Jazz junto al maestro es algo inigualable. Es como comer junto al glotón. Amar junto al más amante. Morder junto al meister Tiburón. Todo eso ( y más). Pura y dura realidad garapiñada. Nada más (y nada menos).
Con el jazz, el maestro siempre calla. Calla y tira vaivenes a diestra y siniestra. Siente (con hartos huevos). Luego, respetuosamente, en cualquier intervalo, dice lo que tiene que decir. Magistralmente. Suavemente. Todo al mismo tiempo. Tal y como el jazz.
Con el hambre, el glotón siempre es ruidoso. Pero no es cualquier glotón, ni tampoco cualquier ruido. El hambre del gran glotón es la mejor de las plegarias. Expone la fragilidad de su hambre, y sin embargo, mantiene la ecuanimidad. Estás frente a otro maestro. Callas también. (y claro, te dan ganas hasta de morder a tu acompañante).
Con el amante, solo te es permitido callar. Mirar, apabullarte, y luego morir. Estar extasiado frente al mayor de los misterios. Contemplar el hambre de su victima, las súplicas, la honestidad implacable. Y luego, mirar al amante. Resolviéndolo todo. Consumando hasta la última de sus excentridades. Dando cátedra. Por supuesto, no queda más que tomarla. Y callar, callar, callar. Sin réplicas ideales. Sin respuestas. Abrumado.
Morder es casi casi fácil. Se requieren, solamente, un par de colmillos. El hambre es muy útil, pero no imprescindible. Lo único esencial son las ganas de hacer destrozos. Uno tras otro. Escalonadamente. Mordiendo como se debe. Al final, solo resulta importante la capacidad de olvidarlo todo. Tan pronto como sea posible. Más rápido que la propia mordida. That's it, and nothing more.
La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.
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2 comentarios:
A mí no me gusta el diseño junto a diseñadores, el arte junto a artistas, el jazz junto a jazzistas, la comida junto a cocineros, el cine junto a cineastas (bueno, a veces), el periodismo junto a periodistas. Todo es siempre una mierda, SIEMPRE. Para ellos, no para mí. Y entonces me siento tonta tonta, facilota, simple, completamente idiota.
el punto clave de morder es no olvidar la piel hendida, la lágrima arrancada, la complicidad y las oscuras razones de la depredación. hablando de matices te pregunto si no es que extrañan las imágenes de este mundo.
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