La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

marzo 28, 2008

Hmm. Tal vez tengas razón...

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Hablo de la única razón por la cual el suicidio no me es opción. Y la razón lo es todo. Es la razón en sí misma.

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Hablo de una noche que siempre sobreviene después de un día. Y en particular de las que sobrevienen luego de los largos días. Esos días que son largos e intolerables. Esos días en los que incluso contemplas morir bajo tu propia mano, y la mismísima hueva que te produce toda la parafernalia que involucra matarte, acaba por aburrirte a tí mismo, y te manda a dormir.

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Hablo de la mesa de al lado. Una mesa en donde hay, durante varias horas, dos mujeres con caras y cuerpos suculentos -o cuando menos deleitables a la vista- y que parecen hablar, entre sí, de cosas serias. Y luego hablo de un cascarón que llega, bien peinado y con las barbas derechitas, y como por arte de magia produce actos de locura entre las dos que otrora parecían tan tranquilitas. Besos del cascarón a cada una. Besos entre ellas. Miradas de 360 grados que buscaban admiración, envidia o la más pendeja y plana indignación. Luego: la cuenta. Nos vamos. Ustedes se lo pierden, parecían decir mientras se levantaban con toda calma, y en camino hacia la cama de alguno de los tres.

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- Es que la línea entre lo cómico y lo trágico puede ser muy tenue cuando vives la vida en pedacitos de quince minutos, cabrón.
- ¿Pero qué no es igual de tenue aunque la vivas en intervalos de 10, 100 u ochocientos años, güey?
- Hmmm. Puede que tengas razón.

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- Te pasas cabrón. ¿Por qué chingados le haces fiestas a esos pinches pendejos que sólo querían presumir de su pinche threesome? ¿Por qué chingados me hablan cuando me levanto? Tú juega lo que quieras, me cae. Pero no me perjudiques a mí, carajo. ¿Por qué carajos perjudicas a esta mesa? Mejor vete a la de ellos, cabrón.

- Pues, primero que nada, me disculpo. No sabía que eso te molestaba o disturbaba tu noche. Y pues lo siento. Pero dame el beneficio de la duda, cabrón. ¿Por qué supones que les hago fiestas y no que sencillamente estoy jugando nomás por jugar? ¿Crees que cambiaría mi lugar en esta mesa, por un lugar en la cama a la que están yendo esos pendejos justo ahora?

- Hmmm. Tal vez no, pero me vale madres. No perturbes mi mesa, cabrón.

- Ok. La próxima vez soy el nigger. Y me voy to the back of the bus. Pero ps perdóname si te molesté.

- Hm. Ta bien. Ahora hablemos del Saúl otra vez...(risas)

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No sé. No sé cómo decirlo. O bien, no sé cómo decir cuánto extraño unos ojos de aceituna, o unos ojos negros como mi perturbación, sin decir demasiadas mamadas mientras tanto. Me cae que no sé.

- Pues nomás dilo, cabrón -

- Chale. Tal vez tengas razón...-

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- Pero es que yo soy un impertinente profesional. Es más: Soy un impertinente profesional y en intervalos de quince minutos...-

- Puta, pues ni te sientas mal. ¿Quién te ha dicho que no necesitamos más de esos?-

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- Y es que hay personas cuyo "core" es tan evidente. ¿Me entiendes? Es como conmigo, o como contigo, o como con el Marcos o el Chuco. Sí, somos distintos, pero hay un núcleo cavernícola que para todos es incuestionable, ¿sabes? Nadie jamás duda de qué carajos nos gusta, o si de nos gustan las mujeres, los hombres o los peces. Es todo tan estridente y evidente que la vida acaba por volverse más fácil, ¿no? -

- ¿Pues sí. Pero qué pasa cuando eres mujer y no compartes eso del cavernícola?

- Entonces pasan cosas como el amor. O sus derivaciones, ¿no?

- Hmmm. Tal vez tengas razón.

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- Pero bueno. Te compro lo de tus quince minutos. ¿Pero qué no puedes aprender a anticipar las cosas? ¿No podrías saber cuándo ese guey se va a emputar y entonces evitarlo?

- Puta, cabrón. Pues sí. Pero insisto: Es igual con cualquier "unidad de asignación" para la vida. Importa un carajo si son de quince minutos -que por cierto sólo es una coartada literaria- o si son de 10 años. Todos buscamos aprender. La mayoría de nosotros no queremos dañar a nadie. Y pues por desgracia lo hacemos, a pesar de nosotros mismos. Acabamos dañando y chingando y lo que sea. Y pues yo, cuando me pasa, sólo puedo hacer una cosa: Disculparme and move on. Ser sincero y reconocer que dañé y que no quería y que lo siento. Y luego ser coherente con esos -siguientes- 15 minutos.

- Hmmm. Tal vez tengas razón.

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Hablo de unas oscuras ganas de decir la verdad.
Me refiero a la irremediable e impostergable necesidad de jugar.
Apunto a las ganas de jugar, las verdaderas ganas, y no al no poder jugar porque ya se es o se está demasiado viejo para ello.
Hablo de amar a los amigos. Fraternizar con los amores. Decir lo que se pueda. Jactarse de lo que nos alcance. Lo que sea.

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¿O qué? ¿No te parece curioso que "todo junto" se escriba separado, y "separado" se escriba todo junto?

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Hay tantas cosas que saben ricas y hacen mal. Hay tantas cosas que saben mal, y hacen tan rico...

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Pusiste tu nombre y firmaste igual que tu sombra. Gracias. Gracias de verdad. Al menos en los próximos 15 minutos.

5 comentarios:

Ismael Lares dijo...

ay pinchi juan k
el humor negro sigue
por estos lares
saludos, maese!

the drop dijo...

Y si dejaran todos de ser tan cavernicolas...??? Habria mas amor segun tu?? Que tierna te salio esa...

Hector dijo...

las mujeres también pueden ser muy cavernícolas, quien dice que no?

Anónimo dijo...

Mi queridisimo: Morir es tan, pero tan sencillo, como darle vuelta a la página de un libro.

Y vos sos tan cruel, pero escribís de lo más rico...

Adoro.

Chau

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Me gusta tu blog, para leerlo con calmita.....