La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

febrero 12, 2005

¿Replicante?

Los replicantes, como muchos cinéfilos saben, eran unos remedos de humano creados por una tecnología futurista un tanto dark que Riddley Scott nos recetó en su clásico BladeRunner de 1982, hace ya más de 20 años. Hace unos pocos meses, un grupo editorial por demás heterodoxo, decidió impulsar la creación de una revista "cultural" sin una línea clara, pero que, por detestable que nos pueda resultar su descarada promoción de los ya muy promovidos esbirros del presupuesto, también tuvo a bien darle algo de espacio a textos de gente no tan conocida ni maleada por las mieles del oscurantismo culturaloide nacional. ¿Cuál fue el nombre de este original y revolucionario proyecto? Nada menos que replicante.

Clap. Y no clap clap. Un aplauso a medias para los que estén tirando su dinero en otro proyecto sin futuro. Benditos los que desdeñan el porvenir financiero y los réditos. A ellos tal vez sí les importa generar un espacio fresco para presentar ideas nuevas. ¿Cuál es el problema? ¿Qué me impide vociferar loas a estos editores? Que en lugar de frescura, el 80% de su revista ha recurrido a las mismas y ya apestosas voces de la literatura y el periodismo nacionales. No solo eso, sino que, a diferencia de los pasquines localistas, se han tomado la molestia de buscar a la gente más anquilosada y sistemista de cada ciudad. Lo peor de Tijuana: léase Heriberto Yépez. Lo peor del Distrito Federal, zona Condechi: léase Fadanelli el Hawaiano. Lo peor de los wanna-be europeos: léase Adriana Díaz Enciso y sus epítetos tan patéticos como "epíteto patético". Infinita la náusea, como apología a todo esto.

¿Por qué mezclar a un Roger Bartra, que cuando menos tiene chamba que lo respalda, con el oportunismo y la pretensión infame de estos otros articuleros que lo único que disfrutan es perpetuar su elitismo, sus pequeñas mafias y su vividorrismo alcohólico permanente?

A muchos los conozco desde la trinchera más anónima y los he visto ser quienes realmente son cuando no hay posibilidad de tapujos, ni podiums, ni becas que los cobijen. Yo les he servido tragos, personalmente, desde la trinchera de los esclavos, en uno de esos bares condeseros donde les gusta departir cerca de la gente bonita y perfumada y donde trabaje por unos años. Y sin resentimiento social, ni miedo a equivocarme, puedo decir que los he visto ser patéticos, no porque vivan de sus huestes ni porque el sistema los tenga asimilados desde hace muchos vodkas, sino porque lo que escriben, en muchos casos, se parece mucho a lo que han escrito siempre los intelectuales orgánicos, construcciones casi arquitectónicas de ese discurso perpetuador del sistema y carente de fondo y de compromiso social. Lo único que quieren es que alguien, a través de comprarles su choro, les siga pichando los tragos y la coca que le compran a esos narcos, dealers y/o cuates que tanto desmenuzan en sus supuestos análisis, pero de los cuales solo conocen esas transacciones.

No hay nada peor que ese intelectual que pretende formar parte del pueblo, vive de sus apologías de lo supuestamente "naco", "mexicano" y "neto" y a la primera oportunidad se compra un trajecito lindo para sus presentaciones, o se gasta el dinero ligándose niñas bien en los antros de Polanco. Es peor que un Aguilar Camín o un Fernando del Paso o incluso que una Guadalupe Loaeza. Ellos al menos tienen clara su burguesía heredada o adquirida, y no reniegan de ella ni pretenden definir o pertenecer a la clase media y mucho menos al vasto pueblo de los jodidos.

Ni qué decir de otro par: La reverenda imbécil de Tanya Sandler, nalga recurrente de Fadanelli, aunque también un conocido hoyo fofo de todos los intelectualoides condeseros conocidos o potenciales, que con los mismos aires de grandeza inexplicables con los que pavoneaba su espantosa jeta por el DF, ahora se fue a apestar aun más Los Angeles y nos regala una crónica trillada y ridícula de su estadía in the Land of freedom. Y el mejor de todos: Ari Volovich. Uno de esos judíos orgullosos y petulantes que pueden hacerte pensar que Hitler en verdad tenía razón y que Auschwitz, como escarmiento, sería una caricia puberta para el castigo que semejante monstruito de la arrogancia merece. Otro que conozco en vivo y a todo color y que muchas veces estuvo a punto de ganarse madrizas descomunales en el bar, gracias a su carisma inherente.

Y vaya, es en eso en lo que se queda replicante, por desgracia. En un remedo de revista cultural que apenas al nacer está ya dando sus primeros estertores, por el mal juicio de alguien que, imagino, quiso vender usando los mismos métodos del sistema ya tan perfeccionado por Octavio Paz y sus vástagos. Y le quedan muy pocas oportunidades para escapar al estigma del elitismo intelectual, aunque por lo que sus dos números han mostrado, no dejaremos de tener a nuestros Yépez, nuestros Fadanellis y demás marionetas en los subsecuentes números. Yo haré lo mismo que con casi todas las demás revistas culturales que llegan a mis manos, y que no es difícil de imaginar. En el baño, cerca del contenido, y envueltas en un hálito de esperanza, me esperan para que, de mierda en mierda, me encuentre las pocas cosas meritorias que se esconden entre sus páginas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Manito:

No te puedo llamar de otra manera porque no tienes los huevos de poner tu nombre. Dime algo: para que carajos haces un blog si no te interesa algun tipo de interlocucion?

Escribir que no hablas desde el resentimiento, manito, no te exime de que tu excelsa prosa (por cierto, Ridley no se escribe Riddley tarado) sea un despliegue autocompasivo y resentido de preparatoria. No encuentro en tu critica a Replicante ni una sola idea. Parece que servirles tragos a quienes criticas te sirvio para alimentar tu resentimiento de esclavo (ay, Nietzsche) y no para observar con atencion y agudeza tus alrededores. En fin, no te mereces tantas palabras.

Por cierto, manito, la proxima vez que visite tu bar espero que me sirvas una fria, y no un liquido tibio como lo son tus "reflexiones".

Anónimo dijo...

Llegué aquí por casualidad. Leí algunos de tus posts por voluntad propia. Nadie me obligó. Nadie te censura, es tu blog, di lo que quieras decir. Supongo que si decidiste dejar la función de comentarios es porque esperas reacciones. Y supongo también que no serás tan naïve como para sorprenderte que haya quienes se sientan MUY insultados por tu elección de vocabulario (let alone tus opiniones sobre ell@s). Coincido que en México -como en todos lados- es común que veamos a las mismas voces en todos lados. A veces, desde fuera, esto puede verse como elitismo, como autofagia, como onanismo intelectual, como amiguismo culturero y egoísta. No siempre es así, though. Y sólo se sabe que no siempre es así si se ha intentado trabajar cosas, si en verdad se desea hacer de la escritura -o de cualquier otro tipo de expresión sujeta a contextos culturales institucionales- un modo de vida. Hay que saber fundamentar el resentimiento, y así como aprender a convertir el enojo en algo creativo y no sólo en puro odio. Tus comentarios sobre Tanya y Ari -sólo a la Sandler conozco personalmente, y eso muy distanciadamente- son bastante hirientes, groseros e improductivos. No es que me asuste tu incorrección política: me asusta tu incapacidad para juzgar su trabajo y no sus personas, sus vidas públicas que al parecer has presenciado desde la trinchera de una barra sirviendo alcohol. Dime que has hecho; dime cómo hablas y te diré quién eres y quién quisieras ser. No odies. Mejor escribe un artículo bien fundamentado. Hablemos de literatura, de ensayo, de crítica. No de "hoyos fofos" u orígenes étnicos o religiones. Tu blog es de esos que prefiero evitar, porque me hacen perder la fe en la crítica en México. Insisto: la crítica es necesaria, y es fundamental que se denuncie que en un país de millones y millones la actividad cultural esté reservada a un puñado. Sin embargo, la cosa no va por el odio y el resentimiento, por la grosería y la reacción de tripa. Take it easy, dude. Tómate un whiskey. Escribe algo. Respira ondo. Deja el bar e intenta el yoga. Y sigue escribiendo, sin odiar a los demás que lo hacen, bien o mal. Preocúpate por escribir bien tú mismo. Aprende, como diría Hemingway, a tener tu detector de mierda. No de la mierda de los demás, sino de la tuya propia. Y luego, hablamos.

Anónimo dijo...

Excusa non petita:

Hay algunas errata en mi comentario. Faltan tildes, puntos y comas y la "h" de "hondo" desapareció.

No te claves en eso.

Plaqueta dijo...

¡P-pero qué! Yo ni conozco la mentada revista. Mas de una cosa podemos estar seguros: si Fadanelli y sus esbirros tienen sus malolientes y chapuceras patotas metidas en el proyecto, es que está súper-de-la-chingada. Hay axiomas inconmovibles, ¿por qué cuestionarlos?

Anónimo dijo...

Joder..., vaya resentimiento oculto en tus ideas. Crítico destructivo. Mejor date un tiro hijito y deja tu cuarto de azotea a alguien que aporte más.