La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

marzo 11, 2006

Instantáneas vivenciales

Hay días en los que no se puede escribir nada. Hay días en los que hay tanto que escribir que se llega a un punto donde las palabras "salen sobrando". Hay días donde todo está claro y nada quiebra esa convicción implacable. Hay otros días en los que cuesta mucho pensar y nada encaja suficientemente bien. Y hay, incluso, días donde coexisten todas estas cosas en el mismo lugar del tiempo. Días donde se está claro y confuso al mismo tiempo. Días donde se quiere un todo con sabor a nada. Días necios y persistentes. Días que claman por la noche y que, llegando ahí, ruegan del mismo modo por una vuelta en U. Días que justifican el significado de la necedad. Días que oscilan para lograr reglamentar la incoherencia, y luego seguir andando el camino. Días que nos reclaman sin piedad.

--------

Yo sencillamente reniego de los días y de las semanas, de una vez. Me ocupo de la tarea batiana, y batianamente contesto lo siguiente:


Este es el "manuscrito" original:

Somos la versión cínica de aquella tonteria que llamas nihilismo.
Somos el final visto como aquel muro que derrumbas para hallarte con la nada perfecta.

En aquella esquina donde hallas al perdedor, al defraudado, al ridículo lumpem marxista, somos nosotros los que le patean sólo por diversión.

Somos la incredulidad vuelta broma, la angustia como el humor perfecto que nos deja disfrutar de un partido de futbol,o del tráfico como la inconmensurable sala de espera de la vida. Somos el deficit como herencia y no como esperanza.

Somos esas papeletas arrojadas al piso en la bolsa de valores, siempre a punto de la compra y de la venta, siempre olvidados en la interdicción del deseo comercial, siempre como ceros planos que no están a la izquierda ni se hallan a la derecha.

Somos la hora equivocada, el retraso falso, la neurosis cíclica del trabajador encabronado con el sistema de transporte público. En realidad somos el trabajo a media cuadra de tu casa.

Somos afines a tu indiferencia. Estamos unidos por las migajas de pan arrojadas por hansel y gretel. Nuestra jerarquía y fortaleza está basada en un estudio genealógico que nos conduce a la nada, como primer padre, y a la risa, como la primera madre.

El mundo es ridículo ¿no lo han notado? Creemos que el statu-quo es la incapacidad colectiva para aceptar que nuestras vidas forman parte de las tiras cómicas. En todo caso, yo soy Charlie Brown.
***


Y esta es mi humilde versión:



Somos el mismísimo cinismo. Somos a veces tonterías. Somos lo que nos da la gana de ser. Llámennos nihilistas. Llámennos como quieran.

Somos el final visto como un otro muro que derrumbas para hallarte (otra vez) con la nada perfecta. Somos la respuesta al laberinto que comienzas. Somos la entrada al que invariablemente sigue.

En esa esquina donde hayas al perdedor y al defraudado; en esa otra donde conmueves al ridículo lumpem marxista o al irreparable exitoso positivista, habrás de hallarnos: Somos nosotros los que gozan pateándolos a todos por la pura diversión de hacerlo.

Somos la incredulidad vuelta broma, somos la angustia como síntoma del humor perfecto que nos deja disfrutar de un partido de futbol, o de un embotellamiento trágico, y también somos los que vivimos la vida como si fuera una inconmensurable sala de espera. Somos un déficit por antonomasia. Odiamos, por tanto, toda insatisfacción que se disfrace de esperanza. Que el dolor duela y las ganas abunden.

Ocurrimos. Sucedemos. No somos mesurables. Resultamos ser incluso peores que esas papeletas arrojadas al piso en cualquier mercado de valores. Gozamos de vivir a punto de ser compra y de ser venta. Cómodamente existimos, olvidados en la interdicción del deseo comercial. Somos esos ceros planos que no están a la izquierda ni se hallan a la derecha. Oscilamos convenientemente.

Somos la hora equivocada, el ya merito y el ora sí. Somos el retraso falso y la neurosis cíclica del trabajador encabronado con el sistema de transporte público. En realidad somos el trabajo a media cuadra de tu casa. Y a veces también somos ese par de semanas en la güeva por las que debes pedir permiso. Somos el cansancio y el tezón.

Somos afines a tu indiferencia. Estamos unidos por las migajas de pan arrojadas por hansel y gretel. Somos tan excitantes y tan reales como una cogida en dibujos animados. Somos tan falsos como una patada en los huevos. Somos lo que se nos pega la gana ser y justo cuando debemos serlo.

Nuestra jerarquía y nuestra fortaleza están estrictamente sustentadas por un estudio genealógico que nos conduce a la nada, como primer padre, y a la risa, como la primera madre. Somos un híbrido resultante de cierto ahora y cierta conveniencia. Y además nos vale verga. Somos durante todas las horas en las que la ventanilla de quejas permanece cerrada. Y a carcajada plena.

Siendo lo que somos, también decimos: El mundo es básicamente ridículo ¿No lo has notado? Creemos que el statu quo es esa incapacidad colectiva para aceptar que nuestras vidas son causa (rara vez) pero casi siempre consecuencia (¿a poco no?) de cualquier cliché harto violentado y hasta de las mismísimas tiras cómicas. En todo caso, somos Charlie Brown. Somos la sopa de Mafalda. Somos el Némesis de Superman. Somos la güeva de Mister Natural. Somos el Stalin de DC Comics. La escasez de tinta de Marvel. La noche soleada de Stan Lee, la grisaciedad de Cortázar, la estupidez de Platón, el ausentismo de Nietzche, la decencia de Bukoswki, el "otoño del patriarca", la cinta faltante de cualquier máquina de escribir. Somos el hartazgo. ¿Y qué?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

y asi empieza, con el final. me gustaría pensar que Anaya da su aprobación, pero de qué chingados nos serviría. somos el hartazgo, es verdad.

Manuel Lomeli dijo...

Excelente visualización...jejeje

Silencio dijo...

Nel, por eso yo no hago a nada, para que, es mucho perder el tiempo en reglas que luego modificaré.

the drop dijo...

si tus posts no fueran taaaaaan largos.... En fin. Disculpe usted, ando de ermita, pero le hablare pronto.

AVA dijo...

"Somos el hartazgo"... es genial.

Alfredo Mora dijo...

Somos los que admiramos los pezones erectos de la chica que a ambos nos gusta.

Tristán dijo...

Somos el llanero solititito.

Chale.