La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

noviembre 13, 2008

El protocolo del desorden. (Carta a mi amigo del "dios es amor")

Chhhhhht. ¿Qué pedo? Ahí va:

El punto y aparte (tras la palabra "desorden") lo puse sólo para los conocedores. Y es que no hay absurdo más sincero que ponerle puntuación cualquiera a cualquier caos venidero. Como este. O como el que sigue (dos puntos):

Sin duda me repugnan los absurdamente puristas tanto como los mareados agitadores. Me cagan, en realidad, las etiquetas y los protocolos. Muy fácil (dos puntos otra vez): Detesto las invitaciones para (casi) cualquier boda. Y las detesto si particularmente exigen que me vista de un smoking rentado, o de una formalidad que no conozco o que siquiera alcanzo a interpretar. Lo mío, querido amigo, no son las regalías ni las monarquías. (Y sí, aunque medianamente sé algo de princesas, tampoco me atrevería a escribir un tractatus...).

Cuando hablo en honor al desvarío, realmente no hablo por nadie sino por mí mismo. Puesto sé qué tan capaz es mi ego de autoalabarse. Y porque sé que detesto los ensayos y los "rehearsals" (que son lo mismo). Pero no sé (y ahí sí me admito estúpido), porqué es que los niños tan pequeños le tienen tanto aprecio a mi cinismo recalcitrante.

Pero enough about me. Esta tendría que ser una ultimísima admisión de incapacidad. Una carta dedicada a quien todavía tiene/siente/vive la FE. Mi amigo del "dios es amor". Mi querido amigo del "Jesus is Lord".

Honestamente, amigo, tu Jesus me parece una encantadora literatura fantástica. Y -más importante que eso- tu fe es mi envidia de todas las mañanas. Hoy, mientras transitaba sobre avenida de la prostitución existencial (whatever), pensaba en lo fácil que sería recibir un auto (o un avión, en estos tiempos post-mouriñianos) sobre la cabeza. ¿Y si de pronto cayera un auto, un tren, un autobús o un aeroplano, sobre mi cabeza? ¿Y si la rompiera sin remedio? ¿Y si la vida -para mí- se terminara así de súbito?

Por más que atesoro las historias, no me deja de dar miedo la posibilidad de que toda esta existencia se termine de forma instantánea. Y no es que atesore tanto mi presente, no, pero sin duda me tomo el futuro por sentado. Todo el tiempo. Sin mirar atrás.

Amigo mío: Tú ya tienes un nombre y una fe que le da significado a todos los posibles finales que hay para cada una de las conciencias. Tú dices "dios", de entrada. Y luego dices "dios es amor", y sin mirar atrás.

Yo soy un vástago de mi propia necesidad. Yo soy un hombre que recurre al humor porque no tiene mejor alternativa. Y el humor no siempre me paga réditos. Es más: escasas veces cosecho carcajadas.

Tú, sin embargo, no dependes de ti mismo, tanto como de tu fe. Y yo te envidio, amigo. Te envidio enormemente. Y sin remedio: Pues no hay respuesta que me sirva ni canción que me conteste. Mi vida se acabará cuando se acabe mi vida. Ni un segundo antes, ni una broma después.

¿Cómo no sentir envidia de los fieles, tan llenos de fe, o de los vacíos, tan llenos de nada? La vida agnóstica es perfectamente equiparable a la de un clasemediero: Ni pobre, ni rico. Ni negro, ni blanco. Ni lleno, ni vacío. Ni feliz ni irreparable. Nomás tembloroso y dubitativo.

Ojalá hubiera elección, amigo mío. Pues de haberla, sin duda escogería la tuya. Despreocupado de lo consiguiente, transitas sobre la enorme fe de que todo está dicho.

Lo malo, mi buen, es que fumo. Pero no fumo Benson & Hedges.


Duh.

1 comentario:

Karina dijo...

... eh, ¿todo esto por no ir a una boda? ¿O qué no entendí? Aunque me gusta la gente que se aferra.

Por cierto, los del post anterior no son, ni en la estructura, aforismos. Se me ocurre llamarlos "egorismos" pero no sé cuántas putas gramaticales y etimológicas violo con ello...