La linea que separa a un valiente de un cobarde está trazada con cinismo.

mayo 24, 2005

Minúscula gloria

Perdemos siempre el rumbo cada vez que nos empeñamos en creer los designios de los dioses. Esos cerdos egoístas, plagados de caprichos y decisiones inexplicables, y que gozan escupiendo sobre nuestros caminos de cuando en cuando. Luego se reúnen, normalmente los sábados por la tarde, y miran como resbalamos sobre sus grandes tableros de miseria mientras ríen, con sus bocas repletas de manjares indescriptibles y otras serpientes dueñas de sabores que jamás comprenderemos. Esos marranos orgíasticos no se inmutan más: Ya ni les importa designar destinos. Juegan, como nosotros, con sus pequeñas piezas oníricas hasta que éstas eventualmente se desvanecen, se desgastan, se reinventan, repiten o eternizan. (Qué habrán cenado los dioses cuando soñaron al cristo sangriento y sangrante y lo elevaron a la categoría de dios de madera y de menudo escarmiento para los que le sobrevivimos)

Recobramos la calma cuando masticamos el paraíso, bebemos la carne de los ángeles desnudos, penetramos los despojos arrojados a nosotros bajo pieles prostituídas y hermosas. Aparecen los caminos, pues levantamos una gran cortina de humo que impide a los divinos destructores tener injerencia alguna en nuestros cataclismos. Minúsculas Glorias: los ojos que antes eran transparentes, cobran vida. Las bebidas que antes eran agrias y podridas al paladar, se transforman en salivas dulces, pieles de erizo, túneles que caminándoles expían. Soñar con hormigas se vuelve majestuoso. Las páginas en blanco renuncian a ser significadas. Yacen debajo, alfombrando el siguiente paso, mientras caminamos sobre ellas persiguiendo cosas que poco importan, cósmicamente, pero que, sin que importe siquiera un poco, saben bien, huelen bien, no aspiran al amor, no pretenden trascender, no son ciertas, menos aún falsas, repelan, pelean, huyen, vuelven, no llevan a ningún lado, y nos llevan, sin que la verdad importe un bledo, a todos.

2 comentarios:

Hector dijo...

A esos dioses yo los vi jugar al Risk una vez en el depa de Ledón. Después tomaron sus guitarras y se fueron a un toquín que tenían sépa donde, dejaron solo bachas y la olla oliendo a Tonayan con escuert.
Aprovechando la confusión del puente decidimos irnos a Zacatecas y nos perdieron la vista, hicimos lo que quisimos y no pueideron jugar con nuestros destinos, burlamos a unos judiciales mientras el Alex encendía un cigarrito.
A nuestro regreso nos esperaban nuestras obligaciones como esposas encabronadas: tareas, las prácticas, el servicio, la limpieza.
En ese tiempo no había más verdad que aprobar todas las materias, todo lo demás importaba un bledo.

(¿Hasta cuando seguiré viviendo del pasado?)

Un abrazo, hermano.

Lahetaira dijo...

y yo los perdí en una madrugada de luces (los perros, los perros). Me los cambió el destino por una vocación desenfadada y un gusto por el movimiento de cadera en todas sus modalidades. Ni verdades, ni mentiras. Fuera de todo juicio, postura o azote, la vida es hermosísima. Te quiero piut.