No sé si padezco una enfermedad mental o si de verdad hay tantas mujeres hermosas deambulando por la vida.
Y ojalá sólo fueran atractivas: no. Lo son todo.
Creo que la monogamia nunca volverá a ser para mí. Aunque de repente se me antojaría ser sorprendido.
Make my day.
La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.
noviembre 30, 2008
noviembre 26, 2008
Divine awareness (Paradejas -paradojas pendejas- IV)
Pocas cosas hay menos ridículas que la desconfianza. Al menos no la desconfianza tajante: esa que nos encalla en un océano y mar de mentiritas. Desconfianza de las más fáciles: hola y adios. Y todo lo que hay in between es siempre -o casi siempre- prescindible.
Yo no me siento aterrorizado ante el amor. Es más: No tengo la más mínima idea de lo que "amor" significa. Confiésome ignorantísimo.
Y sin embargo (hay que decirlo), tampoco desprecio a los que tratan de entender -a secas- cualquier cosa. Es -sin duda alguna- su derecho más inalienable. Merecen entenderlo todo, as they wish, y lo merecen tanto como también están condenados al olvido.
No existe conteo que valga la pena: Uno, dos, tres: Todo acaba de la misma manera. Cuatro, cinco, seis: I will definitely die while fighting.
Silencio. Sepulcro de los nombres. Necedad de los adjetivos: Las nueve y media de la noche (a lo mucho). So who the fuck cares?
Vuelco tras vuelco, grito tras grito, debo confesar que me siento frágil. Y corroboro -sin temblor alguno- lo fácil que resulta repetir (para no recordar).
Todo lo que empieza, sí, tan sólo comienza a terminarse. De eso no hay duda alguna. De la decrepitud proveniente. De la terquedad del aquí y el ahora.
Lo que más quisiera es -sin quebranto alguno- cierta cosa que resulta poco importante.
Ya coexisten sístole y diástole.
Ya sobreviven todos juntos, sí, a pesar de los bostezos. Versos y perversos. Chuecos y huecos. Cuentos y lentos.
Yo nomás peco de silencio y peco de destino. Yo peco de alcachofa y de corazón malherido. Peco de pecar y peco de ser simio.
Y claro: peco de ganas que no son ganas. Y peco de palabras huecas tanto como peco de ser cuento de hadas. ¿Pecar? Pecar es una mamada.
Todos queremos muchas cosas.
Y todos -Léase: TODOS- nos conformamos con nada.
Yo no me siento aterrorizado ante el amor. Es más: No tengo la más mínima idea de lo que "amor" significa. Confiésome ignorantísimo.
Y sin embargo (hay que decirlo), tampoco desprecio a los que tratan de entender -a secas- cualquier cosa. Es -sin duda alguna- su derecho más inalienable. Merecen entenderlo todo, as they wish, y lo merecen tanto como también están condenados al olvido.
No existe conteo que valga la pena: Uno, dos, tres: Todo acaba de la misma manera. Cuatro, cinco, seis: I will definitely die while fighting.
Silencio. Sepulcro de los nombres. Necedad de los adjetivos: Las nueve y media de la noche (a lo mucho). So who the fuck cares?
Vuelco tras vuelco, grito tras grito, debo confesar que me siento frágil. Y corroboro -sin temblor alguno- lo fácil que resulta repetir (para no recordar).
Todo lo que empieza, sí, tan sólo comienza a terminarse. De eso no hay duda alguna. De la decrepitud proveniente. De la terquedad del aquí y el ahora.
Lo que más quisiera es -sin quebranto alguno- cierta cosa que resulta poco importante.
Ya coexisten sístole y diástole.
Ya sobreviven todos juntos, sí, a pesar de los bostezos. Versos y perversos. Chuecos y huecos. Cuentos y lentos.
Yo nomás peco de silencio y peco de destino. Yo peco de alcachofa y de corazón malherido. Peco de pecar y peco de ser simio.
Y claro: peco de ganas que no son ganas. Y peco de palabras huecas tanto como peco de ser cuento de hadas. ¿Pecar? Pecar es una mamada.
Todos queremos muchas cosas.
Y todos -Léase: TODOS- nos conformamos con nada.
noviembre 25, 2008
Paradejas III
¿Por qué le llaman letras libres? ¿Qué tienen de "libres" las letras en México? Entre mafias, clanes, escuelas, compadres y autoridades artísticas como Estorbar y dar Pereza, Lajous o Sergio Vela, todos unos auténticos vampiros del presupuesto, el declive es cada vez más pronunciado.
Bah, para alguien que piensa que las palabras están siempre en renta, la mejor ironía sería crear un pasquín que se llamara "Letras Cautivas". Ah, y donde no haría falta hablar de Paz y el neoliberalismo bursátil cada cinco minutos.
Tomado de una conversación real (overheard in Polanco):
- El otro día leí esa revista que se llama...hmm...¿cómo era Moi?
- Letras Libres
- Sí, Letras Libres. ¿Está padrísima, no? O sea, bien interesante. No parece ni mexicana...
(...)
Güeva.
Bah, para alguien que piensa que las palabras están siempre en renta, la mejor ironía sería crear un pasquín que se llamara "Letras Cautivas". Ah, y donde no haría falta hablar de Paz y el neoliberalismo bursátil cada cinco minutos.
Tomado de una conversación real (overheard in Polanco):
- El otro día leí esa revista que se llama...hmm...¿cómo era Moi?
- Letras Libres
- Sí, Letras Libres. ¿Está padrísima, no? O sea, bien interesante. No parece ni mexicana...
(...)
Güeva.
noviembre 16, 2008
Todo lo que empieza, sólo comienza a terminarse...
Es irónico cómo cualquier acto arbitrario puede iluminar el día de un pesimista: Una llamada esperada, una voz inesperada, un acercamiento por demás inusual. Esta vez, se trata del reflejo emocional que repliqué, esta misma noche, luego de haberme asombrado ante el poder inhumano que un instante -vago y totalmente olvidable- tuvo sobre mí.
Una noche, una fiesta extraña, ciertos ojos que invariablemente me recordaban algo, un par de horas de charla. Un comentario de los que sólo te pueden hacer sonreir. (Y obviamente, eso bastó para encandilarme). Luego, la voz. Una voz de mujer, muy suave y muy rugosa, con una tonalidad que me cimbra, con una escala de ocho octavas, con un poder que sólo se podría catalogar como mítico.
Con calidez inusual, la voz me pidió escribir algo. Decir algo. Verme cara a cara con la dueña de la voz. Vocearme con ella. Y de entre los escombros de mi terremoto vivencial, surgió un ave fénix, insospechadísima, que se portó encantadoramente, y consiguió que esa voz soltara una docena de risitas bien repletas de tensión emocional (y sexual también, por qué no), hasta que colgamos (ambos) con una sonrisa estupidísima en el rostro, y pensando asombrados el uno en el otro. Mejor que el amor. Me cae.
En tiempos en los que hablar por teléfono -y en los que charlar, en general- se ha degradado al fondo de la lista, en cuanto a lo que al fenómeno de la comunicación respect- me siento orgulloso de haber sentido mariposas gastrointestinales cuando esta hermosísima mujer me dijo su nombre en el primer segundo, y casi como si esperara que no lo hubiese olvidado.
- ¿Hola? ¿Bueno? ¿Sí, quién habla? - Yo lo dije todo esperando, evidentemente, que me preguntaran el clásico "¿Con quién quiere hablar...?"
- "Jennine" (pseudónimo). ¿Quién eres?
- Habla Juan Carlos. Es que tengo una llamada perdida hace rato y...
- Ahhh. Juan Carlos: Soy yo. "Jennine". "¿Te acuerdas de mi?"
Habiendo pensado en un instante casi nuclear, una docena de respuestas "encantadoras", yo sólo respondí la verdad. Y en lugar de decir "Claro, ¿cómo podría haberte olvidado?" Yo sólo dije "Desde luego que sé quién eres. Cuéntame...que nunca sonó mi teléfono y nunca escuché tu llamada...así que cuéntame..."
- Claro. ¿Qué pasó?
Y siguió la conversación. Con risas incrustadas, con voces melódicas. Con tiempo. Con mucho tiempo. Parecía, sin miedo a equivocarme, que tuviésemos todo el tiempo del mundo...
- (¿?)
Voy a verla próximamente. Ella me llamó a mí. Yo nunca me le lancé a ella. (Pues eso vencería el argumental propósito de demostrar cómo los "varones" somos todos pendejos...).
Pero ella llamó. Y ahora (no sé por qué) voy a verla.
Encomiendo mis ojos a donde se encuentra mi putería. Si no, que dios (minúsculas) me salve. Encomiendo mi mente a la esperanza. A la que no tengo. A la que reniego en total ejercicio de mi adorado pesimismo:
-No lo sé, pero esta mujer me hace sentir algo. Algo indescifrable. Algo inexplicable. Algo-
Y como muchos saben, no soy yo uno de los que malbaratan sus sorpresas.
Yo me enamoro escasamente.
Y mucho menos a primera vista.
Esta vez, honestamente, no lo sé.
Creo que ella, la de la voz como una sinfonía, lo tiene todo.
Aunque me mienta a mí mismo, lo creo.
Y aunque quizás,
como buen pesimista,
esta bien también me equivoque.
No importa. Algo revolotea en la punta de mi estómago:
Salud.
Una noche, una fiesta extraña, ciertos ojos que invariablemente me recordaban algo, un par de horas de charla. Un comentario de los que sólo te pueden hacer sonreir. (Y obviamente, eso bastó para encandilarme). Luego, la voz. Una voz de mujer, muy suave y muy rugosa, con una tonalidad que me cimbra, con una escala de ocho octavas, con un poder que sólo se podría catalogar como mítico.
Con calidez inusual, la voz me pidió escribir algo. Decir algo. Verme cara a cara con la dueña de la voz. Vocearme con ella. Y de entre los escombros de mi terremoto vivencial, surgió un ave fénix, insospechadísima, que se portó encantadoramente, y consiguió que esa voz soltara una docena de risitas bien repletas de tensión emocional (y sexual también, por qué no), hasta que colgamos (ambos) con una sonrisa estupidísima en el rostro, y pensando asombrados el uno en el otro. Mejor que el amor. Me cae.
En tiempos en los que hablar por teléfono -y en los que charlar, en general- se ha degradado al fondo de la lista, en cuanto a lo que al fenómeno de la comunicación respect- me siento orgulloso de haber sentido mariposas gastrointestinales cuando esta hermosísima mujer me dijo su nombre en el primer segundo, y casi como si esperara que no lo hubiese olvidado.
- ¿Hola? ¿Bueno? ¿Sí, quién habla? - Yo lo dije todo esperando, evidentemente, que me preguntaran el clásico "¿Con quién quiere hablar...?"
- "Jennine" (pseudónimo). ¿Quién eres?
- Habla Juan Carlos. Es que tengo una llamada perdida hace rato y...
- Ahhh. Juan Carlos: Soy yo. "Jennine". "¿Te acuerdas de mi?"
Habiendo pensado en un instante casi nuclear, una docena de respuestas "encantadoras", yo sólo respondí la verdad. Y en lugar de decir "Claro, ¿cómo podría haberte olvidado?" Yo sólo dije "Desde luego que sé quién eres. Cuéntame...que nunca sonó mi teléfono y nunca escuché tu llamada...así que cuéntame..."
- Claro. ¿Qué pasó?
Y siguió la conversación. Con risas incrustadas, con voces melódicas. Con tiempo. Con mucho tiempo. Parecía, sin miedo a equivocarme, que tuviésemos todo el tiempo del mundo...
- (¿?)
Voy a verla próximamente. Ella me llamó a mí. Yo nunca me le lancé a ella. (Pues eso vencería el argumental propósito de demostrar cómo los "varones" somos todos pendejos...).
Pero ella llamó. Y ahora (no sé por qué) voy a verla.
Encomiendo mis ojos a donde se encuentra mi putería. Si no, que dios (minúsculas) me salve. Encomiendo mi mente a la esperanza. A la que no tengo. A la que reniego en total ejercicio de mi adorado pesimismo:
-No lo sé, pero esta mujer me hace sentir algo. Algo indescifrable. Algo inexplicable. Algo-
Y como muchos saben, no soy yo uno de los que malbaratan sus sorpresas.
Yo me enamoro escasamente.
Y mucho menos a primera vista.
Esta vez, honestamente, no lo sé.
Creo que ella, la de la voz como una sinfonía, lo tiene todo.
Aunque me mienta a mí mismo, lo creo.
Y aunque quizás,
como buen pesimista,
esta bien también me equivoque.
No importa. Algo revolotea en la punta de mi estómago:
Salud.
noviembre 13, 2008
El protocolo del desorden. (Carta a mi amigo del "dios es amor")
Chhhhhht. ¿Qué pedo? Ahí va:
El punto y aparte (tras la palabra "desorden") lo puse sólo para los conocedores. Y es que no hay absurdo más sincero que ponerle puntuación cualquiera a cualquier caos venidero. Como este. O como el que sigue (dos puntos):
Sin duda me repugnan los absurdamente puristas tanto como los mareados agitadores. Me cagan, en realidad, las etiquetas y los protocolos. Muy fácil (dos puntos otra vez): Detesto las invitaciones para (casi) cualquier boda. Y las detesto si particularmente exigen que me vista de un smoking rentado, o de una formalidad que no conozco o que siquiera alcanzo a interpretar. Lo mío, querido amigo, no son las regalías ni las monarquías. (Y sí, aunque medianamente sé algo de princesas, tampoco me atrevería a escribir un tractatus...).
Cuando hablo en honor al desvarío, realmente no hablo por nadie sino por mí mismo. Puesto sé qué tan capaz es mi ego de autoalabarse. Y porque sé que detesto los ensayos y los "rehearsals" (que son lo mismo). Pero no sé (y ahí sí me admito estúpido), porqué es que los niños tan pequeños le tienen tanto aprecio a mi cinismo recalcitrante.
Pero enough about me. Esta tendría que ser una ultimísima admisión de incapacidad. Una carta dedicada a quien todavía tiene/siente/vive la FE. Mi amigo del "dios es amor". Mi querido amigo del "Jesus is Lord".
Honestamente, amigo, tu Jesus me parece una encantadora literatura fantástica. Y -más importante que eso- tu fe es mi envidia de todas las mañanas. Hoy, mientras transitaba sobre avenida de la prostitución existencial (whatever), pensaba en lo fácil que sería recibir un auto (o un avión, en estos tiempos post-mouriñianos) sobre la cabeza. ¿Y si de pronto cayera un auto, un tren, un autobús o un aeroplano, sobre mi cabeza? ¿Y si la rompiera sin remedio? ¿Y si la vida -para mí- se terminara así de súbito?
Por más que atesoro las historias, no me deja de dar miedo la posibilidad de que toda esta existencia se termine de forma instantánea. Y no es que atesore tanto mi presente, no, pero sin duda me tomo el futuro por sentado. Todo el tiempo. Sin mirar atrás.
Amigo mío: Tú ya tienes un nombre y una fe que le da significado a todos los posibles finales que hay para cada una de las conciencias. Tú dices "dios", de entrada. Y luego dices "dios es amor", y sin mirar atrás.
Yo soy un vástago de mi propia necesidad. Yo soy un hombre que recurre al humor porque no tiene mejor alternativa. Y el humor no siempre me paga réditos. Es más: escasas veces cosecho carcajadas.
Tú, sin embargo, no dependes de ti mismo, tanto como de tu fe. Y yo te envidio, amigo. Te envidio enormemente. Y sin remedio: Pues no hay respuesta que me sirva ni canción que me conteste. Mi vida se acabará cuando se acabe mi vida. Ni un segundo antes, ni una broma después.
¿Cómo no sentir envidia de los fieles, tan llenos de fe, o de los vacíos, tan llenos de nada? La vida agnóstica es perfectamente equiparable a la de un clasemediero: Ni pobre, ni rico. Ni negro, ni blanco. Ni lleno, ni vacío. Ni feliz ni irreparable. Nomás tembloroso y dubitativo.
Ojalá hubiera elección, amigo mío. Pues de haberla, sin duda escogería la tuya. Despreocupado de lo consiguiente, transitas sobre la enorme fe de que todo está dicho.
Lo malo, mi buen, es que fumo. Pero no fumo Benson & Hedges.
Duh.
El punto y aparte (tras la palabra "desorden") lo puse sólo para los conocedores. Y es que no hay absurdo más sincero que ponerle puntuación cualquiera a cualquier caos venidero. Como este. O como el que sigue (dos puntos):
Sin duda me repugnan los absurdamente puristas tanto como los mareados agitadores. Me cagan, en realidad, las etiquetas y los protocolos. Muy fácil (dos puntos otra vez): Detesto las invitaciones para (casi) cualquier boda. Y las detesto si particularmente exigen que me vista de un smoking rentado, o de una formalidad que no conozco o que siquiera alcanzo a interpretar. Lo mío, querido amigo, no son las regalías ni las monarquías. (Y sí, aunque medianamente sé algo de princesas, tampoco me atrevería a escribir un tractatus...).
Cuando hablo en honor al desvarío, realmente no hablo por nadie sino por mí mismo. Puesto sé qué tan capaz es mi ego de autoalabarse. Y porque sé que detesto los ensayos y los "rehearsals" (que son lo mismo). Pero no sé (y ahí sí me admito estúpido), porqué es que los niños tan pequeños le tienen tanto aprecio a mi cinismo recalcitrante.
Pero enough about me. Esta tendría que ser una ultimísima admisión de incapacidad. Una carta dedicada a quien todavía tiene/siente/vive la FE. Mi amigo del "dios es amor". Mi querido amigo del "Jesus is Lord".
Honestamente, amigo, tu Jesus me parece una encantadora literatura fantástica. Y -más importante que eso- tu fe es mi envidia de todas las mañanas. Hoy, mientras transitaba sobre avenida de la prostitución existencial (whatever), pensaba en lo fácil que sería recibir un auto (o un avión, en estos tiempos post-mouriñianos) sobre la cabeza. ¿Y si de pronto cayera un auto, un tren, un autobús o un aeroplano, sobre mi cabeza? ¿Y si la rompiera sin remedio? ¿Y si la vida -para mí- se terminara así de súbito?
Por más que atesoro las historias, no me deja de dar miedo la posibilidad de que toda esta existencia se termine de forma instantánea. Y no es que atesore tanto mi presente, no, pero sin duda me tomo el futuro por sentado. Todo el tiempo. Sin mirar atrás.
Amigo mío: Tú ya tienes un nombre y una fe que le da significado a todos los posibles finales que hay para cada una de las conciencias. Tú dices "dios", de entrada. Y luego dices "dios es amor", y sin mirar atrás.
Yo soy un vástago de mi propia necesidad. Yo soy un hombre que recurre al humor porque no tiene mejor alternativa. Y el humor no siempre me paga réditos. Es más: escasas veces cosecho carcajadas.
Tú, sin embargo, no dependes de ti mismo, tanto como de tu fe. Y yo te envidio, amigo. Te envidio enormemente. Y sin remedio: Pues no hay respuesta que me sirva ni canción que me conteste. Mi vida se acabará cuando se acabe mi vida. Ni un segundo antes, ni una broma después.
¿Cómo no sentir envidia de los fieles, tan llenos de fe, o de los vacíos, tan llenos de nada? La vida agnóstica es perfectamente equiparable a la de un clasemediero: Ni pobre, ni rico. Ni negro, ni blanco. Ni lleno, ni vacío. Ni feliz ni irreparable. Nomás tembloroso y dubitativo.
Ojalá hubiera elección, amigo mío. Pues de haberla, sin duda escogería la tuya. Despreocupado de lo consiguiente, transitas sobre la enorme fe de que todo está dicho.
Lo malo, mi buen, es que fumo. Pero no fumo Benson & Hedges.
Duh.
noviembre 07, 2008
Intersticios (Posteo aforístico)
***
Mi vida es un caos ordenado y políticamente correcto, o incorrectamente político, según las circunstancias.
***
Mi necesidad de escandalizar responde de forma directamente proporcional a la hueva que me produce adaptarme a cualquier partitura rutinaria.
***
Creo más de lo que sé. Sé más de lo que digo. Digo lo que alcanzo a musitar. Musito lo que proviene de las ondas primigenias de mi incapacidad para responsabilizarme por mi incorrección política. Soy un cerdo advenedizo y feliz de ejercitar su poética decadencia.
***
Soy un hombre de trenes, más que de aviones. Pero vivo en un país sin trenes, y cuyos aviones son casi todos tercermundistas. No escucho el golpeteo de las ruedas contra los durmientes de los rieles. Sobrevivo -apanicado- el espacio entre el despegue y el tercer tequila. Esa es la metáfora más precisa de mi aproximación a los 30 años.
***
No quiero aumentar líneas en los párrafos conforme transcurren los aforismos. Aquí -entonces- debiera decir lo mucho que asumo el inefable hecho de vivir en un país de máscaras: Bonitas, sí. Irreales, por supuesto.
***
Una vez asumida la simulación, quedan pocas alternativas: Rasparse la garganta a punta de gritos inconformes (una), o aprender la sutileza truculenta de mentir sabia y confortablemente (dos). Ninguna vertiente es expiatoria: Desgañitarse o simular son dos extremos de una misma mentira.
***
Debo admitir que aprecio mucho el ser adjetivado (juzgado) o siquiera definido. Encontrarme a mí mismo en una sola palabra, resulta un verdadero alivio. ¿Qué más fácil que jugar a semejante complacencia? ¿Qué más difícil que saberse -en secreto- absolutamente distinto?
***
Un paseo por los zócalos de Culiacán resulta ser un verdadero examen para el autocontrol y la memoria. Supeditar el apetito primigenio ante el guerrero control de las pulsiones. Asumirse cavernícola en cada pierna desnuda y en cada pelo bien peinado, mientras aquello que subyace -la sed, el hambre indemne, el apetito turbio- es aplacado por una moralidad que sin embargo no es moralina. Hambre que no es hambre. Sed que no es sed. (Aforismo que ya es muy largo)
***
Lo único importante, cuando se trata de aforismos o carreras de automóviles, tiene que ver con el frenar. Saber dónde, saber cuándo, saber las veces. Y -curiosamente- importante es saber también que parar no es detenerse. Y que nada es tan inmenso como para ser infinito, ni que tampoco decir "jamás", es decir "para siempre".
***
Todo aterrizaje resulta forzoso. Nadie (casi) quiere dejar de volar para ser un tren. Y nadie quiere dejar de rodar para hacerse pregunta. No hay hambre capaz de saciar cualquier menú. Y no hay sed que se termine en barra alguna. Y es que no hay completud (o complitud, como se prefiera). No existe un "ya estoy bien" sin que le siga un "siento falta".
***
Querer postergar el placer equivale a ser tartamudo. O necio. O simple, pero recio. Alargar las palabras no es necesariamente malo. Y es que tartamudear o canturrear sólo es un síntoma del saberse necesariamente en falta: Ni tú, ni yo. Ni nosotros. Ni dios (con minúsculas), ni nada. Justo eso es lo que me hace feliz: nada. Tener nada o (es decir) buscar algo.
***
Oremos, hermanos, oremos. Que al espacio vacío, savia de todo aquello que es incompleto, se levanten nuestras incompletas plegarias. Vivamos nuestra mexicanidad mientras se acaba el mundo. Pero vivámosla de verdad: no llenemos el vacío de la muerte con florecitas de cempaxóchitl ni tampoco con calacas de sal o de dulce o de nada. Abracemos el verdadero vacío: ¿Podemos?
***
Que sea límpido el silencio, que sea de verdad. Que sea el gran silencio. Que sea un mes después del 2 de octubre, como ya es. O que sea en cualquier mes, y que sea por sobre cualquier ansia. Pero que sea vacío -no lleno- y nunca (nunca) toda la verdad.
***
Renuncio a cualquier aforismo que ocupe más de quince palabras (y a todos los anteriores).
***
Renuncio a mí mismo y a mis incipientes canas. Renuncio a salvar y a ser salvado. Renuncio a mis ganas.
***
- ¿Qué es lo más fuerte que has oído en los últimos tiempos?
- ¿De verdad quieres saber?
- Sí, suéltala...
- Ok. Ahí te va: Un hombre vocifera en algún bar. Cuenta su muy misógina y condechi verdad ante la vida:
Y en una adorable retaliación no solicitada, pero respondiendo a los decibeles de ese irresponsable emisor, se acerca una mujer (hermosa, por cierto, más allá de las tetas y el culo), y replica:
(Tómala, "chavo". Y ni quién te salve...)
Para aforismos los de la vida.
Y salud por el intersticio.
Mi vida es un caos ordenado y políticamente correcto, o incorrectamente político, según las circunstancias.
***
Mi necesidad de escandalizar responde de forma directamente proporcional a la hueva que me produce adaptarme a cualquier partitura rutinaria.
***
Creo más de lo que sé. Sé más de lo que digo. Digo lo que alcanzo a musitar. Musito lo que proviene de las ondas primigenias de mi incapacidad para responsabilizarme por mi incorrección política. Soy un cerdo advenedizo y feliz de ejercitar su poética decadencia.
***
Soy un hombre de trenes, más que de aviones. Pero vivo en un país sin trenes, y cuyos aviones son casi todos tercermundistas. No escucho el golpeteo de las ruedas contra los durmientes de los rieles. Sobrevivo -apanicado- el espacio entre el despegue y el tercer tequila. Esa es la metáfora más precisa de mi aproximación a los 30 años.
***
No quiero aumentar líneas en los párrafos conforme transcurren los aforismos. Aquí -entonces- debiera decir lo mucho que asumo el inefable hecho de vivir en un país de máscaras: Bonitas, sí. Irreales, por supuesto.
***
Una vez asumida la simulación, quedan pocas alternativas: Rasparse la garganta a punta de gritos inconformes (una), o aprender la sutileza truculenta de mentir sabia y confortablemente (dos). Ninguna vertiente es expiatoria: Desgañitarse o simular son dos extremos de una misma mentira.
***
Debo admitir que aprecio mucho el ser adjetivado (juzgado) o siquiera definido. Encontrarme a mí mismo en una sola palabra, resulta un verdadero alivio. ¿Qué más fácil que jugar a semejante complacencia? ¿Qué más difícil que saberse -en secreto- absolutamente distinto?
***
Un paseo por los zócalos de Culiacán resulta ser un verdadero examen para el autocontrol y la memoria. Supeditar el apetito primigenio ante el guerrero control de las pulsiones. Asumirse cavernícola en cada pierna desnuda y en cada pelo bien peinado, mientras aquello que subyace -la sed, el hambre indemne, el apetito turbio- es aplacado por una moralidad que sin embargo no es moralina. Hambre que no es hambre. Sed que no es sed. (Aforismo que ya es muy largo)
***
Lo único importante, cuando se trata de aforismos o carreras de automóviles, tiene que ver con el frenar. Saber dónde, saber cuándo, saber las veces. Y -curiosamente- importante es saber también que parar no es detenerse. Y que nada es tan inmenso como para ser infinito, ni que tampoco decir "jamás", es decir "para siempre".
***
Todo aterrizaje resulta forzoso. Nadie (casi) quiere dejar de volar para ser un tren. Y nadie quiere dejar de rodar para hacerse pregunta. No hay hambre capaz de saciar cualquier menú. Y no hay sed que se termine en barra alguna. Y es que no hay completud (o complitud, como se prefiera). No existe un "ya estoy bien" sin que le siga un "siento falta".
***
Querer postergar el placer equivale a ser tartamudo. O necio. O simple, pero recio. Alargar las palabras no es necesariamente malo. Y es que tartamudear o canturrear sólo es un síntoma del saberse necesariamente en falta: Ni tú, ni yo. Ni nosotros. Ni dios (con minúsculas), ni nada. Justo eso es lo que me hace feliz: nada. Tener nada o (es decir) buscar algo.
***
Oremos, hermanos, oremos. Que al espacio vacío, savia de todo aquello que es incompleto, se levanten nuestras incompletas plegarias. Vivamos nuestra mexicanidad mientras se acaba el mundo. Pero vivámosla de verdad: no llenemos el vacío de la muerte con florecitas de cempaxóchitl ni tampoco con calacas de sal o de dulce o de nada. Abracemos el verdadero vacío: ¿Podemos?
***
Que sea límpido el silencio, que sea de verdad. Que sea el gran silencio. Que sea un mes después del 2 de octubre, como ya es. O que sea en cualquier mes, y que sea por sobre cualquier ansia. Pero que sea vacío -no lleno- y nunca (nunca) toda la verdad.
***
Renuncio a cualquier aforismo que ocupe más de quince palabras (y a todos los anteriores).
***
Renuncio a mí mismo y a mis incipientes canas. Renuncio a salvar y a ser salvado. Renuncio a mis ganas.
***
- ¿Qué es lo más fuerte que has oído en los últimos tiempos?
- ¿De verdad quieres saber?
- Sí, suéltala...
- Ok. Ahí te va: Un hombre vocifera en algún bar. Cuenta su muy misógina y condechi verdad ante la vida:
"Y es que, ¿sabes qué? A las viejas mexicanas les falta siempre algo. Algo que siempre tienen las cubanas. Aquí, a todas, si les sobran tetas, les falta culo. Es una realidad, mi hermano. Piénsalo bien. Ninguna lo tiene todo en su lugar, como en Cuba..."
Y en una adorable retaliación no solicitada, pero respondiendo a los decibeles de ese irresponsable emisor, se acerca una mujer (hermosa, por cierto, más allá de las tetas y el culo), y replica:
- ¿Pero de qué tú te quejas entonces? Con los hombres mexicanos es lo mismo: Al que le falta cerebro, le sobra pito. Y al que tiene un buen pito, nada más no le alcanza el cerebro. Aunque en tu caso es peor (le dice directamente al hombre): A ti, sencillamente, te faltan los dos...
(Tómala, "chavo". Y ni quién te salve...)
Para aforismos los de la vida.
Y salud por el intersticio.
octubre 28, 2008
Escribir para disentir
A la salud de un par de periodistas con el ego más grande que una prensa rotativa
Hace un par de días me involucré en una larga discusión alrededor de una nota periodística de bastante baja calidad. Los argumentos y la temática de la nota son poco importantes, aunque hay que reconocer que se trataba de política nacional, en la que mi postura si bien no es del todo radical, sí que es bastante incomprensible para izquierdas, derechas y lamehuevismos incorporados.
Pero el punto aquí no es tanto la nota en sí tanto como el acto de escribir en este país. Conforme pasan los días, los meses, los años, sigo recibiendo palmaditas en la espalda y sugerencias en distintos ámbitos para dedicarme plenamente a este ejercicio, arte, oficio o modo de vida.
Y es que precisamente ahí radica mi reticencia al respecto.
...
Sobre qué es escribir para mí, en realidad, y cómo es escribir en este y otros países, estrictamente, está erigido todo mi asco. Puedo decir que escribir para mí es un ejercicio, una evacuación necesaria de ideas: a veces en forma de un acto de seducción, a veces a manera de exorcizar la tristeza. No siempre lo mismo ni con la misma intensidad, ni con la misma línea lógica, ni con la misma temática.
Eso, para los efectos prácticos de escribir como oficio, sería un primer e insalvable problema.
Por otra parte está el periodismo, al que ya he dedicado un par de añitos escribiendo alguna que otra tontería sobre mi oficio actual, en pasquines empresariales de bastante poco interés para mí. Debo decir que era bastante sencillo. La nota periodística, la crónica, o cualquier texto que pueda construirse sobre cierta temática transitoria, como la realidad nacional o una película, es un ejercicio de escritura simple y no por ello menos interesante. Imagino que con los años uno descubre formas de hacerse el trabajo menos repetitivo, y que los buenos periodistas mutan hacia otras formas narrativas menos fútiles que el papel periódico, o las revistas que se apilan en las peluquerías. Y sin embargo, no todos lo hacen.
...
Hay algo sobre escribir que sigue sin gustarme: El mundo de los escritores. Y no se me malentienda. Conozco ya muchos, y muchos de ellos grandes y consagrados. Casi todos ciertamente agradables para conversar sin que ello no implique siempre estar bajo un halo de superioridad moral que les otorga el hecho de que su dominio de las palabras es reconocido por las convenciones sociales de la época, y que por ello sus palabras cuentan más que las de un simple mortal. Es el síndrome del gurú, presente en todas partes, y que practican los médicos, los sacerdotes, los intelectuales, los pequeños mesías y todos aquellos grupos en los que ese "liderazgo" supone ser ejercido. En el caso de los escritores, sin embargo, es siempre un liderazgo constituido por materia muy ambigua. Porque un científico puede hacer grandes descubrimientos, un político provocar grandes cambios, un médico salvar muchas vidas, pero un escritor -curiosamente- lo único que puede hacer es escribir. Y el valor de lo que escribe está siempre otorgado por una maquinaria de hilos mucho más finos que los que ponen pedestales para casi cualquier otro arte u oficio.
Y todo esto ocurre, evidentemente, porque las palabras -como ya lo he dicho constantemente a lo largo de años- son las putas más suculentas y monumentales y perversas que nos han sido otorgadas -a todos- por la condición humana. Y es así que si las palabras son meretrices (sin ningún tipo connotación gesto misogínico, ya que la cualidad femenina de las palabras sólo es culpa de la lengua castellana, en mi caso), y entonces los escritores y las escritoras son los grandes padrotes de ese burdel.
Y aunque la subjetividad de la palabra debiera ser menor a la de una sinfonía, o de un acto dancístico o de cualquier guiño que insinúa significado sin reposar en signifcantes, en la realidad no es así: El Nóbel de unos es el imbécil de otros, y siempre existen las palabras correctas para demostrar y redemostrar lo cierto y lo falso de cualquier argumento. Ese miedo me abruma cuando pienso en escribir: el ruido. El ruido de las palabras mientras se leen. El ruido de la contradicción. El barullo interminable de los que aman y odian lo que dices o dejas de decir, y las disertaciones interminables sobre las comas y los puntos que faltaron para que la obra de tal o cual pudiera ser considerada magistral. A Mozart nadie le ponía comas y puntos sobre la partitura, ¿o sí? Ni siquiera al Buki. ¿Por qué es que con las palabras nos creemos todos capaces y nos ensañamos tanto frente a la urgencia del entendimiento?
...
Porque es posible. Con las palabras es "posible" entender y que cualquiera nos entienda si las decimos o las escribimos correctamente (vaya joda). Entonces, ante la duda, la gente arremete contra libros, escritores, interlocutores, periodistas...vienen las discusiones y otra vez los ruidos y las romerías y...yo termino por decir basta. De pronto en pronto, se antoja callar un rato. Callar y morder, besarse, follar, coger o no coger, pero dejar de hablar, pensar, verbalizarlo todo...
En ese mundo del escritor nacional, del periodista nacional, del "artista" nacional, todo funciona igual -o peor- que en la normalidad. Escriben para sí mismos. Es una orgía de caníbales que se van comiendo, felizmente y los unos a los otros, en pedacitos. "Señor", "Maestro", "Excelentísimo su último libro" - "Igualmente". Es como ver a los senadores convertirse en diputados -y viceversa- cada 6 años. Siempre las mismas caras, los mismos libros, las mismas ideas. Algunos verdaderamente geniales. Otros viviendo de olerle los pedos a los geniales. Algunos geniales felices de tener un séquito de huelepedos para cuando necesitan escribir algo mediocre, sin que nadie recrimine nada. El cuento -literalmente- de nunca acabar.
Yo prefiero disentir con todo eso. Disentir con los periodistas, con el establishment del escritor wanna-be y con el establishment de las vacas sagradas. Por eso, y no por otra cosa, jamás ingresé a la facultad de letras y pretendí que me interesaban las conferencias sobre gramemas perdidos. La vida académica, la ostentación, el uso de la palabra con el puro afán de convertirse en gurú, o hacerse de un séquito de arpias y gusarapos, me parece un afán somnífero y por demás arrogante. Pocos escritores que conozco escriben porque lo necesitan. E incluso, dentro de ese grupo, hay algunos que lo necesitan por motivos también ulteriores. Disiento entonces. Me dejo escribir en paz. Escribir y publicar, afortunadamente, no son la misma cosa. Publicar, quizás como John Twelve Hawks o como Pessoa o como Traven, je, podría ser interesante. Perdido en la neblina. Escupiéndole ilusiones al mundo. Jugando al espejismo.
Si no, francamente, prefiero seguir haciendo lo que me place. Y que venga un buen amigo a recoger el disco duro el día que muera en el intento.
Salud.
octubre 16, 2008
El puente al vacío...
Así se le denomina a un proyecto que Sarah Palin desmadró en Alaska. Y es que mientras más viejo me hago, y ahora que me acerco peligrosamente a cumplir 30 añitos, me convenzo más de que la política global es precisamente eso: Un pinche puente que no lleva a ninguna puta parte.
No comprendo. No logro entender la mentalidad del capital (porque el capital es un ente que vive, piensa, respira y se alimenta de hombres, mujeres y niños). Pero no hablaré de esto aquí, sino que lo dejaré todo en mi blog político.
Por el momento me encuentro en total esclavitud labora y con una desazón frente al mundo que no me cura nada. Quizás debería enamorarme, je. Pero ps al parecer ya le tengo mucha tolerancia a esa droga del amor. Ya no me pone, snif.
Nos vemos en el bló político. Hoy tengo ganas de despotricar.
No comprendo. No logro entender la mentalidad del capital (porque el capital es un ente que vive, piensa, respira y se alimenta de hombres, mujeres y niños). Pero no hablaré de esto aquí, sino que lo dejaré todo en mi blog político.
Por el momento me encuentro en total esclavitud labora y con una desazón frente al mundo que no me cura nada. Quizás debería enamorarme, je. Pero ps al parecer ya le tengo mucha tolerancia a esa droga del amor. Ya no me pone, snif.
Nos vemos en el bló político. Hoy tengo ganas de despotricar.
octubre 02, 2008
2 de Octubre
No se olvida.
El avión comienza a aterrizar. Alivio. El sonido del enorme aparato con ruedas que permite que esta bestia de acero y anti natura pueda caer "suavemente" sobre toneladas de asfalto dispuestas para ello. Luego la vuelta parabólica: el momento extraño en el que alguien anuncia en el altavoz que la aeronave se dispone a descender, y sin embargo asciende abruptamente para encontrar su trayectoria hacia el suelo. Quizás ese sea el primer recuerdo que tengo de los aviones. Esas bestias de acero y algoritmos que simbolizan tan bien nuestra condición de animales capaces de modificar nuestro entorno violentamente.
Entonces el avión asciende porque tiene que bajar. Toma el control el piloto humano, demasiado humano, y a brinquitos coloca la nariz del aeroplano en donde tiene que estar. Jala el timón y el avión sube. Nivela el timón y el avión se detiene en el aire, como una gacela a punto de ser herida de muerte. Y luego, después de ese funerario instante que se congela en las nubes, pulsa el piloto los botones correspondientes y los alerones se encargan de hacer bajar a la gran gaviota sin alma hasta los adentros más centrales del cruel basurero de la humanidad: Y cómo amo a mi ciudad tiradero.
Soy un animal de arrebatos e incongruencias. Detesto volar, pero adoro ver el mundo desde arriba. Me aterroriza morir, pero también me desgasta enormemente vivir la vida, desmenuzarla como buen obsesivo, descubrirme imbécil a cada paso, aprender a reírme de mí mismo, y luego de cada aterrizaje, bajar del avión y caminar a ras del mundo.
Hace poco, en mi absoluta adicción televisiva, me topé con un gran parlamento en cierta serie gringa de cuyo nombre prefiero no acordarme. Una mujer de fe, herida por las circunstancias, le decía a un hombre de razones, herido también, pero por sí mismo:
Dr. Gregory House: They're out there: doctors, lawyers, postal workers. Some of them doing great, some of them doing lousy. Are you going to base your whole life on who you got stuck in a room with? (Están allá afuera: doctores, abogados, carteros. Algunos haciendo algo grandioso, algunos haciendo cosas horrendas. ¿Piensas basar toda tu vida sobre aquellos con quienes te toca estar atascada en una habitación?)
Eve: I'm going to base this moment on who I'm stuck in a room with. It's what life is. It's a series of rooms and who we get stuck in those rooms with, adds up to what our lives are. (Voy a basar este momento en quien resulta estar atascado en esta habitación conmigo. Eso es la vida: una serie de habitaciones. Y con quien resultamos estar atascados en ellas, añade sentido a lo que nuestras vidas son)
Un continuo de habitaciones. Una habitación tras otra. Primero la cama, el cuarto, luego la madrugada, el taxi, luego la fría y espantosa sala de cualquier aeropuerto, el aeropuerto. Después la espera, la espera en sí misma, la mujer de enfrente rascándose la nalga, el hombre al final de la fila y su desesperación. Después la escalera, las escaleras, luego el aeroplano, el viejo aeroplano bimotor en el que regalan un mal periódico acompañado de cacahuates. Y así. Así todo lo demás. Una habitación detrás de la otra, luego de la otra, debajo de la otra. Un edificio universal, repleto de pasadizos, plagado de chimeneas, atestado de cuartos que parecen ratoneras sin salida. Eso y después los demás. Los otros hamsters de la ecuación. Las otras ratas. Y los científicos que nadie ve, que nadie conoce, que nadie compra. Los que lo miran todo y toman notas. Los que le brindan esperanzas a esos afortunados que saben sentir fe. Los que llenan de rabia a todos los que los consideramos o inexistentes o sencillamente crueles. Cosa que no importa. Pues esa habitación -la de la duda aderezada con sensación de abandono- es sólo otra de la que podríamos o podemos sencillamente salir. O en la que podemos encontrarnos a otro habitante, casualmente, y entonces fundar una isla desierta, para después solamente persistir en compañía.
Hoy es 2 de octubre. Hace veintitantos días que no escribo nada que no sean conclusiones y moralejas comerciales para un estudio de mercado de proporciones molestas. Esa ha sido mi habitación hasta hoy, cuando aterrizó mi pequeño aeroplano de juguete, y pude salir de ese lugar para volver al mío. Y hoy, me vengo dando cuenta, es 2 de octubre. No se olvida. Y no se olvida porque las paredes siguen cubiertas de sangre y de amnesia. Porque la habitación se torna roja y amanece. Apenas amanece. Mi habitación marca las 7 con 30 minutos.
40 años después de aquella habitación negra y roja, viene llegando mi aeroplano de vuelta a la vida y a la realidad. Yo no padezco de amnesia. Ni siquiera me olvido de lo que no me tocó vivir. Pero recuerdo la sangre y -sobre todo- la sangre que acompaña a las habitaciones de la verdad. Del justo reclamo. Del sacrificio.
Mi junta final es a las doce del día. Una habitación de trámite luego del pasado mes de reclusión. Inmediatamente me dirigiré a Tlatelolco. Y caminaré los caminos que trazaron esos extintos habitantes. Y recordaré porqué amo a mi ciudad. Y recordaré porqué odio a mi país. Y luego me sentiré satisfecho, por un instante muy parecido al del avión que se dispone a descender, para entonces volver. Volver a casa.
Y volver, pusilánime y sin remedio, a mi habitación.
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septiembre 12, 2008
Días fallidos
"Ad absurdum nemo tene" (Nadie está obligado a realizar lo imposible, ja)
Si pudiera observar alguna ley distinta a la de mi psicosis, esta tendría que ser la Ley de Murphy. ¿Por qué? Porque es la única que considero certera e implacable. Y peor aún: Si uno resulta ser tan obsesivo-compulsivo como el que aquí escribe, entonces la Ley de Murphy se convierte en materia de estudio: ¿Qué tal si hubiera tomado otros cinco segundos en abrocharme las agujetas? ¿Qué tal si mi avión de antier no hubiese sido cancelado y entonces la historia fuera otra? Muy fácil: si las circunstancias no fueran circunstancias, yo no sería yo. Y luego entonces, tampoco me habría pasado lo que me pasó. --BEEEEEEEEP-- Error craso y tremebundo: pues es precisamente esa miscelánea convergencia de pequeños errores la que provoca lo que "los expertos" denominan como "actos fallidos".
No repararé en los incontables porqués de mis propios actos fallidos. No. Este es un post autoindulgente, autocomplaciente y sobre todo, autorizado por mi neurosis. Hoy, un ONCE de SEPTIEMBRE (bueno, ayer, sí, bah) este conglomerado de diminutos apocalípsises (sic) redundó en que mi puto día se compusiera de un acto fallido tras otro. Ergo, un día fallido. O como se diría en náhuatl.... ::::::::::: blank:::::::::::::: (se me olvidó), es uno de esos días malditos en lo que mejor es no salir de casa.
Tampoco me voy a poner a enumerar cada pendejada de las que ocurrieron (hice) hoy. Ni mucho menos me tomaré en serio esa comparación que hace un rato le hacía en broma a un par de muy queridos amigos que he vuelto a ver luego de años de distancia. No, la mera neta,ni los 3500 muertos de las putas torres gemelas, ni los cientos de miles de muertos y exiliados del golpe pinochetista podrían compararse en un terreno sensato con el hecho de que -olvidando mi metódico proceder a la hora de trasladarme en la ciudad- hoy haya dejado mi precioso y usado celular en el taxi de algún hijo de puta que lo apagó a la media hora de haber cometido semejante estupidez. Ni tampoco todo lo demás: no tener internet en casa, no llevar los cd's correctos a cierta chamba, no circular por las mejores vialidades, etcétera (etceterísima, me cae).
Pero como ya lo dije hace varios años: Cortadita de papel, snif. Me duele más el hecho de que ese hijo de puta me haya dejado sin los audios inéditos de 4 entrevistas a directores de cine consagrados, que los milpiterremil muertos de la historia latinoamericana. Y bueno, chavo (me digo a mí mismo), tú nomás perdiste un pinche artefacto que POR PENDEJO, no respaldaste debidamente y que ahora te cuesta no escribir un par de artículos chingones. Pero tampoco es como si te hubieras muerto en un edificio de cientoytantos pisos por los huevos de la CIA, o te hubiesen dejado en un estadio un mes sin tragar para luego nomás fusilarte o echarte al océano pacífico. Y entonces, pacífico, me calmo yo solito. Chingada madre.
Pensaba contestar olímpicamente un gran y muy bien argumentado comentario en el post que puse de la marcha light, e incluso contextualizarlo con los recientes arrestos policiacos, o incluso el asqueroso partido de fútbol de anoche. Pero no lo haré. Hoy nomás estoy emputado por estar pendejo, y estoy también pendejo por andar emputado. Entonces, sabiamente, me retiro a trabajar en mi recientísimo trabajo en lugar de chillotear por mis pendejadas Murphiescas. Bienvenido a la frustración, chavo (me digo también). Ahora se trata de subir la colina, nuevamente.
Seguro que mañana es un día mejor. Sí, me uniré a los optimistas, o a los alpinistas, o vaya usté a saber a qué chingados.
Y para cerrar, qué mejor colofón (argh, qué asquerosa palabra) que la última foto salvada de mi extinto K790. Un hermosísimo "bar de la salud" en la colonia Buenos Aires. Pinche Karma.
Así que vayan y digan...
Salud (y ya).
septiembre 07, 2008
¿Una idea cruel?
¿Y si amputamos a nuestros deportistas? Seguro sacan puras de oro, como los paralímpicos.
septiembre 06, 2008
Breve nota sobre la resurrección y el post anterior
Para todos los sorpresivos y bienvenidos comentaristas y visitantes de la semana pasada:
Este blog tiene ya cerca de cuatro años despotricando contra el mundo y exponiendo otras borracherías más personales. Incluso tuvo sus tiempos gloriosos, hoy perdidos en los archivos de la herramienta de comments haloscan, que quité a lo pendejo por aquellos tiempos, je. Antes, tener un blog funcional y al corriente requería, a veces, la ayuda de terceros proveedores e implementos que hoy ya tiene Google incorporados a su blogger. Y pues la verdad es que también me había desentendido mucho de bloguear y sus implicaciones.
Lo que quiero decir es que me sorprende cómo estos temas provocan que la gente levante la mano y hable, y aparte de agradecer el hecho de que comenten y se identifiquen con mi asco frente al maniqueísmo de la sociedad mexicana, estaría bien que estas convergencias nos sirvieran para proponer otras cosas, y no sólo dejarlo en el clásico "preaching to the converted" que muchos de nosotros practicamos todos los días en el blog o la vida "real".
Y bueno, estas semanas he estado (y seguiré) en una chamba en el culo del país, metido en pueblos de menos de 1000 personas casi todo el día. Por ahora no podré responder un par de comentarios que me parece importantísimo rescatar o despedazar. Pero agradezco que le entren a la polémica y que pongan de su parte. Ya pronto podré hacer una actualización que me parece muy pertinente, pero mientras sigan disfrutando de los futbolistas, los televisos, las amas de casa, Paty Chapoy, Silvia Pinal y todos esos "líderes de opinión" que están colgándose de la pendeja marcha esta para llevar agua a su molino, y seguir con la política del miedo que alguien le está copiando muy convenientemente a nuestro vecino del norte. Próximamente más bilis...por lo pronto "pónganse la blanca" (dice la seletzión de jútbol que anda muy retepacifista).
Y ya, que se me hace tarde pa irme al pueblo. Hasta pronto, pues!
Salud.
Este blog tiene ya cerca de cuatro años despotricando contra el mundo y exponiendo otras borracherías más personales. Incluso tuvo sus tiempos gloriosos, hoy perdidos en los archivos de la herramienta de comments haloscan, que quité a lo pendejo por aquellos tiempos, je. Antes, tener un blog funcional y al corriente requería, a veces, la ayuda de terceros proveedores e implementos que hoy ya tiene Google incorporados a su blogger. Y pues la verdad es que también me había desentendido mucho de bloguear y sus implicaciones.
Lo que quiero decir es que me sorprende cómo estos temas provocan que la gente levante la mano y hable, y aparte de agradecer el hecho de que comenten y se identifiquen con mi asco frente al maniqueísmo de la sociedad mexicana, estaría bien que estas convergencias nos sirvieran para proponer otras cosas, y no sólo dejarlo en el clásico "preaching to the converted" que muchos de nosotros practicamos todos los días en el blog o la vida "real".
Y bueno, estas semanas he estado (y seguiré) en una chamba en el culo del país, metido en pueblos de menos de 1000 personas casi todo el día. Por ahora no podré responder un par de comentarios que me parece importantísimo rescatar o despedazar. Pero agradezco que le entren a la polémica y que pongan de su parte. Ya pronto podré hacer una actualización que me parece muy pertinente, pero mientras sigan disfrutando de los futbolistas, los televisos, las amas de casa, Paty Chapoy, Silvia Pinal y todos esos "líderes de opinión" que están colgándose de la pendeja marcha esta para llevar agua a su molino, y seguir con la política del miedo que alguien le está copiando muy convenientemente a nuestro vecino del norte. Próximamente más bilis...por lo pronto "pónganse la blanca" (dice la seletzión de jútbol que anda muy retepacifista).
Y ya, que se me hace tarde pa irme al pueblo. Hasta pronto, pues!
Salud.
agosto 30, 2008
Llámenme mierda...
Y es que en verdad, me vale madres.
Yo sigo sin entender un carajo de este lugar en el que vivo. Menos aún, a escasas horas de que 100 mil millones de pendejos se vistan de blanco para marchar en desprecio a la "inseguridad pública" de ese país en el que dicen vivir.
¿Y por qué es que me atrevo a ser llamado mierda? Porque, sencillamente, ni medio cabrón del que se decida a marchar mañana tiene la menor idea de lo que produce la inseguridad pública a nivel mundial. Son todos una bola de clasemierderos aterrorizados por el culto mediático, enfundados en su comodidad pequeñoburguesa y más autocomplaciente que el autor de este blog (lo cuál ya es decir mucho) y que se "solidarizan" con gente que en su putísima y regular vida se ha solidarizado con ellos.
Entonces portarán todos sus trajecitos color blanco clorox y sus velitas piteras, y marcharan, curiosamente, en la misma ciudad en la que repudian las marchas y toda expresión de protesta pública democrática. Claro, lo harán en "sábado", lo cual exime a muchos de la culpa de desquiciar absolutamente las vialidades, a pesar de que es justamente el "sábado" cuando el caos vial se presenta cínicamente todas las semanas. Y sin embargo, a todos ellos les parece "justo" protestar por el asesinato del pobre chico Martí, que -sin lugar a dudas- fue terrible y atroz. Lo que todos ellos desconocen es que el joven Martí es parte de una de las DECENAS de familias que controlan y hacen uso DISCRECIONAL de MAS DEL 60% del producto interno bruto de este país. Es decir: ese pequeño personaje, sin deberla ni temerla, fue objetivo de la delincuencia porque PODIA serlo. A diferencia de los cientos de miles de clasemierderos que marcharán mañana, indignados ante tales injusticias, mientras en ese mismo país en el que dicen vivir, hay 55 millones de pobres que se mueren por docenas todos los días -ya porque los picó un alacrán y no hay hospital en su pueblo, o ya porque no tuvieron una alimentación suficiente en todos sus años de vida- y, sin embargo, nadie marcha por ellos.
Lo que me resulta insultante de estas marchas burguesoides, y muy a pesar de considerarme un pequeñoburgués cualquiera, es que carecen de todo pudor. Porque la clase media escribe los relatos de la clase media, todo el tiempo. Y entonces, en el absoluto ejercicio del "si no lo veo, no existe", se atreven a rezongar por el simple hecho de que existen millones y millones de miserables capaces de matar y de infringir la ley por cantidades que a muchos les resultan irrisorias. Basta leer la portada de "La Prensa" (el periódico más leído de México, por cierto), para saber todos los días cómo es que un joven alienadísimo y pusilánime es capaz de matar a otro por menos de 100 dólares amercianos. Y sin embargo, a la "gente" que escribe el mass media le sigue pareciendo indignante el que "se atrevan a violentar la ley". ¿Cuál ley? ¿Cuál de todas? ¿La constitución política de los estamos sumidos mexicanos (sic)? ¿La misma que otorga derechos inalienables a una vida "digna" que sólo unos cuántos tenemos? ¿O acaso la ley orgánica de cualquier estado o región de la república, y que castiga el secuestro con "escasos" 60 años de prisión? ¿Y cuál va por encima de la otra? ¿Y quién marcha por el no cumplimiento de la primera y esencial?
Francamente me encuentro harto. Me repugnan las indignaciones artificiales y pendejas de toda esa estúpida carne de cañón que no comprende que la inseguridad es un problema directamente proporcional a la injusta distribución de la dignidad y el nivel mínimo de vida que todo ciudadano debiera merecer de a acuerdo al a constitución. Y me repugna todavía más que nadie marche más de dos veces por todos los muertos que no tienen un nombre ni una familia que aparezca en los medios. Muertos que ocurren a diario y que a nadie le importan. Y que son no más, pero tampoco menos que el pobre chico Martí, que tampoco merecía esa crueldad de parte de nadie. Pero que tampoco merecían una peor crueldad, peor porque esta ejercida desde su mismísimo estado soberano y protector, y que los ha abandonado desde mucho antes de que nacieran.
Me parece bien, en el fondo, todo lo que este asunto propone: Iluminemos México. Iluminémoslo pues, pero desde abajo hacia arriba. ¿O qué carajos esperan todos los que cómodamente pretenden mirar el mundo desde un pedestal que a nadie le corresponde? Pues justo lo que existe: Una sociedad podrida, llena de sicópatas capaces de matar por unos centavos o muchos millones de ellos. Un país de niños y jóvenes desatendidos por el progreso y que fácilmente son reclutables por el narco, la criminalidad o cualquier opción que no sea vender chicles en un semáforo en el que el 80% de los que pasan prefieren no sólo no comprarles nada, sino siquiera mirarlos a la cara.
Me repugna. Me repugna visceralmente toda esa indignación de pacotilla. Una indignación de cientos de miles de clasemierderos que van a salir mañana a las calles a "solidarizarse" con el chico Martí y todos sus semejantes (ricos) que han sido secuestrados por una panda de cabrones muy bien organizados. Y me repugna no porque me parezca detestable su solidaridad, sino porque es -al fin y al cabo- una solidaridad pendeja y absolutamente maniqueísta. Una solidaridad de "buenos" y "malos". Una en donde los "buenos" son todos esos pobres ricos que también lloran cuando la realidad les cobra su absoluto desdén por toda la gente que los ha hecho así de ricos, precisamente. Una solidaridad pusilánime y pendeja: digna del que cree que la movilidad social existe en este país, y que -algún día- "sus niños serán blanco" de esos malosos que no tienen razón de ser ni de hacer.
Abramos los ojos, con un carajo: Nunca esos "niños" clasemierderos serán el blanco de una banda como la que secuestró al niño Martí. Ni nunca los padres ni los abuelos de esos niños clasemierderos serán blanco de otra cosa que los millones de OTROS niños que, a falta de una educación digna, y una sensibilización pertinente, se dedican a robar y asaltar en las calles porque no conocen otra cosa mejor para salir del hambre que les tiene sometidos.
Entendámoslo de una puta vez: La miseria obligatoria es también violencia. Y es, sin duda, una de sus manifestaciones más peligrosas. No puedes ser la decimoprimera economía del mundo mientras ostentas a 60 millones de pobres que no saben ni les importa si el petroleo se privatiza o no. No puedes ser el "undécimo" país menos pobre del mundo (de entre doscientos y tantos), y luego sentirte afligido porque uno de esos 90 millones de desafortunados jodidos decidió, en la desesperación o en la simple hijodeputez, tratar de sacarte provecho. Y, por último, no puedes marchar con tu velita en mano y tu trajecito new age en turno, si lo único que haces es tenerles miedo a todos esos jodidos por los que tu vida de migajas es la que es. O les haces caso o soportas las consecuencias.
Y si lo que quieres es que no haya más consecuencias, entonces comienza por atacar el problema de raíz. Lucha contra la desigualdad y contra la inequidad absoluta del país que dices amar cada 15 de septiembre. Lucha contra ti mismo y tu capacidad de hacerte pendejo. Lucha contra la voracidad y la ambición y reclámale a esos mismos 60 padres de familia indignados que viven en una de las riquezas más insultantes del planeta, en lugar de marchar a su lado y pedirles a los hambrientos que no te coman.
Y si no piensas hacerlo, y si de verdad crees que una velita y una semana en el noticiario de Carlitos Loret harán la diferencia, pues cómprate un búnker y espera lo peor. Porque de seguir así las cosas, eso es lo que a todos nos espera.
Y llámenme mierda: pero es la verdad.
Yo sigo sin entender un carajo de este lugar en el que vivo. Menos aún, a escasas horas de que 100 mil millones de pendejos se vistan de blanco para marchar en desprecio a la "inseguridad pública" de ese país en el que dicen vivir.
¿Y por qué es que me atrevo a ser llamado mierda? Porque, sencillamente, ni medio cabrón del que se decida a marchar mañana tiene la menor idea de lo que produce la inseguridad pública a nivel mundial. Son todos una bola de clasemierderos aterrorizados por el culto mediático, enfundados en su comodidad pequeñoburguesa y más autocomplaciente que el autor de este blog (lo cuál ya es decir mucho) y que se "solidarizan" con gente que en su putísima y regular vida se ha solidarizado con ellos.
Entonces portarán todos sus trajecitos color blanco clorox y sus velitas piteras, y marcharan, curiosamente, en la misma ciudad en la que repudian las marchas y toda expresión de protesta pública democrática. Claro, lo harán en "sábado", lo cual exime a muchos de la culpa de desquiciar absolutamente las vialidades, a pesar de que es justamente el "sábado" cuando el caos vial se presenta cínicamente todas las semanas. Y sin embargo, a todos ellos les parece "justo" protestar por el asesinato del pobre chico Martí, que -sin lugar a dudas- fue terrible y atroz. Lo que todos ellos desconocen es que el joven Martí es parte de una de las DECENAS de familias que controlan y hacen uso DISCRECIONAL de MAS DEL 60% del producto interno bruto de este país. Es decir: ese pequeño personaje, sin deberla ni temerla, fue objetivo de la delincuencia porque PODIA serlo. A diferencia de los cientos de miles de clasemierderos que marcharán mañana, indignados ante tales injusticias, mientras en ese mismo país en el que dicen vivir, hay 55 millones de pobres que se mueren por docenas todos los días -ya porque los picó un alacrán y no hay hospital en su pueblo, o ya porque no tuvieron una alimentación suficiente en todos sus años de vida- y, sin embargo, nadie marcha por ellos.
Lo que me resulta insultante de estas marchas burguesoides, y muy a pesar de considerarme un pequeñoburgués cualquiera, es que carecen de todo pudor. Porque la clase media escribe los relatos de la clase media, todo el tiempo. Y entonces, en el absoluto ejercicio del "si no lo veo, no existe", se atreven a rezongar por el simple hecho de que existen millones y millones de miserables capaces de matar y de infringir la ley por cantidades que a muchos les resultan irrisorias. Basta leer la portada de "La Prensa" (el periódico más leído de México, por cierto), para saber todos los días cómo es que un joven alienadísimo y pusilánime es capaz de matar a otro por menos de 100 dólares amercianos. Y sin embargo, a la "gente" que escribe el mass media le sigue pareciendo indignante el que "se atrevan a violentar la ley". ¿Cuál ley? ¿Cuál de todas? ¿La constitución política de los estamos sumidos mexicanos (sic)? ¿La misma que otorga derechos inalienables a una vida "digna" que sólo unos cuántos tenemos? ¿O acaso la ley orgánica de cualquier estado o región de la república, y que castiga el secuestro con "escasos" 60 años de prisión? ¿Y cuál va por encima de la otra? ¿Y quién marcha por el no cumplimiento de la primera y esencial?
Francamente me encuentro harto. Me repugnan las indignaciones artificiales y pendejas de toda esa estúpida carne de cañón que no comprende que la inseguridad es un problema directamente proporcional a la injusta distribución de la dignidad y el nivel mínimo de vida que todo ciudadano debiera merecer de a acuerdo al a constitución. Y me repugna todavía más que nadie marche más de dos veces por todos los muertos que no tienen un nombre ni una familia que aparezca en los medios. Muertos que ocurren a diario y que a nadie le importan. Y que son no más, pero tampoco menos que el pobre chico Martí, que tampoco merecía esa crueldad de parte de nadie. Pero que tampoco merecían una peor crueldad, peor porque esta ejercida desde su mismísimo estado soberano y protector, y que los ha abandonado desde mucho antes de que nacieran.
Me parece bien, en el fondo, todo lo que este asunto propone: Iluminemos México. Iluminémoslo pues, pero desde abajo hacia arriba. ¿O qué carajos esperan todos los que cómodamente pretenden mirar el mundo desde un pedestal que a nadie le corresponde? Pues justo lo que existe: Una sociedad podrida, llena de sicópatas capaces de matar por unos centavos o muchos millones de ellos. Un país de niños y jóvenes desatendidos por el progreso y que fácilmente son reclutables por el narco, la criminalidad o cualquier opción que no sea vender chicles en un semáforo en el que el 80% de los que pasan prefieren no sólo no comprarles nada, sino siquiera mirarlos a la cara.
Me repugna. Me repugna visceralmente toda esa indignación de pacotilla. Una indignación de cientos de miles de clasemierderos que van a salir mañana a las calles a "solidarizarse" con el chico Martí y todos sus semejantes (ricos) que han sido secuestrados por una panda de cabrones muy bien organizados. Y me repugna no porque me parezca detestable su solidaridad, sino porque es -al fin y al cabo- una solidaridad pendeja y absolutamente maniqueísta. Una solidaridad de "buenos" y "malos". Una en donde los "buenos" son todos esos pobres ricos que también lloran cuando la realidad les cobra su absoluto desdén por toda la gente que los ha hecho así de ricos, precisamente. Una solidaridad pusilánime y pendeja: digna del que cree que la movilidad social existe en este país, y que -algún día- "sus niños serán blanco" de esos malosos que no tienen razón de ser ni de hacer.
Abramos los ojos, con un carajo: Nunca esos "niños" clasemierderos serán el blanco de una banda como la que secuestró al niño Martí. Ni nunca los padres ni los abuelos de esos niños clasemierderos serán blanco de otra cosa que los millones de OTROS niños que, a falta de una educación digna, y una sensibilización pertinente, se dedican a robar y asaltar en las calles porque no conocen otra cosa mejor para salir del hambre que les tiene sometidos.
Entendámoslo de una puta vez: La miseria obligatoria es también violencia. Y es, sin duda, una de sus manifestaciones más peligrosas. No puedes ser la decimoprimera economía del mundo mientras ostentas a 60 millones de pobres que no saben ni les importa si el petroleo se privatiza o no. No puedes ser el "undécimo" país menos pobre del mundo (de entre doscientos y tantos), y luego sentirte afligido porque uno de esos 90 millones de desafortunados jodidos decidió, en la desesperación o en la simple hijodeputez, tratar de sacarte provecho. Y, por último, no puedes marchar con tu velita en mano y tu trajecito new age en turno, si lo único que haces es tenerles miedo a todos esos jodidos por los que tu vida de migajas es la que es. O les haces caso o soportas las consecuencias.
Y si lo que quieres es que no haya más consecuencias, entonces comienza por atacar el problema de raíz. Lucha contra la desigualdad y contra la inequidad absoluta del país que dices amar cada 15 de septiembre. Lucha contra ti mismo y tu capacidad de hacerte pendejo. Lucha contra la voracidad y la ambición y reclámale a esos mismos 60 padres de familia indignados que viven en una de las riquezas más insultantes del planeta, en lugar de marchar a su lado y pedirles a los hambrientos que no te coman.
Y si no piensas hacerlo, y si de verdad crees que una velita y una semana en el noticiario de Carlitos Loret harán la diferencia, pues cómprate un búnker y espera lo peor. Porque de seguir así las cosas, eso es lo que a todos nos espera.
Y llámenme mierda: pero es la verdad.
agosto 01, 2008
Epifanías desechables (IV)
Hace unas horas estaba perdiendo mi tiempo en el twitter, del cual me he hecho un tanto adicto en los últimos tiempos, más por el "hype" que tiene alrededor que por el verdadero interés exhibicionista y un tanto histérico que muchos de sus usuarios tienen por llamar la atención.
No sé si es realmente una herramienta útil, más si se considera la cantidad de horas que está offline por problemas técnicos y la cantidad de veces que se han corrompido y perdido sus bases de datos. Como ejercicio antropológico, podría considerarse interesante. Llevar un registro de ideas o "enunciados vivenciales" o simplemente de lo que "está haciendo" la gente, tiene un aroma Orwelliano un poco terrorífico, pero también una parte muy interesante, si de verdad se pudiera llevar un registro confiable de esa línea de tiempo, y no se perdieran los tweets del pasado con cada actualización del servidor. Uno podría, con los años, percatarse de las pendejadas que hacía años antes o de los pensamientos circulares en los que estaba metido, o de la rutina insulsa que le dejaba tanto tiempo libre para exhibir su aburrimiento públicamente.
Me tiene, pues, intrigado. Y obviamente estoy permanentemente "en guardia" ante la multitud de spammers y basura que te puede llegar también por ahí, o la propia basura que la gente comparte. Y aunque esto no me sorprende, porque soy fiel a mi arrogante noción de que el 98% de las personas está en los límites de la subnormalidad o al menos de la total superficialidad digital "a la carte", sí es de extrañarse cuando alguien pasa horas enteras de su día twitteando cosas como "tengo hambre, voy por comida" o "extraño a mi novia, snif...". Una vez es normal. Diez veces es comprensible. Todos los días y todas las putas horas es un verdadero suplicio.
Y bueh. Existen quienes afirman que el twitter y otros servicios similares están condenados a la extinción, pues no hay nichos publicitarios o áreas de oportunidad con las que puedan financiarse. Esto, sin embargo, me parece una burrada tremenda. Con un poco de malicia y maquiavelismo mercadológico twitter, como cualquier social network, podría alimentar la maquinaria no sólo con el ya dibujadísimo mapa de las conexiones sociales, sino también con las particularidades emocionales y las necesidades inmediatas de sus miembros, hecha la debida programación y puestos los debidos motores a trabajar. Y ese día, sin temor, daré de baja mi cuenta, para vivir un poquito más "off the grid" y un poquito menos al alcance de ese 1984 que ya pasó hace 24 años (terror!).
Un último punto: Uno de estos "twitteros" que sigo -quizás por necedad, porque el chamaco es verdaderamente bobo y monotemático- y que vive en la sacrosanta capital potosina, que como muchos han de saber, es toda una ciudad cosmopolita y llena de...cantera que necesita limpieza y...potosinos sin mucho qué hacer, se "compadecía", en un tweet, de nosotros los chilangos que debemos vivir en esta ciudad "apestosa, sobrepoblada y ruidosa" (sic) en la que vivimos. Evidentemente contesté a su categórica estupidez con alguna acidez reactiva de las que me caracterizan. Sin embargo, este chico me hizo recordar una de mis múltiples epifanías desechables y que tiene que ver con el hecho de vivir en una ciudad como estas, confrontado a la posibilidad de vivir en un pueblo, o una semiciudad, incluso extranjera en muchos casos, y cómo eso conforma tu mente de una forma muy particular y quizás un poco inhumana.
Nacer y ser chilango equivale a haber dominado a una gran bestia, siempre que seas capaz de moverte en todas partes y no vivas permanentemente en la burbuja clasista de tu "zona de confort". Los chilangos, como cualquier capitalino del mundo, o habitante de las grandes urbes, tenemos esa arrogancia que caracteriza al que ha pisado los infiernos y abierto un apartado postal en esa zona, o reservado una mesa, o incluso comprado algo de terreno sin temor a equivocarse. Sabemos que vivimos en las entrañas del monstruo, y en lugar de causarnos pánico u horrores permanentes (aunque a veces sí nos los produzca), nos sentimos orgullosos de vivir y sobrevivir en mitad del caos y con una sonrisa ocasional. Y en el caso particular de los que somos incapaces -todavía- de abandonar este terruño de forma definitiva, muchas veces se nos cruza por la mente el infame aburrimiento del que seríamos víctimas en caso de mudarnos a un pueblo, por más bonito y curiosillo que sea, o peor aún, a cualquier ciudad de medio pelo en la que no se cohabite con un poco de adrenalina, caos, diversidad o al menos un montón de lugares interesantes y 100% urbanos qué visitar con regularidad. Por eso tantos y tantos de los chilangos clasemedieros que emigran exitosamente, lo hacen a lugares tan o más jugosos que esta ciudad (Nueva York, Barcelona, Los Angeles, Madrid, Paris, etc.) y los que regresan pronto y con la cola entre las patas es porque se fueron a algún infiernillo de tres estrellas como puede ser Galicia, Monterrey, Houston o cualquier pueblo que se quiera nombrar para esos efectos. E incluso los que se mudan con éxito a las espaldas de otros monstruos, casi siempre andan nostálgicos de cuando en cuando, y vienen cada vez que pueden a bañarse en la peculiaridad defeña, y a pasarse unas cuántas tardes en compañía del smog y las malas costumbres.
1479 kilómetros cuadrados de DF y unas 4 veces más de "área metropolitana" make John an indifferent boy.
Claro: Todo lo anterior excluye a los que escapan por motivos psiquiátricos, de salud o simplemente jubilatorios. En cuyo caso hay una justificación exógena y el monstruo les permite partir sin solicitar el reingreso pronto.
Y es que, si uno lo piensa bien...¿quién diablos se bajaría de las espaldas de un cancerbero del infierno, para montarse en un french poodle?
Yo, ni por todo el calor infernal ni las playas del carmen ni los tepoztlanes ni los San Luis Potosíes del mundo lo haría.
No sé si es realmente una herramienta útil, más si se considera la cantidad de horas que está offline por problemas técnicos y la cantidad de veces que se han corrompido y perdido sus bases de datos. Como ejercicio antropológico, podría considerarse interesante. Llevar un registro de ideas o "enunciados vivenciales" o simplemente de lo que "está haciendo" la gente, tiene un aroma Orwelliano un poco terrorífico, pero también una parte muy interesante, si de verdad se pudiera llevar un registro confiable de esa línea de tiempo, y no se perdieran los tweets del pasado con cada actualización del servidor. Uno podría, con los años, percatarse de las pendejadas que hacía años antes o de los pensamientos circulares en los que estaba metido, o de la rutina insulsa que le dejaba tanto tiempo libre para exhibir su aburrimiento públicamente.
Me tiene, pues, intrigado. Y obviamente estoy permanentemente "en guardia" ante la multitud de spammers y basura que te puede llegar también por ahí, o la propia basura que la gente comparte. Y aunque esto no me sorprende, porque soy fiel a mi arrogante noción de que el 98% de las personas está en los límites de la subnormalidad o al menos de la total superficialidad digital "a la carte", sí es de extrañarse cuando alguien pasa horas enteras de su día twitteando cosas como "tengo hambre, voy por comida" o "extraño a mi novia, snif...". Una vez es normal. Diez veces es comprensible. Todos los días y todas las putas horas es un verdadero suplicio.
Y bueh. Existen quienes afirman que el twitter y otros servicios similares están condenados a la extinción, pues no hay nichos publicitarios o áreas de oportunidad con las que puedan financiarse. Esto, sin embargo, me parece una burrada tremenda. Con un poco de malicia y maquiavelismo mercadológico twitter, como cualquier social network, podría alimentar la maquinaria no sólo con el ya dibujadísimo mapa de las conexiones sociales, sino también con las particularidades emocionales y las necesidades inmediatas de sus miembros, hecha la debida programación y puestos los debidos motores a trabajar. Y ese día, sin temor, daré de baja mi cuenta, para vivir un poquito más "off the grid" y un poquito menos al alcance de ese 1984 que ya pasó hace 24 años (terror!).
Un último punto: Uno de estos "twitteros" que sigo -quizás por necedad, porque el chamaco es verdaderamente bobo y monotemático- y que vive en la sacrosanta capital potosina, que como muchos han de saber, es toda una ciudad cosmopolita y llena de...cantera que necesita limpieza y...potosinos sin mucho qué hacer, se "compadecía", en un tweet, de nosotros los chilangos que debemos vivir en esta ciudad "apestosa, sobrepoblada y ruidosa" (sic) en la que vivimos. Evidentemente contesté a su categórica estupidez con alguna acidez reactiva de las que me caracterizan. Sin embargo, este chico me hizo recordar una de mis múltiples epifanías desechables y que tiene que ver con el hecho de vivir en una ciudad como estas, confrontado a la posibilidad de vivir en un pueblo, o una semiciudad, incluso extranjera en muchos casos, y cómo eso conforma tu mente de una forma muy particular y quizás un poco inhumana.
Nacer y ser chilango equivale a haber dominado a una gran bestia, siempre que seas capaz de moverte en todas partes y no vivas permanentemente en la burbuja clasista de tu "zona de confort". Los chilangos, como cualquier capitalino del mundo, o habitante de las grandes urbes, tenemos esa arrogancia que caracteriza al que ha pisado los infiernos y abierto un apartado postal en esa zona, o reservado una mesa, o incluso comprado algo de terreno sin temor a equivocarse. Sabemos que vivimos en las entrañas del monstruo, y en lugar de causarnos pánico u horrores permanentes (aunque a veces sí nos los produzca), nos sentimos orgullosos de vivir y sobrevivir en mitad del caos y con una sonrisa ocasional. Y en el caso particular de los que somos incapaces -todavía- de abandonar este terruño de forma definitiva, muchas veces se nos cruza por la mente el infame aburrimiento del que seríamos víctimas en caso de mudarnos a un pueblo, por más bonito y curiosillo que sea, o peor aún, a cualquier ciudad de medio pelo en la que no se cohabite con un poco de adrenalina, caos, diversidad o al menos un montón de lugares interesantes y 100% urbanos qué visitar con regularidad. Por eso tantos y tantos de los chilangos clasemedieros que emigran exitosamente, lo hacen a lugares tan o más jugosos que esta ciudad (Nueva York, Barcelona, Los Angeles, Madrid, Paris, etc.) y los que regresan pronto y con la cola entre las patas es porque se fueron a algún infiernillo de tres estrellas como puede ser Galicia, Monterrey, Houston o cualquier pueblo que se quiera nombrar para esos efectos. E incluso los que se mudan con éxito a las espaldas de otros monstruos, casi siempre andan nostálgicos de cuando en cuando, y vienen cada vez que pueden a bañarse en la peculiaridad defeña, y a pasarse unas cuántas tardes en compañía del smog y las malas costumbres.
1479 kilómetros cuadrados de DF y unas 4 veces más de "área metropolitana" make John an indifferent boy.
Claro: Todo lo anterior excluye a los que escapan por motivos psiquiátricos, de salud o simplemente jubilatorios. En cuyo caso hay una justificación exógena y el monstruo les permite partir sin solicitar el reingreso pronto.
Y es que, si uno lo piensa bien...¿quién diablos se bajaría de las espaldas de un cancerbero del infierno, para montarse en un french poodle?
Yo, ni por todo el calor infernal ni las playas del carmen ni los tepoztlanes ni los San Luis Potosíes del mundo lo haría.
julio 28, 2008
Postal de aniversario.
Te la dejamos en el mar de Mazunte, como acordamos.
Queridísima y terca Aura:
Hace un año, cierta ola que no estaba en el libreto, llegó a este lugar, donde tú estabas, y te tiró salvajemente contra el suelo, hasta quitarte la vida.
Estuve molesto. Estuve buscándote en el cielo el mismo día en que ciertos héroes te trajeron hasta casa, sólo para verte morir después. Estuve loco. Estuve cuerdo. Estuve, mes con mes, día con día, sueño tras sueño, tratando de regresar la realidad hasta el punto en el que tú estabas viva, quejumbrosa, con un pañuelo en la cabeza y una olla repleta de agua hirviendo y toneladas de Vick Vaporub dentro de ella, mientras la aspirabas, tranquila, luego de ver cierta película de Won Kar Wai que jamás había visto. Recuerdo, brevemente, que me gustó mucho.
Hoy estoy mirando la misma arena y la misma playa que te engulleron hace un año. Quizás no la misma ola, y –es más- quizás tampoco la misma arena o la misma playa. Porque las playas, así como todas las palabras, perdieron su significado en el momento en el que te declararon muerta, y tuvimos –casi todos- que encontrar un nuevo nombre para las cosas. Te fuiste, sí, y luego yo tomé un avión, pero otros se quedaron y miraron tu cuerpo muerto mientras yo miraba todas tus cosas, congeladas en el tiempo, y entonces –sin lugar a dudas—supe exactamente que no había otra cosa qué hacer más que recoger tu mundo y guardarlo en ocho valijas. Y luego traerlo de vuelta. Y luego aprender a vivir el mundo y las palabras, y el mundo de las palabras, y las palabras del mundo: Todos, todas: sin ti.
Ha pasado un año entero desde que te tomó por sorpresa ese mundo y sus vaivenes. No hay más ni mejores vaivenes que las olas. Ni hay más olas que los vaivenes, ni tampoco se sabe cuánto ni cuánta sangre se sacrifica con cada sonrisa, con cada muerte, con cada momento que no se va a vivir, y que se queda sobre el tintero.
Pero tu muerte, Aura, amiga mía, amada amiga mía, nos trajo tanta y tanta realidad frente a los ojos, que no hay manera de no mirarla. Es un dolor de 70 milímetros, es una pantalla panorámica a la que no puede no verse salvo si se cierran los ojos. Y cerrar los ojos, Aura, es algo que tu vida nos enseñó a no hacer nunca más.
Nos vamos, Aura. Todos nos vamos. Tarde o temprano, te alcanzamos, Tarde o temprano, nos sentiremos encontrados o perdidos, arrebatados o secos, como un roble, el roble que era tu vida, tu espalda, tus sueños (nuestros sueños) y nuestros horrendos y crudos –o muy muy crudos despertares- mañanas sin remedio que se van, siguen, se fueron. Días en los que uno quisiera no vivir si no es contigo, o en los que se busca un contigo para entender lo que es vivir.
Flores, Aura. Plegarias. Días, noches. 24 o 36 horas. 2 o 3 minutos. 1 o 2 nociones más. Epifanías de lo que es el mundo desde hace un año, cuando lo dejaste. Certezas de que nada es nunca más lo que solía ser, tras la última decisión. Y sí: Lo jodido acerca de tu partida, es que no fue decidida por nadie. Que nos esforzamos por buscarle sentido, a pesar de que lo carezca. Que odiamos al dios que no existe, y al que sí, y al que quiensabe, o a la realidad que –como ese Marx que tú adorabas decía—es siempre necia.
Y los odiamos porque no estás, porque nadie dijo y porque nadie decidió. Y lo único, amada amiga nuestra, que nos queda, son estas flores, estas plegarias a la nada, estos arrebatos odiosos a las olas. Estas ganas de que estés aquí. Esta implacable certeza de que no lo estás. Ni lo estarás. Y que todo está dicho. Y que te extrañamos, uno, dos, tres años después.
Y que nada: ninguna palabra será jamás lo mismo. Sin tu boca de Aura, sin tu Aura, sin ti. Sin que la digas a nuestras orejas, a gritos, a dentelladas. Sin que lo sepas, jamás, porque quizás no lo dijimos a tiempo o porque no lo sabíamos hasta que te fuiste.
Pero el tiempo es ahora. Y ahora es aquí: La playa, la arena, quizás la misma ola. Quizás no.
Esperanzadamente, llegará el machete que la mate. El cuchillo de mantequilla que mate a esa ola, puta ola.
-Hey man, let’s stab the sea with that butter knife, ok?
Eso dije -sin pensar- luego de desayunar equivocadamente unas enchiladas, en el mismo sitio donde desayunaste un año antes, frente a tu silla vacía, llena de flores amarillas, rojas, morada. Junto a Frank, a Fabiola, a Vanessa y junto a ti, de algún modo. Junto a esa memoria.
Y así nos fuimos hacia el mar. Persistimos sin la calma, que –aún ahora—no se presenta del todo, después del beso y del abrazo. Después de recordar y olvidar y hacerlo todo sin orden ni sincronía. Pero dejándote nuestro amor, otra vez.
A manera de un adiós.
julio 16, 2008
Manifiesto del País de las Horas Nalga (Good bye, Santa Fe)
1. Pensar no es lo importante. Es pensar que piensas. Piénsalo bien.
2. Tu nivel de inteligencia siempre será directamente proporcional a la cantidad de anglicismos que domines, o a lo ridículamente forzado que los pronuncies. Procura escupir un poquitito siempre.
3. Es importante ser creativo, proactivo, asertivo y tener, sobre todas esas cosas, una impecable higiene personal. Si puedes añadir unas tetas postizas o un traje que valga más que la colegiatura de tus hijos, entonces olvida todo lo demás.
4. Es importante trabajar duro. Pero es más importante sentarse de 8 a 5, con una hora de comida, en posición erguida y con la mirada inmersa en un monitor de 15 pulgadas, mientras tecleas frenéticamente “jajajaja” en el Messenger, para que parezca que escribes algo.
5. Deberás compensar cualquier defecto intelectual con la frase "En mis experiencias anteriores, que fueron muy exitosas..." Recuerda, la autocrítica no existe. Todo eso es pura negatividad y mirar el pasado. Aquí se trata de “next”.
6. Usarás un traje o un traje sastre, nada de Suburbia, de Sears pa'rriba, y te peinarás con gel o con mousse, aunque nadie te lo pida.
7. Te sentirás exitoso sólo por cumplir el punto número 6, sin importar que tu sueldo no compense tus responsabilidades. Recuerda: tu jefe siempre tiene más tarjetas de crédito que pagar.
8. Si eres personal de base, deberás sonreír ante cualquier eventualidad y tener una "actitud de servil-cio".
9. Si eres un mando medio, habrás de humillar a tu personal de base cada una de las vecs que tu jefe te humille a ti. Recuerda: de eso se trata la cadena de mando.
10. Si eres jefe, deberás inculcar en tus mandos medios la importancia de su liderazgo para evitar a toda costa el tuyo. Recuerda: tu chamba es cagarlos, tener un baño privado y cumplir con las horas nalga siempre que no sea la hora de "venta mata junta".
11. Trabajarás preferentemente en una zona de la ciudad en la que no se vean otros pobres que no seas tú mismo, que -por otro lado- estarás tan bien vestido que ni lo notarás.
12. Encontrarás siempre una manera de utilizar messengers clandestinos, antes que supeditarte a las restricciones de tu oficina. Si no lo consigues, te harás amigo de los lacayos de sistemas, que son tal como tú, y que luego de unas copas gratis te dejarán hacer y deshacer.
13. Recuerda: Debes pensar en BULLETS. El mundo está hecho de BULLETS. Siempre BULLETS. Eso si quieres ser un "plomazo" como todos tus compañeros.
14. Toda persona capaz de escribir un mail con puntos, comas, o peor aún: ¡punto y coma! deberá ser considerada como un ente peligroso y jamás habrás de contestarle los buenos días o responder a sus correos con más de una línea.
15. Tus correos, por otro lado, deberán escribirsesinpuntosnicomasypreferentementeconfaltasdehortografíajarrafales.
16. Toda persona que pueda escribir un texto con más de dos parrafos estará atentando contra la productividad. Recuerda: leer es improductivo porque quita tiempo. Acude inmediatamente con tus superiores y repórtalo.
17. Socializa sólo con tus iguales. O sea, contigo mismo.
18. Amarás las juntas por sobre todas las cosas. Las juntas son la medida de tu éxito, tu productividad y tu desempeño laboral. Mientras más juntas tengas, más parecerá que logras algo.
19. Sólo algunos elegidos pueden pasar de las juntas a los "cronogramas". Si eres uno de ellos, recuérdalo bien: Usa muchos colores, planifícalo todo. Arma muy bien tu análisis de procesos: Cada tarea que programes está ahí para que alguien le dé en la madre, no la cumpla o se la pase por los huevos. O para que en la próxima "junta" se modifique.
20. Conoce la actitud, el look, aprende un poco de mercadotecnia de los 90, impresiona a tus superiores con palabras como "negocía" "diferencía" y "branding". Recuerda: NO existen verbos que no lleven acento ficticio, en la última sílaba, que no se lleven perfectamente con un anglicismo que nadie sabe qué significa en realidad, pero que todos alaban como palabra mágica. ("Singuí-ung-tumi")
21. Recuerda. Estás en camino de convertirte en ejecutivo. Usas traje, te esfuerzas por verte bien, hablas con respeto a tus patrones y con desdén a tus subalternos. Estás a punto. Vas a llegar al éxito, algún día, y comerás y cenarás en las fiestas y banquetes que sólo unos cuántos disfrutan. Participarás de los burdeles itinerantes que el vicepresidente ejecutivo junior prepara para su círculo sagrado. Estás a punto. Sólo recuérdalo, recuérdalo, recuérdalo siempre.
22. Si por algún motivo eres despedido, renuncias, o eres elegido para un recorte de personal, "conserva la calma". Nunca tengas un exabrupto en las juntas, nunca lleves un rifle de asalto a la oficina. Mantén tu cara ejecutiva. Llega a tu último día. Recoge tu última quincena y luego escribe un mail con el siguiente machote:
2. Tu nivel de inteligencia siempre será directamente proporcional a la cantidad de anglicismos que domines, o a lo ridículamente forzado que los pronuncies. Procura escupir un poquitito siempre.
3. Es importante ser creativo, proactivo, asertivo y tener, sobre todas esas cosas, una impecable higiene personal. Si puedes añadir unas tetas postizas o un traje que valga más que la colegiatura de tus hijos, entonces olvida todo lo demás.
4. Es importante trabajar duro. Pero es más importante sentarse de 8 a 5, con una hora de comida, en posición erguida y con la mirada inmersa en un monitor de 15 pulgadas, mientras tecleas frenéticamente “jajajaja” en el Messenger, para que parezca que escribes algo.
5. Deberás compensar cualquier defecto intelectual con la frase "En mis experiencias anteriores, que fueron muy exitosas..." Recuerda, la autocrítica no existe. Todo eso es pura negatividad y mirar el pasado. Aquí se trata de “next”.
6. Usarás un traje o un traje sastre, nada de Suburbia, de Sears pa'rriba, y te peinarás con gel o con mousse, aunque nadie te lo pida.
7. Te sentirás exitoso sólo por cumplir el punto número 6, sin importar que tu sueldo no compense tus responsabilidades. Recuerda: tu jefe siempre tiene más tarjetas de crédito que pagar.
8. Si eres personal de base, deberás sonreír ante cualquier eventualidad y tener una "actitud de servil-cio".
9. Si eres un mando medio, habrás de humillar a tu personal de base cada una de las vecs que tu jefe te humille a ti. Recuerda: de eso se trata la cadena de mando.
10. Si eres jefe, deberás inculcar en tus mandos medios la importancia de su liderazgo para evitar a toda costa el tuyo. Recuerda: tu chamba es cagarlos, tener un baño privado y cumplir con las horas nalga siempre que no sea la hora de "venta mata junta".
11. Trabajarás preferentemente en una zona de la ciudad en la que no se vean otros pobres que no seas tú mismo, que -por otro lado- estarás tan bien vestido que ni lo notarás.
12. Encontrarás siempre una manera de utilizar messengers clandestinos, antes que supeditarte a las restricciones de tu oficina. Si no lo consigues, te harás amigo de los lacayos de sistemas, que son tal como tú, y que luego de unas copas gratis te dejarán hacer y deshacer.
13. Recuerda: Debes pensar en BULLETS. El mundo está hecho de BULLETS. Siempre BULLETS. Eso si quieres ser un "plomazo" como todos tus compañeros.
14. Toda persona capaz de escribir un mail con puntos, comas, o peor aún: ¡punto y coma! deberá ser considerada como un ente peligroso y jamás habrás de contestarle los buenos días o responder a sus correos con más de una línea.
15. Tus correos, por otro lado, deberán escribirsesinpuntosnicomasypreferentementeconfaltasdehortografíajarrafales.
16. Toda persona que pueda escribir un texto con más de dos parrafos estará atentando contra la productividad. Recuerda: leer es improductivo porque quita tiempo. Acude inmediatamente con tus superiores y repórtalo.
17. Socializa sólo con tus iguales. O sea, contigo mismo.
18. Amarás las juntas por sobre todas las cosas. Las juntas son la medida de tu éxito, tu productividad y tu desempeño laboral. Mientras más juntas tengas, más parecerá que logras algo.
19. Sólo algunos elegidos pueden pasar de las juntas a los "cronogramas". Si eres uno de ellos, recuérdalo bien: Usa muchos colores, planifícalo todo. Arma muy bien tu análisis de procesos: Cada tarea que programes está ahí para que alguien le dé en la madre, no la cumpla o se la pase por los huevos. O para que en la próxima "junta" se modifique.
20. Conoce la actitud, el look, aprende un poco de mercadotecnia de los 90, impresiona a tus superiores con palabras como "negocía" "diferencía" y "branding". Recuerda: NO existen verbos que no lleven acento ficticio, en la última sílaba, que no se lleven perfectamente con un anglicismo que nadie sabe qué significa en realidad, pero que todos alaban como palabra mágica. ("Singuí-ung-tumi")
21. Recuerda. Estás en camino de convertirte en ejecutivo. Usas traje, te esfuerzas por verte bien, hablas con respeto a tus patrones y con desdén a tus subalternos. Estás a punto. Vas a llegar al éxito, algún día, y comerás y cenarás en las fiestas y banquetes que sólo unos cuántos disfrutan. Participarás de los burdeles itinerantes que el vicepresidente ejecutivo junior prepara para su círculo sagrado. Estás a punto. Sólo recuérdalo, recuérdalo, recuérdalo siempre.
22. Si por algún motivo eres despedido, renuncias, o eres elegido para un recorte de personal, "conserva la calma". Nunca tengas un exabrupto en las juntas, nunca lleves un rifle de asalto a la oficina. Mantén tu cara ejecutiva. Llega a tu último día. Recoge tu última quincena y luego escribe un mail con el siguiente machote:
"A todos los que me conosen o no me conosieron quiero darlse las grasias pro habberme ayudado a crecer en este ultimo año de travajo en el que aprendi muchas cosas y siempre gosé del apollo de mis compañeros. A Caro le agradesco que me haiga traido aqui y pues todo su profecionalismo y pues espero encontrarnos en el futuro. A Jorge muchisisisissimas grasias y pues a todos los demas mucha suertee en sus proyectos presonales.
LEs dejo mi correo personal para que no perdamos contacto:
sumisopendejo@sinremedio.com"
julio 12, 2008
Tan diferente y tan igual...
Lanzaba la pregunta, hace no mucho, cierto mosquito.
¿No te das hueva de ti mismo?
Y me cae que la pensé. A pesar de que fuera el mosquito -fake-
el que la hacía.
Y pues sí. Hay tanta gente que escribe mucho mejor que yo, que piensa mucho mejor que yo, que dice mucho mejor que yo, snif snif snif...
Hay tanta gente que no se pregunta nada.
Hay tanta gente que no quiere -siquiera- saber una chingada.
Podría sentirme mal. Seguro que podría. Aunque me valga madres.
***
Pero de repente, cuando más hueva tiene uno, de uno mismo, llega la metáfora.
Una llamada simple: Amigo, necesito jugar 36 horas de ajedrez con alguien.
Y el amigo cumple y llega.
Gana y continúa.
Pierde y -a regañadientes- sigue.
29-16 el primer día. 25-14 el segundo.
Y mañana: mañana el "desempance".
***
Y no hay pedo de nada. La vida se explica en cualquier lugar, bajo cualquier nivel, sabiendo nada pero mucho. Viéndolo todo pero con palabras suficientes para nada: No hay pedo.
Repito: No hay pedo.
***
Y pues bueno. Sí. Me leo -y me releo- y sí: hago una oración.
Una oración que no es plegaria.
Es -acaso- un vil enunciado.
Sujeto, defecto y proyecto: That's all.
Y sí: Podría decir que estoy cansado pero no.
No cuando dos dedos hacen rabiar una mujer que no era más que un temor y temblor.
No cuando yo mismo me reduzco a casi nada,
y conmigo hago lo mismo que con lo que casi todos
tienen qué decir.
No será por mí que nadie te escuche: Estoy tan sordo como cualquiera.
***
Luego, la verdadera pregunta:
¿No te das hueva a ti mismo?
Y entonces recapitulo sobre mí mismo, y con toda seguridad me digo que NO.
Que sí hay una nueva historia sobre cada nueva historia.
Que sí digo porque quiero decir, y no porque el mundo se empeñe en que diga:
Hace mucho que ese tiempo se acabó.
***
Mujeres que podrían haberme parecido odiosas.
Historias que podría haber guardado en el baúl de lo que no me importa.
Partidas de ajedrez que habrían podido ser iguales,
pero que no lo fueron (nunca lo son).
Todo por obra y voluntad de permitir la sorpresa.
La partida de ajedrez involucra una posición inicial: la vida.
Jugarla, involucra un compromiso esencial: saber perder opciones.
Ganarla, involucra una realidad que pocos saben: Recordad, para no repetir.
***
Y cuando permites la sorpresa, ¿qué crees? Sorpresa.
El mundo deja de ser estereotipo
y se convierte en laberinto.
Y los laberintos, querida neurosis mía, son algo de lo que más te gusta.
No te hagas.
Ni siquiera trates de escapar.
***
Dale. Búscate tu Ariadna y tu Minotauro.
Go get them, boy.
Just remember: you gotta shine on, you crazy diamond.
Para prevalecer, hay que cantar. Y para cantar, hay que querer.
Querer seguir vivo, o quere a alguien.
No importa.
Tú sólo "shine on, you crazy diamond..."
**
¿No te das hueva de ti mismo?
Y me cae que la pensé. A pesar de que fuera el mosquito -fake-
el que la hacía.
Y pues sí. Hay tanta gente que escribe mucho mejor que yo, que piensa mucho mejor que yo, que dice mucho mejor que yo, snif snif snif...
Hay tanta gente que no se pregunta nada.
Hay tanta gente que no quiere -siquiera- saber una chingada.
Podría sentirme mal. Seguro que podría. Aunque me valga madres.
***
Pero de repente, cuando más hueva tiene uno, de uno mismo, llega la metáfora.
Una llamada simple: Amigo, necesito jugar 36 horas de ajedrez con alguien.
Y el amigo cumple y llega.
Gana y continúa.
Pierde y -a regañadientes- sigue.
29-16 el primer día. 25-14 el segundo.
Y mañana: mañana el "desempance".
***
Y no hay pedo de nada. La vida se explica en cualquier lugar, bajo cualquier nivel, sabiendo nada pero mucho. Viéndolo todo pero con palabras suficientes para nada: No hay pedo.
Repito: No hay pedo.
***
Y pues bueno. Sí. Me leo -y me releo- y sí: hago una oración.
Una oración que no es plegaria.
Es -acaso- un vil enunciado.
Sujeto, defecto y proyecto: That's all.
Y sí: Podría decir que estoy cansado pero no.
No cuando dos dedos hacen rabiar una mujer que no era más que un temor y temblor.
No cuando yo mismo me reduzco a casi nada,
y conmigo hago lo mismo que con lo que casi todos
tienen qué decir.
No será por mí que nadie te escuche: Estoy tan sordo como cualquiera.
***
Luego, la verdadera pregunta:
¿No te das hueva a ti mismo?
Y entonces recapitulo sobre mí mismo, y con toda seguridad me digo que NO.
Que sí hay una nueva historia sobre cada nueva historia.
Que sí digo porque quiero decir, y no porque el mundo se empeñe en que diga:
Hace mucho que ese tiempo se acabó.
***
Mujeres que podrían haberme parecido odiosas.
Historias que podría haber guardado en el baúl de lo que no me importa.
Partidas de ajedrez que habrían podido ser iguales,
pero que no lo fueron (nunca lo son).
Todo por obra y voluntad de permitir la sorpresa.
La partida de ajedrez involucra una posición inicial: la vida.
Jugarla, involucra un compromiso esencial: saber perder opciones.
Ganarla, involucra una realidad que pocos saben: Recordad, para no repetir.
***
Y cuando permites la sorpresa, ¿qué crees? Sorpresa.
El mundo deja de ser estereotipo
y se convierte en laberinto.
Y los laberintos, querida neurosis mía, son algo de lo que más te gusta.
No te hagas.
Ni siquiera trates de escapar.
***
Dale. Búscate tu Ariadna y tu Minotauro.
Go get them, boy.
Just remember: you gotta shine on, you crazy diamond.
Para prevalecer, hay que cantar. Y para cantar, hay que querer.
Querer seguir vivo, o quere a alguien.
No importa.
Tú sólo "shine on, you crazy diamond..."
**
junio 02, 2008
¿De qué lado masca (tabaco) Ebrard?
Post tomado de aquí
Puro caldo y nada de albóndigas.
En 2006 no tuve ningún reparo en admitir mis preferencias políticas. En primer lugar, porque siempre he sido de izquierda. Y a pesar de que mi particular punto de vista de la política nunca se ha visto representado -o identificado siquiera- con algún político de la izquierda mexicana, para mí siempre ha sido (y será) muy claro que a veces es más importante arrebatarle el poder a algunos que otorgárselo a otros. Y en este sentido, en 2006, para mí era privativo quitarle un cacho de poder a la oligarquía mafiosa y mocha que representan el PRI y el PAN, respectivamente, y optar por un proyecto de nación distinto y que -bien que mal- en ese momento, estaba más o menos bien ideado por el equipo que formaban AMLO y los intelectuales que le apoyaban.
Pero todos sabemos lo que pasó: Además de que AMLO resultó un mal contendiente, ahogado en la soberbia del que cree tener la razón, y de que desperdició así una gran ventaja estadística, también se cuenta el hecho de que hubo una elección sumamente sospechosa y truculenta, cuyas actas están por usarse como combustible para la caldera que calienta las albercas de Los Pinos, gracias a la enésima concertacesión del PRIAN.
C.E.O de México (y del Distrito Federal)
¿El resultado? Un nuevo y mejorado chairman a la cabeza del país (porque eso son los panistas, "directivos" o "ejecutivos" en oposición a estadistas y políticos), y un extraño ser, habitante de la condesa, y que gobierna la Ciudad de México con una vara que todavía nadie acaba de entender. Es así que mientras el buen Maquiavelipe Calderón y su vicepresidente ejecutivo junior, Ivancito el Facha, siguen mostrando sus enormes habilidades para hacerse de la vista gorda y de la cartera también, el peje es hoy un cadáver político sin muchas posibilidades de resurgir, y todo el moméntum ganado por la izquierda en 2006 se fue al caño.
Para colmo de males, en el combo por el que muchos votamos, nos quedamos sin hamburguesa y nos tocó el puro papafrita. Marcelito, el ubicuo, tiene algunas cualidades respetables: ha sido leal a su padrino político, Camacho Solís, que a su vez ahora le es muy leal a su apoderado político, AMLO, aunque un poco menos cada mes, dado que fue su pobrísima campaña política la que provocó su -nuevamente- fallido intento por acercarse a la presidencia de la república, esta vez desde la izquierda. Sin embargo, por conveniencias coyunturales, Marcelo hoy le sigue siendo leal a la pseudoizquierda que lo llevó a su primer puesto de elección popular, aunque su lealtad no sirva de mucho, puesto que sus maneras y posturas tienen una marca distintiva de su pasado salinista.
Marcelino, garro y vino.
No todo ha sido infame en su administración de la ciudad. Hay avances en seguridad pública y finalmente se han comenzado obras que tenían años en el olvido. Sin embargo, esto no es lo que debe ser prioritario para un gobierno de izquierda, como tampoco los son los túneles para Santa Fe, o las líneas de metrobús en rutas que nadie comprende y cuyas obras son más lentas que la bicicleta que usó Ebrard para ir a la chamba durante dos semanas. Marcelo debería aprender de lo mal que le fue a AMLO cuando trató de congraciarse con la clases media y alta de la ciudad de México. Con todo y que, cada mañana, una horda de panistas descerebrados se trepa al "pinchurriento" segundo piso desde la comodidad de sus colonias sureñas, Marcelito debería saber que mientras lo hacen, muchos de ellos hablan del "apestoso peje" y de su "carnal Marcelo" con la misma saña de siempre, y al mismo tiempo son felices de no tener semáforos en los que los "nacos" les pidan limosnas. Es más: desde allá arriba ni se ven.
Marcelito, por motivos que seguramente hasta él mismo desconoce, ha empujado leyes como la que hoy está de moda en todas las sobremesas: la sacrosanta ley de protección a los no fumadores. Es curiosísimo ver a retrasados mentales como Otto Sirgo o Diego Fernández de Cevallos, que sin pena ni gloria se atreven a vociferar contra la izquierda, como si fuera ésta la que hubiese generado la susodicha ley, y no un grupo de advenedizos pretenciosos que quieren sentirse en el primer mundo a través de una "atmósfera libre de humo". Es curiosísimo porque, finalmente, Otto y el "jefe" Diego demuestran su absoluto desdén por los demás y cómo es que les vale absolutamente madres el resto del mundo, siempre y cuando puedan fumar a placer. Y es curiosísimo también porque estamos en presencia de un increíble y absurdo intercambio de roles, como los que sólo México puede provocar. La izquierda promulgando leyes de derecha, y la derecha abogando por el libre albedrío (frente a aquello que le conviene, claro está).
¿Es o no es absurda (la ley)?
La finalidad, la esencia, el objetivo y el fundamento que sostiene a la leyantitabaco no es del todo descabellado. El Estado, estrictamente hablando, no debe favorecer conductas que pongan en riesgo la salud de muchos, y sin duda debe favorecer (en una visión de derecha) o incluso proveer (en una de izquierda) la salud a sus ciudadanos. Sin embargo, en México se dista mucho de tener un estado así, y ninguna autoridad, federal o local, tiene los recursos humanos, financieros o morales para encargarse de la salud pública. ¿A qué recurren entonces los gobiernos hipócritas? A leyes como la "antitabaco", sumamente publicitadas, mediáticas y, como decimos coloquialmente, totalmente "apantallapendejos".
Existen innumerables problemas en este y en todos los países, con los que los gobiernos prefieren no lidiar. En este país, por ejemplo, el 40% de la población vive en condiciones de pobreza, en ciudades sucias, desaliñadas y repletas de riesgos sanitarios. La industria nacional, escasamente regulada, suelta a la atmósfera mes con mes y año con año toneladas de partículas tóxicas. Las calles, en el DF y en prácticamente todo el país, están repletas de basura, heces humanas y de perro, ratas, cucarachas y un sinfín de hermosas plagas y contaminantes. ¿Por qué no lidiar con estos problemas antes que crear una ley diseñada para sociedades ligeramente más avanzadas que la nuestra? Porque no se tienen ni el dinero ni los tamaños para hacerlo. Porque no es mediáticamente provechoso limpiar las calles o poner en cintura a los industriales y sus fábricas, pero una ley como la antitabaco sí "reviste", sobre todo si la acompañas de unos bellos y ridículos stickers que, con una hojita de trebol al centro, rezan que estás en un lugar "100% libre de humo".
La realidad es que no lo estamos. Y lo molesto es pretender que sí. Pretender que la ley antitabaco realmente tiene un efecto positivo en la salud, mientras la industria, los automóviles no regulados y los de servicio público, siguen ensuciando el aire todos los días. Igual que los mantos acuíferos. Igual que todo lo contaminable.
La prioridad es farolear.
Y es que todo este asunto es una cuestión de prioridades. ¿Es prioridad del estado mexicano o del gobierno del D.F. lidiar con el tema del tabaco antes que, digamos, con la inseguridad o con los otros muchos tipos de contaminación que hay en la ciudad? A mi juicio, no. No hay ninguna estadística verificable que coloque al fumador pasivo como una prioridad de salud pública, y sí, por ejemplo, al cáncer cérvico uterino, al papiloma o a la diabetes. Y sin embargo, Marcelo y sus asambleístas, de un plumazo, dieron dos pasos adelante con la legalización del aborto, y diez atrás, con su remedo de ley antitabaco.
Quizás mi argumento sobre las prioridades no sea suficiente razón para cuestionar la validez de la ley. Quizás debiera acotar que el estado tampoco tiene el derecho de incidir sobre el libre albedrío de las personas, cuando se trata de productos que se comercializan legalmente y que forman parte de la industria establecida. Y es que, bajo la óptica de la ley antitabaco, el estado debería prohibir también que se vendieran hamburguesas en sitios públicos, y obligar a todos los restauranteros a vender, exclusivamente, comida macrobiótica u orgánica, dado que los pesticidas también son probados carcinógenos. Igualmente debería prohibir el consumo de frijoles, leguminosas y semillas, dado que los gases que generan contribuyen al calentamiento global. ¿O qué tal prohibir la emisión de contaminantes industriales en el valle de México? ¿O qué tal obligar a los pudientes a comprarse automóviles híbridos o a las fábricas a convertir a todos sus autos en híbridos? No. Un gobierno hipócrita no hace eso. Aunque, del mismo modo, el alcohol debería prohibirse definitivamente, dado que causa miles de accidentes vehiculares al día, y su venta en lugares públicas propicia riñas constantes e incluso crímenes y homicidios voluntarios e involuntarios.
Y entonces, al despertar, estaríamos viviendo en "Un Mundo Feliz". Porque la fantasía totalitaria de Huxley no era, como algunos piensan, un retrato de los peligros del comunismo, sino una profecía acerca de los peligros de engordar al Estado y sus atribuciones. Y aunque creo en un Estado responsable y con obligaciones para con sus ciudadanos, y creo que, en particular, el Estado mexicano le adeuda muchísimo a su pueblo y que, en algunos casos, los gobiernos de pseudoizquierda han resarcido algunas de esas deudas medianamente (privilegios a los ancianos, pensiones, apoyo escolar a las familias de bajos recursos, etcétera), me preocupa sobremanera el rumbo que Marcelo está tomando en los últimos tiempos, pues tiene todo los visos de ser mucho más un priísta que un hombre de izquierda, es decir, de derecha en la cartera y en la práctica y de izquierda en el hocico y a la hora de rendir pleitescías.
La bacha realidad.
Comprendo, acato y respeto la ley antitabaco porque creo en el derecho que los no-fumadores tienen a -qué irónico- respirar la menor cantidad de humo de tabaco posible. Humo que nosotros, los fumadores, producimos sin afán de dañar a nadie (ni siquiera, irónicamente, a nosotros mismos), pero que por cuestiones ajenas a nuestra voluntad, sí pueden provocar daño en quienes lo inhalan. Y por esa sencilla razón, es que habrá que respetarla. A pesar de ser una ley de primer mundo en un país de quinto. A pesar de estar pésimamente formalizada, tener una reglamentación ambigua y provocar riñas y segregación entre la gente.
Antier se informaba que Marcelo quiere ir contra los "2x1" y "Happy hours" de los bares. Esto no es sólo un atentado contra la libre empresa, sino una muestra más de la hipocresía con la que está llevando su administración. Esta "izquierda victoriana" es francamente molesta y me entristece, sí, porque luego de 10 años de gobierno perredista en el DF, la ciudad había tenido avances sustanciales en materia social, ambiental e incluso en su infraestructura y mobiliario urbano. Y a partir de 2006, lo único rescatable ha sido la legalización del aborto, mientras que la política social va en retroceso, el transporte público está bajo una terrible presión y ahora, para colmo, la sociedad está siendo segregada por leyes como la antitabaco, sin mencionar los daños a la industria restaurantera, que es un bastión económico de las zonas turísticas de la ciudad.
Y lo más sorprendente es justamente este puritanismo. ¿De dónde viene todo este súbito interés por regular la vida nocturna, el consumo de alcohol y tabaco, el sexoservicio, etcétera? ¿Votamos por un gendarme moral o por un gobernante que se comprometía a atacar las deficiencias económicas y la desigualdad social de la ciudad? ¿Alguien está absolutamente seguro que Marcelo no es un panista de clóset?
"El futuro ya no es como antes"
Mañana saldremos nuevamente a la calle y respiraremos la misma mierda de todos los días. Toneladas de partículas suspendidas y ozono que siguen esparcidos por toda la ciudad, mientras en Ecatepec y otras zonas del área metropolitana los industriales seguirán pagando mordidas para "cumplir" con las normas ecológicas. Quizás por la tarde se nos antoje dar una vuelta por el restaurante donde solemos tomar un café y platicar un rato, y cuando nos paremos a fumar, algún imbécil se moleste porque no estamos lo suficientemente lejos de su mesa, o porque estamos parados en la esquina de su casa, y su paranoia lo invite a llamar una patrulla, como ya atestigué hace unos días. Quizás algún changuito amaestrado se dé sus vueltas por la condesa, pegando sus lindos stickers mustios por todos lados, y la gente -la más pendeja- de verdad crea que vive en un lugar más limpio y mejor porque ya no se puede fumar ni siquiera en el vips. En la noche llegaremos a casa y, si la tele está en un canal funesto, veremos a Otto Sirgo y a sus huestes de televisos deplorar a la izquierda porque ya no pueden fumar ni en sus propios restaurantes, y por eso "estos pinches perredistas no respetan la libertad".
Y así, poco a poquito, mientras nuestro nuevo gendarme de la moral y las buenas costumbres nos impone nuevas reglas y nos mantiene cobrando los mismos sueldos de hambre, Felipillo y su pandilla se preparan, como dije hace ya más de un año, a preparar la venta simulada de PEMEX, "esa terrible y obsoleta empresa" contra la que atenta el EPR, misteriosamente, cuando al gobierno mejor le conviene. Mientras, los medios seguirán debatiéndose entre los tesoros submarinos de nuestro nuevo Salinas, el "Vivir mejor" que tiene un tufo impresionante a "solidaridad" y los patéticos publicistas que el PRD contrata siempre, cuyos spots parecen más infomerciales que recuerdan los viejos anuncios del dentista Jaramillo.
El país de la simulación es cada día más deprimente, y más simulador. Esta república del cinismo parece no tener más parangón para lo absurdo y lo surreal, pero la realidad es necia, y nos prueba equivocados día con día. Detrás de sus escritorios, el gran Gerente de la República, y todos sus empleados exprimen felizmente el erario y lo reparten entre los cuates. Hoy, cuando la moneda está más en el aire que nunca, nuestra "izquierda" sigue con su discurso obsoleto y nacionalista mientras el país sigue a la venta. Y Marcelo, que podría haber tenido la oportunidad y ciertamente tenía el deber de tomar la estafeta que le fue arrebatada a AMLO por su propia ineptitud y por los cachorros del fraude, se dedica a prohibir el cigarrillo, limpiar camellones y fustigar a los borrachos.
¿Cuándo acabará este maniqueísmo de mala calidad en que han convertido la política? Entre el chiquero de la elección perredista, el oscurantismo en los Pinos y los pederastas que siguen gobernando impunes y tragando mole con "el preciso", yo me canso de México cada vez más. Y si lo poco que puede disfrutarse en este país, esa libertad que otorga el tercermundismo y su falta de capacidad coercitiva, comienza a ser desmantelado por una regulación fuera de toda prioridad y proporción, habrá que pensar seriamente ya en la refundación o simplemente en el abandono de este país, que -al paso que va- no tiene gran futuro. O como diría un buen amigo: "el futuro ya no es como antes".
mayo 19, 2008
¿Tan tan? ¿Quién es? Otro pendejo. (¡Actualizado una vez más!) - Pero si es sólo un postito en dos aaaaañooooos. Juar!
Al malote se le acabaron sus palabritas. Bah, qué fácil.
Estimados visitantes, asiduos, espías, detractores y amigos de verdad:
Durante más de tres años este remedo de blog ha estado en línea por motivos muy diversos. En ocasiones como bolsa de mareo en la cual depositar religiosamente mis desechos emocionales y mentales, en otras como un sitio para compartir bromitas, alegorías o palabras teledirigidas al corazón o mente de alguna persona que me importase en cierto momento; y también en algunas más ha sido un delicioso ring de boxeo en el que muchas riñas políticas, electorales o netamente blogueras tuvieron lugar, casi siempre con finales felices y victoriosos y en otras ocasiones sencillamente con finales, en los que o se acabó la llamarada petatera en turno, o sencillamente volví a alguna de mis otras modalidades que a nadie le importan, y punto.
Sin embargo, entre mediados de 2006 y principios de 2007, una nueva, pusilánime y resonante voz se dio cita en este patético lugar, y con un afán denigratorio se apuntó desde entonces a la tarea de zumbar, como uno más de estos anónimos mosquitos que en todos los blogs se dan cita, y dedicar -a veces horas y semanas enteros- a revisar, responder y colgarse de cualquier cosa para, como sólo los mosquitos saben hacer, chingar quedito cerca de las orejas y con una religiosidad digna de los insectos.
Dada la coyuntura de ese año, 2006, y los muchos pleitos políticos y de otras índoles que pululaban por México, en general, y por las circunstancias de mi vida en ese momento, supuse de muchas personas y de muchos de mis ya conocidos mosquitos. Y aunque uno a uno estos otros fueron siendo descartados, dada la mucha información que cada comentario pendejo iba proveyendo, sin que su autor pareciera percatarse, la realidad es que vamos ya entraditos en el 2008 y mi fan número uno sigue dándose sus vueltas, a veces más rápidas, a veces más lentas, y viene acá a "cazarme" (según sus propias palabras) ya que soy un "perdedor".
Esta es la cara que tienen los mosquitos caza-perdedores, luego de acudir a la primera fase del cuarto camino, o al quinto acuerdo, o al curso primero de don Miguel Ángel Cornejo. Su nombre científico es "Anophyilus Pedorrus" y suelen hacer más ruido que nueces. Se les halla trabajando cerca de Santa Fe, cenando constantemente en Polanco y en cualquier lugar donde puedan ostentar sus pretensiones de grandeza. Esta versión para colorear es una cortesía para mi mosquito mayor.
Y bueno. Debo confesarlo, nuevamente. Jamás he asistido a un club de Miguel Angel Cornejo, o me he juntado con los "ganadores" que la estrecha mente del alienado social supone que son semejantes plastas de mierda y autoelogio. A mí me gusta mucho mi condición de "perdedor" porque me recuerda más bien mi facultad de "outsider", y me deja la enorme tranquilidad de que -justamente- no tengo nada que perder, y que por eso disfruto lo mucho que disfruto la compañía de los muy buenos amigos que tenga, y de las muy hermosas (en todos los sentidos) mujeres con las que me ha tocado compartir un rato de mi vida, en practicamente cada ocasión.
Este personaje/fenómeno ha tenido, claro, resonancias coyunturales en otros pendejos en turno que han traído alguna rencilla conmigo y que tampoco tienen los suficientes guevos para planteármela frente a frente. Y siendo tan fácil encontrarme (porque los conoces saben que mi rutina de perdedor sigue frecuentando los mismos lugares y las mismas personas desde hace mucho tiempo), supuse que se trataba finalmente de eso: Mosquitos persistentes que se harían coro los unos a los otros mientras tuvieran ganas.
Hoy tengo un poco más claro quienes han sido cuáles, y -obviamente- sus motivos. Y también me queda claro que existe uno sólo, llamémosle el Mosquito Mayor, y que es el que ha sido más persistente, repetitivo y -en cierta manera- el menos importante, pues las posibilidades son tan reducidas que sólo puede tratarse de algún pendejo. Pero déjenme les expongo claramente mis ya elaboradas teorías y que cuentan con el análisis de otros amigos/lectores, además de cierto apoyo tecnológico:
Esta es la única imágen que haciendo gala de mis argucias tecnológicas he podido conseguir de mi mosquito mayor. Como podrán ver, su postura asemeja la del 98% de la población mundial, por lo que resulta muy complicado discernir su verdadera identidad.
Sospechosos Blogueros:
1) En el principio fue la Gabba. Un bloguerito en extinción, pseudopublicista y "ganador" que se puso punk como por 5 minutos. Esto ya tiene mucho tiempo y aquel no era tan anónimo como otros. Caso aclarado hace ya tiempo.
2) Después vino don Resistron 5000 y/o su novia, que luego de una rencilla semi-larga de comentarios pendejos dejó de defender a su "novia" homofóbica y retrasada mental a la que hicimos cachitos en conjunto. De este personaje condechi y "ganador" tampoco ha habido muchas noticias, y es muy dudoso que luego de dos años siguiera ardido por esas pendejadas.
3) El Chilango de Duranyork fue otra de esas luchas blogueras que duraron un ratito. Pero el tipo solía firmar sin vergüenza y además, acabamos poniéndonos pedos y cagados de la risa en alguna de sus visitas al D.F. Eso descartaría al susodicho.
4) Rogelio Villarreal, Guillermo Fadanelli o Tanya Sandler. Si bien en los albores de este blog me encontraba un tanto asqueado de la industria editorial mexicana, y que les tiré algunas piedras que originaron algunos intercambios de cates con esta familia autorreplicante, la realidad es que dudo que se atreverían a nombrarse "cazadores de perdedores", o que podrían mofarse de la drogadicción y alcoholismo de cualquiera. Eso los descartaría a los tres de un plumazo, ya que son conocidas divas de la autogratificación oral, en todos sus sentidos, y además, mal que bien, los tres escriben bastante bien, lo cual descarta a nuestro machín de cantina una vez más.
5) Rodrigo Sánchez-Villa: ¿Quién, que haya leído este blog en 2006, podría olvidar las encarnizadas putizas que nos acomodamos en el ciberespacio (aunque más bien fueron un poco desiguales, de acuerdo a sus propios amigos)? Y aunque la semántica podría seguir siendo similar, dudo que el muchacho tenga tan pocas cosas que hacer. Además, como en otros casos, acabé viéndolo en persona en varias ocasiones, y pues no le noté muchas ganas de partirse la madre. Y aunque este muchacho, dado tooooodo lo que ya sé de él, no puede ser descartado, sería muy dudoso que fuese TAN ocioso como para seguir chingando, dado que sé dónde vive y que incluso se ha atrevido a chupar en el mismo bar que yo, e incluso a acudir a alguna de mis celebraciones personales.
6) Luego me vino a la mente: Bien podría ser Ari Volovich. Releyendo sus comentarios de antaño, en los que vomitando su ardor se emputaba de lo patéticos que resultaban (y me siguen resultando) sus artículos, su pseudojudaísmo de closet (aunque ya su propia comunidad se vomita de él también) y toda su moralina ridícula...hmm...ese podría ser así de ocioso. Incluso recuerdo algún familiar suyo hablándome de sus problemas mentales hace no tanto tiempo...hmm...quién sabe. Y ahora que lo pienso y lo repienso, muchas veces lo vi hacerle al machín de cantina, cuando se ahogaba en la condesa con sus amiguitos. No lo sé, pero es una posibilidad interesante.
Hasta ahí llega la lista bloguera. No recuerdo ni he recapitulado ninguna otra rencilla virtual desde entonces y yo he estado más bien sumergido en otro tipo de asuntos, descuidando plenamente el blog a partir de mitades del 2007. Y debo decir que el análisis semántico de todos los comentarios piteros de este personaje me ha provocado casi lágrimas de risa, pues sea quien sea de verdad demuestra un microgonadismo (testículos microscópicos) y un ardor tan insospechado que hasta me hace sentir maloso, je.
***
No hay que confudir a los mosquitos con las moscas. Estas últimas, como bien me hizo notar un ex-amigo que aparece en esta lista, y parafraseando a Umberto Eco, no pueden estar equivocadas: Hay que comer mierda. Por eso es que ya hasta aguanto y me he encariñado con mi mosquito mayor. Me recuerda la inefable condición humana de los comemierda.
Sospechosos "reales" (léase, de la "vida real"):
El Padrotón: Personaje de alta capacidad creativa que llegó a este país a partir plaza y a utilizarla en la renovación total de la gama manipulatoria de nuestros nacionales. Uno más de estos trabajadores de cuello azul que llegan a México a demostrar que en este país bicicletero, el tuerto es rey. Luego de pretender ser mi cuate, beber de mi copa y padrotear a mi gente, tuvo una salida poco decorosa hace ya dos años (tiempo que también coincide con nuestro mosquito). Sin embargo, y dado que ha habido algunos otros roces posteriores, este muchacho jura y perjura que él no hizo nada y que es lindo y bueno y que ya lo deje seguir teniendo su vida y no lo señale con el dedo. Eso, aunque no dejará de sucederle, y no sólo por mi, sino por la enorme cola de gente furibunda que va dejando a su paso, tampoco lo hace el mosquito mayor, pues a pesar de sí ser de la familia chupasangre (y la chupañongas, según cuentan los últimos chismes), y aunque también estoy perfectamente claro de que este joven talento es el autor de algunos comentarios aislados, también es casi seguro que no se trata del mosquito mayor.
El realmente ofendido: A este personaje no podría reclamarle gran cosa. Durante mis años mozos hice terribles cosas con mis genitales (no, no me los pinte ni me los hice trencitas), y en alguno de esos calentones cometí pecados imperdonables. Sin embargo, este personaje también apareció en algún momento para reclamarme por mis chingaderas, y, habiendo tenido toda la oportunidad, tampoco se subió al ring como era de suponerse.
La perversa polimorfa: Esta hipótesis, provista por uno de los analistas, apunta a que un personaje otrora muy cercano podría ser quien está detrás de todo el asunto. De cualquier modo, me niego a creerlo ya que durante muchos meses de estos casi dos años, la cercanía fue muy amistosa y en ningún momento hubo visos de malestar, aunque "uno no sepa pa' quien trabaja". De cualquier modo, esta mujer tampoco aplicaría en la materia de "mojigatería en el consumo de alcohol o sustancias ilegales", así que lo dudo mucho.
Cualquier otro pendejo: Este parece ser el verdadero meollo del asunto. Si bien me gusta el conflicto, y me he involucrado en alguna que otra rencilla verbal acá en la internet, lo cierto es que en la vida real tengo muy pocos "enemigos", que bien puede decirse que sólo es gente con la que hay animadversión, y punto. Cualquier otra persona cae fuera de mi conocimiento o mi interés. Puede ser desde el portero del edificio hasta cualquier otro tarado que se encuentre ardido por cualquiera que sea la razón. En todo caso, y como esto es lo más posible, dada la absoluta falta de huevos para mostrarse y la total falta de motivos que dicho personaje tendría para burlarse de mis muertos o para repetirse a sí mismo por dos años, esta es la hipótesis más viable hasta el momento.
***
Y con esto, amorosamente, cierro un capítulo de esta habitación virtual. Y seguramente vendrá el susodicho, u otros se colgarán y todo lo aquí relatado ocurrirá una y otra vez en versión microcosmos. Yo, sin mayor problema, doy por concluido mi interés en todo este asunto, ya que -en lo que a mí respecta- se trata de cualquier pendejo.
Y pues de pendejos está lleno el mundo, así que este gordito perdedor que -curiosamente- suele tener mucha suerte para muchas otras cosas, se marcha a seguir trabajando y le deja a sus amigos y detractores un gran saludo.
Nota: A los que quieran chingar públicamente por última vez, les sugiero cariñosamente que no se repriman. El cagadero anónimo se va finalmente al baúl de los recuerdos y todos esos comentarios que han sido filtrados por la moderación a mí "me sudan la polla". Sin importar cuán supuestamente ofensivos sean, uno debe reconocer que no cualquier pendejo puede ofender.
Y recuerden. La mierda también es universal.
Besitos (Juar!)!
mayo 12, 2008
Adjetivos para los vivos (y los muertos)
A la memoria de Olivier Debroise (1952-2008)
Todo lo que no era:
taciturno, na.
1. adj. Callado, silencioso, que le molesta hablar.
2. adj. Triste, melancólico o apesadumbrado.
Hay adjetivos que me gustan y me disgustan. Y entre ellos, hay algunos con los que me identifico regularmente, o -como suele pasar conmigo- con los que más bien me identifico de forma intermitente. Y es que mi relación con "el mundo" o "la realidad", es asquerosamente estroboscópica: Se enciende y se apaga con una aleatoriedad verdaderamente exhaustiva. Minuto a minuto me agrada y me desagrada y, como diría la extraordinariamente rara película que vi anoche, lo único que no concibo es "How can't i be myself?".
¿El optimismo significante o el pesimismo recalcitrante? Ya sé que sueno asquerosamente culturoso y parecido a mi querido amigo hlk, pero es que esta disyuntiva patética me sigue pareciendo tan cercana (y tan lejana) como todas las absurdas dicotomías maniqueístas que tenemos que vivir a diario, que ya no sé si estrellar mi cabeza contra el muro repetidamente, o simplemente persistir en el on/off de placer y dolor hasta que un día la vida decida marcharse, y mi paso por el mundo sea tan significativo o infinitesimal como cualquiera de las cosas que estoy escribiendo ahora mismo. Creo que necesito acudir a los detectives existenciales, sí, y resolver de una vez por todas lo que no tiene solución. Vivir.
Hoy es el cumpleaños de cuando menos 4 personas que conozco. En estricto sentido he mandado las respectivas muestras de felicitación y/o recordatorio a cada uno de los involucrados. Y sin embargo, me siento invadido por ese adjetivo, digno de una caja de cerillos Talismán, y que es con el que empieza la diatriba existencial de hoy. Taciturno: silencioso y molesto de hablar. Apesadumbrado y melancólico. Y sin embargo, peligrosamente cercano a mi otro yo, el que grita fuera de control, habla por deporte, hace lo que tiene que hacer, dice lo que le da la gana, y con eso se compra el desprecio o la aceptación de quien sea.
Entonces, (y espero que me entiendan), ¿cómo se comprende que los que no son taciturnos, y dicen siempre, y tienen algo que decir, se mueran, y se mueren y se siguen muriendo, mientras los que nos cansamos de decir, los que no sabemos cómo, y no tenemos qué, seguimos aquí, presenciando cómo el mundo pierde a sus voceros más brillantes, poderosos y geniales?
Pero hoy soy taciturno. Absolutamente. A pesar de los abrazos y de los cumpleaños. Aunque tenga mucho que decir y la parte poética se esfuerce sin tener resolución posible. Taciturno porque el mundo hoy es más negro que blanco. Las grietas son más anchas que lo que nos conecta a todos. El vacío es más importante que los átomos.
Un hueco en mi corazón, uno más. Se murió uno más de los grandiosos y aquí, en el sopor, persistimos los prescindibles. Hígado, corazón y cerebro en mano: camino al mismo lugar, pero a un paso tan rápido como lento.
¿Dónde reside la justicia poética, el equilibro, la homeostasis, la normalidad? ¿Será que ese equilibro biológico y científico y mesurable, no conoce de metáforas ni de poderes abstractos ni de adjetivos?
Quizás. Quizás el equilibrio no requiere estrofas ni versos. La muerte tampoco sabe, ni le importa, si una boca besa bien, habla bien, o recita la verdad en haikús perfectos que valen más que dos segundos de grisaciedad cotidiana. Los adjetivos -para vivos y muertos- son habitantes de otro mundo. Un mundo en el que nadie vive o se muere. Un mundo platónico -si se quiere- donde las ideas nos miran desde la gradería, a carcajada abierta, mientras nosotros pretendemos darles con un palo, viles piñatas, y esperar a que un día nos lluevan encima, y lo ideal -el gran detergente de nuestras pendejadas- lave de una vez por todas esa eterna estupidez que nos conduce a ser nosotros, todos los días.
Y sin embargo, ¿cómo podríamos no ser nosotros mismos?
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