Ya se hizo muy tarde. El lodo corporativo hasta el cogote, la prostitución permanente de las ideas, el inequívoco acercamiento a los treinta años y la gente -las hermanas, los perros, los cachorros o quienes queden- todos peleando por una vida que no existe. Nada es en serio cuando te percatas de que la muerte sí es inminente.
Así que señores, señoritas: Golpe de timón. No más telenovela del canal dos. ¿Es necesario sufrir para sentir la vida? La intensidad también puede guardarse en el vientre de la mujercita más católica de su cuadra. La fortaleza puede estar bien escondida en un hombre de cristal. El mundo y sus apariencias me tienen, oficialmente, sin cuidado.
Así que adiós a mi trabajo corporativo. Adiós a las dádivas que pretendo seguirle dando al sistema, y sobre todo adiós a mi hermanita, la que se volvió loca de un día para otro, y que me dejó varado sin saber pa dónde hacerme.
Y ni siquiera se podría llamar traición, porque para traicionar algo tendrías que haber creído en ello.
Ciao silla, ciao lámpara, ciao protocolo y etiqueta. A la chingada con todo. Si me buscan estaré aprendiendo a cocinar pan y terminando mis deberes literarios.
El recreo comienza en ocho meses. Espérate a que suene la campana.
La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.
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1 comentario:
Ni madres de esperarse ocho meses. Ya cómete la torta, corazón.
Besos
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