La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

julio 17, 2005

Sabiduría gastronómica (Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve mordido)

¿Cómo empezar? La interrogante perpetua. El fastidio de los que escribimos, aunque sean solo pendejadas (por supuesto, no es mi caso, yo soy una verga galopante, snif).

Podría empezar yendo directo al grano, pero el único grano que encuentro está en mi enorme mejilla izquierda. No tengo ni puta idea de cuál pudiera ser el grano. Debo decir, de todas formas, que eso TAMPOCO me conflictúa demasiado, aunque todo el puto tiempo parezca que si.

Pudiera decir, por ejemplo:

- ¿Mesero? (a.k.a. argentino de mierda)
- ¿Sí, señor?
- Por favor tráigame un "caos desordenado de la existencia pseudo-coherente", de tomar una copita de Pesquera crianza, y al centro dos checoslovacas perversas y sin autoestima, ah, y unas papas fritas. Para la dama no sé. Pregúntele. Ella es un ser pensante, libre, independiente y con deseos perfectamente definidos. No me haga pasar más ridículos de los estrictamente necesarios.
- Enseguida, señor. Y (dirigiéndose, gracias al amor de un perro, a la dama), para la dama? ¿Algo en particular?
- Sí - replica fuertemente la "dama" - A mi tráigame ésta, sí, la "perfección a la plancha". De tomar ahorita nada. Digo, no sé. Al rato le pido. ¿Sí?
- Seguro. En un momento estoy con ustedes -replica robóticamente el mesero- (Acto seguido, un grito no muy audible motiva a los que sí hacen su chamba: ¡Trabaja un caos desordenado, una perfección a la plancha, dos checoslovacas sin picante, unas papas-libertad y una copita de California's Lust de Tetra-Pak!)

Es obvio que las checoslovacas nunca llegan (y ni hablar del Pesquera Crianza). No hay más ni en la bodega, ni en la nevera, ni en ningún puto lado. El mesero le explica cordialmente al suntuoso comensal la recién sabida desgracia. El comensal suspira. El comensal se resigna. (Al fin y al cabo en este lugar no habría cuchillos suficientemente buenos como para cortar atinadamente el platillo deseado, piensa). En lugar de eso pide un estúpido paté de pato. Hay que ser imbécil.

- Mmmhmmm, esto está delicioso, querida. ¿Quieres?
- No, gracias amor. A esto no le dicen perfección por nada. Verdaderamente no hay más que pedirle. Está REALMENTE sublime, ¿quieres probar?.
- Erm..bueno, dame un poco para ver qué tal, (muerde) mhmmm, delicioso(saborea) mhmmm, (engulle). No sé porque pedí lo que pedí, lo tuyo sí que no tiene madre. Está casi casi celestial.
- (con la boca llena y el regocijo a tope) Grrchomp, chomp: sin duda alguna. No puedo parar de comer.
- No es para menos.


Transcurren los bocados que, lentamente, sacian el hambre de ambos comensales. Uno, él, masticando su indecisión sabiendo que la comida de su contraparte es infinitamente mejor. Ella, ciega de tanta lujuria culinaria, apenas puede respirar de tanto placer. Sin embargo, y acercándose a los últimos bocados, se encuentra con algo que no estaba en su libreto:

- (Alarido) Auuugghhh. Esta puta mierda trae una pinche piedra incrustada. No mames, si estuviéramos en el primer mundo esto sería causal de demanda.
- ¿Cómo? - dice el otro mientras devora el último pedazo palpable de su plato - ¿No me digas que traía una piedra?
- Piedra no. Un puto peñasco. El peñón del Gibraltar, la piedra filosofal, vaya, la misma puta piedra que mató al pobre pendejo de Moctezuma. Estas son mamadas. "Perfección a la plancha". Mira qué cinismo se han de cargar estos hijos de puta como para atreverse a nombrar un platillo así. Esto es un escándalo.
- Bueno, bueno, bueno, amor. - dice el otro semiconsternado- No es para tanto. Hasta antes de la chingada piedra, el platillo estaba de lujo (aunque en el fondo agradece no haber pedido lo mismo). Una piedrita no es para tanto.
- ¿Que no? ¿Qué me dices? "Perfección a la plancha" debiera ser perfección a la plancha. Nada de semiperfección semicocida y semidisfrutada. Me cae que nada que ver. Verguenza les debería de dar a estos cabrones...


El mesero, que para entonces casi dormitaba, continúa con su rondín obligatorio y se acerca nuevamente a los comensales.

- ¿Todo bien? -pregunta automatizado-
- A mi tráigame de una vez otra copita de Pesquera. Qué bueno está. ¿Te había dicho -pregunta volviéndose a su acompañante- que el Pesquera es mi vino favorito de la Ribera del Duero?
- Ajá. (Diez mil veces lo mismo)


Ella pide un inoportuno vodka mientras contempla, aturdida, la imperfección de su plato perfecto. Luego pide hablar con el gerente, quien, atónitamente borracho, escucha con calma toda la retahila de improperios que le propina su insatisfecha clienta. Acto seguido, sabiendo lo que tiene que hacer, le ofrece un sinnúmero de cortesías a la desdichada, misma que se ve obligada a aceptarlas a pesar de que con ello, se obliga a sí misma a callar boca. Ambos se levantan de la mesa, pagan su desgarriate, y caminan estúpidamente hacia el regreso.

- Hubieras pedido otra cosa, princesa. Era obvio que la "perfección a la plancha" no podía ser realmente perfecta.
- (muda y rabiosa) Ya ni me digas. Mejor cállate. Todo iba perfectamente bien hasta que casi me rompo un diente con ese último bocado.
- Pues lo que me tocó a mi no tuvo madre -trató de calmarla él- Mucho mejor que mi caos desordenado (que no estaba tan mal, por cierto -pensó sin decir-).
- Llévame a mi casa, ¿sí?. Ya no quiero darle más vueltas. Hay días en que lo perfecto es deliciosamente imperfecto. Hay días en que la perfección parece posible, cercana, asegurada y majestuosa. Pero hay otros días, chingada madre, en que no te das cuenta de nada, hasta que lo ves mordido.


Salud.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Veamos, si mi plato fuera "La mismísima perfección al vapor", tons no necesitaría echarle encima nada, ni salsa de tres quejumbres, ni errores balsámicos, ni sudores salinos, no necesitaría croutones de complejos autoinfligidos, ni piscas de pimienteros estornudosos, ni trocitos de desiluciones ni un poco de frustración "on the side"...chale, qué insípida perfección.

Mesero, tráigame el menú de comida casera, que quiero saborear lo de diario, lo normalito, lo sabroso por austero, nada de platillos a la carta elegante. Y si se puede, tráigame una ración extra de piedritas (pero gratis, tampoco sea cabrón).

Chamirú dijo...

Sí, bueno. Pos claro. Yo por eso soy más partidario del caos desordenado (cuando hay). Si no, con unas pinches sincronizadas y un agua mineral se puede pasar uno un buen rato. Con todo y que de repente es rico pagar una fortuna por un platillo cuasiperfecto. Todo depende de cuánto se lleve en la bolsa y cuánta hambre se tenga. En fin :)

the drop dijo...

Tu historia no cuadra... Una chava tan mamona para pedir una perfección a la plancha, no podría cometer el gravisimo error de omitir el importantisimo control de calidad. Encontrando la piedra, si es tan grande (el peñon de gibraltar), la roe, y la deja a un lado del plato, feliz de haberla dejado bien limpiecita. Sabe que la perfección es un platillo esencialmente interactivo y que la delicia del entremes reside justamente en evitar la roca.

Si es más chiquita (como para no darse cuenta y "casi romperse un diente"), yo diría que a la hora de encontrarse con la piedrita, no arma un escandalo. Esta conciente que el platillo es poco comun, y que poca gente sabe prepararlo en las reglas del arte. De todas maneras, cuando pasa el incidente, esta tan ebria de felicidad, que una mendiga piedrita no sería capaz de arrebatarle siquiera un supiro...

Chamirú dijo...

Bueno, en este caso son dos personajes rependejos. Uno por conformarse con el puto caos, el otro por pretender que la perfección la cocinan en una fonda condechi. Mejor pongamos un restorán. Al cabo la clientela ya la tenemos :D

Anónimo dijo...

ahh kartak, tu si sabes lo que es bueno (aunque, confieso, prefiero la ribera del Douro que del Duero...bueno, bueno, dependiendo el momento, y el alimento: bacalao o tapas jajaj). Y la compañía, porque eso de tomarse un oporto a la orilla del douro en Porto con un oporteño es bastante recomendable. (parece trabalenguas ups)

hey, drop y chamirú, si ponen el changarro yo los visito y les pongo piedras a los platillos delos comensales, y que sea como "su selllo distintivo" y hasta se puede poner de moda ("Pruebe la comida más real del mundo, la que atizba sus sentidos, enamora al paladar, enfretan con sus instintos más básicos, la comida del Hoy") como cualquier estúpida cosa que se promueve coloridamente en la condechi...

Chamirú dijo...

Pesquera crianza de la mera Ribera(como el Kartak)antes que ningún vino portugués! He dicho!

Mamirú.

Anónimo dijo...

pus así se te antojará el Kartak, mi estimado mamirú...jajaj

Chamirú dijo...

Uhmmm....no. Sófocles se volvería loco con esa historia, pero ya la superamos :D