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Podria enamorarme del sol que te viste, o del viento que te barre la espalda y las enaguas cada que le place y sin aviso. O podria odiarte por no haber llegado antes, por no haberme dicho todo eso que terminaste susurrandome tan quedo y tan bonito, o porque en tus calles los semaforos cuelgan discretamente al lado de las casas, y no me miran como esperando que les grite voz en cuello las ganas locas que tengo de ignorarlos. Podria beberte otras diez mil veces, con gusano o sin gusano, en tacita de porcelana o en cristal cortado o en plastico irredento. Podria recostarme sobre las mesas o sobre las calles de cantera verde, sobre los puestos de frutas o sobre las trenzas de cada Maria embelesada con tu aroma. Podria gozarte como se goza un beso y lentamente despegar mi boca de las diecisiete millones de sonrisas que me regalaste sin factura. Podria doblarme ahi en tu frente y simplemente parar. Parar el mundo. Hacer la pausa necesaria entre la sonrisa de Helena y la calidez de Fabrizio, la risa de Oscar y la masa crujiente de una desubicada pero monumental pizza de anchoas en el centro de tu centro. Y luego rendirme. Entregar las armas del temor para solo sentarme a escribir sobre ti, desde ti, para ti.
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Una pausa larga y un sinfin de nombres. Tiempo para pensar. Para pensar si quiero o si no quiero. Para averiguar si de verdad la vida puede dar virajes de timon voluntarios y radicales. Tengo veintiocho anios apenas pero a ratos me siento, entre arrebatos narcisistas, el hombre mas viejo de su mundo. El hombre dentro del hombre dentro del ninio dentro del loco mas loco e inexplicable del mundo. Y me he detenido a pensar que mi vida no es un caudal que no pueda contenerse y suspirar medio segundo. Me he detenido para detenerme, escuchar la musica, reinventar mi teatro, aguardar al nuevo lienzo y degustar la pintura. Se avecinan cambios que espero deseoso y libre de todo panico. Quiero montarme en una motocicleta por primera vez. Quiero dejar de sentir la prisa incomprensible de las ciudades y sus mitos. Quiero tomar el volante un rato y dejarme salir despavorido en la proxima curva. Aqui llevo mi paracaidas. No pasa nada.
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Estoy de vuelta. De vuelta en vuelta. Para rato.
La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.
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5 comentarios:
Qué chingón leerte de nuevo.
Sigue transformando con los dedos,guapito.
Besos miles.
papacito, estabas en oaxaca tragando PIZZA???? es medio imperdonable eso, de cualquier manera, mandame mole no?
besos papucho.
C.
Estimadisimo y muy entrañable hermano, que envidia que estuvieras en Oaxaca y no ser tu compañero de viaje.
Igual así, da gusto saber que lo disfrutaste.
Eres un gran escritor y poeta, se te quiere y extraña.
Un abrazo.
Sigue comiendo pizza, el mole es para los turistas.
Juar.
Que rico seguir descubriendo bajo tu cristal, tus tonalidades, formas y matices, y la manera tan ávida en que bebes la savia de cada momento. percibible el aroma de la esencia que impregna tú paso por la creación.
Buen viaje, buen regreso
Yo también dejo besitos.
¡Chau!
y Olé.
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