La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

febrero 21, 2006

Incoherencias y contrapuntos. (Post largo, reflexivo e intolerable. Sátiros mejor abstenerse)

Antes de empezar con la tortura, hay que dejar constancia del imperdible y solemne acto de pericia, sabiduría y sacrificio solidario que realizó el ahora candidato único a superhéroe batiano, Anthre, alias Alfredo Mora, al cambiar con velocidad inusitada esa llanta frontal izquierda de mi carcacha mientras yo, que soy una bestia para esos menesteres, atendía una salvaje llamada telefónica. Y que Batio le provoque hemorroides al ojete habitante de Mixcoac que le quitó todo el aire a la inocente llantita, sin mayor motivo que sus putos huevos (el auto estaba aparcado en zona legal y no oprobiosa)

Salve pues, oh, gran Alfredo Mora. Que sigan los goles (en arco contrario), las tesis honoríficas (que hay que hacer) y las épocas de bonanza emocional (de las que ya gozas).




Y ahora sí: Parece que ya voy digiriendo al desierto y sus accidentados aterrizajes.



Dicen que no hay que arrojar demasiado peso sobre lo que uno considera como su propia "identidad" o "personalidad". Dicen que no hay que recrear cotidianamente los hábitos emocionales que suponemos que definen lo que somos, porque de ese modo nos volvemos adictos a nuestras propias debilidades. mismas que "subsanamos" a través de estímulos que creemos encontrar en el mundo exterior. Y esos que dicen no dicen pendejadas. Es algo fácil de constatar.

Es como la gente que se regocija autoafirmándose en cada discusión. Señalando cada posible incoherencia en el discurso del otro sin siquiera preocuparse por establecer un argumento convincente que valide una coherencia propia. O como la gente que encuentra goce en ser humillada, en perder todo el tiempo, provocar pérdidas para luego automachacarse la existencia con justificaciones y quejidos de víctima. Es igual con los que no concilian el sueño sin un valium. Igual con quienes no disfrutan una peda sin gramo y medio de coca para aumentar su perseverancia y su necedad. Lo mismo con quienes llegan a donde sea que lleguen para forjarse un toquecito de mota y encontrar una supuesta calma. E igual sucede con los que se fuman 29 cigarros al día, obsesivamente, y no se imaginan un sólo día de su vida sin la sanatoria succión de ese tabaco industrializado que sigue haciendo ricos a los envenenadores del mundo. O los que rezan cuadra tras cuadra. O los que peregrinan para pedirle bonanzas a la virgencita o al ratón de los dientes. Da lo mismo: Todos formando parte de una estable y conveniente simetría.

Ejemplos y analogías hay por millones. Todos nos podemos mirar sin mayor pudor en ese espejo. Todos carecemos, todos solicitamos, todos nos encontramos con algún satisfactor falaz en algún punto de nuestro viaje: Convicciones férreas, religión y dogma, droga y rockanroll, sexo patético o sexo súbito y clandestino. Distractores todos, y en muchos casos favorecidos por la maquinaria del poder y la productividad, y a los que prácticamente nadie logra escapar en cualesquiera que sean los años que dure su vida. Acaso a veces mutan, se permutan, se dejan y se retoman. El caso es que siempre vuelven, persisten, nos convencen solemnemente de que son parte esencial de lo que somos. Y lo peor es que no son "ellos". No están fuera de nosotros, esperando nuestra debilidad, nah. Son sólo la carnada que voluntariamente creamos para librarnos del dolor o el miedo o la exasperación o el vacío. Aun cuando a veces se trate, precisamente, de vehículos que nos llevan justamente hasta el dolor, el miedo, la exasperación, el vacío y cualquier otra barroca perversión que se nos va ocurriendo. A todos y a cada uno. Es igual.

Yo me puedo ver con suma sencillez en ese espejo, casi cada día. Victimizando, siendo victimizado, recurriendo a paliativos, evadiendo preguntas que sé y reconozco esenciales. Evadiendo también, y peor aun, la posibilidad de transformar lo que soy y lo que me rodea con un simple pero muy firme acto de voluntad y transición. Jugando al que no hay pedo. Estirando la tolerancia de otros, y la mía propia, hasta el punto en que se rompe o se proyecta hacia el lado contrario, dejándome una felizmente neurótica sensación de injusticia. Abusando de mi güeva. Abusando de mi capacidad de amar. Abusando de todo lo abusable y además sabiendo que lo hago. Hartándome de mí y luego de un par de llantos y temblores, volviendo tranquilamente al principio del proceso.

Pero hoy, hoy mismo, hoy cuando logro asirme en pleno vuelo, o mejor dicho, hoy que me capturo reptando nuevamente hasta el pantano, he decidido explicarme a mí mismo, palabra tras palabra, cómo es que hago lo que hago, cómo es que repito y repito lo que me daña y cómo es que, a través de esta exposición, de esta exhibición que podría compararse con sacarse el pito frente a una escuela primaria, y con la única salvedad de que las niñitas escandalizadas son en este caso yo mismo, renuncio a volver a esa comodidad neurótica-casi-perversa y asumo mi poder de cambiarlo todo. Me decido a no reptar más. Me atravieso con una lanza filosa y envenenada de contrapuntos, me cazo solo, me mato y no me dejo volver a ningún lado conocido.

Y sé que eso no significará rasgar mis vestiduras y escapar a la punta de una montaña en Naucalpan o los Himalayas. Volveré al bar, volveré a verme frente a una copa de mezcal, volveré a creerme situado enmedio de una injusticia. Volveré a engullir un cuerpo, volveré a besar una boca que no merezco, volveré a idiotizarme con los cuentitos del mundo. Es sólo que nunca volveré a hacerlo sin pensar. No será más un acto autómata. No será más un deleite sin rumbo. Seré lo que decida ser y no lo que rasguñe hacer. Pensaré antes y luego de ser. Gozaré con motivos y no por causas. Aprenderé, de una vez por todas, a guillotinarme antes de cometer algo atroz y a reinventarme sin culpas luego de que mi antigua cabeza ruede y brote una nueva.

Sin piedad. Como el mismísimo sol del desierto.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Esos cambios de un día para el otro nunca me han dado mucha confianza pero a ver si te salen, digo... mejor morir en el intento de volar que vivir reptando. Besoooooooooos -en la mejilla- :)

hugo dijo...

no ps mejor lo leo mañana pero gusto me da pasar por aqui. bai!

Silencio dijo...

Usted está loco compadre, loco. Pero esta foto está de huevos!!!

Ah las cabezas rodantes de Bulgaria, que recuerdos.

cosaensi dijo...

:)

Mar dijo...

Doy fe del prodigio consignado. Ya mandé mi testimonio también a la oficina de la causa de los santos. Lo que sí es que los Pumas nomás no la hacen, qué caray; ha de ser una manda del santo varón del que nos ocupamos. Saludote, espero noticias tuyas.