Antenoche escribia una de estas descripciones que ciertos sitios de internet te piden para definir tu "perfil". Y no hay mayor reto que ese para un desquiciado como yo: Definir, con limitacion de caracteres, lo que pienso acerca de mi mismo. Y no nada mas: definir tambien, que tanto de todo eso quiero prefiero decir a los "demas", todos visiantes de un sitio bobo y harto exitoso en donde nadie pone realmente atencion a otra cosa que las caras y los cuerpos que le rebotan hasta los ojos, de entrada.
Si, es mi culpa por siquiera estar ahi. Yo me lo busque, podria decirse, por andar pendejeando en semejante plataforma tecnologica entregada a la estupidizacion mas insulsa del deseo y la seduccion. No tengo derecho a quejarme, no solo del sitio mismo, sino de mi asuncion de ese supuesto "deber" de llenar una forma electronica en la que resumo quien demonios soy y cuantas bobadas soy capaz de decir. Tomo ese infalible argumento como un "hombre" (en el sentido humano) y no me regodeare en las circunstancias atenuantes que conciernen a la hueva que tenia esa noche, las ganas de no quedarme callado, o el propio reto que me significa preguntarme honestamente quien chingados soy o que demonios quiero inventar sobre mi mismo. Lo hice, lo dije, lo fui. Y ahora esas pavadas siguen ahi, mientras yo me cuestiono ironicamente la estupidez de mi estupidez, o sea, la metaestupidez que puede llegar a regir mis actos en una madrugada de ocio y preguntas personales.
Lo curioso no es mi neurosis. Esa ya la conozco, y, en buena parte, quienes me quieren la conocen y la soportan tambien. Lo curioso es lo que me veo decir de mi mismo. Lo que me permito escupir y que luego, en un redoble por demas narcisista, leo y leo hasta que me convenzo de que soy una caricatura de cierto mi mismo que no conozco realmente. Eso es lo que me sorprende: que, sin sentirme mejor o peor por ello, me doy cuenta que soy muchas cosas muchas veces, y al mismo tiempo, una cosa cada vez. Soy necio, si, tengo inscritas algunas muchas certezas pendejas como el izquierdismo, la cursileria, el terror, la desesperanza, la mamoneria, la verbalidad, el abuso del idioma, el desamparo frente a lo real, etcetera, si, las tengo; pero tambien opera en mi otra forma de mirar el mundo. Una que tiene que ver con todas esas certezas pero que lo unico que consigue es dejarme incierto. Una de la que me cuelgo en intervalos diminutos de tiempo, y que rige gran parte de mi deambular fantasmagorico por la vida. Una que no es mas que la duda perpetua empaquetada por el hijo de puta de Descartes, y luego reprocesada por decenas de brillantes hijos de puta existencialistas, racionalistas, idealistas, fanaticos y un sinfin mas de contrarios coincidentes que solo logran hacerme sentir lo que ya dijo el primero de estos grandes cabrones sin rumbo: Y es que yo solo se que no se una chingada.
Y aun asi, me atrevo a hablar de mi. Aun asi, persisto. Aun asi, no me atreveria al suicidio o a la sobajacion voluntaria de mi mismo. Aun asi, con toda esa falta de fe, aun creo en el amor. Como buen habitante del caos globalizado, como buen superviviente del tsunami de la informacion, como buen pretexto para la debilidad, me permito creer. En el amor. Donde quiera que este. Dentro o fuera. Como un billete de 3 o de 3000 dolares, tirado en el piso de algun palacio morisco que aun no conozco. O como una nueva certeza, dentro de mi pero cerca de alguien. Alguien que aun no conozco. Como a mi. Como a esa certeza. Como al palacio morisco. Como a esa chingada chingada.
Y me asusta, con una dulzura terrorifica, que esa esperanza perviva con semejante permanencia. Pero es permanencia voluntaria. Ya conozco el final de la pelicula: Ahora quiero ver el principio.
Salud.
La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.
abril 23, 2007
Porque en realidad, para la iglesia, todos los niños son MUY deseados...
Ni hablar de las sociedades patriarcales, del poder de la televisión, del machismo y la vuelta a la inquisición. Ni hablar de México como un país retrógrada, oscuro y oscurantista, de antorchas y cristeros, de ignorantes y manipuladores que hoy salen por docenas a la calle a tratar de quemar ideas ( aunque como dice la canción, menos mal que los fusiles no asesinan las palabras...).
***
Ni hablar de los caricaturistas que comparan la despenalización del aborto con la era del terror de Robespierre (a.k.a. el patético de Paco Calderón). Ni hablar de las señoras con mucho tiempo libre, vestidas de blanco y acompañadas por su séquito de trabajadoras domésticas, acudiendo a marchar en favor "de la vida". Mientras más experimento vivir en este país, más se me antoja ser una mancha de óleo o de mugre en alguna pintura violenta de Jackson Pollock.
***
El ajedrez estuvo fantástico. Aguascalientes no tanto. Hordas de mujeres preciosas, o por lo menos más guapas que el promedio nacional -por mucho- pero que no miran a los ojos. Es raro ver mujeres tan guapas con pudor de mirar a los ojos. Y esa escasez de hombres. No me sorprende que falten varones en ese pequeño pueblito (porque eso es lo que es, en realidad), si casi 4 millones, de acuerdo a las últimas cifras, se fueron a Estados Unidos durante el sexenio foxista. Eso sí, Aguascalientes, como buen estado del bajío mexicano, sigue creyendo en la iglesia católica y sus cristerías manipulatorias. Sigue votando por la derecha medieval de México y sigue contento de mantener solas, aburridas y desamparadamente guapas a sus mujeres. Y ellas, contentas por no conocer mejor, van por la calle del brazo de sus madres, cuando son pequeñas, o cargando hijos apenas cumplen los 18 años. Me quedo con el ajedrez.
***
Y es que, en México, es ese el punto. La derecha que se ostenta como una facción política con visión "moderna" no es más que una cortina de humo para el cobijo clerical de los otrora conservadores y antijuaristas. Es curioso como, en apenas un siglo y medio, liberales y conservadores forman parte de las mismas filas y ni siquiera les importa o se percatan de ello. Los curas marchan por las calles de México. Los curas marchan por las calles de Reforma, llevando -encadenadas a su grisaciedad- a cientos de monjas que sólo sirven para atenderlos. Los curas marchan por reforma junto a las señoras de sociedad, cuyas sobrinas, hijas o hasta ellas mismas se han practicado un aborto en alguno de los "mejores" hospitales del país, o incluso en Houston o Los Angeles, so pretexto de ir de shopping a los "esteits". Los curas marchan empuñando sus antorchas ideológicas medievales, incapaces de entender que el neocórtex de un embrión no se desarrolla hasta después de la doceava semana de gestación y que -por ende- no tiene conciencia de ser ni siente dolor, o ninguna otra cosa, para esos efectos.
Los curas de México marchan una tras otra las esquinas de Reforma, calle principal de la capital, y en esos semáforos hay un niño. No, hay docenas. No, hay cientos. Cientos de niños cubiertos en mugre. Niños producto de violaciones callejeras, madres que les abandonan, padres pobres, niños que viven en la calle, hacinados, vendiendo chicles o haciendo jueguitos con un culo enorme hecho con un par de globos descomunales, y una máscara de Salinas, Fox y hasta el Peje, en el cruce peatonal, por un par de monedas. Niños muy deseados. Niños con mucha vida. Con una VIDA fenomenal. Niños que quizás deban quitarse esos globos de encima del culo y habrán de vender, pronto, el verdadero. Todo por un pedazo de pan, un poco de resistol, algo de aguarrás. Niños muy deseados -sí- pero por los curas.
***
En México se realizan cientos de miles de abortos por año. Muchos de ellos ocurren bajo extorsión médica, en clínicas clandestinas o en consultorios de primer nivel, pero siempre con la presión y el miedo inherentes al procedimiento, todos ellos volcados sobre la mujer que muchas veces resulta una pequeña niña o adolescente que tuvo una relación sexual sin protección -por falta de información, o por exceso de calentura, o por que tuvo la desgracia de meterse con un hijo de puta, o porque la violaron en su propia casa, o en su propia escuela- o una mujer mayor, o una mujer de mediana edad, pero SIEMPRE, SIEMPRE, una MUJER. Nunca un cura, nunca un violador, nunca un pederasta. Siempre una mujer y siempre el miedo. Siempre la preocupación, siempre la tragedia personal, porque, contrario a lo que piensan los muchachos de PROVIDA y su huestes de la estupidez, las mujeres que abortan no van a estos lugares con una sonrisa y salen brincando de gusto. Es siempre una tragedia personal la que acompaña un aborto, y a las mujeres que lo padecen suele tomarles tiempo el superar las otras secuelas. Aun cuando se trate de un aborto necesario médicamente, no suele serles fácil ni conozco una sola que lo considere como un práctico método anticonceptivo. Alguien debe entender que es muy caro y doloroso en comparación con el resto y que ninguna mujer es tan estúpida para considerarlo deseable o -vaya- siquiera práctico.
***
Asi que el que sean los hombres quienes deban decidir u opinar me resulta más y más curioso. Yo lo hago sencillamente porque detesto a Jorge Serrano Limón y su hipocresía, a Provida y su triple moral, y -finalmente- a la iglesia católica y su invariable necesidad de meter las manos donde no le corresponde. ¿Qué autoridad moral tienen los curas, los obispos y los cardenales para opinar sobre sexualidad, cuando las pruebas y la historia nos demuestran que no sólo no saben del tema, sino que parecen tener muchos problemas enfrentándolo? ¿Qué autoridad tienen los curas para hablar de su amor por la "vida" mientras se comen un pedazo de vaca MUERTA? ¿Y la vida de las mujeres que deben abortar, no importa? ¿Y la vida de los niños que no tienen para comer, no importa tampoco? Su concepto de vida es tan restringido como su sinápsis neuronal. Vida es sólo la humana y -de entre esta- la de sus feligreses. Toda la demás "vida" puede obviarse o considerarse "daño colateral".
***
Si la vida se tratara nada más de vivirla. La vida es una palabra muy grande para describir un proceso que suele ser por demás largo. Pero no, no es sólo cuestión de vivirla o sobrevivirla. La vida, y el respeto a ella, tiene también que ver con las condiciones en las que la gente puede transitar en ella. Y la iglesia, con su noción de pecado, y el estado neoclerical-liberaloide en el que vivimos, con su discreto pero sostenido apoyo a la iglesia y sus fundaciones promotoras de la pobreza y la ignorancia perpetua, no están ayudando ninguno a que la vida de sus huestes sea mejor. En el caso de la Iglesia, me importa un rábano. Soy un feliz satánico agnóstico olvidado de Dios y mi única capilla son los abrazos de la gente que quiero y de las mujeres que me han entregado su corazón o su cuerpo. En el caso del gobierno, debe importarme, pues -por desgracia- sí tiene injerencia en los límites a los que se supedita mi actividad privada y pública. y por ello me permito escupir en su falta de integridad, secularidad y objetividad pública. Si la Iglesia prohibe el aborto, que sus feligreses la atiendan. El resto de nosotros debemos tener resguardado el derecho a discrepar. Y las mujeres, por sobre todos los varones que opinamos por motivos políticos o sentimentales, son las que deben poder decidir sobre el destino de su cuerpo, pues una célula no tiene conciencia de ser. Ni tampoco muchas. Un dedo no decide. Un embrión no tiene conciencia de ser hasta la duodécima semana, y admitir lo contrario es casi como decir que un hombre en estado vegetativo, dentro del cuerpo de su madre, merece ser mantenido vivo por el capricho de los demás.
***
Finalmente, el terror. El terror en la televisión, en la calle, en todas partes. Siguiendo la clara línea que llevan manejando desde hace un par de años, los mochos y los cristeros en el poder corporativo y político han abarrotado las calles con sus mensajes de miedo. Los violadores tienen derecho a ser padres. Los niños tienen derecho a vivir una vida miserable. Las mujeres tienen derecho a morirse por un aborto mal practicado, mientras sus hijas se los practican a sus espaldas o a sabiendas en algún hospital de Miami. Terror puro. Y tras el terror, el chantaje. Y tras el chantaje, el gran imbécil de Chespirito, profundo ideólogo del Panismo contemporáneo, y su mujer (ex-amante) Florinda Meza. Y lo más deprimente, pensar que estos anuncios televisivos pueden tener una repercusión (como ya se sabe) en la mente de los mismos ignorantes que ha formado el estado mexicano durante décadas. La gente que no recuerda a Gómez Bolaños (Chespirito) y las andanzas sexuales que tuvo -adúlteramente- con Florinda Meza durante años. Y cómo dejó botada a su mujer y sus sepetecientos mil hijos. Y cómo todo eso nos importa un pito, igual que su opinión sobre el aborto y las buenas costumbres, y más aún, la política nacional. Chespirito, el ideólogo de Felipillo, es -trágicamente- el verdadero presidente de México.
¿Y ahora, quién podrá ayudarnos?
***
Hay que proteger a los inocentes. Hay que dejarlos impolutos. Tienen que vivir cuando menos 5 o 6 años y mantener la carne firme y fuerte. Pues es cuando más los desean estos, nuestros queridos curas.
***
Ni hablar de los caricaturistas que comparan la despenalización del aborto con la era del terror de Robespierre (a.k.a. el patético de Paco Calderón). Ni hablar de las señoras con mucho tiempo libre, vestidas de blanco y acompañadas por su séquito de trabajadoras domésticas, acudiendo a marchar en favor "de la vida". Mientras más experimento vivir en este país, más se me antoja ser una mancha de óleo o de mugre en alguna pintura violenta de Jackson Pollock.
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El ajedrez estuvo fantástico. Aguascalientes no tanto. Hordas de mujeres preciosas, o por lo menos más guapas que el promedio nacional -por mucho- pero que no miran a los ojos. Es raro ver mujeres tan guapas con pudor de mirar a los ojos. Y esa escasez de hombres. No me sorprende que falten varones en ese pequeño pueblito (porque eso es lo que es, en realidad), si casi 4 millones, de acuerdo a las últimas cifras, se fueron a Estados Unidos durante el sexenio foxista. Eso sí, Aguascalientes, como buen estado del bajío mexicano, sigue creyendo en la iglesia católica y sus cristerías manipulatorias. Sigue votando por la derecha medieval de México y sigue contento de mantener solas, aburridas y desamparadamente guapas a sus mujeres. Y ellas, contentas por no conocer mejor, van por la calle del brazo de sus madres, cuando son pequeñas, o cargando hijos apenas cumplen los 18 años. Me quedo con el ajedrez.
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Y es que, en México, es ese el punto. La derecha que se ostenta como una facción política con visión "moderna" no es más que una cortina de humo para el cobijo clerical de los otrora conservadores y antijuaristas. Es curioso como, en apenas un siglo y medio, liberales y conservadores forman parte de las mismas filas y ni siquiera les importa o se percatan de ello. Los curas marchan por las calles de México. Los curas marchan por las calles de Reforma, llevando -encadenadas a su grisaciedad- a cientos de monjas que sólo sirven para atenderlos. Los curas marchan por reforma junto a las señoras de sociedad, cuyas sobrinas, hijas o hasta ellas mismas se han practicado un aborto en alguno de los "mejores" hospitales del país, o incluso en Houston o Los Angeles, so pretexto de ir de shopping a los "esteits". Los curas marchan empuñando sus antorchas ideológicas medievales, incapaces de entender que el neocórtex de un embrión no se desarrolla hasta después de la doceava semana de gestación y que -por ende- no tiene conciencia de ser ni siente dolor, o ninguna otra cosa, para esos efectos.
Los curas de México marchan una tras otra las esquinas de Reforma, calle principal de la capital, y en esos semáforos hay un niño. No, hay docenas. No, hay cientos. Cientos de niños cubiertos en mugre. Niños producto de violaciones callejeras, madres que les abandonan, padres pobres, niños que viven en la calle, hacinados, vendiendo chicles o haciendo jueguitos con un culo enorme hecho con un par de globos descomunales, y una máscara de Salinas, Fox y hasta el Peje, en el cruce peatonal, por un par de monedas. Niños muy deseados. Niños con mucha vida. Con una VIDA fenomenal. Niños que quizás deban quitarse esos globos de encima del culo y habrán de vender, pronto, el verdadero. Todo por un pedazo de pan, un poco de resistol, algo de aguarrás. Niños muy deseados -sí- pero por los curas.
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En México se realizan cientos de miles de abortos por año. Muchos de ellos ocurren bajo extorsión médica, en clínicas clandestinas o en consultorios de primer nivel, pero siempre con la presión y el miedo inherentes al procedimiento, todos ellos volcados sobre la mujer que muchas veces resulta una pequeña niña o adolescente que tuvo una relación sexual sin protección -por falta de información, o por exceso de calentura, o por que tuvo la desgracia de meterse con un hijo de puta, o porque la violaron en su propia casa, o en su propia escuela- o una mujer mayor, o una mujer de mediana edad, pero SIEMPRE, SIEMPRE, una MUJER. Nunca un cura, nunca un violador, nunca un pederasta. Siempre una mujer y siempre el miedo. Siempre la preocupación, siempre la tragedia personal, porque, contrario a lo que piensan los muchachos de PROVIDA y su huestes de la estupidez, las mujeres que abortan no van a estos lugares con una sonrisa y salen brincando de gusto. Es siempre una tragedia personal la que acompaña un aborto, y a las mujeres que lo padecen suele tomarles tiempo el superar las otras secuelas. Aun cuando se trate de un aborto necesario médicamente, no suele serles fácil ni conozco una sola que lo considere como un práctico método anticonceptivo. Alguien debe entender que es muy caro y doloroso en comparación con el resto y que ninguna mujer es tan estúpida para considerarlo deseable o -vaya- siquiera práctico.
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Asi que el que sean los hombres quienes deban decidir u opinar me resulta más y más curioso. Yo lo hago sencillamente porque detesto a Jorge Serrano Limón y su hipocresía, a Provida y su triple moral, y -finalmente- a la iglesia católica y su invariable necesidad de meter las manos donde no le corresponde. ¿Qué autoridad moral tienen los curas, los obispos y los cardenales para opinar sobre sexualidad, cuando las pruebas y la historia nos demuestran que no sólo no saben del tema, sino que parecen tener muchos problemas enfrentándolo? ¿Qué autoridad tienen los curas para hablar de su amor por la "vida" mientras se comen un pedazo de vaca MUERTA? ¿Y la vida de las mujeres que deben abortar, no importa? ¿Y la vida de los niños que no tienen para comer, no importa tampoco? Su concepto de vida es tan restringido como su sinápsis neuronal. Vida es sólo la humana y -de entre esta- la de sus feligreses. Toda la demás "vida" puede obviarse o considerarse "daño colateral".
***
Si la vida se tratara nada más de vivirla. La vida es una palabra muy grande para describir un proceso que suele ser por demás largo. Pero no, no es sólo cuestión de vivirla o sobrevivirla. La vida, y el respeto a ella, tiene también que ver con las condiciones en las que la gente puede transitar en ella. Y la iglesia, con su noción de pecado, y el estado neoclerical-liberaloide en el que vivimos, con su discreto pero sostenido apoyo a la iglesia y sus fundaciones promotoras de la pobreza y la ignorancia perpetua, no están ayudando ninguno a que la vida de sus huestes sea mejor. En el caso de la Iglesia, me importa un rábano. Soy un feliz satánico agnóstico olvidado de Dios y mi única capilla son los abrazos de la gente que quiero y de las mujeres que me han entregado su corazón o su cuerpo. En el caso del gobierno, debe importarme, pues -por desgracia- sí tiene injerencia en los límites a los que se supedita mi actividad privada y pública. y por ello me permito escupir en su falta de integridad, secularidad y objetividad pública. Si la Iglesia prohibe el aborto, que sus feligreses la atiendan. El resto de nosotros debemos tener resguardado el derecho a discrepar. Y las mujeres, por sobre todos los varones que opinamos por motivos políticos o sentimentales, son las que deben poder decidir sobre el destino de su cuerpo, pues una célula no tiene conciencia de ser. Ni tampoco muchas. Un dedo no decide. Un embrión no tiene conciencia de ser hasta la duodécima semana, y admitir lo contrario es casi como decir que un hombre en estado vegetativo, dentro del cuerpo de su madre, merece ser mantenido vivo por el capricho de los demás.
***
Finalmente, el terror. El terror en la televisión, en la calle, en todas partes. Siguiendo la clara línea que llevan manejando desde hace un par de años, los mochos y los cristeros en el poder corporativo y político han abarrotado las calles con sus mensajes de miedo. Los violadores tienen derecho a ser padres. Los niños tienen derecho a vivir una vida miserable. Las mujeres tienen derecho a morirse por un aborto mal practicado, mientras sus hijas se los practican a sus espaldas o a sabiendas en algún hospital de Miami. Terror puro. Y tras el terror, el chantaje. Y tras el chantaje, el gran imbécil de Chespirito, profundo ideólogo del Panismo contemporáneo, y su mujer (ex-amante) Florinda Meza. Y lo más deprimente, pensar que estos anuncios televisivos pueden tener una repercusión (como ya se sabe) en la mente de los mismos ignorantes que ha formado el estado mexicano durante décadas. La gente que no recuerda a Gómez Bolaños (Chespirito) y las andanzas sexuales que tuvo -adúlteramente- con Florinda Meza durante años. Y cómo dejó botada a su mujer y sus sepetecientos mil hijos. Y cómo todo eso nos importa un pito, igual que su opinión sobre el aborto y las buenas costumbres, y más aún, la política nacional. Chespirito, el ideólogo de Felipillo, es -trágicamente- el verdadero presidente de México.
¿Y ahora, quién podrá ayudarnos?
***
Hay que proteger a los inocentes. Hay que dejarlos impolutos. Tienen que vivir cuando menos 5 o 6 años y mantener la carne firme y fuerte. Pues es cuando más los desean estos, nuestros queridos curas.
abril 04, 2007
Atento aviso
El usuario de este blog, "pendejo alucinado" para unos, "ser pensante" para otros, pero en el fondo únicamente interesado en su autocomplacencia, se retira unos días a jugar ajedrez a las tierras cálidas de Aguascalientes.
Pero ya regresará a seguir cosechando bilis y una que otra sonrisita.
Ah, y les dice, a quienes les interese, que ¡Salud!
Pero ya regresará a seguir cosechando bilis y una que otra sonrisita.
Ah, y les dice, a quienes les interese, que ¡Salud!
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