La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

julio 25, 2005

Dos meses

Si me preguntan, parecieran años. Años desde el momento ese, cuando febrilmente me lancé hasta su boca, sin preguntar con palabras (como debe hacerse). Años desde las once. Años desde las horas y horas de desvelo, embonando realidades, deshilvanando el mundo, reconstruyéndolo a pedacitos (dejándolo hecho un caos, a veces). Años desde los míticos bailes en las azoteas. Años desde el jueves. Años desde hoy por la mañana. Años desde el último mensaje, años desde la última vez que pensamos algo juntos.

Me estoy haciendo más viejo que ayer. Necesito despertar sano. Necesito complicarme de nuevo, contigo. Necesito bajar el tramo andado, a rapel o de un salto, eso vale madres. Y luego volver a subir, o inventar nuevas colinas,o hacer un hueco en las nubes y desparramarme por ahí. Necesito saber si vendrás conmigo, saberlo es imprescindible. Y no es dudar, entiende, no se trata de si creo o no creo en la muchas-veces-delicia de nuestro tiempo juntos. O en que puedas querer estar conmigo. Eso lo creo. Lo creo y no es eso lo que aterra.

Me aterra agotarme. Me agoto pronto, muchas veces. Se me acaban las respuestas. Necesito saber que vives. Verte vivir, temblar como los días en que quisiste temblar. Yo también abrazo los días que empiezan, sobre todo cuando empiezan sin que me sienta cansado. Ese no es mérito, ni mio, ni tuyo, ni de los días. Es la condición humana: añorar la frescura: de la carne, de la hierba, de los amores profundos, de la impudicia, de la transgresión, de cualquier cosa. Un hervor puede matarlos. No dudo: temo. Y temer es de sabios, dicen. Yo soy sabio cuando la luz apunta en el ángulo adecuado. Mi sabiduría tiene buen lejos, dicen. A veces, creo, tiene buen cerca también. Buen junto. Buen bien adentro. Buen adiós y buen hola. A veces, no los tiene.

Es tarde (y no tan tarde). Me siento cansado, estoy enfermo (una cama antes tormentosa pero que hoy parecía un hospital, esta mañana me lo dijo). No quiero estar enfermo. No quiero sentirme cansado. Dame un aliento. Ven conmigo. Pronto. Tan pronto como quieras. Tan pronto quieras. No dudo, ni te pregunto. Sólo te lo pido. Te lo pido hoy.

Y ahora caigo, esperando soñar con despertadores, mosquitos, silencios obstinados, caricias frescas o canciones de jazz escuchados bajo el mayor de los estupores. (Ayer soñé tantas cosas raras, pero no pude contártelo. Estabas dormida cuando me marché.) Brrring. ¿Despiertas? La vida (no) nos espera. Hay que alcanzarla. Rápido.

3 comentarios:

the drop dijo...

Si te preguntan, ya te dije, tu quedate pensando... Jajajaja.

hugo dijo...

amo tu primer parrafo. no quiero decir que tus parrafos posteriores aburren (je), como implicas que te agotas y agotas la relacion, solo que la percepcion del tiempo siempre me fascina y tu descripcion de lo largo que es cuando se extraña es muy buena.

saluuuuuuuuuudiiiiiiiiiis

Carolina Zorrilla dijo...

Con temor y mi condición humana que me lo permite, sabiamente, digo que este post es tan... tan todo lo que dice.
Me ha gustado mucho.