La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

mayo 30, 2005

Todo lo que sabe (sabe a nada)

Para J. (y sus besos etílicos)

Cree que porque piensa mucho, entiende todo: Error.
También cree demasiado en lo que cree: Demasiado Error.

No ha pasado ni una semana (aunque por momentos parece que fueran años): A ella no le importa. Lo tiene todo definido, esquematizado, comprendido cabalmente, asumido, arrepentido, digerido y olvidado: Error ultimísimo.

Sin embargo, y muy detrás de los kilómetros y kilómetros de obstáculos insalvables, ella sabe que no sabe tanto como dice. Sabe que hay más cosas que saber. Sabe que no todo se reduce a sus mapitas cuasiperfectos, a sus netitas arrolladoras.

Sabe, cada vez más, que existe la incoherencia aun muy dentro de la coherencia. Percibe el sinsentido. Incluso a veces lo percibe mejor que nadie.

Me llama fatalista, me llama bukowskiano, me llama deplorable, casi a diario. Y no se equivoca (seguro que no), pero sí que falla al "reponer en cuestión" su propio estereotipo: Puedo beber, tranquilamente, toda la fatalidad que real o artificiosa ella presenta con orgullo ante mi (oh sí). Puedo admitir lo lamentable que resulta mi lamentabilidad. Puedo asumir mi nula esperanza y mi cero convicción frente al futuro. Eso no lo niego ni aunque pudiera.

Por desgracia (o por fortuna), también percibo las cosas bellas. Los seres bellos. Los deseos inexpugnables y hermosos que me poseen cada vez que miro sus ojos tan absolutos y convincentes. O cada vez que escucho sus conflictos tan adictivos como necesarios.

Percibo, del mismo modo, cómo cada noche de euforia puede ser capaz de entregarse a lo irrevocable (o sea, a mi), y cómo cada mañana le es posible arrepentirse, sin que eso le permita olvidar sus trastabilleos previos. (Bendita cruda moral)

Percibo cómo le intrigan mis intrigas. Casi siento cómo es que lastiman a su duda todas mis preguntas. Y cómo se lamenta de lo que yo más me lamento. Y cómo es capaz de preguntar, entradas unas copas, las cosa más inpreguntables de mi vida. O cómo se regocija de saber tanto, causar tanto, sentir tanto, y sin embargo, ser capaz de callar, silenciar, olvidar e ignorarlo todo. Lo percibo todo. Lo gozo todo. Lo callo todo.

Y es solamente una cuestión de perplejidad. Me resulta increíble, de muchas formas, lo rápido que ha logrado ponerme en aprietos. Lo pronto que ha logrado cuestionarme. Lo poco que han durado mis barreras. Frágil dilema que no puedo resolver. Pero yo sí que adoro no tener todas las respuestas, pues eso conduce a la sorpresa, y no hay nada mejor que el sabor de la sorpresa. Nada.

Certera como nadie, hermosa como pocas: ¿Qué más puedo temer? ¿Qué más puedo querer? ¿Qué mejor cosa para olvidar?

8 comentarios:

Lahetaira dijo...

ay, que de olvidar ojos absolutos no hay nada en esta vida. Que te siento perplejo y brillante en la parte más suave y peligrosa de la vida. que tiemblas de estar tan vivo como ella. y eso me hace muy feliz.

the drop dijo...

no escuchas...

the drop dijo...

Que importa quien sea al final. La ves en su nubecita desde tu putrefacto subsuelo y con eso te quedas porque tienes el alma vampiresca, te asusta la luz. No te interesa saber en realidad quien y como es, who cares anyway, no es mas que literatura...

Hector dijo...

Estas cosas mejor me las platiquas mientas nos hechamos unas chelas. El sábado llego.
Erektor

Carolina Zorrilla dijo...

A veces quisiera ser hombre para escribir asì sobre una mujer, o lesbiana podrìa, aunque creo que la percepciòn masculina ni de dònde sacarla, es ùnica.

Este texto es hermoso.

the drop dijo...

¿no te gusta el termino, o de plano eres muy buen publico?

Chamirú dijo...

La cosa es simple, the drop: Escribir sobre mi interacción con ella es una manera que tengo de conocerla. Es descubrir en mi interior cosas que subyacen (no necesariamente en los subsuelos putrefactos) de mi psique y sacarlas, precisamente, a la luz. Ella es casi puro esplendor, en esto estás en lo correcto. Te equivocas cuando dices que no escucho. Te equivocas cuando crees que solo quiero hacer literatura y no en realidad conocerla. Me interesa provocar, ser provocado, pues es una manera de jugar un juego intermitente y divertido y de crear una discusión que se prolonga tanto como la gente aguanta. Me gusta discutir. Me gusta no entenderlo todo. Si relees el texto podrás darte cuenta. No pretendo tener su respuesta (ni siquiera tengo la mia). Esto es solo una reacción, una oleada proveniente de mi estupefacción ante ella.

Anónimo dijo...

are you kidding?:

¿qué más puedo temer?: que sea for real

¿qué más puedo querer?: que se quede contigo

¿qué mejor cosa para olvidar?: olvidar??...mmm, cuando mucho la vas a perdonar

cómo comprender que existimos a partir de otra persona (ese efímero estado de oxigenación que nos hace sentir plenos)...ahí es cuando menos sabemos y tan sólo vivimos -gracias dioses por la estupidez-