Personalmente, soy un detractor de los objetos extraños como parte de la sexualidad. Respeto a quien disfrute embadurnar sus partes a pedazos de plástico que ahora (paradoja pendeja) resulta que hasta son "inteligentes". ¿Qué no era suficiente con los millones de cabrones que tienen un pitote y dos neuronas? Noooooo. Porque lidiar con humanos siempre es un pedo, aun cuando tengan el IQ de un perro faldero y la líbido de un semental después de sus vacaciones. Así que, de acuerdo a esta lógica, el aparatito on/off siempre será mejor. Y pues quizás en cierta zona (sic) lo sea. Y ya no sólo inteligentes, lo hay también místicos. Estos te han de absolver mientras pecas.
Aquí unos modelitos para Panistas de hueso colorado, obispos e hijitos de los millonarios de Cristo. Tomados de una maravillosa página que pueden encontrar aquí.
Hay que decir que tratándose de la sexualidad femenina, comprendo el valor de una de estas maquinitas de multiorgasmia garantizada, sobre todo si se considera la estadística de hombres que follan displicentemente o que sencillamente no pueden comparar su mejor performance con la docena de orgasmos que uno de estos aparatitos parecen brindarle a sus usuarias comunes en cuestión de minutos (y ahí me incluyo, porque francamente tanta orgasmiza ya es material de supermán). ¿Pero será que de eso se trata toda la sexualidad? ¿De lo genital, de lo orgásmico y de recibir-recibir y luego recibir más?
La cosa es que me pareció paradójico y pendejo esto de que los dildos sean inteligentes. Es como pensar en una muñeca inflable que habla (aunque -sin pecar de misoginia- conozco varias en el campo de los vivos), o en esos muchos dildos vivientes que piensan lo suficiente para follar y no defecar mientras caminan.
Pero volviendo a los de los de plástico u otras aleaciones nanotecnológicas pluscuanperfectas, sí que me resultó patético el apelativo de "inteligentes", considerando que ninguno -me imagino- puede interactuar con otra cosa que no sean los genitales.
Es así que tras poco reflexionar, de mis labios surgió la única defensa del cavernícola que pude pensar y que constituye la
Paradeja Número 1:
"Los dildos hoy podrán ser inteligentes y la chingada. Pero si no pecas de genitocéntrica o clitoricéntrica y sabes disfrutar del sexo como un todo, podrás estar de acuerdo conmigo que ningún dildo todavía te puede jalar suavemente el pelo, estrecharte contra sí y decirte en la oreja "Qué buena puta eres, te amo..." o cualquiera que sea el piropo que te pone la piel de gallina..."
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Otra de las paradojas al respecto de los dildos y la sexualidad, es la discriminación inversa que está generando toda esta cultura de los plastiquitos motorizados. En conversaciones como la que tuve (que tampoco es que sean sobremesa de la "gran familia mexicana" pero que ya ocurren a diario), toda esta gráfica descripción de las zonas erógenas que atacan con enjundia, o acerca de los diversos modelitos y sus beneficios particulares en términos casi matemáticos, parecía ocurrir con toda naturalidad entre las dos interlocutoras. Sin embargo, cuando la charla derivó hacia temas míos, pude constatar la cara de horror de una de mis acompañantes mientras les comunicaba alguno de los recuerdos que todavía me encienden la mecha y que no era más que algún cachetito contra el azulejo de cierto baño, con un par de pantalones abajo y mucho miedo a ser descubiertos. Bah, si hasta era un recuerdo fresa...
Paradeja Número 2:
Los dildos se anuncian por televisión, se hablan después o antes de comer y hasta se llevan a las escuelas primarias para ejemplificar algunas prácticas. De su uso y abuso se puede conversar abiertamente. Y sin embargo, ¡hay quienes todavía te ponen cara cuando hablas de un sano y divertido material que todavía patrocina una que otra pajita! Bah. Si para colmo estoy hablando de seres humanos...¿o será eso lo que transtorna? ¿Es mejor hablar de frotarse una maquinita que de las virtudes sexuales de un desconocido? Paradéjico y más paradéjico.
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En otras cosas, y contestando a la petición encabronada y solemne que alguien me hizo hace un rato, se sugiere que hable de política en este blog. Le recuerdo al entusiasta y ojete comentador (que me suena conocido), que de política ya no escribo aquí sino en ESTE OTRO BLOG. Y ya, juro que al rato me pongo a escribir alguna pendejada sobre Juan Camilo Mi-niño o sobre los consejeros del IFE o lo que sea. Simplemente no he tenido ganas de escribir nada.
Paradeja 3:
Al pinche presidente del empleo ya se le está cayendo la economía. A Carstens lo corren de un restorán en Nueva York (A mint for monsieur??). El Osito Bimbo y Hugo Chávez se suben al ring. El gasolinazo es una ridiculez presupuestal que no servirá de un carajo. Las elecciones gringas están sabrosas. Las elecciones españolas están igualmente sabrosas. Y yo aquí de pendejo sin escribir un carajo. Bah!
Pero bueh. Al rato me pongo a hacer algo. Mientras tanto, les dejo estas reflexiones sobre nuestra sociedad masturbatoria y conmino a todos los que usen objetos extraños del tipo dildo, muñeca inflable, coño portátil o cualquiera de esos juguetitos mamertos a que -a menos de que asusten hasta a los niños de la calle con la jeta que tienen- se pongan en contacto con un ser humano de su agrado. La chaqueta es buena, sí, pero el mundo no se prende y se apaga como un dildo. También están los otros. Y por lo general, están sabrosos.
Salud!
9 comentarios:
Es la modernidá camaradaaaa, las viejas de'ora ya no quieren asumir responsabilidades de ningun tipo y menos con algún tipo, ni pensar en fidelidad y sumisión, ya me lo decía mi abuelo: "en mich tiempoch..." Por eso, para ellas es mejor hablar de dildos y lidiar con ellos, más ahora que ya son "inteligentes" (para el IQ de esas viejas), que aprender con la pareja a llegar a donde solo los suspiros nos llevan, suena cursi pero es la neta.
Pero bueno, yo como decía Maradona: "calzo chico pero pateo duuro" (otro pendejo que piensa que la técnica es mejor que el tamaño) jajaja
No creo pertenecer (hoy) a una sociedad masturbatoria, pero sí pertenezco a una generación muy masturbatoria... No es que lo mío, lo mío, lo mío sea la chaqueta, pero sí lo fue... Vaya que lo fue...
Habría que hablar con los diseñadores de dildos para que hicieran algunos con forma del "osito bimbo" y su dueño muriera de una puta vez... Y dejara de existir el comité a favor de lo mejor...
Estoy harto de los pandejos (miembros del pan pendejos)...
Grandes, enormes tu paradejas...
curioso post para alguien que no tiene sexo...
Extraño comentario para alguien que no tiene ni puta idea (o para alguien que sabe leer un poquito en retrospectiva).
Pero bueh, así son los aficionados conjeturosos.
Un aparato jamás te dejará con la duda, te escribirá palabras obtusas y llenas de promesas, te dejará a la orilla de la cama como a la orilla de un río, jadeando agradecida.
El sexo sin amor fácilmente se torna aburrido, pero el sexo sin el otro me parece todavía más endeble (no es que no se pueda disfrutar de vez en cuando).
Jajajaja, anonimín. Si supieras en qué piernas he vivido te morderías la lenguita, pedirías perdón y seguirías soñando con que publico tus comments de siempre.
Saludos ardillita!
Dah, idiota. La segunda respuesta no era para ti, sino para tu alterego.
Pero bueno. Me agrada que sigas aumentando mis estadísticas de visitas. Ser tu ídolo me encanta!
Tienes un CHINGO de talento, de verdad. Lástima que sólo lo dediques a este pinche espacio pudiendo publicar en periódicos, revistas o libros.
Allá tú.
ay, los dildos religiosos! los ameo.
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