La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

noviembre 30, 2008

The clock is ticking.

No sé si padezco una enfermedad mental o si de verdad hay tantas mujeres hermosas deambulando por la vida.

Y ojalá sólo fueran atractivas: no. Lo son todo.



Creo que la monogamia nunca volverá a ser para mí. Aunque de repente se me antojaría ser sorprendido.



Make my day.

noviembre 26, 2008

Divine awareness (Paradejas -paradojas pendejas- IV)

Pocas cosas hay menos ridículas que la desconfianza. Al menos no la desconfianza tajante: esa que nos encalla en un océano y mar de mentiritas. Desconfianza de las más fáciles: hola y adios. Y todo lo que hay in between es siempre -o casi siempre- prescindible.

Yo no me siento aterrorizado ante el amor. Es más: No tengo la más mínima idea de lo que "amor" significa. Confiésome ignorantísimo.

Y sin embargo (hay que decirlo), tampoco desprecio a los que tratan de entender -a secas- cualquier cosa. Es -sin duda alguna- su derecho más inalienable. Merecen entenderlo todo, as they wish, y lo merecen tanto como también están condenados al olvido.

No existe conteo que valga la pena: Uno, dos, tres: Todo acaba de la misma manera. Cuatro, cinco, seis: I will definitely die while fighting.


Silencio. Sepulcro de los nombres. Necedad de los adjetivos: Las nueve y media de la noche (a lo mucho). So who the fuck cares?


Vuelco tras vuelco, grito tras grito, debo confesar que me siento frágil. Y corroboro -sin temblor alguno- lo fácil que resulta repetir (para no recordar).

Todo lo que empieza, sí, tan sólo comienza a terminarse. De eso no hay duda alguna. De la decrepitud proveniente. De la terquedad del aquí y el ahora.

Lo que más quisiera es -sin quebranto alguno- cierta cosa que resulta poco importante.

Ya coexisten sístole y diástole.

Ya sobreviven todos juntos, sí, a pesar de los bostezos. Versos y perversos. Chuecos y huecos. Cuentos y lentos.

Yo nomás peco de silencio y peco de destino. Yo peco de alcachofa y de corazón malherido. Peco de pecar y peco de ser simio.

Y claro: peco de ganas que no son ganas. Y peco de palabras huecas tanto como peco de ser cuento de hadas. ¿Pecar? Pecar es una mamada.

Todos queremos muchas cosas.



Y todos -Léase: TODOS- nos conformamos con nada.

noviembre 25, 2008

Paradejas III

¿Por qué le llaman letras libres? ¿Qué tienen de "libres" las letras en México? Entre mafias, clanes, escuelas, compadres y autoridades artísticas como Estorbar y dar Pereza, Lajous o Sergio Vela, todos unos auténticos vampiros del presupuesto, el declive es cada vez más pronunciado.

Bah, para alguien que piensa que las palabras están siempre en renta, la mejor ironía sería crear un pasquín que se llamara "Letras Cautivas". Ah, y donde no haría falta hablar de Paz y el neoliberalismo bursátil cada cinco minutos.


Tomado de una conversación real (overheard in Polanco):

- El otro día leí esa revista que se llama...hmm...¿cómo era Moi?
- Letras Libres
- Sí, Letras Libres. ¿Está padrísima, no? O sea, bien interesante. No parece ni mexicana...

(...)

Güeva.

noviembre 16, 2008

Todo lo que empieza, sólo comienza a terminarse...

Es irónico cómo cualquier acto arbitrario puede iluminar el día de un pesimista: Una llamada esperada, una voz inesperada, un acercamiento por demás inusual. Esta vez, se trata del reflejo emocional que repliqué, esta misma noche, luego de haberme asombrado ante el poder inhumano que un instante -vago y totalmente olvidable- tuvo sobre mí.

Una noche, una fiesta extraña, ciertos ojos que invariablemente me recordaban algo, un par de horas de charla. Un comentario de los que sólo te pueden hacer sonreir. (Y obviamente, eso bastó para encandilarme). Luego, la voz. Una voz de mujer, muy suave y muy rugosa, con una tonalidad que me cimbra, con una escala de ocho octavas, con un poder que sólo se podría catalogar como mítico.

Con calidez inusual, la voz me pidió escribir algo. Decir algo. Verme cara a cara con la dueña de la voz. Vocearme con ella. Y de entre los escombros de mi terremoto vivencial, surgió un ave fénix, insospechadísima, que se portó encantadoramente, y consiguió que esa voz soltara una docena de risitas bien repletas de tensión emocional (y sexual también, por qué no), hasta que colgamos (ambos) con una sonrisa estupidísima en el rostro, y pensando asombrados el uno en el otro. Mejor que el amor. Me cae.

En tiempos en los que hablar por teléfono -y en los que charlar, en general- se ha degradado al fondo de la lista, en cuanto a lo que al fenómeno de la comunicación respect- me siento orgulloso de haber sentido mariposas gastrointestinales cuando esta hermosísima mujer me dijo su nombre en el primer segundo, y casi como si esperara que no lo hubiese olvidado.

- ¿Hola? ¿Bueno? ¿Sí, quién habla? - Yo lo dije todo esperando, evidentemente, que me preguntaran el clásico "¿Con quién quiere hablar...?"
- "Jennine" (pseudónimo). ¿Quién eres?
- Habla Juan Carlos. Es que tengo una llamada perdida hace rato y...
- Ahhh. Juan Carlos: Soy yo. "Jennine". "¿Te acuerdas de mi?"

Habiendo pensado en un instante casi nuclear, una docena de respuestas "encantadoras", yo sólo respondí la verdad. Y en lugar de decir "Claro, ¿cómo podría haberte olvidado?" Yo sólo dije "Desde luego que sé quién eres. Cuéntame...que nunca sonó mi teléfono y nunca escuché tu llamada...así que cuéntame..."

- Claro. ¿Qué pasó?

Y siguió la conversación. Con risas incrustadas, con voces melódicas. Con tiempo. Con mucho tiempo. Parecía, sin miedo a equivocarme, que tuviésemos todo el tiempo del mundo...

- (¿?)

Voy a verla próximamente. Ella me llamó a mí. Yo nunca me le lancé a ella. (Pues eso vencería el argumental propósito de demostrar cómo los "varones" somos todos pendejos...).

Pero ella llamó. Y ahora (no sé por qué) voy a verla.

Encomiendo mis ojos a donde se encuentra mi putería. Si no, que dios (minúsculas) me salve. Encomiendo mi mente a la esperanza. A la que no tengo. A la que reniego en total ejercicio de mi adorado pesimismo:

-No lo sé, pero esta mujer me hace sentir algo. Algo indescifrable. Algo inexplicable. Algo-

Y como muchos saben, no soy yo uno de los que malbaratan sus sorpresas.
Yo me enamoro escasamente.
Y mucho menos a primera vista.

Esta vez, honestamente, no lo sé.


Creo que ella, la de la voz como una sinfonía, lo tiene todo.
Aunque me mienta a mí mismo, lo creo.

Y aunque quizás,
como buen pesimista,
esta bien también me equivoque.


No importa. Algo revolotea en la punta de mi estómago:


Salud.

noviembre 13, 2008

El protocolo del desorden. (Carta a mi amigo del "dios es amor")

Chhhhhht. ¿Qué pedo? Ahí va:

El punto y aparte (tras la palabra "desorden") lo puse sólo para los conocedores. Y es que no hay absurdo más sincero que ponerle puntuación cualquiera a cualquier caos venidero. Como este. O como el que sigue (dos puntos):

Sin duda me repugnan los absurdamente puristas tanto como los mareados agitadores. Me cagan, en realidad, las etiquetas y los protocolos. Muy fácil (dos puntos otra vez): Detesto las invitaciones para (casi) cualquier boda. Y las detesto si particularmente exigen que me vista de un smoking rentado, o de una formalidad que no conozco o que siquiera alcanzo a interpretar. Lo mío, querido amigo, no son las regalías ni las monarquías. (Y sí, aunque medianamente sé algo de princesas, tampoco me atrevería a escribir un tractatus...).

Cuando hablo en honor al desvarío, realmente no hablo por nadie sino por mí mismo. Puesto sé qué tan capaz es mi ego de autoalabarse. Y porque sé que detesto los ensayos y los "rehearsals" (que son lo mismo). Pero no sé (y ahí sí me admito estúpido), porqué es que los niños tan pequeños le tienen tanto aprecio a mi cinismo recalcitrante.

Pero enough about me. Esta tendría que ser una ultimísima admisión de incapacidad. Una carta dedicada a quien todavía tiene/siente/vive la FE. Mi amigo del "dios es amor". Mi querido amigo del "Jesus is Lord".

Honestamente, amigo, tu Jesus me parece una encantadora literatura fantástica. Y -más importante que eso- tu fe es mi envidia de todas las mañanas. Hoy, mientras transitaba sobre avenida de la prostitución existencial (whatever), pensaba en lo fácil que sería recibir un auto (o un avión, en estos tiempos post-mouriñianos) sobre la cabeza. ¿Y si de pronto cayera un auto, un tren, un autobús o un aeroplano, sobre mi cabeza? ¿Y si la rompiera sin remedio? ¿Y si la vida -para mí- se terminara así de súbito?

Por más que atesoro las historias, no me deja de dar miedo la posibilidad de que toda esta existencia se termine de forma instantánea. Y no es que atesore tanto mi presente, no, pero sin duda me tomo el futuro por sentado. Todo el tiempo. Sin mirar atrás.

Amigo mío: Tú ya tienes un nombre y una fe que le da significado a todos los posibles finales que hay para cada una de las conciencias. Tú dices "dios", de entrada. Y luego dices "dios es amor", y sin mirar atrás.

Yo soy un vástago de mi propia necesidad. Yo soy un hombre que recurre al humor porque no tiene mejor alternativa. Y el humor no siempre me paga réditos. Es más: escasas veces cosecho carcajadas.

Tú, sin embargo, no dependes de ti mismo, tanto como de tu fe. Y yo te envidio, amigo. Te envidio enormemente. Y sin remedio: Pues no hay respuesta que me sirva ni canción que me conteste. Mi vida se acabará cuando se acabe mi vida. Ni un segundo antes, ni una broma después.

¿Cómo no sentir envidia de los fieles, tan llenos de fe, o de los vacíos, tan llenos de nada? La vida agnóstica es perfectamente equiparable a la de un clasemediero: Ni pobre, ni rico. Ni negro, ni blanco. Ni lleno, ni vacío. Ni feliz ni irreparable. Nomás tembloroso y dubitativo.

Ojalá hubiera elección, amigo mío. Pues de haberla, sin duda escogería la tuya. Despreocupado de lo consiguiente, transitas sobre la enorme fe de que todo está dicho.

Lo malo, mi buen, es que fumo. Pero no fumo Benson & Hedges.


Duh.

noviembre 07, 2008

Intersticios (Posteo aforístico)

***
Mi vida es un caos ordenado y políticamente correcto, o incorrectamente político, según las circunstancias.

***
Mi necesidad de escandalizar responde de forma directamente proporcional a la hueva que me produce adaptarme a cualquier partitura rutinaria.

***
Creo más de lo que sé. Sé más de lo que digo. Digo lo que alcanzo a musitar. Musito lo que proviene de las ondas primigenias de mi incapacidad para responsabilizarme por mi incorrección política. Soy un cerdo advenedizo y feliz de ejercitar su poética decadencia.

***
Soy un hombre de trenes, más que de aviones. Pero vivo en un país sin trenes, y cuyos aviones son casi todos tercermundistas. No escucho el golpeteo de las ruedas contra los durmientes de los rieles. Sobrevivo -apanicado- el espacio entre el despegue y el tercer tequila. Esa es la metáfora más precisa de mi aproximación a los 30 años.

***
No quiero aumentar líneas en los párrafos conforme transcurren los aforismos. Aquí -entonces- debiera decir lo mucho que asumo el inefable hecho de vivir en un país de máscaras: Bonitas, sí. Irreales, por supuesto.

***
Una vez asumida la simulación, quedan pocas alternativas: Rasparse la garganta a punta de gritos inconformes (una), o aprender la sutileza truculenta de mentir sabia y confortablemente (dos). Ninguna vertiente es expiatoria: Desgañitarse o simular son dos extremos de una misma mentira.

***
Debo admitir que aprecio mucho el ser adjetivado (juzgado) o siquiera definido. Encontrarme a mí mismo en una sola palabra, resulta un verdadero alivio. ¿Qué más fácil que jugar a semejante complacencia? ¿Qué más difícil que saberse -en secreto- absolutamente distinto?

***
Un paseo por los zócalos de Culiacán resulta ser un verdadero examen para el autocontrol y la memoria. Supeditar el apetito primigenio ante el guerrero control de las pulsiones. Asumirse cavernícola en cada pierna desnuda y en cada pelo bien peinado, mientras aquello que subyace -la sed, el hambre indemne, el apetito turbio- es aplacado por una moralidad que sin embargo no es moralina. Hambre que no es hambre. Sed que no es sed. (Aforismo que ya es muy largo)

***
Lo único importante, cuando se trata de aforismos o carreras de automóviles, tiene que ver con el frenar. Saber dónde, saber cuándo, saber las veces. Y -curiosamente- importante es saber también que parar no es detenerse. Y que nada es tan inmenso como para ser infinito, ni que tampoco decir "jamás", es decir "para siempre".

***
Todo aterrizaje resulta forzoso. Nadie (casi) quiere dejar de volar para ser un tren. Y nadie quiere dejar de rodar para hacerse pregunta. No hay hambre capaz de saciar cualquier menú. Y no hay sed que se termine en barra alguna. Y es que no hay completud (o complitud, como se prefiera). No existe un "ya estoy bien" sin que le siga un "siento falta".

***
Querer postergar el placer equivale a ser tartamudo. O necio. O simple, pero recio. Alargar las palabras no es necesariamente malo. Y es que tartamudear o canturrear sólo es un síntoma del saberse necesariamente en falta: Ni tú, ni yo. Ni nosotros. Ni dios (con minúsculas), ni nada. Justo eso es lo que me hace feliz: nada. Tener nada o (es decir) buscar algo.

***
Oremos, hermanos, oremos. Que al espacio vacío, savia de todo aquello que es incompleto, se levanten nuestras incompletas plegarias. Vivamos nuestra mexicanidad mientras se acaba el mundo. Pero vivámosla de verdad: no llenemos el vacío de la muerte con florecitas de cempaxóchitl ni tampoco con calacas de sal o de dulce o de nada. Abracemos el verdadero vacío: ¿Podemos?

***
Que sea límpido el silencio, que sea de verdad. Que sea el gran silencio. Que sea un mes después del 2 de octubre, como ya es. O que sea en cualquier mes, y que sea por sobre cualquier ansia. Pero que sea vacío -no lleno- y nunca (nunca) toda la verdad.

***
Renuncio a cualquier aforismo que ocupe más de quince palabras (y a todos los anteriores).

***
Renuncio a mí mismo y a mis incipientes canas. Renuncio a salvar y a ser salvado. Renuncio a mis ganas.

***


- ¿Qué es lo más fuerte que has oído en los últimos tiempos?
- ¿De verdad quieres saber?
- Sí, suéltala...
- Ok. Ahí te va: Un hombre vocifera en algún bar. Cuenta su muy misógina y condechi verdad ante la vida:

"Y es que, ¿sabes qué? A las viejas mexicanas les falta siempre algo. Algo que siempre tienen las cubanas. Aquí, a todas, si les sobran tetas, les falta culo. Es una realidad, mi hermano. Piénsalo bien. Ninguna lo tiene todo en su lugar, como en Cuba..."

Y en una adorable retaliación no solicitada, pero respondiendo a los decibeles de ese irresponsable emisor, se acerca una mujer (hermosa, por cierto, más allá de las tetas y el culo), y replica:

- ¿Pero de qué tú te quejas entonces? Con los hombres mexicanos es lo mismo: Al que le falta cerebro, le sobra pito. Y al que tiene un buen pito, nada más no le alcanza el cerebro. Aunque en tu caso es peor (le dice directamente al hombre): A ti, sencillamente, te faltan los dos...




(Tómala, "chavo". Y ni quién te salve...)


Para aforismos los de la vida.


Y salud por el intersticio.