La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

diciembre 29, 2007

Inocente palomita...

Y habría que mantener la prosa en un nivel ecuánime, dicen algunos.

Habría que hacerla parecer palabra plena, todo el tiempo.

Y habría que hacerle simular -cuando menos- un cierto nivel de autoentendimiento. De autoreferencialidad. De autocrítica autoinmune y autofrágil como autoendeble y como autocierta.

Habría que danzar -siempre simulando, aunque ni de lejos se sepa danzar ni tampoco otra cosa- (otra cosa parecida a simular).

Y habría que entonces

acaecer mirando.
***

Habría que describir y que narrar.

Habría que contener esa imberbe prosa en algún nivel serio y -por ello- algo apesadumbrado.

Habría que saber cómo es que si uno se suelta, junto con uno se van los cabales narradores y todas sus lindas intencionalidades.

Habría que escribirlo todo. Aunque fuera bajo riendas capaces de ser circunscritas, en oposición a ser escritas por el caos de toda vorágine -emocional casi siempre- y que nos deja, regularmente, confrotados -ojo frente a ojo- contra toda esa frágil marea que supone ser lo que nunca quisimos saber.

***

Habría que saber escribir una prosa que
aunque se sabe (y lo sabe)
siguiera siendo tenue.

Deletrear sobre el lienzo y sobre la amargura -sí-
aunque siempre enteros al final del llano.

Vanos, adustos, certeros, cobardes nombres para nuestras suturas: Sí. Perplejos. Pendejos.

Tercos e iracundos corralitos imperfectos.

Habría que poder ser manojos que amasijan
esos mansos y esos turbios y esos estúpidos días añejos
que a nuestro lado reposan,
florecen, atiborran,
y hasta encienden las nuestras
las esas,
lacónicas llamaradas de simios viejos.
***

Habría que saber escribir cómo es que nos dan los buenos días: Buenos días.
Y cómo nos dan las buenas tardes: Buenas tardes.
Y cómo se permiten -incluso- otorgarnos unas buenas noches: Buenas noches.

***
Y habría que saber narrar cómo es que luego se marchan sin nosotros.
(Sin los cerdos, sin los viejos, sin los tibios e incólumes maltrechos).

Y cómo nunca miran atrás. Ni detrás del hombro. Ni nada más.

***

Sí. Qué lindo sería escribirlo todo bajo la métrica sencilla de tener o no tener. Qué fácil dividirlo todo entre la sed y la saciedad, entre la asfixia y la bocanada de súbito aire. Aunque nomás no.

Cierta marejada que no escogiste siempre aparece -insulsa y simple- revoloteando por debajo de la pelea. Cierto momento te escoge a ti, en oposición a ese tú que podría escogerlo en otro punto de la esfera.

Sucedes. De lejos y de cerca. Y eres. Y luego rezongas y te revuelcas contra lo que eres.

***

Tu prosa permuta, transmuta, disfruta. Ya no se vuelca sobre un molde semitibio o semifrío. Ya no se esmera por mentir o por ser pesebre.

Te das los buenos días: Buenos días. Y quizás las buenas tardes: Buenas tardes.


Lo demás es misterio. Y bajo su capa te cobijas -aun si muerto- da lo mismo. Pues esta es la hora de callar como es la hora del abismo. Buenas noches -le dices- y te lanzas tras tus notas en silencio. Da lo mismo.
***

Otro día será, sin duda, tal y como otro serás tú mismo.

***



Inocente palomita, que te dejaste engañar...

diciembre 19, 2007

Tres años (Gulp)

Todo esto empezó un día que suponía ser de cierto diciembre. Un día terrible. Un día asqueroso y tremendo. Un día de soledad malograda. Un día de podredumbre manifiesta. Un mal día, dejémoslo así. Un muy mal día.

Y tal como el mismísimo nombre de este post lo dice: Son tres años.

Y de tres años tengo que hablar. Tres años que son -y parecen- muchos más.

Tal como los que siempre me calculan por arriba de mis verdaderos años.

Treinta y cinco. Treinta y nueve. Treinta y cuatro, más dos de garantía. Tres años, cumple este blog. Y tres años yo me propongo describir.

***

Empezó todo como un escape para cierto dolor. Un dolor horrendo y sin palabras. Unas ganas repugnantes para sacar lo mal habido. Un estiércol del 2004. Ese 2004: El mismo del tsunami y de los adioses sin demora. El mismo del hasta nunca y el buenos días que vino después. El del dolor de la levedad. El de la levedad adolorida. Ese 2004 que ya se ve tan lejano como su padecimiento.

***

Vino Tijuana como una cura. Una cura con sabor a Tijuana. Tijuana, la vendehuevos. Tijuana, la inescrutable. Luego la franca buena onda de Mónica y de Manuel. Los ojos de Judith, la música del Zacas. Tijuana, mi amor. Me enamoré por siempre de Tijuana, desde entonces. Y ya la he vuelto a visitar. Y ya la volveré.

Tijuana es noble: Siempre me guarda una sorpresa.


***

Y aunque el dolor siguió, la cura me vino muy bien. Casi perpleja. Casi sabia.

Volví a un hogar que no era mío, y besé unas carnes que no me esperaban. Me mantuve firme ante los arrebatos y los oleajes de las playas tijuanenses, chaqueteras y grandiosas, para que el mundo luego me mostrase misericordia.

Y la tuve. La retuve. Tanto, que ese fue un primer año de blog y un primer año de historias. Un ejercicio que se volvió adictivo, un amasijo de palabras que -de repente- ya tenían escucha. Y dije, e hice, tuve y mantuve, supe y olvidé. Gocé de mi maremoto como nadie. Me volví adicto del ejercicio, al punto que -tres años después- lo sigo practicando. Sin lectores, con lectores. Despreocupado. Tijuana fue el gran destapón, y desde Tijuana mi vida cambió de una vez por todas.

***

Y llegó el año siguiente, y me tuve que inventar una nueva historia. Poco a poco. Sin prisas y sin malas palabras.

Segundo año me trajo amor. El amor de alguien que amé mucho. Alguien que me mantuvo vivo por largos meses, a pesar de su propia necedad. Y amé y amé, y dije y dije, y luego llegó alguien más, y con todo y mi estupidez, seguí amando. Y luego vino la traición, y seguí amando igual. Y luego la calma. Y seguí amando también. Y luego, las historias inesperadas, y seguí amando y mamando y ejercitando mi necedad de la peor y más autocomplaciente forma. Y luego me sorprendí de aquel nombre que nació el primer año. Autocomplaciente. Sí. Ahora lo entendía más que nunca.

***

Amé mucho aquel segundo año. Pero tampoco demasiado. Lo suficiente nada más, aunque me costara la vida. Tal y como me costó al final del día.


***

Ahora hablaré de tercer año.

Tercer año ha sido raro. No puedo ni siquiera etiquetarlo. No puedo ni ponerle nombre. Raro es para todo lo que tengo.

Raro es para lo que me alcanzan los dichos.

***

Y raro ha seguido: Frugal en la primavera, caluroso mientras el verano, y luego seco y frío. Seco y frío el otoño del tercer año. O casi. Quién sabe.

Eso sí: no siempre. Siempre hay un invierno que nos plaga de sorpresas.

***

Yno me quejo. Hoy sé lo que digo, digo lo que sé. Y cuando no lo digo, o no lo sé, me lo callo.

Finalmente aprendí a hacerlo.
Amar el silencio.

Lección número 1.

***

Y así como -según yo- vivo y aprendo, llega una orquídea desparpajada e irredenta.

Y me saluda, me da un beso en los morros y luego, tranquilita, me pregunta (sin preguntar):

¿Habría que demostrar nuestro bien-estar?

¿Habría que evidenciar la estupidez de los muchos otros que viven -con toda calma- sobre el colchón idiota que tal imbecilidad deja reposar por encima de sí misma?

¿Tendríamos que caminar esos siete pasos, y hacerles saber cuán pendejos están por creer ciegamente en lo que sea?

¿Podríamos vivir de mejor y más frugal manera si sólo abrazáramos el silencio?

¿Callarnos y pernoctar es tan válido como el perpetuo detestamiento?

***

Ah, balanza traicionera. Porque la vida siempre es f(x). Y no sólo f(x). Es más: La vida es todavía más cabrona. Es más un f(x) + f(y). Y no sólo eso. Es todavía más cabrona. Es aún más un f(x) + f(y) * f(z)= f(xyz).

Es decir:

Un yo que se levanta como lo levante el día, más un otro que se levanta como lo ha levantado el día, multiplicado por la resultante de una historia que entre uno y otro se cuentan o se saben -ambos- en las entrañas de ese mismísimo día.

Ergo, odiar no sirve de nada. Y amar tampoco. Y situarse en el medio (ese justo e irreal medio de la igualmente irreal balanza (y que resulta tan cómodo y tan falaz) tampoco es postura veraz o verosímil.

Tomar partido es siempre una equivocación. Pero -sin duda- es peor equivocación el pretender no tomarlo. El asumirse imparcial, seco, tibio y quizás inmortal: Porque ahí, sobre el vértice, en mitad del puente, entre un extremo y el otro, el impávido siempre muere sin saber lo que es morder o ser mordido. Y convencido de su ecuanimidad, termina siendo maldito por la falta de hallazgos que supone la fragilísima objetividad que siempre pretende. Y tibio es, como tibio se muere.


Y cuando la vida se presenta, otra vez, lo despoja de toda razón.

***

Sí, guapita, la vida es como Fidel Castro. La realidad también. Ambas cenan, y se van. Todas cenan, y -chin- luego se van.

***
Cosa de uno es subirse o no subirse en ese tren. Como también cosa de uno es pagar o desdeñar -luego- las invariables consecuencias.

***

Pero qué fortuna (me digo). Tu camino alrededor de la cuadra sigue su rumbo. Y cada vez te enteras de más. Y cada vez te sigo esperando, mientras transito -al mismo tiempo- sobre el mío.

***

Acá estoy: no te azotes: Mañana es mañana, y en los próximos 15 minutos lo desciframos. O no. O quién sabe. Pero no hay mayor problema.


De 15 en 15 nos vamos. Y que vengan:


Bring them on!



Salud. Y "felices" tres años para esta chingadera de blog. Con todo y las huestes de asqueados que a diario chingan y lo desprecian.


Who cares.

Este lugar inhóspito me sirve pa saber de mí,

y con eso me basta hasta la próxima luna llena.



Salud.

diciembre 11, 2007

Ú-ne-te a los op-ti-mis-tas. Y a Huit-zi-lo-poch-tli y a Tez-ca-tli-po-ca....( Y si no, ¡Qué poca güey!)

Hace apenas pocos días que no escribo en este espacio. Aun cuando quiero escribir acerca de pincherremil cosas.

Pero la vida me retiene. Dispone de mí.

Y entonces, claudico a mi supuestas epifanías (desechables). Y luego encuentro las palabras ya dichas.

Y luego las pongo.

Punto y aparte.

Silencio...





Hurt (Reznor/Cash)


I hurt myself today,
to see if I still feel.
I focus on the pain,
the only thing that's real.


The needle tears a hole,
the old familiar sting.
Try to kill it all away,
but I remember
everything:


What have I become?
My sweetest friend.
Everyone I know,
goes away, in the end.

And you could have it all,
my empire of dirt.
I will let you down,
I will make you hurt.

If I could start again
a million miles away:
I would kill myself.

I wear this crown of shit,
upon my liar's chair.
Full of broken thoughts,
I cannot repair.

Beneath the stains of time,
the feelings disappear.
You are someone else.
I am still right here.

What have i become?
My sweetest friend.
Everyone i know
goes away

in the end.

And you could have it all,
my empire of dirt.
I would let you down,
I would make you hurt.

If I could start again
a million miles away:
I would kill myself.

XXX


Sin más que decir, mejor me callo.