La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

agosto 19, 2005

The way i love (is not a lovely way)

El sacrosanto chango lo dice bien: Este es un mundo donde las palabras construyen más de lo que uno cree. Y la forma y el contexto bajo el que uno las aprende, muchas veces significan más de lo que podríamos imaginarnos.

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No es lo mismo aprender la palabra "amor" bajo el techo de una dulce familia suburbana de San Diego, que aprenderlo usando de almohada un ladrillo, en cualquier paso a desnivel del circuito interior. Y eso, evidentemente, tiene repercusiones inimaginables.

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Durante años y años incontables de mi "formación" educativa, tuve la certeza de ser un tipo que no sabía expresar amor a sus prójimos. Me lo creí, indudablemente, por demasiado tiempo. Y me costó, además de toda esa puta autolaceración eterna, otro buen chingo de años de psicoanálisis vivencial el darme cuenta de la mejor respuesta: Nadie, en estricto rigor, sabe Amar en un sentido mayúsculo. Nadie cumplimenta cabalmente las expectativas amorosas de nadie. Todo el amor pragmático es imperfecto, y no por eso menos válido. Amar implica saber las limitaciones del amor del otro. Y amar significa amarlas también, paradójicamente, y además al unísono. Vaya pedo.

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Y sin embargo, uno reencuentra la misma piedra en todas partes, y luego de todos los incontables tropiezos, la misma puta piedra nos sonríe cínicamente mientras escupe cosas como: "Hola, soy tu puta piedra perpetua. Vengo a reconfirmarte el hecho de que no existe la complitud. A recordarte que tú, pequeño saltamontes, no vas a LLENAR a nadie. Y que NADIE, tampoco, te va a LLENAR a ti. Hazle como quieras. Tropieza conmigo. Úsame de pretexto. I'm here for you".

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Y para muchos esa bendita piedra significa el mejor de los escapes. La solución de último momento. La eternidad incompleta pero tolerable. Y a veces hay quienes incluso la veneran: "Oh santa piedra, tú y solo tú puedes hacerme dejar de chaquetarme al punto de creer en este amor".

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Otros, más por desgracia que por fortuna, no sabemos pa dónde hacernos. La sola presencia de esa piedra nos conmociona. Quisiéramos desterrarla, pero sabemos que no dice sólo mentiras. Quisiéramos guardarla en el bolsillo, pero la hija de puta también sabe gritar, y sus gritos se escuchan en alta fidelidad, y más cada vez que tratamos de ignorarlos. Y cuando suenan altivamente, todos callan para poder notar su presencia.

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No sé si es lo mejor (de hecho lo dudo), pero he concluido que mi mayor deber consiste en aprender a sobrevivir, aun a pesar de las apariciones pedregosas y subterfugias de tal cínica y omnipresente piedra. De mí depende, y sólo de mí, el que su cántico recurrente y desesperanzador tenga mayores o menores consecuencias en mi proclividad a la magia, la ilusión o el encantamiento. Ya no puede importarme si alguien, en complicidad con la puta piedra, me recuerda lo imperfecto que es mi amor, y lo complicado que le resulta sobrevivirlo.

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No más: "Este es mi amor y, bien o mal, es el único que tengo." - les digo a mis debilidades y hasta a las piedras -. Y puedo dejar casi todo: el alcohol, el tabaco, la insatisfacción, la concupiscencia, el hartazgo, la rebeldía, el malestar, la cobardía. Todo. Todo menos mi imperfecta pero potente capacidad de amar aun en los caminos más empedrados.


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Porque es lo único que realmente tengo. Y con esa incapacidad es que he llegado hasta aquí. Hasta aquí: (óyelo bien). Aquí, contigo. Juntito al "no te vayas" y juntito al "adiós". Y si te hace falta, entonces escribiré una lista. Una lista sólo para ti. La lista que enuncia mi forma de amar. La misma que, no siempre, resulta una amorosa lista. La lista que enlista la forma en la que amo (y que no es, tampoco, una forma amorosa).

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"Nothing comes from nothing" (O lo que es lo mismo: Salud, santo papa que dices Ex nihilo nihil)

6 comentarios:

SirenNa dijo...

Con todo y todo, a final de cuentas sigue siendo amor.

Anónimo dijo...

A final el amor es percibido segun los ojos del que ama y del ser que es amado... y cada quien lleva consigo, por decirlo asi, esa piedrita en el zapato...de un pasado, de un presente, o de los miedos del futuro.

Alfredo Mora dijo...

Por eso la fidelidad es una mamada cristiana que tiene como único fin condenar al humano al sacrificio y la carencia.
De acuerdo absolutamente, ante tal falta de complemento, habrá que juntar las piezas del rompecabezas que sean necesarias.

the drop dijo...

Rodaar y rodaar... ja ja ja!!! Si, ser tú, es lo unico que puedes ofrecer. Tu "forma de amar" que ni es tan amorosa (segun tu propio decir) no es mas que lo que tú eres y lo que tú quieres aportar a alguien mas, no tiene existencia propia. No es algo que puedas justificar por si mismo diciendo "Es así! y puedo cambiar todo (hasta dejar de ser cobarde!) pero no se puede cambiar eso"...

mmmmhhhhh... algo no me cuadra Cerebro!

cosaensi dijo...

el amor es gratuito, es decir, no amas por esperar algo a cambio, amas porque amas y no hay mas explicación, digamos que es un misterio.
como la vida, en realidad hay que amar con eso, con la vida.

hugo dijo...

chami, si se trata de otra depre por un pleito amoroso con "la del momento pero esta vez si es para un largo andar", ya no te voy a creer mucho, eh? je. lo que quiero es que dejes tus traducciones y vayas a la parrillada mañana. si, es lo que quisiera. y los demas lo quisieran ver tambien. si, creo.

saludis