Dime que no

Es increíble como funcionamos los mamones. Es increíble lo mal de la cabeza que estamos los ñoños. Nosotros los izquierdosos de verdad que somos necios. Los sarcásticos somos todos unos ojetes. Ay, nosotros los que necesitamos pertenecer somos un caso perdidote, snif.

Es absurdo cómo hay gente que todavía pretende cambiarnos, redimirnos, hacernos ver lo que ya tenemos absolutamente claro y por lo que no sólo no sentimos vergüenza, sino que además estamos orgullosos y hasta nos pavoneamos en público. Miren qué mamón soy, wooohooo.


Por eso, ódiame por piedad, yo te lo pido, juar. Mientras más me odies, más me quiero. El odio de unos es el amor de otros. Esto va para quien quiera, claro está y particularmente para el loquito de temporada. Para cualquiera de las personalidades que se pasean por aquí sólo para sentirse menos y soltar su ponzoña de petatiux. Ay, snif, sufro mucho por tanto desprecio. Yo que quiero que me quieran todos, yo que busco desesperadamente la atención de cualquiera. Juar. Si de verdad me interesaran un pito las alabanzas, no escribiría lo primero que se me pone en los tanates. No sería políticamente incorrecto. No hablaría mal de las focas canadienses o de los harbanos judíos o de los panistas o de cualquier cosa que no fuera fashion. No me interesarían los góber preciosos ni pondría fotos de Vázquez Raña capaces de espantar al mismísimo Belcebú. No, mi blóguer precioso (Mar dixit), no escribo para ti ni para nadie. Escribo después de comer, después de beber, con el único propósito de ayudar a mi digestión.

Es tan absurdo cuando te insultan llamándote algo de lo que más te gusta de ti mismo. Es como insultar a Fidel Castro diciéndole comunista. Es como decirle joto a Elton John. Es como llamarle ñoño a Stephen Hawkins. Hay gente que no nació para el sarcasmo o las palabras hirientes, y que por más que se esfuerce sólo hace el ridículo de sí misma. Uno de estos genios de la esgrima verbal ha propiciado, aparte de muchas risas de oficina y diversión con el servidor linux, la instauración del sistema de moderación de comentarios en este, mi (que no su) humilde jacalito virtual. Esto con el único propósito de que el susodicho ratonzuelo juguetón no atasque con su repetitiva enfermedad mental el área de comments, enviando la misma estupidez 35 veces en una hora. Poco me hubiera imaginado lo bien que me hizo ese asunto de moderar comments. Ahora puedo ser un cerdo dictatorial en santa paz. Un asqueroso ególatra, un príncipe de la canción al que sólo le gusta que le toquen la que quiere. Síiiii. Todo eso y sin un ápice de culpa.

Pero por supuesto, tengo que agradecer a toda la gente bonita que sí me dice cosas simpáticas y hasta la que me dice que "no" de buena manera y a mi abuelita y a mi hermanito, a todos. Gracias por dejarme sus comentarios. Recuerden que los publicaré siempre y que todo lo que digan podrá ser usado en su contra :-P



En fin. Es un placer disfrutar de la enfermedad mental (de otros) en vivo y a todo color. Lo hace olvidar a uno la suya, aunque sea un ratito.


Ahora seguramente vendrá más.