La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

agosto 15, 2006

Enternecido (oh, my funny valentine...)

Soy un cataclismo. Soy un cataclismo en espera. Soy una espera larga, soy el sinónimo de una impaciencia malograda. Soy un hartazgo sin límites: una esperanza que se cansa de sí misma. Soy un agobio. Soy un cuento aburrido que cualquiera lee y espera ansiosamente que termine. Soy una adivinanza, una trivia, un crucigrama cuyos resultados no aparecen al final de la sección. Una secuela a la que le cancelan el periódico antes de publicarse. Un pataleo sin olas. Un guiño sin respuesta.


Digo que soy todo eso ahora: Luego de mucho. Luego de años en que cuando leía lo que brotaba de mis adentros, nunca me encontraba: Todo siempre escrito desde lejos, en tercera o cuarta o novena persona. Nunca un yo o un conmigo. Siempre hablando de cosas que acontecían fuera. Y por eso no me averguenzo, de nada, de todo. Mis putas (palabras) y yo ya sabemos estar juntos, juntas, revoloteando y a regañadientes, ahí, sinceras, sin ceros, junto con todo.


Digo todo esto porque me enternece la ternura. Me enternece la imposibilidad estereotipada de sentirla: ¿No es absurdo que los varones, nosotros, los amputados de piel y de caricias, siempre nos sintamos idiotas cuando nos invade lo tierno y lo terso? ¿Qué no es una estupidez ese "hacerse bolita" tras la muralla que mejor nos sienta en cada beso, en cada verso, en cada complicada lluvia o granizada letanía?

Me doy hueva y me aburro cuando soy hombre así: desde lejos, sin otra cosa que mi escudo y mi reflejo. Me aburro cuando no puedo enternecerme, ternurarme de todo lo que pasa como una cosquilla, doblarme frente a eso otro tierno que a ratos se confiesa. Me odio. Me dejo. Me cierro los ojos mientras me veo cerrándomelos con manos de miedo y de control perplejo.

Hoy recibí una nota, un comentario, un presagio:

Moncho said...

Tengo poco de leerte, pero he encontrado profundas coincidencias contigo, sobre todo en este ultimo post, lo que a mi me corroe es que poco a poco me he ido alejando de todo y de todos, evitando dañar y que me dañen. Tu por lo menos sigues adelante, te felicito por esa actitud de afrontar las cosas como son.
Animo, la confianza es un regalo invaluable.

Y leyéndola me acobardé (acordé, reconté) de mí mismo. Reconstruí cuando menos este año y cacho de blog y de fehaciente constancia de mis propios absurdos (frente a mí mismo). Recuperé ese aliento vago que siempre me permite olvidar sin olvidarme, y redibujarme siempre y luego, intento tras intento. Me enternecí, de mi nube, del mensaje, y luego, tranquilamente, de mi abismo.

Evito dañar siempre que puedo, sí, y esquivo las balas cuando el clima es bueno, y sucede que brillan mucho, y resulta que mis sentidos están atentos como una cualquier intemperie. Y me he alejado de todo, de todos, de mí, de mi sable y de mis ojos y de "seguir adelante", y de esa "actitud de afrontar las cosas como son". A cada rato. A cada siempre.


Pero he ahí el poder de la ternura: la ternura y el enternecimiento como compasión sin lástima, como rescate de uno mismo, como un abrazo que machaca, sin pudor y sin mesura. Y he ahí que uno no se basta. Ni tampoco se basta gracias al otro: No sucede todo como una transacción balanceada o desigual. La coincidencia, nada casual o causal o explicable, siempre acaba por entregarnos la estafeta faltante.

Pude haber dejado de escribir semanas, días, horas. Minutos o centésimas valientes y valiosas, esperando explicaciones de la boca del infortunio. Pude apendejarme, dejarme cual rastrojo, hecho nada, vomitarme sin ternura dentro de la boca del silencio y su asqueante despojo.

Pero no. Y agradezco. A "moncho" y a la ternura. A mí y a mis demonios. Aquí estoy, no me marcho. Prevalezco.

Con un puñado de luz o siete costales de noche, no importa: La vida está aquí, suave y enternecedora y dura como puñalada del día y del asombro.

No me pienso dormir. Voy a por ella, y ya, sencillamente, me arrojo.



Salud.

6 comentarios:

Silencio dijo...

El cuento aburrido que todos esperan que termine pronto. Humm a veces me da por eso, el a ver a que hora te vas, a ver a que horas me terminas, se es los dos, el que lee y el cuento, me cae de madres. Lo que me fastidia a mi, es que últimamente ni siquiera leo el libro, ni se me antoja, ya se que solo estaré esperando que termine para acongojarme porque terminó y se demostró una vez más mi fracaso como lector. Y viceversa, aburro para que salten las páginas y lleguen al final, ni modo, así es esto.

Saludos

Anónimo dijo...

Yo sólo quiero decirte que está muy chingón tu blog y que tu me pareces un guey bien chido (a pesar de tu izquierdismo pedorro).

Ojalá tuviera la suerte de de conocerte y platicar contigo algún día.

Y si es verdad lo de tu IP tracker, ya sabrás quien soy.

Anónimo dijo...

uy uy uy, momento de extrema sinceridad?

be careless

bueno, al menos ya sabes que dice el papelito dentro de la galleta china de la suerte.

saludos

Chamirú dijo...

petate del petatiux: Las IP no son mágicas y casi siempre cambian. Mejor mándame un mail y vemos si tú (quienquiera que seas) y mi izquierdismo pedorro (por tanta dolce vita) congenian. Chido.

Nasty: No, la mera neta no como fortune cookies hace un chingo. Pero ps tampoco entendí muy bien a qué te referías. En fin, un saludo.

Silence: Así es esto, indeed.

Ruga dijo...

Esta chévere tu blog, y con la entrada sólo puedo decir que si es mejor afrontar las cosas, ¿qué es lo peor que puede pasar?

Anónimo dijo...

jajaja, al parecer es otro estúpido blog adolescente!!