La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

agosto 17, 2007

Soprano no es soplano.

En un mundo en el que la televisión es la gran educadora de las conciencias, además de ser la gran ejemplificadora de la idiosincrasia de uno u otro país, yo -sencillamente- me confieso rendido ante su poder. Soy -en efecto- un temible consumidor de televisión local y foránea. Desde pequeño, muy a pesar de la censura jipiteca de mis padres, drené mi potencial infantil durante largas horas de caricaturas incalculables y series detectivescas dobladas al español. Y como (casi) toda mi generación, crecí bajo los modelos y estereotipos que el canal 5 -y muy posteriormente la televisión por cable- bombardearon sobre una inexpugnable masa de púberes y adolescentes cansados del anacronismo del "chavo del ocho" o del "canal de las estrellas", y que encontraron su sino en los patéticos territorios de Michael Knight, Magnum P.I., MacGyver, Hunter, la "reportera del crimen" y poco después, abrumados por sus hormonas, descubrieron las delicadezas de la tensión sexual junto a Kevin Arnold y Winnie Cooper en "Los Años Maravillosos".

Lo malo, en mi caso, es que esa ansiedad mitificadora -mal o bien sublimada a través de la televisión- no sólo no terminó con el hartazgo que producía la eterna repetición de aquellas series televisivas que cruelmente dibujaron mi pubertad. El ritual, en lugar de terminar, se hizo aún más fuerte entre mis hábitos cotidianos, y entonces la "tele" se volvió una de las más inofensivas pero persistentes drogas que jamás se asomaron por mi vida. Aún hasta el día de hoy. Y sin los más mínimos hard feelings.

Mi trabajo entre las insondables y repetitivas arterias de la investigación de mercados se convirtió en la mejor excusa para seguir participando del ritual televisivo sin la menor culpa intelectual. Aun en mis más altas crestas inspiracionales de puro y llano esnobismo filosófico, siempre me tomé cuando menos unas horas cada semana para "mantenerme fresco" respecto a la basura mediática en turno, y -desde luego- frente a la fidelidad que alguna u otra serie me ha provocado durante mis concurrentes años de esta, mi supuesta edad "adulta. Era y "es" mi trabajo. De otro modo sería incapaz de confrontar las respuestas casi autómatas de los "grupos" que de cuando en cuando "estudio". No sabría diferenciar a George Clooney de la "Banda Machos" y -peor aún- no podría conocer inmediatamente el alto contenido discursivo de cada una de sus propuestas.

Es así que, excusas hechas y bien afincadas, hoy sigo siendo un feliz couch potato que conoce perfectamente las minucias de la producción televisiva, nacional y gringa, junto con todos los detalles estadísticos y económicos de cada éxito y fracaso televisivo. Y, no sin sentir algo de culpa, debo confesar que el fenómeno de "Los Soprano" nunca había trascendido hasta el ámbito de mi interés hasta este preciso momento. Consciente de su temática y su narrativa, pero incapaz de pagarle a HBO los 25 dólares que cuesta incorporar su programación a mi menú de opciones, nunca estimé importante hacerle caso a esta serie de mafiosos de New Jersey que -muy equivocadamente- consideraba una mala copia de las incontables aproximaciones que del fenómeno mobster se han realizado en cine y televisión. Y debo decir muy; MUY equivocadamente.

Pero como todo lo que llega a México (y esta es una excusa muy vil), "Los Soprano" llegaron a mí tras casi 7 u 8 años de haber despedazado los convencionalismos mediáticos de la televisión gringa. Inmerso en una depresión epopéyica, y azuzado por los paralelismos que mi querido Frank Goldman no repara en hacer acerca de Dr. Melfi (suculento personaje de la serie) y su situación personal propia (terrible tragedia de la vida real), me vi en la oportunidad de insertar cuatro temporadas en mi DVD y recetármelas intensivamente. Es decir: una insuperable chance de obtener mi degree en "Los Soprano", sólo para maravillarme del poder dramático de su propuesta televisiva, y de la magistralidad de sus guionistas y realizadores.

Sería absurdo y enteramente somnífero recetar, en estos prescindibles párrafos, la inmensa cantidad de líneas y parlamentos que me han resultado sublimes en estos pocos días de sobredosis soprana. La serie es sencillamente cautivadora y avasallante. Y lo es porque es capaz de seducir a todo tipo de espectadores, tal como "El Padrino" de Scorsese lo hizo en su tiempo. Está, obviamente, esa lineal pero también adictiva trama gangsteril, plagada de suspenso y violencia casi gratuita, capaz de fustigar las exigencias de más de un 80% de los fieles seguidores de la propia serie. Esa es cosa juzgada, y los números, y las consiguientes temporadas, y los innumerables premios de todo tipo hablan realmente por sí solos, al menos en lo que respecta a lo inteligible y seductora que resulta la fórmula en sí para el espectador promedio. Pero detrás de su éxito hay un universo entero de sutilezas casi teatrales, y que -para mí al menos- resultan ser lo verdaderamente mágico acerca de "Los Soprano" y su aparentemente "naca" (en términos de New Jersey) historia. Y es, por sobre todas las cosas, una magia inteligente y creativa. Forjada a través de signos tan sutiles como una mueca, una mirada, una suspicacia fílmica retratada en cierto personaje, y que termina por llenarte la cabeza de una infinidad de historias que no son necesariamente regaladas mediante frases o palabras. Pero que sin embargo, desde el primer momento, te son inferidas mientras la propia serie te educa acerca de los valores y el "way of life" de un débil pero despiadado ghetto como resulta ser el de la mafia italo-americana.

Y es que hay otras muchas cosas que debiera admitir. Por ejemplo, el hecho de ver a un Tony Soprano sentado en el sillón de una terapia pseudo-psicoanalítica -muy al estilo control freak americano- y ser partícipe de su renuencia y su temible encabronamiento frente a la interpretación pura y dura que sólo un buen terapeuta (hail, Dr. Melfi) puede hacer. Y luego mirar cómo este anti-héroe se abre camino entre la comodina y autoindulgente sociedad americana para convertirse en un personaje de culto. Todo en menos de una década. Todo porque -siendo honestos- este antihéroe tiene y ejercita su capacidad para ofender, herir y también matar. Y todo porque, en un arrebato de genuina genialidad creativa, los guionistas de "Los Soprano" tuvieron a bien el colocar, con toda su cruda humanidad, a un personaje que suave y mucho más inteligentemente que cualquier gringo promedio, representa a la propia sociedad americana y a su odio/fascinación por "il capo di capi", todo esto comprimido frente a la cámara, bajo un guión, dentro del alma de una actriz prodigiosa, y resuelto en una estrecha falda de lana cruda que responde al nombre de -la adorable y perversa doctora- Jennifer Melfi.

Soy un adorador de las historias. Y soy aun más adorador de las buenas historias. Y resulto ser un implacable fanático de las historias que son además metahistorias: historias dentro de las historias que, a su vez, están dentro de "Otras" historias. Y esto escasamente puede verse en la televisión norteamericana. Sí, se ve frecuentemente en grandes filmes. Particularmente en los que escribe Charlie Kaufman, o en algunos que ha fraguado Woody Allen, o en otros que ha dirigido Terry Gilliam. Pero no suele verse tan a menudo en la soberana televisión. Poniendo el caso de la multicelebrada pero paupérrimamente vista "Huff", otra serie de una inteligencia superior a la de sus espectadores, Los Soprano ha logrado sobrevivir gracias a sus múltiples capas e interpretaciones. Gracias a que toca una fibra que le compete, de algún modo o de otro, a cualquiera que le ponga la debida atención. Y esa es una verdadera magia. Una magia que no se palpa todos los días.


Termino mi apología con una de las innumerables frases que, dentro de todo ese universo maravilloso y no verbal que tienen "Los Soprano", ha logrado cautivarme un poquito más que lo acostumbrado. Esta es, obviamente, una conversación entre Tony Soprano -jefe en turno de la mafia italiana en New Jersey- y su valiente y aterrada siquiatra, mientras discuten acerca de la inclinación de Anthony Junior, hijo de Tony, hacia ciertas ideas existencialistas que de pronto ha dejado caer sobre el desayunador de su casa. Y esta es Doctor Melfi hablando sobre el existencialismo:

Dr. Melfi: "When some people first realize that they're solely responsible for their decisions, actions and beliefs, and that death lies at the end of every road, they can be overcome by intense dread."
Tony Soprano: "Intense dread?"
Dr. Melfi: "A dull, aching anger that the only absolute truth--is death."
Tony Soprano: "I think the kid's onto something..."

4 comentarios:

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Vi algunos episodios y en verdad la serie me gusta y tengo Dvd's reservados de temporadas para ver por completo Los Soprano.
Lo que sucede es que el tiempo va encima de mis espectativas y le doy prioridad a una serie fetiche que en Inglaterra y Europa tuvo y tiene sus seguidores. A mí que soy latina me es inprescindible e incluso la veo cuando la repiten durante la semana: inspector morse.
Por ejemplo este sábado y el domingo darán episodios nuevos que en su momento original no vi (es una serie de fines de los 80's).
Si te animas puedes verla en film&arts. No sé si te quedarás prendado de ella, mas al menos es posible que te sugiera también otras historias dentro de las que en cada episodio se ven.

Bueno, me la he pasado contándote de mi serie predilecta :) eh.
(En realidad te escribiría extensamente, mas allí lo dejo).
Por mi parte veré Los soprano. Tu post es compacto, suscitador, agradecido, grato, inspirador.

Ah, parece que no cuentas con la tevé vía cable...oh, ojalá hubiera en Dvd', inspector morse. Por aquí, niet, sólo se ve en film&arts.

Abraxo.

Hector dijo...

- Paréntesis -
Solo para decirte que eres un buen amigo, un entrañable amigo, y que espero que la vida te sea mejor que lo que ha sido hasta ahora. Llegará la corriente que te haga levantar el vuelo.
Las putas olas dejémoslas para mucho después.
Un abrazo.

Conflictiva dijo...

solo vine a decirte que te quiero mucho, no se porque me acorde de cuando chateabamso en latinchat...recuerdas? tu hospitalidad hermosa en un vips tomando cafe, y otras cosas asi.
Te quiero mucho chingao.
M.

Anónimo dijo...

Hola, si eres fan de Los Soprano pásate por www.lossoprano.tv Allí encontrarás mucha información sobre la serie, un foro donde compartir tus dudas y opiniones sobre la serie.
Además hay historia real de la mafia, su cine, videojuegos, etc.

Un saludo.