Creo en la posibilidad y te lo digo ahora que ya es de noche.
Me inquieta saberlo todo. Me aterroriza saber que el todo es imposible. Me alivia despojarme de causas y efectos. Me calma sólo hundirme en esa pintura impresionista que todavía son tus ojos. Ingenuos y difusos son los pixeles del anonimato y las córneas bambalinas: Es lo que hay.
Pero te me has revelado como un camino insospechado e inusitadamente florido. Me has hecho sonreír una mañana entera. Me has puesto a pensar incluso en los momentos más insulsos y desobedientes de un domingo letárgico y horizontal.
No me importa. El puro atisbo ya es un reto. La almohada que se enfrenta a otras encrucijadas, no tiene clemencia. Eres ya un camino y voy hacia él sin rechistar, sin reparar como hipocampo asustadizo. Lentamente, eso sí: Aquí nadie tiene prisa por echar a perder lo que todavía no ha empezado del todo.
Aguárdame un poco. Te aseguro que valdrá la pena. Lo garantizo como si fuese coherente, como si fuese -desde ya- otro cabrón que no el que soy ya mismo. Te lo prometo sin jugar: Con la misma falta de certeza con la que digo mi nombre seguido de unos puntos suspensivos.
Quiero pensar que sí, mientras te extraño otro rato. No hay nada mejor que extrañar gustosamente. Y hoy, así funciona el mundo, el océano, la playa.
Que nos aguarden todos, mejor: Estamos empezando a creer aunque nadie lo crea. A crear aunque nadie nos cree. A creernos sin crearnos fuera de la hoja o las ganas de delirio.
Salud.
La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.