Creo en mí.
Creo sólo en mí. En mis palmas, en mis pies.
Pero sólo en mí. Sólo ahora. Sin remedio.
Creo en el valor intrínseco de cualquier instante
Creo en la fotografía instantánea. Creo en Polaroid. Creo en Leika.
Creo en nada, pues, y poco me importa.
Al creer nada es que habilito la posibilidad de creer en ciertos besos.
Cuando olvido es cuando más aprendo.
El acto de recordar (cual dice una y otra vez esa implacable película)
es aun más psicótico que el acto de olvidar.
Olvidar es sano.
Rememorar no siempre alimenta. Por lo regular sólo hiere.
Creo en mi soledad.
Creo en mis mecanismos.
Creo en todo lo que antes no creía para no responsabilizarme de mis debacles.
Creo en pequeños soplos de brisa que llueven sobre mis más pequeñas hojas, o tallos, o espinas.
Creo en esto.
Esto que escribo, pues.
Esto que se deja a si mismo salir, esto que "leo y luego escribo"
y sin la menor piedad para mis propias súplicas estridentes.
Creo en lo que creo a pesar de mí mismo y mi facultad de negarlo todo.
Creo en la escalera. Creo en cada escalón.
Creo también en la constructividad que implica demoler cada escalón que se requiera
Creo en la necesidad de aniquilar cualquier paso que se arrepienta de ser concreto.
Creo en la venganza. Creo en el dolor. Creo en la paciencia.
Creo en que no hay que creer en caminos lineales.
Creo que descreer nunca es innecesario.
Abolir, descartar, lubrificar los orificios del vacío
y luego vivirlo.
En eso también creo.
Creo en la nada que no existe.
Creo en el amor, que tampoco existe.
Creo en la sorpresa, que siempre es vuluntaria.
Creo en el limbo, en el ser, en el no ser, en cualquier absoluto, en todo.
Pero creo porque puedo nombrarlo.
nombrar es la única condición para mi ineguidad.
Saber nombrar. Poder nombrar. Hacerlo.
Sin equa non.
Desechables todos los precedentes.
Creo en que la vida es esto que pasa bore mí, fluye entre mis entrañas, carbura mi corazón.
Creo en eso. En lo inevitable.
Y lo inevitable es cada momento.
Y sí, amor perdido de mis amores, cada momento resulta
a pesar de sí mismo
ser la mismísima eternidad.
Gracias.
(Y aun te huelo a la distancia, ni modo)
La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.
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1 comentario:
Por aquí andaré.
Me gusta tu locura.
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