La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

septiembre 30, 2005

Un largo pero harto vivencial post. (Si lo leen todo, hay premio)

Déjame reposar,
aflojar los músculos del corazón
y poner a dormitar el alma
para poder hablar,
para poder recordar estos días,
los más largos del tiempo.
El putín de Sabines, sobre la muerte de su padre.



Hay tan poco qué agregar a cosas como esa. Hay tan poco qué decir hoy en día. Uno puede detestar el posmodernismo, seguro que sí. De hecho, normalmente me adjunto a cualquier postura que desprecie la mamonería posmoderna. Detesto a cualquiera que diga que ya no se puede decir nada. Pero lo hago, honestamente, de forma emocional. Porque mi mente, todo el tiempo, me dice que es correctísimo pensar que ya todo está dicho. Que mejor me calle la boca. Que ya no queda nada por decir.

Pero de repente, llegan días como hoy. Los días más largos del tiempo. Días que se rebelan frente a lo monótono y reaprehendido. Días que se consignan a sí mismos como reales, y en los que pasan cosas tan absurdas e irreales que hacen posible la paradoja, el epitafio, el letrerito: Días tan largos como el tiempo.

Supongamos que uno se levanta hecho pedazos. Y "hecho pedazos" no es un lugar común en este día. Es un verdadero "hecho pedazos". Nunca antes uno se había, no levantado, nada de eso, sino dormido, apenas dormido luego de 48 horas de caos continuo. El mayor reven de la corta vida. Clap Clap. Lástima: El vacío sigue siendo el mismo.

Y entonces uno recuerda grandes pedazos de la no-sólo-noche: El surfer-cineasta hablando grandes cosas, el actorcito-remaricón hostigándole a uno sin razón, los pseudo-cuates con el cerebro hecho migas, las rolas y rolas intolerables en plena sucesión. ¿Cómo llamarle a eso un buen reven? Habría que ser más pendejo que todos los partícipes. Y sin embargo, uno se la pasa bien. El reven cumple su función de distraer, nublar, apendejar, hacer posible algo de olvido. Bendito reven tan malo.

Y en fin: Luego llega uno de esos días. Uno de los más largos del tiempo. Y uno, repito, despierta hecho pedazos. No hay peor (mejor) manera de abordar un día así: Cero herramientas, sí, pero también cero predisposiciones. Venga lo que venga, no hay nada para remediarlo.

Y el día no para, o como dijeron los artistas de la noche:

The world however did not wait
But soon observed what followed on

Y pos ni modo de rebelarse contra eso. Nah, tan pendejo no es uno. Y sigue enfrentándose al día pues ya no se tiene de otra. Crudo o no, vida mía, ahí te voy.

Y ya. Y entonces todo es un encanto. Todo es una sorpresa. Uno no se anticipa a nada. Nomás lo vive. Y vas a la oficina, y peleas, encarnizada pero harto civilizadamente, por tu dinero y el de otros y, en esencia, por la justicia misma (ja-ja). Consigues tu cometido.

Luego sales, casi corriendo, y ves a tu gente más querida. Y resulta que, de prontísimo, les estás hablando de una forma tan suave y cordial que te escuchan calladitos. Asienten a todo. (ja). Hasta miedo te da lo mucho que creen en todo lo que dices. Les preguntas si se hacen pendejos: te contestan que no. Y entonces la tranquilidad te desborda y continúas hasta que ya se te hizo tarde (como siempre). Ni modo. Es una oportunidad única e indesperdiciable. Huyes contentísimo hacia el concierto al que te invitaron.

Y llegas al concierto y no ves a nadie. Temes un rato. Luego le pides el celular a la mujer más linda que te haya dado un flyer para un concierto al que no vas a ir. Te vale madres. Ella te lo presta y hasta te sonríe (how lucky, how stupid). Llamas, te contestan. Recibes (y medio peleas) por tu boleto. Te toca en cuarta fila. Pinche cagón. Tres cuartos de auditorio te ven con ojos asesinos: (¿Cómo es que ese gordito simpaticón está tan feliz, y yo tan triste seis pisos arriba?).

Y luego oyes el concierto. Recuerdas cuando era el grupo de tu vida (tienes que hacerlo). La primera media hora te revientan puro somnífero desconocido y novedoso (ya actualízate, pendejo). Pero luego caen con un clásico. Y la gente aplaude despavorida. Gritan todos. Las lesbianitas que se sentaron al lado tuyo, rompen en besos eufóricos. (Ya pela el concierto, cabrón). Bravo, bravo. Y sí, de verdad está bueno. El que ya envejeció eres tú.

Y entonces termina todo.

- ¿Pulserita para el backstage?
- No, gracias, ya envejecí. Mejor mete a tu vieja si no quieres que te mate mañana.
- ¿Seguro?
- Pos no, no tan seguro. Pero hazme caso antes que me arrepienta.
- Ta bueno. Háblame al rato.
- Ajá. Gracias por el boleto, carnalín.

Y te vas, hecho una furia en llamas, y sales, y medio buscas, dentro de toda esa gente tan diversa y absurdamente peculiar (seguro más de la mitad son harto más chingones que tú, además). Y no encuentras a nadie. Ni siquiera a tu prima, la que escuchaba a Luis Miguel cuando tú ya estabas sobre Dead Can Dance. Nada. A huir se ha dicho.

- ¿Quiere taxi joven?
- Sí, claro.
- ¿A dónde?
- Glorieta de las Cibeles.
- Le voy a cobrar 100 pesos.
- (risita disimulada) Ha de estar usted muy pendejo o muy loco, don. (y obviamente ni te subes)

Dedo arriba. Taxi libre. 24 varos hasta el destino, con todo y tarifa nocturna. Llegas. Desfile de saludos. Huevas infinitas. Pero todo es gratis. Un tequila, hic, otro tequila, hic, otros, veinte, hic. Gracias. I'm done.

Y buscas, por horas, los ojos que estabas esperando. Y no están. Pero está el resto de la humanidad, y además, curiosamente, te hacen mucho caso. Blablableas con todos. Felicitas a los felicitables. Huyes de las cámaras y los medios. Magistral.

Acabas, poco después, y ya mucho más pedo, en el "after" de moda. Un puto asco de lugar, como de costumbre. El "AM". Donde nadie entra nunca, pero tú, de cagada, sí. Te recaga la madre. Tratas de huir, pero, así de pronto, aparece un tipo que te aclara la mente:

- ¿Qué pedo, qué tal, cómo andas?
- ¿Eh, qué, cómo?
- ¿Sí, cómo andas, no te acuerdas de mí?
- Yo me acuerdo de casi todo. (busqueda en el disco duro) Ah, ya, sí cabrón. ¿Cómo estás?
- Bien, bien, bien. Poca madre. Oye, le encantaste a mi amiga.
- ¿Qué? (¿Quéeeeeeeeeeee?). Gulp, ¿cuál amiga? (¿eeeeesa que me acuerdo?)
- Pues quién crees, claro que ---X---.
- ¿Te cae? No me vengas con mamadas, cabrón.
- Te digo que sí, pendejo. Y, (hic, ay viene una netota pedota) yo no soy hipócrita jamás. De verdad le encantaste.
- Ni me digas. Apenas vengo saliendo de un gran pedo.

Y el resto de la noche te quiere convencer de que la llames. Te da su número. Te pide que la busques. Te reconfirma que él no se la ha tirado ni se la volverá a tirar. Qué pedazo de amigote.

Y tú a todo dices que sí. Asientes. Permites. Luego te marchas. Él también se va. Te ofrece un aventón. Lo aceptas. Apenas entrando, te dice:

- ¿Oye? Te voy a poner una rola que me encanta, oye nomás cabrón.

Tu asientes. Te vale madres, en realidad. Sólo quieres llegar a tu casa. El tipo es harto amistoso, obviamente, pero eso ya tampoco te importa. Toma el disco de entre un buen bonche y lo pone.

- "Everything, everything, everything...i'm invisible....i'm invisible...."

Inmediatamente te zurras. Preguntas al instante:

- ¿Esa era la rola que querías poner?
- A huevo. ¿A poco no está de sus putos huevos?

Haces un silencio enfático y te preguntas si de verdad la vida es casual, aleatoria y pendeja. Y luego simplemente respondes:

- No mames, cabrón. Esa rola es casi casi la número 2 de mi top-ten. ¿Qué pedo con las coincidencias?

Y el otro se caga de la risa mientras se da cuenta de que te la sabes de cabo a rabo. Luego nomás añade:

- ¿Ya ves? Mañana le tienes que hablar a esta vieja.

Y tú nomás te quedas pensando. Y luego llegas, finalmente, a tu pinche casa. Y escribes un post. (ni sabes por qué, nomás lo escribes). Y luego, irremediablamente, te vas a dormir. (O te quedas blogueando, mientras piensas en lo mucho que amas lo que ya no quiere ser amado, y lo estúpido que eres para darte cuenta de cuándo debes moverte hacia el futuro)

Y luego dices -hic- buenas noches. (días)

Benditos los que hayan leído hasta el final.

1 comentario:

angyBeia dijo...

pinche vida culera no? me siento ruca y tengo 17 años no mames en que mundo vivo? todo me da igual asi que supongo que ya vivi.
buenas noches, quisiera tener esas copas encima.