Para los demonios
Dame un minuto cósmico de los tuyos, o dame una pestaña. Mejor, dame un guiño y el cuento será tuyo.
Dame un manantial embotellado en presentación frigobar. Dame un pergamino con el que pueda envolverse una goma de mascar, sin relleno y sin comensales. Dame una rueda, un pupitre, un altavoz o una paloma con alas de ginebra (tamaño frigobar también).
Dame un detergente para lavar las nubes, bajo en espuma. Dame un murmullo. Dame otro sonido infinitesimal.
Se me acaba el tiempo aquí. Se me acaba siendo. El teléfono suena y es, nuevamente, el destino.
(Agradece a los cerros, a los terruños y a los malos demonios que ahora le contesta la secretaria. Ya decido yo si tomo o no tomo las malas noticias).
Imagino el coche, la carretera. La playa lloviéndonos encima, el calor y un rato más de tu boca en bocanadas. Andanadas se desbocan. La boca, la bahía, la hamaca y una soga que nos lleva más alto que las nubes (limpias) y los huracanes (con la tinta de los días).
Llevo mi plumero, mi bolígrafo, al gato y a la mecedora. Lo llevo todo. Sólo me he dejado en casa el cinturon de seguridad.
¿Una vuelta?
2 comentarios:
esta muy bueno
Wow... una "vuelta" de esas suena bastante antojable. Yo tambien dejaria el cinturon de seguridad... jo!
Saludos.
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