La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

octubre 16, 2005

El amor sí, el amor no.

El amor es un gran distractor. El mejor de los distractores. La mejor de las distracciones. O mejor no: El amor no es nada de eso. El amor no consigue distraernos de nada. Todo lo importante permanece molestando. (Uno a sí mismo: "Deja de usar el amor como excusa. Padécelo como puedas". Luego nada más silencio. Y el silencio sí que es casi siempre placentero. O no.


Es como decir: El amor sí. ¿El amor sí qué? El amor nada. Nada se ha resuelto gracias al amor. Dejémonos de ingenuidades: El amor es lo que todo complica. El amor es lo que nadie entiende. El amor es en lo que nadie puede estar de acuerdo. Y luego, naturalmente, uno huye. Huye como cualquiera lo haría. Dice adiós. Sucumbe ante las formas. Claudica y duerme. Se arrepiente. Y luego se arrepiente de que se arrepiente. Nada más complejo. Nada que requiera más voluntad que eso: construir a pesar de saber que la destrucción siempre se aproxima. Sin hora ni fecha. Sin aviso.


O es como decir: El amor no. Y entonces despreocuparse de todo. Escuchar cómo uno puede disolverse en cualquier insignificante presente. Padecerlo. Reconstruirlo todo: Por más que amaba a esta mujer, ella amó cosas que nunca pude darle. Y por eso es que se fue. O peor aun: Reconstruir las penas más recientes: Poemas, párrafos, líneas disueltas, muertas por el ansia de volver a ver. Historias que ya no importan porque importan demasiado.


Sí no es la respuesta. No tampoco. ¿Cuál es la palabra que persiste enmedio del todo y la nada?

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