Llevo un par de semanas muy preocupado por las circunstancias políticas. O lo que es peor: "the more i look, the more i find". Ahora resulta que ese importantísimo sector de clasemedieros no-ideologizados están recostándose sobre la propuesta de FECAL (Felipe Calderón). ¡Vaya quilombo! (como dirían mis amigos los sudacas...)
Yo tengo una idea política sumamente sólida desde hace mucho tiempo. Lo mío está muy claro: Soy un producto de familia disfuncional al que no le da verguenza declarar su izquierdismo. ¡¿Qué va?! La izquierda es la única opción del que no se hace pendejo a sí mismo. Y si no, desmiéntame los más valientes, juar!.
El asunto es que no hay una real izquierda: Ni aquí, ni en Brasil, ni con Kirchner, ni en Italia o España, o la concha de su madre: La izquierda, como tal, no es más que una ilusión bellísima pero igualmente abstracta: El sueño ha terminado, pibes, pendejos, chatitos, changuitos, whatever. Acá, ahora, mañana y cuando sea, (pues), ningún Andrés Manuel o ningún FECAL serán la salvación ni tampoco, abiertamente, podrán gobernar como gente de izquierda. Menudos maniatados.
El mundo ya sucedió (y sigue sucediendo): Es la derecha la que trata de aparentar a un AMLO despreocupado de la realidad. Y para darse cuenta sólo hace falta mirar los sucesos mismos:
Recuerdo fielmente al Fox del 7% de crecimiento anual. Recuerdo también su millón y medio de empleos anuales. Recuerdo su "sacaremos al PRI de los Pinos". Aplaudo sólo lo último: Pues no me cuesta rememorar su gabinetazo, ese del que "nadie se iría", como no me cuesta nada -tampoco- recrear en lo que el susodicho "gabinetazo" sucede: Carlitos Abascal en gobernación (el mismo que no cree en la democracia -según su tesis de licenciatura- ni en los derechos civiles). Cualquier cosa: You can't always get what you want -- Let's get what we need...
Felipito! Felipe Calderón! Secretario de Energía hasta que se encabronó con el dedazo de Fox (a favor -entonces- de Creel). Felipito: El mismo que vivió la mayor bonanza petrolera de toda nuestra historia (hoy un barril se vende en 50 y tantos dólares -más que cuando el pobre guey de López Portillo se creyó el petrolerismo económico). Felipito, el que no hizo nada ahí, el que encabronó a los electricistas, el que dio pauta para hacer que PEMEX sobreexplotara sus pozos. El que hoy se vende como un ser "moderado" e "incluyente". Menudos choros, Felipito. Cuéntanos una mejor.
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La cosa es que me sorprende, sin pena, la forma en que algunos ponen en evidencia el discurso de la derecha. Y no hablemos de doña Elena Poniatowska, pa no errarle. Ella sí que es una burguesa en desuso. Ella sí que escribió "La noche de Tlatelolco" y -mejor mil veces- "Fuerte es el silencio". Ella, sin embargo, chambea con el señor López. Y sólo por eso su opinión pierde solidez y certeza.
Quisiera ver, sin embargo, que alguien pudiera refutar al buen Lorenzo Meyer. Doctor, fundador, tolerante hasta los nervios, pensador sin trampas: Y si no les gusta, pregúntenle al Colegio de México (hoy por hoy, la mejor alma mater para quienes gustan de la neta y las objeciones asimilables). Sintetizo, a continuación, lo que publica hoy en el Reforma, sin miedo al hartazgo continuista:
Reforma, 17 de mayo de 2006.
La raíz del miedo
Punto de partida
Entre las diferencias sustantivas que separan a las derechas de las izquierdas, y que en buena medida explican la naturalidad con que aquellas echan mano de argumentos negativos en su larga e histórica pugna con la izquierda, se encuentran sus respectivas concepción del hombre y del fenómeno social