Hace tiempo que no me someto a una dosis elevada de esperanza. Estoy cansado de los rebotes, de las caídas, de los cambios de piel que te dejan en medio del verano, con el corazón tosiendo arena y cansado de ti mismo y los demás. Estoy, creo, sumamente triste por algo que no logro definir. Hay días que le pongo un nombre, otros días ese rostro súbitamente se convierte en otro, otros días no tiene nombre, ni precio, ni fondo. Y están los días restantes, en los que caminar es más sencillo. Lubrico mi garganta por la noche, un poco de güisqui, un poco de besos, y otra esperanza, mucho menos deportiva y mucho más interminente es la que me inunda aunque me resista. Rey por un día es demasiado: rey por un minuto me consagra a sobrevivir la noche. A seguir peleándome con un yo asquerosamente esperanzado.
Pero como casi todas las drogas, la ligereza termina por generar tolerancia. Cada vez debe ser más rigurosa la dosis. Cada vez más fuertes los güisquis y los besos. Cada vez más salvaje la toma indiscriminada de cuerpos y de minutos monárquicos. Todo para no caer muerto. Todo mientras me como un pan con mermelada. Mientras estoy triste, también estoy feliz. El dilema del insaciable.
Septiembre se termina. Nueva York ya no me vio este año. La vida marcha bien así, desesperanzada durante el día, apetitosa por la noche. ¿Quién apostaría un centavo porque algo implacable suceda en mi vida antes de que termine el año?
Me urge viajar. Aunque sea en mi apartamento, je.
Nos vemos en Octubre.
Nota al calce: Por cierto, siempre he tenido una extraña asociación de colores con los meses. Esto es muy curioso, existe desde que tengo uso de razón y por algún motivo
es invariable y siempre tiñe lo que pienso en cada uno. Les comento mi delirio: ¿Alguien sufrirá del mismo mal? ¿Estaré más perturbado de lo que imagino?
Enero siempre es rojo. Rojo rojo rojo.
Febrero por algún motivo es verde. Un verde claro.
Marzo es algo naranjoso. Entre marrón y terracota.
Abril es un verde profundo.
Mayo es más como un rosa mexicano, pero aquí no hay, je.
Junio es definitivamente naranja.
Julio es aún más verde que abril.
Agosto es un azul marino medio raro.
Septiembre es cafesoso. Pero no este café, uno menos oscuro quizá.
Octubre es definitivamente negro.
Noviembre es algo envinado.
Diciembre es rojo. Menos brillante que Enero, pero rojo también.
Juro que esto no es un invento. Es más algo que me obsesiona cada año. Imagino que alguna vez, probablemente muy chavito, tuve un calendario con estos colores y que se me quedó tatuada esta pendejada en el subconsciente. Sepa la chingada.
Febrero por algún motivo es verde. Un verde claro.
Marzo es algo naranjoso. Entre marrón y terracota.
Abril es un verde profundo.
Mayo es más como un rosa mexicano, pero aquí no hay, je.
Junio es definitivamente naranja.
Julio es aún más verde que abril.
Agosto es un azul marino medio raro.
Septiembre es cafesoso. Pero no este café, uno menos oscuro quizá.
Octubre es definitivamente negro.
Noviembre es algo envinado.
Diciembre es rojo. Menos brillante que Enero, pero rojo también.
Juro que esto no es un invento. Es más algo que me obsesiona cada año. Imagino que alguna vez, probablemente muy chavito, tuve un calendario con estos colores y que se me quedó tatuada esta pendejada en el subconsciente. Sepa la chingada.