La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

marzo 04, 2006

Cortadita de papel

Siempre he admitido mi redomado egoísmo. Y no es que no me importen los demás, lo "de afuera", las circunstancias o cómo las percibo. Sencillamente es que me duele más lo que me duele a mí. Una cortadita de papel en la puntita del dedo más inutil (el anular, por ejemplo) es siempre una tortura avasallante si lo comparo con el sufrimiento hipócrita que me pueden provocar todos esos pobres niños que mueren, injustamente, segundo a segundo, por cualquier causa incluyendo la peor, y en cada rincón del mundo. ¿Para qué disimular?

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Luego están los que niegan que mi dolor es mío (o su dolor el suyo). Todos esos -quisiera pensar ingenuos pero más bien creo que se trata de cobardes o tramposos- pobres seres que afirman que el dolor (y todo lo demás) no nos pertenece. Los mismos que miran la vida como una sopa o revoltijo de vivencias donde todo preexiste y donde navegamos a través de los sentidos. La unidad, el todo significante, el pozole de la existencia. El karma y el destino. Dios, Cristo, Yahve. Marionetas somos y como rábanos en el gran pozole fungimos. Bobadas.

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Y es que el universo o "la realidad" podrían ser unitarios, en sí mismos. A mí, honestamente, me vale madres. Yo quiero más chile piquín de cuando en cuando. Orégano, limón. Maciza o quizás nomás lechuga. Pero quiero decir yo quiero. Quiero creer que creo en la Conciencia. Ya si soy una partícula subatómica dentro de una pinchísima molécula que forma una pinchurrientísima célula que resulta ser el graaan planeta tierra me resulta una verdad inútil. A mí que me pasen las tostadas, el habanero. Un baño para guacarear el pozole. Otra pozolería porque etayanomegutó. Anything except from a destiny I cannot hold.

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Me duele mi cortadita a ratos. A veces no. A veces me invento una donde no hay. A veces vierto vinagre y otras más la cuido, lamo y sano fervientemente. He ahí mi pequeña libertad. Mi gran margen de error. Y mi única convicción es quizás esa: Mi cortadita es mía. No pienso dedicarme a propinar cortaditas a diestra y siniestra, pa ver si nos identificamos, no. Cada quien su dolor y sus bálsamos. Y si nos vemos, mejor nos dedicamos a algo mejor que la narrativa de esas breves hemorragias. ¿Qué tal el sexo? ¿Qué tal una buena película? ¿Qué tal un poco de jazz, euforia y unos pocos ratitos de sabroso olvido? Sobra el tiempo para dolerse, y para autoinflingirse, y para estar arrepentido.

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Y hoy, casi sin beber y sin jazz y sin olvido; hoy con una cortadota que me tiene hinchado y repleto de drogas farmacéuticas, me siento infeliz, lúgubre, atormentadoso, carente de inspiración. Ah, pero qué chingados, también me siento contento, luminoso, casi casi entusiasmado, vaya. Imagino que de eso se trata estar vivo. Mi pozole sin rábanos: El mundo hoy pasa la noche conmigo. (aunque haga frío)

3 comentarios:

pato dijo...

fiiiiiuuuuuuuf que buen post, la neta, en mucho me senti identificada, si pudiera describir mi cortada actual, me parte en dos...que pasa? que pasa con todos porque pasan estas cosas, porque el dolor, como es que no aprendo a disfrutarlo? me choca que me digan eso, quien chingados puede disfrutar su dolor, eso lo dicen porque no les duele, no saben como me duele a mi, quiero un bàlsamo.

Mar dijo...

Deja de llorar, ya casi es viernes. (¿Y qué, cuándo? Espero. :/)

Ismael Lares dijo...

yo he probado ese pozole, pero bien pinchi crudo y después me pongo a leer prosa poética o algo así, aunque ya no sea tan buen lector