force long discarded the credence in the miraculous quiescent are in the self-possession of revelations which are the foundation of faith. We too entertain our revealed religion. We procure looked upon the face of men and women that can be to us the symbols of that which is holy. We have heard words of divine shrewdness and really vocal in the vulnerable voice. In sight of the universe there experience hit to us these participation which, when accepted, give to us revelations, not of exceptional doctrine, but of a real and inevitable certitude in the clerical powers that spark and live in the center of [a mortal physically's] being.