La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

octubre 21, 2005

Lo que se va y lo que se queda.

Las dudas se marcharon temprano. Pero nadie notó su ausencia hasta muy tarde. De cualquier modo, ya no estaban. No han vuelto.

Pero no debo hablar demasiado al respecto. No vaya a ser que alguien lo tome como un simple regodeo. Y vaya que no lo es. No me interesa nadar en lo que apenas puedo adivinar a lo lejos.
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Se me han terminado los disfraces. No hay más pelucas en el fondo del armario. Quedo solamente y yo. Y nadie que se atreva a arrebatarme de mi ahora. Mucho muy su pedo, me digo. No tomaré más llamadas lllenas de llanto, arrepentimiento, desgracia. No escucharé ningún otro llanto que no sea el mío.

Suena ególatra: lo sé. Pero no lo es. Es un breve suspiro para descansar. No siempre se puede ser esponja sin otra esponja que ayude a recabar tantas lágrimas. No siempre se puede escuchar tanto llanto sin sentir que se debe llorar. No siempre se puede decir "Llora lo tuyo" sin querer, de una vez, llorar lo propio. No siempre. No se puede. Duele sin causa.

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Y me niego al dolor sin causa. Sin causa, nada. Con ella, quejiditos. Ni modo.

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