La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

agosto 01, 2008

Epifanías desechables (IV)

Hace unas horas estaba perdiendo mi tiempo en el twitter, del cual me he hecho un tanto adicto en los últimos tiempos, más por el "hype" que tiene alrededor que por el verdadero interés exhibicionista y un tanto histérico que muchos de sus usuarios tienen por llamar la atención.

No sé si es realmente una herramienta útil, más si se considera la cantidad de horas que está offline por problemas técnicos y la cantidad de veces que se han corrompido y perdido sus bases de datos. Como ejercicio antropológico, podría considerarse interesante. Llevar un registro de ideas o "enunciados vivenciales" o simplemente de lo que "está haciendo" la gente, tiene un aroma Orwelliano un poco terrorífico, pero también una parte muy interesante, si de verdad se pudiera llevar un registro confiable de esa línea de tiempo, y no se perdieran los tweets del pasado con cada actualización del servidor. Uno podría, con los años, percatarse de las pendejadas que hacía años antes o de los pensamientos circulares en los que estaba metido, o de la rutina insulsa que le dejaba tanto tiempo libre para exhibir su aburrimiento públicamente.

Me tiene, pues, intrigado. Y obviamente estoy permanentemente "en guardia" ante la multitud de spammers y basura que te puede llegar también por ahí, o la propia basura que la gente comparte. Y aunque esto no me sorprende, porque soy fiel a mi arrogante noción de que el 98% de las personas está en los límites de la subnormalidad o al menos de la total superficialidad digital "a la carte", sí es de extrañarse cuando alguien pasa horas enteras de su día twitteando cosas como "tengo hambre, voy por comida" o "extraño a mi novia, snif...". Una vez es normal. Diez veces es comprensible. Todos los días y todas las putas horas es un verdadero suplicio.

Y bueh. Existen quienes afirman que el twitter y otros servicios similares están condenados a la extinción, pues no hay nichos publicitarios o áreas de oportunidad con las que puedan financiarse. Esto, sin embargo, me parece una burrada tremenda. Con un poco de malicia y maquiavelismo mercadológico twitter, como cualquier social network, podría alimentar la maquinaria no sólo con el ya dibujadísimo mapa de las conexiones sociales, sino también con las particularidades emocionales y las necesidades inmediatas de sus miembros, hecha la debida programación y puestos los debidos motores a trabajar. Y ese día, sin temor, daré de baja mi cuenta, para vivir un poquito más "off the grid" y un poquito menos al alcance de ese 1984 que ya pasó hace 24 años (terror!).

Un último punto: Uno de estos "twitteros" que sigo -quizás por necedad, porque el chamaco es verdaderamente bobo y monotemático- y que vive en la sacrosanta capital potosina, que como muchos han de saber, es toda una ciudad cosmopolita y llena de...cantera que necesita limpieza y...potosinos sin mucho qué hacer, se "compadecía", en un tweet, de nosotros los chilangos que debemos vivir en esta ciudad "apestosa, sobrepoblada y ruidosa" (sic) en la que vivimos. Evidentemente contesté a su categórica estupidez con alguna acidez reactiva de las que me caracterizan. Sin embargo, este chico me hizo recordar una de mis múltiples epifanías desechables y que tiene que ver con el hecho de vivir en una ciudad como estas, confrontado a la posibilidad de vivir en un pueblo, o una semiciudad, incluso extranjera en muchos casos, y cómo eso conforma tu mente de una forma muy particular y quizás un poco inhumana.

Nacer y ser chilango equivale a haber dominado a una gran bestia, siempre que seas capaz de moverte en todas partes y no vivas permanentemente en la burbuja clasista de tu "zona de confort". Los chilangos, como cualquier capitalino del mundo, o habitante de las grandes urbes, tenemos esa arrogancia que caracteriza al que ha pisado los infiernos y abierto un apartado postal en esa zona, o reservado una mesa, o incluso comprado algo de terreno sin temor a equivocarse. Sabemos que vivimos en las entrañas del monstruo, y en lugar de causarnos pánico u horrores permanentes (aunque a veces sí nos los produzca), nos sentimos orgullosos de vivir y sobrevivir en mitad del caos y con una sonrisa ocasional. Y en el caso particular de los que somos incapaces -todavía- de abandonar este terruño de forma definitiva, muchas veces se nos cruza por la mente el infame aburrimiento del que seríamos víctimas en caso de mudarnos a un pueblo, por más bonito y curiosillo que sea, o peor aún, a cualquier ciudad de medio pelo en la que no se cohabite con un poco de adrenalina, caos, diversidad o al menos un montón de lugares interesantes y 100% urbanos qué visitar con regularidad. Por eso tantos y tantos de los chilangos clasemedieros que emigran exitosamente, lo hacen a lugares tan o más jugosos que esta ciudad (Nueva York, Barcelona, Los Angeles, Madrid, Paris, etc.) y los que regresan pronto y con la cola entre las patas es porque se fueron a algún infiernillo de tres estrellas como puede ser Galicia, Monterrey, Houston o cualquier pueblo que se quiera nombrar para esos efectos. E incluso los que se mudan con éxito a las espaldas de otros monstruos, casi siempre andan nostálgicos de cuando en cuando, y vienen cada vez que pueden a bañarse en la peculiaridad defeña, y a pasarse unas cuántas tardes en compañía del smog y las malas costumbres.


1479 kilómetros cuadrados de DF y unas 4 veces más de "área metropolitana" make John an indifferent boy.


Claro: Todo lo anterior excluye a los que escapan por motivos psiquiátricos, de salud o simplemente jubilatorios. En cuyo caso hay una justificación exógena y el monstruo les permite partir sin solicitar el reingreso pronto.

Y es que, si uno lo piensa bien...¿quién diablos se bajaría de las espaldas de un cancerbero del infierno, para montarse en un french poodle?

Yo, ni por todo el calor infernal ni las playas del carmen ni los tepoztlanes ni los San Luis Potosíes del mundo lo haría.

6 comentarios:

S.S dijo...

Hey marmota, tal vez la gente está donde merece estar.
Digo, si las cucarachas no fueran desagradables animales rastreros que perseveran y alimentan de la y en la obscuridad, putrefacción y suciedad, vivirían en espacios abiertos, serían de aspecto amigable y los conoceríamos como "Los otros otros perros". Supongo que lo mismo es con la gente.

Chamirú dijo...

Buen punto, mi estimadísimo. Mi única impresión al respecto es que:

a) Nadie debiera compadecerse de las cucarachas, toda vez que están donde les gusta/merecen/mejor pueden estar. Ah, y además porque son repugnantes y sumamente resistentes a la crítica y a los insecticidas, je.

b) Toda especulación sobre un lugar mejor implica el juicio categórico sobre el punto original, que a la vista del que juzga es "malo" o "peor" que el lugar destino. En este punto yo me sacudo todo juicio de valor y le doy su justo aprecio a la bestia, que, por muy mugrosa o linda o interesante que sea, es bestia. Es decir: no niego la parte de la oscuridad, ni la de las cucarachas, sino que adoro encontrarme con el preciso argumento emocional que me hace adorar ambas.

c) Usando tus propios y muy sabios argumentos, "puede no ser muy bonita, pero al menos es grande" :P

Un saludo desde esta, nuestra apestosa capital de la diversión.

- Sánchez Villa - dijo...

Creo que tienes razón en los términos que haces esta apología: es vivir en una embajada del Infierno. Un duda, ¿tú crees que Tijuana es la única otra sucursal del Infierno en este país?

cosaensi dijo...

haces bien.

Hector dijo...

Vancouver me recuerda a Puebla, la ciudad wanna be, que con toda la diversidad de su población flotante no deja de ser un pueblote.
Después de haber vivido en el DF, sólo me gustaría vivir en Nueva York.

Anónimo dijo...

¡Dicen que despues de una guerra nuclear solo las cucarachas nos harán compañia!

"Infiernillo de tres estrellas como puede ser Galicia, Monterrey, Houston o cualquier pueblo que se quiera nombrar para esos efectos".

Aunque en estandares mundiales una ciudad de mas de medio millon sea grande, para la mayoria de nosotros seria un pueblo ( ¡Como Houston!). Las de menos de 3 millones son apenas psables, las del rango de cien a quinientos mil parecen casi ranchos. No hay suficientes opciones, ni suficiente camuflage. Estamos mal acostumbrados, inmunes, casi blindados espiritualmente. Virtud adquirida al soportar el promedio de 10-18 horas semanales perdidas el el trafico y las vibras de todos los sabores ( mayoritariamente negativos) dentro de las dastricas diferencias que uno puede pobrar en un dia común.

Somos manjar para inversionistas globalifilicos, destino por decadas de inmigración, laboratorio jugoso para urbanistas, sociologos, antropologos, ecologistas, no- ecologistas,teoricos conspiración,pseudoreligiones, y hasta religiones oficiales que aqui son minoria pero en otros lugares serian considerables en proporción. Alojamos pequeños paises como la Republica de Iztapalapa,Santa Fe (San Diego Jr), Satelite, Pequeño Buenos Aires(Aka, la Fondesa). Hay espacio para todos ellos y hasta lo que olvidamos mencionar e ignoramos.

Tenemos "jefes de gobierno" a los que ya no les gustas llamarse Regentes del DF. Seguramente por motivos politicos, pero tambien por que siente es mas adecuado al tener mas gente aqui que muchos presidentes en ciertos paises enteros que no llegan ni a la mitad de la población.