La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

mayo 15, 2005

La música y la vida

Desde que tengo memoria, hay algo que no me deja de molestar cada vez que escucho (o distingo) una melodía, una canción, una tonadita. Cualquier cosa, musicalmente hablando.

¿A qué me refiero? Por ejemplo, cuando estoy enmedio de un antro innombrable, escuchando algo como "New York City Boy". Y ni siquiera es privativo de esa melodía. Podría ser cualquier otra: Los Temerancios, JuanGa, Pepe Aguilar, Carl Orff. Esto que quiero decir, no depende en lo más mínimo de la calidad objetiva de la música: Es una simple verdad que le concierne a todas las músicas. Una estrica pendejada, sí, pero, curiosamente, es la misma pendejada que hace posible toda creación. En cualquier campo. De cualquier tipo.


Ahora sí: Voy a decir a qué chingados me refiero. Es muy simple: La música proviene de un acto volitivo (oséase voluntario), perpetrado por cualquiera que se atreve, y mediante el cual son raptadas ciertas notas, y luego puestas en "orden" (orden sin reglas y que se sujeta al deseo del raptor), para que, finalmente, sean interpretadas por un verdugo musical, sin que mucho importe si se trata del estereo o de un saxonofista privilegiado. Eso es todo. Notas pertenecientes a un gigantesco universo, pautado como el papel, pero que, al ser tomadas en préstamo, cobran vida para formar parte del deseo del compositor, y a veces, incluso, del intérprete y hasta del mismísimo escucha.

¿Cual es la diferencia entre una tonadita pegajosa y un sonar aleatorio de notas sin rumbo, caóticas y desapegadas de la voluntad de un hombre? Y lo mismo aplica con casi cualquier cosa. Pensemos, por ejemplo, en las palabras. ¿De qué sirven por si mismas, si no hay un libre albedrío tras de ellas, hilvanándolas como quiera que sea, para darles sentido? Resulta exactamente igual. Las palabras, tal y como las notas en un papel pautado, están ahí, quietecitas e inútiles, existiendo sólo para ser secuestradas por un "sujeto nombrador" que las signifique mientras teje sus argumentos. O sus melodías. O sus trazos. Ni más ni menos.

No pretendo explicar cabalmente la profundidad de estos pensamientos recién raptados. Ni yo mismo alcanzo a ver el fondo de este pozo recién traído a mi. Hoy, cuando apenas me llegaba esta duda que escribo, pensaba que podrían aplicársele mil y un analogías. Por ejemplo, pensar que la humanidad es igualmente un gran universo de circunstancias, y que el individuo, luego entonces, es de algún modo una selección arbitraria de factores, tal y como una canción lo es de las notas y los sonidos, o como un poema o una abstracción verbal lo son de las palabras.

Todo nos devuelve a lo mismo: ¿Fue primero el hombre, o primero las palabras, el lenguaje, el tan mentado verbo? ¿Fue primero la canción, o primero estaban las notas, impolutas y tranquilas, esperando a ser domesticadas por el hacedor de la música? ¿Fue primero la cosa en sí, o primero estuvo el verbo engendrante y conceptualizador? ¿Existe un plan ulterior y milimétricamente perfecto, o simplemente estamos arrojados a esta locura libertina, sin pies ni cabeza, y que llamamos vida?


Sé que me había encomendado recientemente a la total levedad. Y de algún modo lo sigo estando. Lo curioso es que, toda esta pendejada existencial, me llegó cuando menos la esperaba. Sin invitación y sin motivo. Nomás cayó, sin avisar y con hartos huevos. Ni modo.

Y aunque me sigo preguntando todas estas preguntas que obviamente carecen de respuesta, me importa más permanecer tranquilo. Leve, suave, ligero, siendo sin consecuencias.

Que siga la fiesta, vaya.

Salud.

5 comentarios:

Hector dijo...

Y el azotado soy yo?

Lahetaira dijo...

La música tiene sus reglas pero sus desvaríos también. La libertad consiste en las reglas que podemos ponerle a la propia existencia, en el desmadre de universo que vivimos (y en el que la pregunta por el orden sobra, dado que NO podemos acceder a la respuesta).

Luego, lo que vale es la postura que tomas ante cada instante, el compromiso que tienes con los matices, los significados que creas y recreas (just a little bit of History repeating).

El filósofo pregunta todo el tiempo, no encuentra más que caminos, es consciente de que nunca se llega a ninguna parte.

¡Muchos besos, filósofo nocturno y bailador!

Hector dijo...

¿Que fue primero? Y ya que importa? Ya estamos aqui, ya nos tocó vivir ésta.
Agradezcamos que en la que nos tocó vivir a otros les haya tocado componer música, escribir libros, realizar películas. Si podemos, tomaremos prestado de esas palabras que ya existen y escribiremos acerca de estos sentimientos prestados que ya alguien sintió primero.
Ni pedo.

Malakatonche dijo...

El soundtrack de tu vida, en pocas palabras.

Bellota dijo...

bonito post :)

y no, esta kbrown encontrar au revoir les enfants en dvd... yo creo q solamente en el mercado oscuro del chopo te la puedan conseguir y lo dudo...
saludotes