No existe el pebetero perpetuo. No puedo caminar con los ojos cerrados (sin partirme la madre). Tres días que pesan más que la historia entera. En cada estornudo parece escapársete más que solo aire y yo, yo no sé hasta donde es que perdí la brújula o hasta dónde es que algo del mapa se te ha escabullido de las manos, y te encuentras ausente otra vez.
¿No eres tú ni tampoco soy yo? ¿Es alguna especie de designio superior? Lo dudo. No creo que haya nada por encima de la voluntad individual de construir o destruir o quedarse espectando. Ni ritos ni dioses, ni realidades fuera de lo que somos en verdad.
Te pediría que volvieras, si es que acaso te hubieras ido. Me pediría a mi mismo volver, si supiera donde estoy. Ahora todo es muy confuso. Y no siempre tengo la respuesta precisa. Requiero estar cerca del fuego.
¿Querrías escapar, por un instante, a donde no haya ruido? ¿Habría manera de convencerte de que hay algo que debiera definirse, antes de huir o permanecer?
Vuelve (aunque volver no exista). Vuelve y grítame para ver si aparezco. Es un favor. Una cosa que te pido (pide, pide o no tendrás). Averiguemos de una vez si el precipicio es un espejismo o un salto infranqueable. Nada podría ser peor que ver desmonorarse algo cierto y no hacer nada para impedirlo (o al menos entenderlo).
La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Mira cabrón, agárrate los huevos. Es ahora o nunca. Es ahora. O nunca. El que no pide no merece recibir. No es falta de orgullo. No es rogar en vano. Es voluntad. Si los dos se lo merecen. El amor. Si lo merecen. Pide. Exígele una sola vez. Pero hazlo. Siempre es uno el primero que tiene que pedir. Si se acaba. Si se termina. Tu muerte te sabrá a bocanada de oxígeno. Tu te diste hasta el final. Y si llega ese momento, te invito una tella de wiskey o unas semanas de klinex con menthol. Pero.
Ahora. O nunca.
No te quiebres amigo, no te quiebres en la duda. En el "hubiera" no hay certezas, por eso no vale la pena quedarse en la duda y quebrarse.
Esi si, pide.
PIDE como si tu vida dependiera de ello, pide cuantas veces sea necesario, pide hasta el cansancio, y espera...
(pero cuidado con lo que pides, que tus peticiones pueden ser correspindidas)
Que el espacio no te alcance. Que las palabras no quepan en tu cuarto. No quepan en el mundo. Que tu voz apenas sea un pendejo sonidito. Qué la garganta raspa. Que la traquea se contraiga. Que la boca del estómago se amorfe, se chamuzque, se te arrugue como arrugas lo papeles que no sirven, los que nunca le mandaste, le leíste. De todos modos habla. Grita. Pida con todas con todas sus fuerzas, míster. Me cae que eso nunca sobra.
Publicar un comentario