Para mí mismo y el zigzagueo cotidiano. Juarsnif.
Este año ha sido uno particularmente hermoso. Hermoso no en un sentido mermeladesco pues fácil no es el tono general de lo vivido. Sin embargo, el aprendizaje, el reencuentro con el buen humor, la risa, los buenos amigos. Uno de esos años que se van rápido, pero que se sienten, al final de la noche, como si hubieran sido siete. O siete docenas.
Recapitularé todo lo significativo, de tal manera que no se me olvide que lo dije. Ahora que en un par de semanas este blog cumple su primer año de zozobra, vale la pena volver a hablar conmigo mismo, escribir para no olvidarme por completo, hacer como si no hubiera nadie enmedio de la multitud:
- Este año comenzó como estallido nuclear. Recuerdo mi apoteosis en Tijuana. Mi regreso aterrorizado en el avión (los odiaba hasta hace muy poco). El volver a la ciudad y sentirme vacío como nunca. Teclear las palabras mágicas y abrir un blog para matar el vacío con un poco de palabrejas.
- Perder un gran amor a principio de año fue la estocada final de un largo proceso de deterioro. Tocar fondo, como dicen los clichés más petateros. Me sirvió, sin embargo, para despertar de ese estúpido letargo que resulta la necedad amorosa. Aprender cuando largarme fue fundamental.
- Encontrar un trabajo más relajado, tomar chorrocientos aviones más durante el año y viajar, lo que no había hecho en mucho tiempo, fue una gran terapia para mi neurosis voladora (nada de galopante, lo mío lleva turbinas). Ver el mar Caribe, las montañas, las ciudades apestosas, las cabelleras de Guadalajara, las ajedrecistas más guapas de, mhmm, su cuadra. Todos esos viajes que, espero, se repitan y se repitan. Viajar es bueno para mi salud mental. Y no lo sabía.
- Celebrar el inicio de un amor que tuvo poco de amor pero mucho de aprendizaje. Fugaz, duro, difícil. Toda una temporada en el cuadrilátero de la incompatibilidad. Sin embargo, provechoso, estimulante muchas veces, fomentor de la creatividad y de las ganas de crecer un poco. Brindo por los amores perdidos que dejan cuando menos una cicatriz que funciona como un buen mapa para el futuro.
- Encontrar un lugar cerca de gente nueva, amigos nuevos que se sienten como viejos, gente maravillosa que había estado todo el tiempo ahí y que uno sencillamente no se tomaba el tiempo de mirar. Relajar la misantropía, levantar el vaso, llenar los ceniceros. Reencontrar antiguos vínculos, reparar puentes, tirar otros. Las relaciones humanas son lo poco que valoro en la vida. No soy un experto en cuanto a las relaciones íntimas y emocionales, pero mis amigos, a esos sí, les debo mucho de mi felicidad por intervalos. Gracias a todos ellos.
- Recobrar la vista por segundos. Perderla. Dudar. Ir de arriba a más arriba, luego abajo, a un lado. Vivir casi como si uno le rascara la espalda a su propia existencia. Ahí, ahí, no, no, tantito a la derecha, ahí, sí, aaahhhhh, qué rico, ya no más. Ah, nada como la comezón. Caminar y no permanecer estático. Subir aunque sea falsa la escalera. Bajar aunque la resbaladilla esté engrasada con aceite para motores con más de 100,000 km. Echarse al ruedo. Salir corriendo. Regresar a veces. Tirar estocadas a diestra y siniestra. Vivir para no estar muerto. Finalmente lo prefiero. Como diría una vieja hermanastra, comadre, carnala: Gozar de los quinientos mil matices. Los quinientos mil y un matices los saliva nuestra propia boca.
Y finalmente, regresar al final del año. Sí, los calendarios son una construcción estúpida para la productividad y la simbolización chaquetera de fechas que, para el individuo, no suelen tener mayor significado. Y qué. Ahora mismo me importa un carajo desmenuzar las cosas. Prefiero olisquearlas, morder un poco, tragar, seguir con el buffet de la vida. Si los ingredientes no son saludables en todo momento, no me importa. El placer de la digestión y la sobremesa está por encima de toda la verdad. La "verdad" es un objeto inútil que reposa en la sala de los desesperados. Ya no me siento desesperado. La búsqueda, el trayecto, las piedras y los tropezones. Todo de pronto cobra sentido. Luego lo pierde. El sístole-diástole de la vida.
Inhala. Vives.
Exhala. Ya no.
¿Estuvo rica la bocanada?
8 comentarios:
Guevos.
cada año se va mas rapido que el anterior. sera la percepcion desde la vejez? odio eso. quiero que pasen muchas cosas, y recordarlas.
Ustedes perdonen, pero por querer tronar el haloscan, que me daba hartas broncas, me volé los links, el tag y el resto de las cosas, je. En un tiempito que no me de mucha gueva las repongo.
Saludines. Y sí, el tiempo vuela :-P
(Ah, y el anónimo ese soy yo, pintándome guevos a mi mísmo en una pruebita, je)
¡Juan Carlos! Pinche culturoso de la Condesa, te portaste como un buen anfitrión, putito. Por cierto, me gustan tus posts tan sufridos, neta we.
Bueno yo me heche unas chelas con el Xamirú, eso debe contar un abrazo Don, una pena que no me invitaran a la gran peda con el Chilango.
Pos usté disculpe mi buen silencio, pero el pinche chilango avisó el mero día y todo fue medio improvisado.
¡Qué chingados! Yo avisé con tiempo. El pedo es que en esa Ciudá los minutos transcurren velozmente, tanto que el mismo día del concierto recordaste mi llegada. ¡Ajuaaa! y mi venida (jaja).
ora si ya se aman, putitos?
muy bien, la gran logia departiendo unida.
saludos chami.
Publicar un comentario